Capítulo 7.
El día lunes tocaba matemáticas a la segunda hora. La mayoría de los chicos estaban ansiosos por saber cuánto habían sacado en el examen. El profesor Orión llegó cinco minutos más tarde, azotó la puerta cuando entró y todos se dieron cuenta de que tenía una expresión llena de molestia. Se dirigió a su escritorio, abrió su portafolio y sacó un bonche de hojas, que eran los exámenes de sus estudiantes.
—Todos reprobaron el examen —dijo con lentitud—. Excepto Dante... y Liliana —agregó con odio. Esos dos chicos sacaron diez limpio y Orión estaba furioso, más con la chica. Liliana fue la que lo retó, así que él esperaba con ansias saber su calificación, disfrutaría reprobarla, pero se sorprendió cuando vio que la chica sacó una calificación perfecta.
Orión les entregó a todos su examen y la mayoría vio que tenía cero. León miró su examen y notó que sacó un cuatro; maldijo por lo bajo. «No puede ser, yo siempre sacó arriba de ocho punto cinco en matemáticas, un cuatro no es aceptable» cerró los ojos con pesar.
—Les explicaré los temas y les volveré a aplicar otro examen, excepto a Dante... ¡Y a Liliana! —Añadió haciendo una mueca—. El próximo examen lo promediaré con este, así que la mayoría necesita sacar un diez para tener cinco al final... Es duro, pero ni modo, así están las cosas... Pueden agradecerle a Liliana por esto — dijo, tratando de hacer que los chicos la agarraran contra ella, pero para su mala suerte, el grupo tenía respeto general por la chica.
—Pero, profesor, eso no es justo —se quejó Sasha—. Usted no avisó nada, además ese día yo me sentía mal y aún así quiso aplicarme el examen...
Orión rodó los ojos.
—Pásenme sus exámenes —pidió. Todos los chicos le pasaron las hojas.
—¡Profesor! —Volvió a exclamar la chica—. No me ignore.
—Ya, Sasha, tú tienes cinco —dijo Orión mientras acomodaba las hojas—. Solo necesitas sacar un diez en el siguiente examen para sacar siete punto cinco al final, y te subiría a ocho.
Sasha se cruzó de brazos pero ya no dijo nada más, el profesor tuvo consideración con ella al ponerle cinco cuando en realidad sacó un cero. En cambio, León se indignó, sabía que Orión le había subido cinco puntos a Sasha, no era posible que la chica hubiera salido mejor que él en matemáticas, y lo peor era que si ella sacaba diez en el siguiente, su nota sería de ocho, y si él sacaba diez en el siguiente examen, su calificación final sería siete. «No es justo» pensó, pero no se atrevió a reclamarle nada al profesor, no era su estilo perjudicar a nadie, y sabía que si se quejaba de algo con Orión, lo único que lograría sería enojarlo más.
—Como sea —dijo Orión de repente—. ¿En qué nos habíamos quedado? — Preguntó a Camila mientras se dirigía a ella. La chica le extendió sus apuntes—. Oh, sí, ya vi. —Se dirigió al pizarrón—. Creo que les había dejado una tarea, ¿no? Déjenla en el escritorio —comentó ya más calmado, pero se volvió a exasperar cuando vio que la única que dejó la libreta en el escritorio fue Liliana. La chica lo miró con altanería y el profesor apretó los puños. «Desgraciada escuincla del mal» pensó iracundo.
«Ah, con que le molesta mi actitud, ¿no, profesor? Bueno, eso le pasa por andar molestando a mi amiga», caviló mientras alzaba una ceja.
***
No pasó nada interesante hasta el jueves, día en que los chicos de ambos salones se quedaron de ver temprano, a las cinco de la mañana, para irse en el autobús, junto con los profesores, hacia el bosquecito para empezar a recolectar plantas para el herbolario que planeaban hacer de proyecto y asimismo para pasar un buen rato con sus amigos. El autobús era de cuarenta plazas, así que los asientos eran exactos, pues en el salón A eran veinte alumnos y en el B eran dieciocho, más aparte los dos profesores.
