Julio: Llanto
Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 1411.
Julio: Llanto
Nathalie la había llamado por teléfono, había sentido que su corazón se paraba. Adrien seguía en el hospital, sin cambios a pesar de que ya respiraba por sí mismo, y aquella llamada la había hecho temer lo peor. Sin embargo, la llamada no era por Adrien, sino por Gabriel Agreste.
Marinette se plantó frente a la mansión Agreste con el corazón encogido. No sabía qué esperar de aquello, estaba aterrada. Entró con paso firme cuando Gorilla le abrió la puerta, Nathalie la recibió y la dirigió a una gran sala en la que Gabriel Agreste la estaba esperando con rostro serio.
—Siéntese —ordenó.
No obedeció, se quedó en pie, Nathalie se situó en una de las esquinas de la sala, mirándola con lástima.
—Usted, señorita Dupain-Cheng, es un problema.
—¿Disculpe?
—Mi hijo iba a verla a usted cuando tuvo el accidente.
Marinette se mantuvo inexpresiva.
—Lo que le ha ocurrido es culpa suya.
—Señor Agreste, yo no conducía aquel coche —musitó procurando sonar calmada—, no es culpa mía.
—La gente como usted no debería meterse en nuestro círculo —declaró el hombre, sus ojos severos estaban anegados por las lágrimas—, esto no es un cuento de hadas. La gente como usted sólo trae problemas. No debería haber permitido que mi hijo asistiera a ese instituto, debería haberle prohibido que se relacionase con usted.
Marinette apretó los puños mientras las lágrimas rodaban por las mejillas del diseñador al que admiraba desde que era una niña y al que empezaba a odiar.
—En ese caso la culpa es suya —soltó con toda la intención de herirlo más—, pero no por dejarle ir al instituto o relacionarse conmigo, sino por haber pretendido mantenerlo aislado, por impedir que supiera relacionarse de una manera sana con la gente. Por herirle con su indiferencia, por...
Dio un paso atrás intimidada cuando el diseñador se levantó con los ojos encendidos por la ira. Sin embargo, el hombre no avanzó hacia a ella estalló en llanto y esa vez sí que era culpa suya. Mantuvo la cabeza en alto, mordiéndose el carrillo izquierdo aguantándose las ganas de llorar también.
—Es usted una persona horrible, señor Agreste. —Debería callarse, lo sabía, pero no podía parar, quería destrozar a aquel hombre indiferente con su hijo—. Y lamento que Adrien haya tenido que crecer a su lado, que infancia más solitaria y triste le ha dado. Que miserable que es.
No sabía de dónde le estaba saliendo toda aquella rabia, ni por qué la estaba empleando para dañarle hasta aquel punto, pero brotaba desde lo más profundo de su alma y no podía detenerla.
—No piense que me alejaré de Adrien, me da igual lo que diga, estaré ahí para él cuando se despierte, porque se despertará. No estará solo, tendrá a alguien a quien le importa a su lado.
»A alguien a quien le da igual si no es perfecto, ni si se equivoca de nota cuando toca el piano, ni si no habla bien chino o si su ropa no está perfectamente planchada. Porque a mí me importa él, no la imagen que ven los demás.
—Cállese.
—¿Y si no lo hago?
—Márchese de mi casa y no vuelva a acercarse a mi hijo.
—No puede apartarme de él, nos queremos.
Marinette, con la cabeza bien alta dio media vuelta, tenía que salir de ahí antes de ponerse a llorar y chillar. No se detuvo cuando oyó a Gabriel llorar desconsolado. Meneó la cabeza en agradecimiento cuando Gorilla le abrió la puerta y caminó deprisa hasta el parque cercano.
—Soy una persona horrible, Tikki —murmuró.
—No lo eres, Marinette, estás triste, estás dolida y el señor Agreste trataba de herirte con sus palabras.
—Pero no debería de haberle dicho todas esas cosas terribles —musitó dejándose caer en el banco, escondiendo el rostro entre las manos—. Está sufriendo, igual que yo, y me he lanzado a su yugular como una psicópata.
—Marinette, no lo has hecho, no pienses eso.
—Quiero que Adrien se despierte, quiero hablar con él, le echo de menos.
—¿Por qué no vas al hospital?
—No creo que después de todo lo que he dicho el señor Agreste permita que me dejen pasar.
—Plagg encontrará la manera de que puedas entrar.
