Capítulo 1.- Destino
Aquellos momentos de ocio aburren mi existencia, y me hacen pensar lo poco que me aprovechan. Suelen decirme "él", pero yo prefiero decirme "ella", siempre estoy corriendo, alguien alguna vez dijo que soy relativa, pero les digo que es una mera mentira, no tengo descanso, he visto tanto y dejado tantos atrás, voy como monótona haciendo envejecer a los más jóvenes, trayendo nuevas vidas y observando acontecimientos que vivirán y recordaran por siempre. Muchos me odian, lo sé, yo misma tiendo a sentir desagrado por mí. Aunque es una amiga cercana la que en verdad se gana el odio de la humanidad, detesto cuando me he encariñado con alguien y ella sin más se la lleva, pero aquí cada una solo hace su trabajo. Al menos a ella la conocen por "ella" y no por "él", ¿por qué creen que todo lo bueno es masculino y lo malo femenino? No logro entenderlo, pero en fin una discusión de existencialismo no es lo que tengo planeado.
De vez en vez necesito distraerme y son tantas las cosas interesantes que pasan en este mundo, de verdad no pueden imaginárselo, hay personas realmente detestables, que me da rabia abusen de mí más del tiempo necesario, a veces soy mala y le digo a ella que por favor ya los saque de mi camino, pero ¡Como le gusta darle oportunidades a quien no lo merece! Analizándolo bien, ella es realmente mala. Pero es que todos debemos trabajar en conjunto, el que menos hace su trabajo es Destino, ese idiota se pasa la vida durmiendo, totalmente despistado, y con eso de que no muchos creen en él, dice no sentirse motivado. En parte menos mal que vive en ese estado, porque aquí entre nos el destino de la gran mayoría apesta. Cupido es otro idiota más con mala puntería, las únicas veces que acierta en el blanco es por pura suerte, y aun así es ¡Tan querido! En fin creo estar diciendo más de la cuenta. No seré la miss simpatía éste año.
Retomo el objetivo principal de ésta ridiculez, como lo dije... la vida de ocio me aburre, pero no saben las cosas interesantes que ocurren en el horario laboral. A veces quisiera ser una de esas elegantes ejecutivas, chismoseando todo el tiempo, coqueteando y preocupándome por mi vanidad. Aunque no todo el mundo es así.
El gran Centro Empresarial Mongomeri llamó mi atención, ese gran complejo de cien pisos tenía que tener algo interesante. Estuve cuando comenzaron a construirlo, en aquellas épocas en que la vida no era tan agitada, sus dueños siempre han sido tan bien parecidos, que ya saben porque siempre tuve mi ojo puesto en ese lugar.
Pero por qué sigo hablando, acabó de hacer su entrada triunfal al piso noventa y nueve el gran y buenísimo Andrew Maxwell, permítanme recostarme un ratito del escritorio de aquella simplona recepcionista, ¡aww! ¡Es tan bello!
—Hola, mejor creación de éste mundo, hola.
Le digo aunque sé que no puede escucharme, veo que ve su reloj y ¡Por Dios! al menos sé que siempre me tiene presente, pero ¿qué ser humano no me tiene presente?
He visto toda la vida de Andrew, cuando era pequeño me gustaba su tío, pero él era ese hijo que de yo poder materializarme habría querido tener, luego se convirtió en ese adolescente, por el que me habría gustado ser una joven chica para ir tomados de la mano y ver películas, luego se convirtió en ese hombre con el cual quisiera hacer tantas, tantas cosas. Ustedes los seres humanos sí que se divierten. Andrew es alto, piel blanca un tanto bronceada, ojos azules celestes, cabello castaño claro y lacio, te derrite con la mirada y te hace palpitar el corazón con su sola presencia.
Lo persigo hasta su oficina, aunque yo no tengo necesidad de desplazarme, solo me gusta a veces actuar como humano, para creer que lo soy. Haydee está ahí en su escritorio privilegiado, llena de papales y con el manos libre en su oído.
—¡Hey! Hola cabra loca —le digo y en mi imaginación nos chocamos las manos.
