Noveno capítulo: El Puente Brooklyn y una referencia a The Amazing Spider-Man
Después de la explicación, viene la conclusión. Eso es lo que sigue ahora y con una acción tomada de Turbo Jet que terminaría ayudando bastante a nuestro amigo Spider-Man. Con algo de nostalgia, este renovado y devuelto personaje, con la ayuda de su traje y su mente estratégica, termina por decidir que la maniobra que haría que la policía dejara de perseguir a los sujetos de la anarquía sería un espiral sextuple que obligaría a estos últimos, incluso a la policía, a detenerse y salir del auto para que así Spider-Man los pudiera enredar. Un camino alternativo, sería que estos indignados nada dignos tuvieran la sensación de querer salir del auto, debido a una grande sensación de vomito que el movimiento del espiral sextuple de Turbo Jet habría inducido al haber logrado que su auto se detuviera; e incluso que diera unas cuantas vueltas que Spider-Man detendría con éxito. Cualquiera de las dos opciones, terminaría funcionando, al fin y al cabo, ya que no era la primera vez que Turbo Jet y Spider-Man trabajaban juntos como un dúo dinámico. De hecho, como se explicó antes, él tuvo bastante influencia de lo que significa ser Spider-Man.
La típica analogía del poder y la responsabilidad que viene con este, Louis, la captó y algo rápido. Luego de unos cuantos meses, casi llegando a un año con tres meses, luego del retiro temporal del atlético con aroma a desodorante Old Spice de Leña, el "Astronauta Quartz", habría salido de la cárcel por buena conducta, rehecho su vida, postulado como profesor en una universidad galardonada, rentado un nuevo apartamento en Nueva York y habría ido a visitar a unos cuántos amigos para que lo ayudasen con la estafa que sufrió por parte de la NASA. Algo interesante, es que, uno de sus contactos, sería un abogado de nombre Ben Urich.
En resumen, regresando al enfoque principal, ya habiendo tomado el camino para la pacificación de unas calles cercanas al límite del otro lado del Puente Brooklyn, casi llegando al mismo Manhattan, Spider-Man y Turbo Jet, han logrado detener al quinteto de personas que habrían robado dinero en efectivo que habría sido guardado en mochilas largas de cuero, muchas joyas, una barra de oro y bastantes dulces de una tienda que estaba cercana al banco que fue asaltado hace como una hora. La gente que se había estacionado forzosamente por el ruido de las ruedas de un moderno auto queriendo hacer contracción para tratar de ir en reversa y escapar de golpe, entre algunas personas que andaban caminando por ahí, además de la buena suerte de alcanzar a ver a un tipo que va saltando y columpiándose entre las largas y metálicas cuerdas del puente, junto a una especie de velocista mecatrónico como el Metal Sonic, estarían con rostros sorprendidos, ante la rica brisa del estrecho del Océano Atlántico, aves golpeando sus alas que tratan de escapar de todo y de cualquiera que esté entre ese ambiente y las grandes nubes de algodón atmosférico que adornaban a la damisela nocturna, la noche, comenzando a aplaudir porque la epicidad de unas variantes redes de telaraña que sostenían a un automóvil en un estrecho entre dos cuerdas del puente Brooklyn era mucha y porque esto es lo que cualquiera necesitaría para seguir manteniéndo el aliento y el pensamiento de que aún hay gente buena en este mundo. Claro está que no se puede olvidar a los malos del guión construido. Afortunadamente, toda la mercancía robada por estos, se pudo recuperar, a excepción de una barra de chocolate que el copiloto del brillante y atrapado auto Chevrolet estaba consumiendo; con un rostro sonrojado y esforzándose, porque su mano no llegaba a su boca, en consecuencia a un poco de red arácnida que jalaba de esta.
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De pronto, una explosión se escucha cerca al terreno en donde Spider-Man estaba de pie y mirando a la gente. El motivo de esta, habría sido un mediano derramamiento de aceite de parte de un auto, gracias a que uno de estos tantos le habría chocado la parte trasera por la frenada apresurada que Turbo Jet y Spidey habrían solicitado inconscientemente. Por suerte, solo fue un montón de cortina de humo y no hubieron problemas. Ningún herido, ni tampoco muertos por quemaduras graves. Nada, mayoritariamente hablando.
Spider-Man: ... *ver hacia la explosión*
...
Unos muchos minutos después, quince, con exactitud, ya habiendo logrado escapar de las preguntas de la policía por debajo del puente, sin ninguna serpiente o algún otro reptil de por medio y con la prensa recién llegando en autos de empresas auspiciadoras y taxis amarillos con negro y algo de blanco en cuadros, Spider-Man, siendo ahora las 10:15 de la noche, habría regresado al apartamento de Jessica Drew, su mejor amiga de hace años, como lo había prometido y dicho hace horas. Al entrar por la ventana, con la máscara siendo quitada por su algo adolorida mano izquierda, Peter nota que el cuarto del apartamento estaba algo inusual. Un montón de desorden en la cama de Jess, con las sábanas estando casi en el suelo, a parte de la almohada blanquecina, los zapatos de la tarde estando dispersados por la zona de la misma cama, un pequeño charco de un líquido algo viscoso, que habría estado goteando y llegando hasta la puerta y un poco más allá, de tonalidad rojo sangre que resultó no ser esta y que terminó siendo un poco de vino, ya que Peter así lo confirma, mediante la ayuda de su dedo índice y su lengua rosa con tonos combinados de naranja, la cual provoca un gesto de asco en él; además de un poco de la ropa de la morena en desorden y sobresaliente de su negro armario de madera, eran las manifestaciones que le habrían hecho pensar esto, al castaño que ahora huele a vino añejado durante unas 24 o 26 horas. Todo estaba comenzando a turnarse extraño. Hasta que un ruido de rotura de vidrio, más o menos de unos 20 centímetros de largo con unos 5 de ancho, redirigiría la mirada y los demás sentidos de Peter Parker hasta lo que vendría a ser la zona de la cocina o la misma sala. Hasta podría pensarse en el baño. ¿Por qué no? Esto, daría indicios de una señal de dónde podría estar la preciosa dueña de la cama con síndrome de tembladera. Para sorpresa del estudiante de instituto, Jessica Drew estaba en la cocina, en efecto, pero no como debería de estar o como acostumbraba a estar en su apartamento durante una semana, sino apoyada en un rincón que estaba cercano a la cafetera, con una botella rota de un vino de marca Santiago Queirolo y con los ojos hinchados por haber estado llorando desde quién sabe cuándo.
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