Tocó distraída el prodigio de Chat Noir colgando de su cuello atrapado en una cadena de plata. Se lo había llevado sabiendo que no podía dejarlo allí sin supervisión, aunque era poco probable que alguien lo robase. Le había rogado a Plagg que se quedase a su lado y le avisara si algo cambiaba, además, le había parecido cruel separarlos. Plagg se pasaba las horas hablándole a su portador intentando que reaccionase, si no fuese por el kwami Adrien se pasaría casi todo el día solo.
—Vamos, Marinette, visitemos a Adrien.
Ella asintió sin ánimo, no estaba preparada para ir y enfrentarse al hecho de tener la entrada prohibida, pero tenía que llevarle comida a Plagg.
Habían pasado tres semanas desde que Adrien había sufrido el accidente, la presencia de la prensa había bajado, pero aún eran demasiados para su gusto. La mujer de la recepción la miró y la saludó con un leve asentimiento acostumbrada ya a sus visitas, al parecer Gabriel Agreste aún no había encontrado la fuerza para llamar y que le prohibieran el paso.
Subió en el ascensor hasta la séptima planta y pasó por el puesto de enfermeras saludándolas apresurada. No llamó a la puerta, sabiendo que nadie, a parte de ella y de Nathalie, visitaban a Adrien.
—¿Plagg?
—¡Marinette!
—¿Cómo está Adrien?
—Hoy ha movido los dedos —declaró Plagg emocionado—. Ese tiene que significar que está mejor, y ya no tiene tantas cosas puestas.
Marinette no se atrevió a decirle que podía ser un simple espasmo muscular y romperle la ilusión.
—Te he traído camembert, debes de tener mucha hambre.
El kwami tomó la caja de madera circular que contenía el apestoso manjar y flotó junto a Tikki hasta a un rincón dispuesto a devorarlo. Marinette se sentó en la butaca gris junto a la cabecera de la cama.
—Adrien... —susurró tomándole la mano con fuerza—. Despiértate por favor, hay tantas cosas que necesito decirte. Cosas que Marinette tiene que decirte, cosas que tiene que decirte Ladybug, son tantas...
»Chat Noir, sí que te quiero, desde que tenía trece años, ¿a qué es absurdo? —siseó dejando un beso en el dorso de su mano para después apoyar la frente en ella—, lo que pasa es que no lo sabía, yo estaba tan enamorada de Adrien Agreste. Te rechazaba porque estaba enamorada de tu alter ego. Es tan ridículo... y ahora estoy aquí hablándote cuando no sé ni si de verdad puedes oírme, pero Adrien, yo quiero estar contigo.
»Quiero despertarme a tu lado cada día, quiero que te rías cada vez que me atasco hablando porque me pongo nerviosa y de repente parezco idiota, quiero comerte a besos y hacer el amor contigo. Me da igual si eres Adrien Agreste o Chat Noir amo todas y cada una de tus facetas. Y Ladybug también. Lo eres todo para mí, por favor, abre los ojos.
Suspiró, no iba a abrir los ojos sólo porque ella lo quisiera, ni porque estuviera allí soltándole aquella declaración de amor tan absurda.
—Me he peleado con tu padre hoy —continuó—. Así que a lo mejor ya no puedo volver a visitarte, pero intentaré colarme por la ventana si Plagg está dispuesto a ayudarme...
»Aunque no me lo merezco, le he dicho cosas horribles a tu padre, le he hecho llorar. He sido muy cruel, lo siento.
El breve espasmo de su mano la sobresaltó.
—Sí, lo sé, soy una estúpida, lo siento.
»Es que ¡estoy tan enfadada con él! Parece que nada le importe, es como si todo le diera igual, pero fingiera que le importa algo y... he sido muy injusta, pero no tengo valor para acercarme a él y disculparme.
Los dedos de Adrien se cerraron sobre los suyos con algo más de fuerza, Marinette alzó el rostro topándose con sus ojos verdes entreabiertos.
—¡Adrien! ¡Plagg, se ha despertado!
Le apretó la mano de nuevo y sonrió, puede que no tuviese voz, pero podía expresarse de otras maneras por el momento.
El kwami se lanzó sobre su portador efusivamente, Marinette se subió a la cama con cuidado, acurrucándose junto a él y Tikki dudó, pero se acomodó con Plagg rodeada de aquella nueva familia que empezaba.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Me había olvidado de subir el capítulo porque soy un desastre ambulante. El tema de este mes no me gustaba nada, y me da un poco de pena que Marinette haya tenido que ser tan cruel al principio con Gabriel, pero era el único modo de hacerlo encajar con la temática. Bueno, nuestro Adrien se ha despertado y ahora le toca recuperarse, pero no estará solo tiene una bonita nueva familia que le va a apoyar en todo.
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