—Chicas —dijo Karina, media somnolienta, cuando vio a sus dos amigas—, ¡qué bueno que ya llegaron! —Sonrió—. ¿Qué hora es?
—Son cuarto para las cinco —respondió Liliana.
—Aww, tengo mucho sueño —Viviana pasó su mano por sus ojos vivaces—. Incluso pensé en venirme en pijama, pero mejor no.
Los profesores estaban ahí desde las cuatro y media de la mañana, y la mayoría de los alumnos ya había llegado. Karina volteó a ver a Dante con discreción y vio que se encontraba sentado, escuchando —aparentemente— una de las conversaciones de Lucas.
—Así que volteando a ver a tu caramelito, ¿eh? —Se burló Viviana.
—Eh, no... Yo... —se ruborizó—. ¡No es mi caramelito!
—Nooo... Pero pronto —le sonrió y le enseñó su pulgar hacia arriba.
—¡No! Yo... Creo que ni siquiera le agrado...
—Pues prométeme que ahorita en el viaje te acercarás a él y le hablarás con naturalidad —dijo enérgica.
—Emm, yo... No.
—¿Pero por qué no?
En ese momento las niñas vieron llegar a Sasha. La chica tenía su típica mirada fría e insolente y comenzó a caminar hacia sus dos amigas mientras balanceaba la mano en que tenía agarrada su maleta.
—Ay, no —dijo Liliana mientras ponía una mano en su frente—. ¿A qué clase de animal se le ocurre venir con tacones?
—Emm, bueno, no están tan grandes, más bien son pequeños —comentó Viviana poniéndose una mano en la nuca.
—Sí, pero vamos a ir a un bosque, no a una fiesta.
—Tienes razón, a veces suele ser un poco...
—Idiota —la interrumpió Liliana.
—Eso o tal vez se quiera ligar a alguien —comentó Viviana, ahora poniendo su mano en su barbilla.
—¿A quién? ¿Al profesor Humberto? — La castaña alzó una ceja.
—Pues no sé... Pero mientras no sea Dante todo está bien, ¿o no, Karina?
Karina sonrió débilmente y asintió con la cabeza. No quería hacerse ilusiones, pero muy en el fondo tenía la esperanza de que el chico de sus sueños se fijara en ella para convertirse en novios, durando mucho tiempo así hasta que decidieran casarse y formar una bonita familia feliz. «Si sucediera eso, sería la chica más feliz del mundo» sonrió mientras se imaginaba su sueño dorado... Lo que la pobre no sabía era que había alguien que no pensaba dejárselo fácil.
***
Aproximadamente a las cinco con treinta minutos el camión salió de la escuela —salieron a esa hora porque algunos chicos llegaron tarde y tuvieron que esperarlos—. Como dejaron a los alumnos sentarse como quisieran, Karina se sentó con Liliana y Viviana se sentó con Lucía. Claudia se iba a sentar junto con Belinda, pero esta última le insistió para que mejor se sentara junto con León.
—Así te harás más rápido su amiga —comentó la chica.
—Pero... ¿Por qué no te sientas tú con él? A ti te gusta, no a mí...
—¡No! Yo ni siquiera voy en su salón, mejor tú, que ya te conoce, y así ya poco a poco te llevarás mejor con él y luego le hablarás de mí. —Insistió de nuevo.
—Está bien.
Carlos se molestó un poco, ya que él quería irse sentado junto a León para ir bromeando con él en todo el viaje, pero no le reclamó nada a la chica, y el deportista, por su parte, preferiría sentarse con la chica más guapa que con el payaso de la clase.
—Lo siento, hombre —León le había dicho—. Pero puedes sentarte con Adrián, ¿no?
—Ajá, sí —comentó de mala gana.
