11: ¿Quieres ser mi pareja?
Akil
Beso de manera continua a Lemus y enciendo rápido la pasión. No me culparía, no tengo sexo hace rato, sobre todo con alguien que me guste. Además, hay que aprovechar que los niños no están. Hay pocas oportunidades para esto cuando eres padre. Lo tengo sentado sobre la mesa y le cuesta seguirme el ritmo. Sus emociones son confusas, así que no puedo percibir bien lo que en realidad está pensando. Estoy apurado, pero viendo sus reacciones, decido esperar alguna acción de su parte. Aunque mientras desato su camisa y lo observo fijo. Se sobresalta, cuando decido sentarme en la silla más cercana, pues lo pongo en mi regazo, así que frunce el ceño, pero sigue sonrojado y nervioso.
―Si estás cansado... ―me reprende―, deberías ir a dormir.
―Un poco ―acoto, luego deslizo mi mano dentro de su pantalón.
Su cara roja es todo un deleite, puedo percibir toda su sangre moverse por su cuerpo, haciendo que su carne sea más deseosa de probar.
―Yo...
Abre la boca, despacio, y no puedo evitar besarlo otra vez. En esta ocasión, me corresponde un poco más rápido que en la anterior. Además, también me toca. El chico todo tímido se atreve a una pizca adicional de adrenalina.
Chilla cuando termino apoyándolo boca abajo en la mesa. Me deslizo por su espalda y bajo más su camisa. Poso mis dientes en su piel, entonces gimotea cuando lo muerdo. Me apoyo en sus partes traseras para estar más cómodo, luego aplastarlo con mi cuerpo y seguir dando mordisquitos, que provocan lesiones leves, pero no letales ni profundas. Se remueve debajo de mí, agarrándose de la tabla de la mesa.
―Eso es, sostente. ―Me relamo los labios.
―Espera...
¿Para qué hablé?
―Dime. ―Remojo mi boca con un poco de su sangre.
―No puedo.
―¿Te lastimé mucho?
Abre los ojos, despacio.
―No... ―Su cuerpo tirita, pero no miente―. Solo no puedo, creo que vamos muy rápido ―opina.
Tiene razón, me apuré.
―Sí... ―Suspiro, caliente, y termino por sentarme en la silla de nuevo. Muevo mis cabellos negros hacia atrás por la transpiración―. Tienes razón, aunque, ¿por qué te quedas en esa pose? ―Me río, ya que sigue en la mesa.
Se sobresalta y se inclina, se gira a mirarme, avergonzado.
―¿Qué se supone que estaba haciendo? ―dice, aturdido.
Sus pensamientos se aclaran un poco, así que lo entiendo mejor.
―Ya veo, no has tenido muchas relaciones ―comento.
―Mi vida es estudiar y trabajar ―farfulla.
Me carcajeo.
―Hey, ¿cuándo tienes tiempo para la diversión?
―Claro que lo tengo, pero no lo gasto en relaciones sexuales. ―Bufa.
―Me parece bien. ―Mantengo la sonrisa, luego consulto―. ¿Chicas o chicos? Pueden ser ambos.
―¿Eh? ―Se revuelve el cabello mientras sigue con el rostro quemado por todo lo que le hice―. No sé.
―Ah, ya veo, todavía te estás descubriendo. No te preocupes, soy un demonio. Recuerda que mi forma humana es de hombre, pero ser hembra o macho en mi raza es indistinto, así que, si decides ser mi comida podrida, no afectará tu sexualidad. ―Hago una pausa―. Bueno, supongo, teóricamente, pues tengo...
―Ya sé, no necesitas mencionar tu miembro. ―Bufa, nervioso e intenta cambiar el tema―. Ya me explicaste todo eso. Necesitamos volver a nuestras actividades normales, así que vete a la cama.
Hago una gran sonrisa.
―No hasta que me digas si quieres ser mi pareja.
―¿Qué? Pero...
―No vale. ―Hago puchero―. Yo te expresé mis sentimientos y hasta te los demostré, utilizando mis bellas manos.
Baja la vista, luego la sube.
―Me gustas, pero... ―Traga saliva, luego frunce el ceño―. Ya te dije que no se puede. No solo porque eres un ser sobrenatural, que creo que, si me negara por eso, en realidad sería discriminatorio. También eres mi paciente, no sería profesional de mi parte.
―Soy paciente del doctor Wallstrom ―lo corrijo.
Bufa.
―No te vas a rendir, ¿cierto?
―No.
―Tus hijos no me quieren ―agrega.
―No mientas.
―Ruy me lo dijo.
―Ruy es difícil, pero le caes mejor que Octavio.
Suspira cansado.
―Bien, pero solo si me dices por qué terminaste con él.
―La curiosidad mató al gato ―me burlo.
Lemus sonríe.
―Pero el gato murió sabiendo.
―De acuerdo, he perdido. No le terminé, él lo hizo. ―Lo agarro de la cintura, así que se sobresalta otra vez cuando lo siento en mi regazo, luego susurro cerca de su boca―. Así que, si me dejas, no hay vuelta atrás.
Traga saliva.
―Está bien.
Nos permitimos un corto beso, dando el comienzo de nuestra relación. Despacio, no hay que apurarse, esto recién comienza. Será bueno, generaremos un mejor vínculo a su debido tiempo. Aunque, ya vivimos juntos y con cinco niños, así que eso en realidad no se ve tan lento como se le intenta ver. Bueno, al menos, será divertido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top