25. El espíritu de muerte que lloró

Zaek

—Eso no es bueno... —susurra Giselle caminando rápidamente hasta mí para abrazarme y yo la rodeo por la cintura.

—¿De qué mierda hablas? —dice Tess con fastidio.

—Creo que escuchaste bien, estúpida —responde Ariadne mientras camina hasta mi padre.

—Giselle, no quiero morir —Joshua le susurra y ella me suelta para voltear a verlo—. ¿Qué pasa con Chloë? ¿Qué tal si viene es por ella?

Giselle comienza a llorar, no le responde de manera directa, pero solo murmura—: Disculpa, disculpa, lo siento tanto.

Los Andersson están inmóviles, contemplan a mi padre con una especie de terror y admiración. Kenneth es el primero en hablar.

—¿Alguno de nosotros morirá? —pregunta tomando de la mano a su hermana y caminando a paso lento hasta mi padre—. Respóndame, señor ¿vino por alguno de nosotros?

—Ciertamente, Kenneth Andersson —dice despacio volteando a verlo—. Vine por uno de ustedes.

Diablos, no una muerte más.

Lo siguiente pasó tan rápido que no recuerdo siquiera haber parpadeado, Tessabeth cambió de forma y se abalanzó sobre el hombro de Kenneth como una gigante cobra, se enredó sobre su cuello haciendo que el chico cayera y Cristina también junto a él.

—¡KENNETH! —grita mi melliza.

Ariadne corre hacia ellos ayudando a Cristina a levantarse.

Giselle llora.

Joshua no sabe qué hacer o decir.

Mi padre se aleja de la escena y voltea a ver a otro lado con cierto disimulo.

El suelo tiembla nuevamente y está comenzando a partirse por la mitad.

—¡Ariadne, muévete! —grito caminando hasta ella sin éxito. Me tambaleo a cada paso que doy, el suelo se mueve tan fuerte que me hace caer de bruces—. ¡ARIADNE!

—¡No puedo dejarlo aquí! —me grita de vuelta.

Cristina logra liberarse y gatea hasta mí tratando de aferrarse a algo, las ramas de los árboles caen en picada hasta este punto. La tomo de las manos y nos pusimos de pie.

—Mi hermano... ¡Lo está matando! —llora mientras se toma el brazo derecho, ha comenzado a sangrar por el golpe—. Zaek... esto no puede estar... no puedo perderlo —llora más fuerte interrumpiéndose.

—Estaremos bien, tranquila —susurro, pero ella niega aun sin dejar de llorar—. Ve con Giselle —niega—. Cristina, ve con ella por favor, debes salir de aquí.

—Mi hermano... ¡AH! —grita al caer nuevamente ya que otro temblor nos hace perder balance.

Los demonios que están atrapados en los campos de fuerza gritan para ser liberados, cosa que solo me pone más ansioso.

—¡Ezequiel, hay que salir de aquí, debemos ir por Chloë! —Joshua me llama, pero no estoy mirándolo. Ariadne aferra sus manos a la cobra tratando de alejarla del cuello de Kenneth. Él forcejea por aire, pero por cómo su rostro se torna morado no veo que tenga éxito.

—¡El suelo está partiéndose! —grita Giselle. Cristina está junto a ella llorando sin mencionar lo mucho que sangra del brazo—. Zaek, vamos.

—¡ARIADNE! —grito por sobre la multitud.

—¡NO PUEDO DEJARLO! ¡ZAEK, EL NO PUEDE MORIR! —responde entre sofoco, la cobra no le da chance. Simplemente está asfixiándolo y el débil agarre de mi hermana solo hace que se prolongue su muerte.

Volteo para ver a mi padre. No parece disfrutar de la situación, es la primera vez que uno de sus hijos intenta detenerlo en su trabajo. Sinceramente veo que no esperaba que fuera Ariadne.

—Salgan de aquí —volteo a ver a los tres detrás de mí y Giselle niega—. Amor, por favor vete de aquí.

—Zaek, no me pidas que me vaya sin ti otra vez —una lágrima cae por su mejilla y corre hasta mí.

—Giselle...

—Al menos dime que todo saldrá bien —murmura, está abrazándome, pero sin apartar su mirada de la mía, sus ojos siguen cristalizados—. Prométeme que si me voy... Irás por Chloë y volverás junto a mí, por favor.

No me gusta hacer promesas, pero por Giselle soy capaz de muchas cosas.

—Iré, Giselle. Y también regresaré, por estar junto a ti recorrería el mismo infierno, porque eres eso que me hace sentir vivo y que jamás quiero perder.

—Zaek...

