"NO HAY NADA COMO UN BUEN PAR DE HOSTIAS"

LO QUE NUNCA PENSASTE QUE OCURRIRÍA EN UNA COCINA.


—¡Jesucristo no era de éter! —dijo quitándose violentamente la cinta adhesiva de la nariz.

Estaban hablando de que si comer hostias, que eran el cuerpo de cristo, sería canibalismo.

Todo empezó con un comentario sobre comer hostias como patatas fritas, y que si aquello lo harían los curas.
Pero claro, la tipa se preguntó: Si dicen que es el cuerpo de Cristo, ¿eso es canibalismo?
Y el otro le dijo: No, porque Jesucristo no era alguien normal, es especial porque es hijo de Dios.
Y la otra le dijo: ¡Pues claro que sí que Jesucristo era un humano de carne y hueso, entonces si comes a Jesucristo es canibalismo, coño!

(Ambos sabían que todo era una mentira, pero aun así hacían como que todo tenía sentido).

En fin, que así se liaron, y ella soltó épicamente aquello de que "No era de éter", acompañando lo que decía con aquel gesto vehemente, para que calara más la idea. ¿Que por qué llevaba cinta adhesiva en la nariz?

Bueno, eso fue, como todo, muy al azar. Cogió y le dijo a un tipo, así por sorpresa y muy de repente, mientras se ponía un trozo de cinta adhesiva en la nariz para acompañar lo que decía: TIENES BICHOS EN LA CARA Y NO LO SABES.
Y la reacción repentina del tipo fue pegarse una hostia en toda la cara de forma compulsiva. Realmente así surgió todo esto, el contenido y el título de "no hay nada como un buen par de hostias".

Y luego vino aquello de:

—Estaba perjudicado.

Porque sacaron el tema de apuñalar por la espalda, (cuyos motivos diré ahora más adelante), y aquello de que los puñales por la espalda no mataban (otra historia que debe ser contada en otro momento).
Y se preguntaron: ¿Por qué? (claramente, iban para filósofos).
A lo cual siguió: ¿por qué siempre abren los cuerpos por delante? ¿Y lo que hay detrás qué?

Y la otra dice: Y yo qué sé si nunca he abierto a nadie.

Y el otro dice: Pues Leonardo Da Vinci abrió hasta a 30.

Y ella dice que si los contaba pa' coleccionarlos o algo. Y entonces soltó eso de que por eso estaba perjudicado.

Lo de los cuchillos empezó porque... porque... bueno, él cogió un cuchillo de estos normales y fue a apuñalarla, porque ella estaba toda alterada e hiperactiva. Muy hiperactiva y muy alterada, y no paraba de hablar y decía las cosas muy juntas como una metralleta superdotada, cosas del tipo:

comoquieresquetequierasinoquieresquetequieracomoyoquieroquererte

...Y algunas (bastantes) cosas más, que iban surgiendo solas.

Y él le pregunta que cómo puede hacer eso, que si tiene el cerebro superdotado o algo para coordinar esas cosas. Y también que por qué está tan salida.

Pero luego va y no se acuerda de las cosas, ¿por qué?

—Porque yo voy a toda hostia, chavo, voy como un tren, no me paro y entonces no me acuerdo de lo que ha pasado hace un momento porque voy a kilómetros de distancia, ¿sabes? Voy a toda hostia, hiperactiva, alterada, es que estoy que me salgo —y todo esto lo dijo muy deprisa.

Así, así estaban, como drogados, te digo. Y había muchas cosas, oh sí. Como cuando él intentó tirarle un hueso de albaricoque y ella lo cogió y se lo metió en la boca con un movimiento flash.

Y luego se preguntó que si era el suyo, terminando por cantar: Menos mal que era el suyo, porque no se iba a comer el hueso de otro.

Y así dale que dale, menos mal que era el suyo porque no se iba a comer el hueso de otro. Es que, es obvio.

Y luego, así sin más, el grito de:

¡¡¡CHOCOLATITO EXPRÉS!!!

Y todo lo demás que hubo, ahí se quedó.

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