Ella he de confesar es mi ser humano favorito en este mundo. Alta, de piel trigueña, cabello largo negro, liso, ojos verdes y contextura delgada, viene siendo una de las mujeres más lindas a mi parecer, quizás sea por el hecho de que pese a ser una maldita genio, está totalmente tocada de la cabeza, o quizás sea eso, los genios siempre han sido locos. Pero ella, siempre está riendo, es un tanto mentepolla y amo su noviazgo con Eric.
—Hasta que llegas jefe querido —dice Haydee quitándose sus manos libres, ella es la asistente de Andrew y aunque él no lo admita es su mejor amiga.
—No estoy de ánimos, ese imbécil de McKengsly ahora cree que va a comprar una sola acción de Mongomeri ¡Está loco! —Desabrocha su corbata color lila, mientras toma asiento en su espectacular sillón de cuero. Aquella oficina tiene la mejor vista del mundo, yo que lo sé. Haydee entra detrás de él, enviando divertida algún mensaje en su teléfono —¡Por Dios Haydee! ¡Concéntrate! —grita. Ya lo conocemos así que no nos asustamos, oh disculpen corrección, ella no se asusta.
—Ya cálmate, en serio crees que va a lograr hacerlo. Solo está asustándote.
—Compró en Enrod. —Se ve un poco de locura o desesperación en sus ojos. —Ahora mismo llama y compra todas las acciones que puedas, no nos ganará que ni crea —dice sonriendo. Haydee solo lo ve con esa cara particular de "Que bueno que estoy aquí".
—Lo digo, toda tu vida debes agradecer que el imbécil de Marc Burns me haya acusado de ladrona y me botara de Almont C.A, no sé cómo no llevaste a toda tu familia a la ruina antes de llegar aquí. ¿Comprar acciones de Enrod? ¿En serio me estas pidiendo eso?
—McKengsly... —refuta.
—McKengsly solo está jugando, no le importa perder millones si tú pierdes más. Quiere demostrar que lo único que haces es seguir sus pasos. Y sabemos que eso no es cierto.
—¿Tú crees?
—Claro que lo creo, es otro de sus juegos. Olvídate de McKengsly.
—¿Cómo?
—Lo sé, lo odiamos, él nos odia y nosotros a él. — "Sí, lo odiamos" digo alentando a nuestro equipo. —Pero primero cerremos este mega importante trato con la empresa Keltz y luego, nos ocuparemos de McKengsly, que yo tengo una serie de cosas preparadas por ahí.
—Ok el que ríe de último ríe mejor. —Volvió a colocar su corbata en su lugar. —Hoy voy a cenar con el gerente de Pavelca
—Sí, la reservación ya está hecha, tienes junta a las tres. Y dentro de una hora, con los gerentes de la planta en Río.
—¿Cuándo se acabaran los problemas?
—Nunca, por eso eres un magnate. Por cierto ¿Qué tal va todo con París? —¡Bah! ¿Por qué sacas a relucir a la alta, anoréxica, rubia de París, que manía tienes Haydee de juntar a Andrew y París? ¡Ah! ya sé, Eric es el asistente de ella, ¿juegas tus cartas para pasar más tiempo con tú novio? No se vale.
—No sé —dice suspirando.
—¿Por qué le das tantas vueltas? Nacieron para estar juntos.
—Hemos sido novios toda la vida, y sabes ahora que solo somos amigos, nos llevamos tan bien, que no sé, no quiero dañar lo que tenemos ahora.
—Pero ella es tan hermosa, no durara mucho tiempo sola, incluso ahora misma está soltera solo porque te está esperando. —Haydee deja de insistir, deja de insistir o te voy a comenzar a odiar.
—¿Acaso esa información vino de súper novio?
—No, jefe. Eric es una persona muy ética, al igual que yo. Ahora te dejo que tengo trabajo.
—¿Preparaste mi discurso en el brindis de la noche?
—Claro, también el traje que usarás, ya está listo en tu habitación, creo que es hora de que cambies de perfume, me gustó el Hugo Boss Orange, ese también está listo en tu habitación.
—Peculiar elección de perfume, ¿nada tiene que ver con Orlando Bloom patrocinándolo?
—Cómo crees. —Ríe de forma traviesa. —Para que mentir, se supone que apoye a Orlando es simplemente SEXY con letras mayúsculas.