—Si salimos de esta te prometo que te llevaré a una cita, que haré las cosas bien, pero para que eso pase primero debes ponerte a salvo —tomo sus mejillas y depositando un beso en su frente.

—Bien —murmura alejándose—, confío en ti y confío en que traerás a Chloë sana y salva.

La veo desaparecer entre los árboles con Joshua y Cristina.

La ceniza proveniente del volcán vuela por todo mi alrededor y entonces volteo para ver a Ariadne.

No hay señales de mi padre, no sé en qué momento desapareció y no sé si eso es algo bueno o algo malo. Kenneth sigue pataleando, Tess sigue aferrada a su cuello y Ariadne intenta con campos de fuerza tratar de quitarla.

Corro y me arrodillo junto a Kenneth tomando en mis manos la cola de la cobra. Ariadne grita al ser mordida y un picor me escuece la mano izquierda rápidamente.

—¡YA SUÉLTALO, MALDITA SEA! —grito de frustración. El suelo bajo mis rodillas tiembla y sé que es solo cuestión de segundos para que se parta en dos y nos tragué a todos por completo.

Tess afloja su agarre, se desliza violenta y rápidamente lejos de mis manos y lejos de las de Ariadne al césped.

Kenneth dejó de moverse.

—No... —susurra Ariadne tomando al mayor de Andersson por los hombros y tocando su rostro—. No, no, no... NO.

Está muerto...

Tess cambió de forma, es ella nuevamente.

—Estúpidos idiotas —dice mirándonos desde su altura—. Ustedes y sus manías de querer encariñarse con personas de las que no deben hacerlo.

—¿Por qué nos haces esto? —Ariadne se pone de pie, enfrentándola. Tiene un deje dolido en su voz. Yo no las miro, me enfoco en cómo el cuello de Kenneth comienza a sangrar por una esquina dónde al parecer fue mordido durante el pleito—. ¿No te basta haber destruido nuestra familia? ¿Mi relación con Jehiel? Parece que lo único que te da sentido de propósito es destruir todo a tu paso, todo lo que nos importa ¡¿Qué está mal contigo?! ¿Qué pasa por esa mente tuya? ¡Dime!

—Ariadne... —responde Tess de manera cautelosa—. ¿Acaso estás...?

Mi pecho comienza a arder de manera inusual. Volteo para ver a mis hermanas, Ariadne está de espalda y sólo puedo ver cómo tiene las manos en puño temblando ligeramente con una postura desafiante mirando Tessabeth, esta tiene una expresión en el rostro de horror y no entiendo qué está pasando. Tess retrocede y mi pecho empieza a subir y bajar rápidamente cómo si danzara al ritmo de un corazón.

El suelo se partió en una enorme mitad dividiéndonos de Tess, fuego ardiente se ve desde el fondo.

Ariadne lloró y yo lo sentí.

Me pongo de pie para acercarme a Ariadne. Acaricio lentamente desde su hombro hasta llegar a la punta de sus dedos y entrelazar nuestras manos, ella se voltea a verme y veo su rostro empañado de lágrimas.

—¡Lo que faltaba! —grita Tess hecha furia—. ¡Eres una perra, Ariadne! Buen momento para hacer esto sobre ti y descubrir que-

—Dónde le vuelvas a hablar así, te rompo la boca de un golpe, Tessabeth —la amenazo seriamente.

—¿Ah sí? Veamos que tanto querrás golpearme cuando te cuente la razón por la cual tu versión femenina puede llorar. Yo se cosas que tù, hermano mío, no sabes en absoluto...

—Está demás decir por qué tu hermana puede llorar cuando es obvio que el motivo eres tú. —La interrumpe mi padre quién apareció a un lado de Tessabeth y ella se voltea horrorizada a verlo—. Pero no solo hiciste eso... Hiciste que su ayuda idónea activara su escudo de protección —le da una palmada en la espalda—. No tienes idea del poder que desataste.

—¿De qué...?

A un lado de mí se levanta Kenneth Andersson cubierto totalmente de líquido escarchado color gris, toma impulso y cruza la enorme grieta que nos dividía a mi hermana mayor de nosotros, la toma de los hombros y la arroja al vacío, siendo consumida por el fuego y desapareciendo en el. No tuvo tiempo de hablar, no tuvo tiempo de gritar, no tuvo tiempo siquiera de protestar.

—¡Kenneth! —Ariadne suelta mi mano y avanza hasta el borde de la grieta—. Kenneth, ¡oh, santo cielo y ardiente infierno! Estás vivo.

—Está mas que vivo, está transformado en un escudo —susurro —Ariadne, Kenneth Andersson es tu ayuda idonea —digo sin creerlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top