Karina se sentó en el lado del pasillo. Volteó a ver a Liliana y vio que la chica se venía durmiendo. Tenía ganar de conversar con alguien, pero no quiso despertar a su amiga, así que mejor se quedó pensando en lo último que le había pasado. «Gracias a Liliana se les olvidó un poco el tema de la notita, pero no he sabido qué opina Dante acerca de esto... ¿Le parecerá molesto? ¿Le caeré mal? ¿Y si corresponde mis sentimientos...? No, si no ya me hubiera hablado. Tal vez lo único que espera es que me olvide de él, pero eso jamás...» venía pensando eso y más cosas pero la voz de Marcos la sacó de sus pensamientos.
—¡Karina! —Dijo él sonriente. Estaba sentado al lado de ella, también le tocó el lado del pasillo—. ¿Cómo estás?
—Bien —respondió la chica—. ¿Y tú?
—Muy bien... Más ahora que estoy platicando contigo —dijo con tono alegre y la chica rodó los ojos—. Oye, no te pongas así conmigo, yo disfruto mucho tu compañía.
Karina soltó una risita.
—Ay, Marcos...
—¿Qué? Ya te advertí que algún día serás mi novia.
Karina volteó a ver alrededor y vio que, para su suerte, los otros chicos venían platicando entre ellos y no escucharon lo que Marcos le dijo; ya era bastante que le hicieran burla con Dante como para que también metieran a Marcos e inventaran algo acerca de un triángulo amoroso.
—Ya, Marcos, no hablemos de eso... Cuéntame qué has hecho.
—Pues no mucho, ¿y tú?
Karina se quedó pensando en algo para contarle.
—Mmm le conté a mi mamá que saqué cero en matemáticas y se puso furiosa...
—Oh, qué mal... ¿Y le contaste absolutamente todo? Que Liliana dijo eso para defenderte del bruto de Orión...
Karina negó con la cabeza.
—¿Por qué no?
La chica se encogió de hombros.
—Oye, tal vez deberías decirle a tu madre, ya sabes... Ella podría venir a reclamar, diciendo que el profesor te estaba molestando...
—No creo...
—¿Por qué no? Yo pienso que deberías de tenerle confianza a tu mamá para contarle lo que te pasa, ¿no?
Karina no le respondió. No sabía por qué no le dijo a su mamá. Marcos tenía razón, si ella le hubiera contado todo, desde la notita hasta las burlas del profesor, su madre hubiera ido a reclamarle al director, diciendo que un maestro no debía humillar a sus alumnos de esa forma, pero no tuvo la confianza suficiente para decirle todo. Marcos, al ver su incomodidad, cambió de tema.
—Como sea, eso ya pasó... ¿Y qué hiciste ayer en la tarde?
***
El autobús llegó a su destino como a las siete de la mañana, y no es porque estuviera muy lejos el lugar sino que la carretera tenía muchas curvas. El camión se quedó cerca del hotel y los chicos caminaron hasta él para ir a dejar sus cosas.
—Una vez que se instalen, bajen pronto para que vayamos al bosque a recolectar las plantas —dijo la profesora Denise a los chicos.
Los chicos entraron a la habitación que les correspondía y uno de ellos se tenía que quedar la llave del cuarto.
Camila se encontraba arreglando sus cosas cuando de pronto entró Yolanda a la habitación. La pobre chica se tensó, pero pareció aliviarse un poco cuando notó que su compañera comenzó a dejar su equipaje sin voltear a verla. Camila le dejó de prestar atención y se centró en sus cosas.
—Ey, Camila. —Yolanda habló de repente.
Camila la volteó a ver con cierto temor.
—¿S-sí?
—Tú quédate la llave, ¿vale? Pareces más cuidadosa que yo. —Le extendió la llave de la habitación.
—Ajá —respondió la chica extendiendo la mano y un poco sorprendida por el tono amable de Yolanda.
—Okey —respondió la niña de rostro redondo sonriendo—. Ya voy a bajar, allá te veo.