—Creo que continuaré con mi perfume de siempre, pero gracias por la recomendación señorita Ramírez. —Haydee finge cara de decepción y salimos de ahí.
***
La hora del almuerzo es mi hora favorita del día, los diferentes baños se colapsan de ejecutivas, secretarias, recepcionistas y personal de limpieza retocando su maquillaje, repotenciando el olor de su perfume y verificando el blancor de sus dientes, claro no puede faltar una mentita para hipnotizar con el buen olor de su aliento.
El gran Mongomeri fue construido en su época por tres familias, el inversionista mayoritario Jorge Maxwell, Elthon Cooper y Morgan Van der Price, familias que han sido amigas por generaciones, y en el gran Mongomeri las oficinas de las tres empresas conviven en unión. Cada empresa posee sus propios pisos, perteneciendo los últimos a los grandes gerentes.
—¿Te enteraste? La pobre de Magui fue engañada y por la secretaria de recursos humanos del quince —Habla Tania, la recepcionista más chismosa de todo el piso.
—Es que esa nueva es una zorra, no sé cómo pasa siempre por vigilancia. —Mónica, de estatura baja, piel morena y perfecto cuerpo, la mejor amiga de Haydee.
—De verdad te preguntas eso, digo, son obvias las razones por las cuales pasa, los vigilantes no hacen más que mirar sus poderosas razones. —Haydee rie mientras continua comiendo su ensalada.
—Igual, que descaro venir a trabajar así, más glamour por favor —exige Christina, y esto es el colmo del descaro.
—¿Y esas mini faldas, no incitan a los hombres a pensar en algo más? —pregunta Mónica, ella a veces cómo que me lee la mente.
—La lavadora las encogió. —Todas reímos y es que Christina es una zorra graciosa. —Pero que me dicen del vestidito de Haydee.
—¿Qué tiene mi vestido? —exclama indignada—. Es decente, con una falda a una altura aceptable y no tengo nada que mostrar, así que estoy bien. No tengo la culpa de tener un cuerpo tan deslumbrante que todo me quede bien. —Bromea y sé que la risa del resto, son fingidas risas de hipocresía.
—Perdón, no digo más. —Fue lo último que dijo Christina.
—Por cierto —Tania, está mirando a todos lados y cubriendo un lado de su boca, empieza a hablar en voz baja—... el señor Bart se va a divorciar.
—¡¿Qué?! Y la esposa, hasta ayer estaba paseándose con él, tomándole la mano y besándolo en todos lados, yo solo pensaba que tonta ¿acaso no sabe que ya todas pasamos por sus manos?
—Christina sácame de esa lista, yo no he pasado por las manos de nadie, al menos no por las del señor Bart. —Haydee reía ante el descaro de su amiga, todas sabían que si había alguien que se ganara el título de zorra de la oficina esa era ella.
—Es que eres la asistente de Maxwell, y tú novio es nada más y nada menos que Eric, mejor lárgate de aquí. —Mónica finge envidia, y honestamente todas estamos celosas de Haydee.
—Saben tienen razón, me voy a ver a mi novio.
—¡Buh! ¡Fuera! —Le gritan las demás.
Mas pretenciosas que de costumbre, nos levantamos y dirigimos a ver a nuestro novio. Siempre es tan lindo verlo.
***
Ahí en la elegante planta baja, en donde cada medio día el tráfico es inmenso, se encuentr Eric. Salté al verlo, aunque en realidad una de las tantas partes de mí siempre lo siguió, es un perro las veinticuatro horas del día, pero la relación de Haydee y él es un tanto peculiar. Él es de cabello negro, piel blanca y ojos cafés, de contextura fuerte y tiene ese algo que te hace revirar al verlo en la calle.
—¿Por qué tan hermosa el día de hoy? —dijo tomándola por la cintura y besándola de forma juguetona como siempre hacían.
—Porque es mi objetivo de vida romper corazones ¿Comiste?
—Sí, tuvimos almuerzo de negocios.
—París ¿está aquí?
—Sí, tenemos una tarde muy ocupada. Y hay fiesta en la noche. —La toma de la mano y simula que bailan ¡Aw! Es tonto, pero todo lo que hace me derrite.
—Ahí nos veremos, te morirás con mi vestido y —dijo más bajo—... mi ropa interior.
—¿Por qué me haces esto? No podré concentrarme en toda la tarde. Para la noche seré un desempleado y solo porque mi novia es una provocadora.
—Sabes que Andrew tuvo la brillante idea de...
En lo que Haydee comenzó a hablar de su jefe la atención de Eric hacia ella se perdió. Una chica bastante voluptuosa, de seguro remendada por la ciencia, pasó por ahí llamando la atención de él, esas son las cosas que me alejan de Eric, pero no hay hombre que no sea canino. Haydee lo notó enseguida, pero eso era normal en él. Miró hacia el otro extremo y James Cooper iba hacia los ascensores con todo su esplendor, inmediatamente arregló su cabello, tomó la carpeta que Eric tenía en sus manos y comenzó a caminar hacia los ascensores, sincronizando bien todo, logró que James la tropezara.
—¡Ay! —Pegó un gritito de esos que solo ella sabe fingir, los papeles cayeron al suelo y ella logró que se desparramaran lo suficiente.
—Disculpe señorita, disculpe, no sé en qué estaba pensando. —Apenado la sujeta del brazo, para inmediatamente ponerse a recoger los papeles. Por su mirada sé que Haydee está más que satisfecha, aún no sé cómo James Cooper no se da cuenta que al menos una vez a la semana tropieza a la misma chica.
—No se preocupe, yo también venía distraída —dice arreglándose su cabello y tomando los papeles que James le extiende, no sé cómo le hace, pero los agarra de una forma que toca sutilmente la mano de James, él sonríe tan educado como siempre.
—Bueno... debo irme. —Señala los ascensores.
—Claro, yo también, que tenga un buen día Licenciado —Sonríe y nos alejamos antes que él del lugar.
Haydee ríe divertida, sus pensamientos en esos casos siempre varían en lo lindo que es James Cooper, su eterno amor platónico. Eric la observa, con cara de pocos amigos, para cuando ella se da cuenta, apresura el paso hacía él y solo se ríe de sus picardías.
—Ni me mires así, que bien que se te fueron los ojos con la secretaria del veintidós.
—Una pregunta ¿Cuándo tenemos sexo mi cara se transforma en la de James Cooper?
—Algunas veces nada más, no todas. Solo en las que más disfruto —bromea, Eric le da un leve golpe —¡Oye! No me maltrates, además solo te quiero decir que... Sí, eres sexy, pero yo lo soy más, por lo que si tú levantas veinte mujeres, yo levanto cuarenta hombres, así que no te equivoques.
—Lo tomaré en cuenta. —Divertido la jala por la cintura hacia él para besarla, aunque el beso dura poco, ya que Haydee odia los exhibicionismos, es más tonta esa muchachita —¿No te parece que somos los novios más raros del planeta? Digo los dos somos seres atrofiados.
—Tal vez sí, pero por ahora debo irme, hasta la noche sin vergüenza. Ya sabes ve todo lo que quieras, pero no toques, llena tu imaginación de momentos eróticos con aquellas chicas y en la noche...
—Regresa a mí —Culmina la extraña habitual despedida de Haydee.
—Malo, me quitaste mi frase favorita. —Protesta ya montándose en el ascensor.
"Realmente estamos torcidos" piensa riéndose.
Eric ha sido la relación más extraña que ha tenido, fuera de convencionalismos y muy divertida. Sin embargo en el ascensor lo que inunda sus pensamientos son los ojos grises de James Cooper.
—¡Aww! ¡Es tan bello! —exclama en voz alta, y como una tonta enamorada se recuesta suspirando en una de las paredes del ascensor.
Pero ¡Válgame Dios! ¡Mira hacia atrás tonta! ¡Revira! ¡Mira! ¡Voltea! El muy, muy, está observándola con su habitual mirada de desprecio por la humanidad.
—Ya lo sabía, pero gracias —dice en su voz fuerte y un tanto ronca, logrando que Haydee pegue un leve brinco del susto.
Si había alguien a quien nunca pensaba encontrarse en Mongomerí, ese era Ian McKengsly ¿Qué hace aquí?
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