—Sí. —Agitó la cabeza con velocidad.
Yolanda salió del cuarto y Camila se quedó demasiado asombrada. «Puede que no sea tan malo estar con ella» pensó finalmente mientras colgaba una blusa en un gancho.
***
El bosque estaba a tan solo unos cincuenta metros del hotel. Los chicos se adentraron en él y estuvieron toda la mañana y parte de la tarde recolectando plantitas, guardándolas en frascos, haciendo anotaciones y otras cosas por el estilo, hasta las tres de la tarde, hora en que decidieron regresar al hotel para almorzar. Después de comer, Denise les dijo que se relajaran y disfrutaran, y advirtió que podían ir al bosque si querían, siempre y cuando no fueran muy lejos, conocieran cómo salir de allí, y que regresaran antes de las cinco y media. Humberto no estaba muy conforme con esto, pero como Denise era una profesora muy alivianada y con un gran don del convencimiento, al final logró que él aceptara.
—Chicos —dijo Dante a sus amigos—, voy a ir al bosque a leer un poco...
—¿Pero no es muy peligroso? ¿Quieres que te acompañemos? —Dijo Kevin.
—No seas tonto, él quiere ir a leer y tener privacidad, no quiere que nadie lo acompañe —intervino Lucas.
Dante asintió con la cabeza.
—Pero, ¿conoces el bosque? —Kevin no quería que Dante se alejara solo.
—Antes mi padre me traía al bosque para acampar, así que conozco unas partes... No lo conozco todo, pero tampoco me voy a adentrar a donde no sé cómo salir.
—Está bien, pero regresa pronto —dijo Kevin no muy convencido.
Mientras tanto, el grupito de León decidió ir a nadar a la pequeña piscina del hotel, ya que hacía demasiado bochorno. Claudia, que también se estaba muriendo de calor, decidió meterse con los chicos para refrescarse y por ahí charlar con León. Cuando la chica salió en traje de baño, la mayoría de los chicos de su salón y su ex-salón se le quedaron observando con la boca abierta, casi babeando por ella. «Y eso que ni siquiera traje un bikini» pensó rodando los ojos; aunque era un traje de baño completo, remarcaba muy bien su figura.
—Ey, Clau, te ves bien — dijo Adrián con amabilidad.
—Gracias —respondió, tratando de sonar cordial. Luego volteó y se dio cuenta de que Oscar la miraba con un gesto, ¡y el muy cínico ni siquiera se molestaba en disimular! «Estúpido» pensó molesta—. León —se dirigió al chico y lo miró con atención. No se veía mal, sino todo lo contrario, su abdomen ligeramente marcado y su bronceado perfecto lo hacían lucir muy guapo. «Bueno, Belinda, parece que tus gustos no son tan malos como pensé». La pelirroja volteó hacia sus amigas y notó que la rubia, que se encontraba cuchicheando con Rocío, no le quitaba los ojos de encima a León.
—¿Sí, Claudia?
Como la chica no supo qué decirle, le lanzó agua en la cara. Él comenzó a reír y también la salpicó. Ambos comenzaron a reír y a jugar en el agua, y pronto los otros tres chicos también se les unieron. Claudia se sorprendió a sí misma cuando descubrió que estaba disfrutando la compañía de los chicos y en especial la de León... Bueno, la de Oscar no tanto, pero al menos lo encontró tolerable, y eso ya era un avance.
Releyendo la historia puedo decir que amo a Liliana xD Me parece genial que no se deje intimidar. Y no lo recordaba pero Marcos es muy intenso :S
¿Hay algún personaje secundario que les agrade? Puedo decir que a mí me gustan mucho Lucas y, aunque no lo crean, Oscar. Ya se verá más de ellos.
Y el siguiente capítulo se viene bueno:) Habrá más acercamiento entre dos personajes importantes.
Espero que les haya gustado. Nos vemos pronto.
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