Capítulo 3
— ¿Entregaste la carta que te pedí? —
—Así fue mi señora, tal como me lo pidió—ríe— La carta llego a las manos de todos los Fūma, deben encontrarse combatiendo con el Clan Yasha, pero si me permite darle información más detalladamente solo quedan seis integrantes del Clan al que pertenece su verdadero objetivo Kanade Fujimori pagara por alta traición
—Akane Fujimori —corrige— Ese es su verdadero nombre—sonríe burlona— Pero claro que si quieres conservar al hombre que amas a tú lado deberás mentir acerca de tú verdadero origen...Sabía que podía confiar en ti Shimon, a ti te funciona muy bien el tener a tus enemigos tan cerca—
—Esta tratando de decirme que la chica...Kanade, ella es Akane Fujimori la chica que abandono el Clan Yasha para remendar sus errores—
—sonríe con malicia— Así es, pertenecía a este Clan... no había ningún Yasha que igualara su forma tan impecable de exterminio, pero algo pasó con ella y comenzó a meditar acerca de sus acciones, comenzaba a comportarse extraño, sus ideales cambiaron, comenzaba a verse como la niña que no mataba a ninguna mosca, cambio su nombre y su apariencia, aún no comprendo como consiguió que el gran maestro del Fūma le aceptase sin más, aún sabiendo quien fue en el pasado—apretando los puños con fuerza— Nadie traiciona al Yasha sin pagar algo a cambio y se la forma perfecta—
—Le encantara saber que de entre los Fūma habrá alguien que estará dispuesto a traicionar, con tal de conseguir que ella le mire bajo otro concepto—
—ríe— En ocasiones el amor te vuelva tan mentecato y egoísta un sentimiento que nos servirá de mucho, no pierdas a ese Fūma, si intenta olvidarse de su deseo, tendrás que persuadirlo—
—Sólo una última pregunta mi señora y no quiero sonar imprudente pero...¿Porque la señorita Akane no es reconocida por ninguno de los Yasha a los que se a enfrentado? Sí alguna vez fue parte del Yasha porque sus habilidades no son reconocidas por nadie—
—Porque las habilidades que posee ahora, no son las misma que las de hace 7 años atrás—pensativa— Ella peleaba con espadas no había otra arma que quisiera portar en sus manos y ahora por lo que me cuentas es una experta al usar las flechas—
El hombre que le acompañaba procede a realizar una reverencia para retirarse del lugar.
—Te escondiste tan bien por años...pero ahora, me encargare de hacerte pagar comenzando por quitarte lo que más quieres Akane— sosteniendo entre sus manos un broche tan parecido al que la Shinobi de cabellos carmesí llevaba consigo—
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En el futón de la habitación el cuerpo de la fémina descansaba. La respiración de la chica de cabellos castaños era pausada. Mientras se recuperaba de las heridas provocadas en la batalla contra los Yasha.
—Tener cuidado sabemos que los Yasha se encuentran al acecho—
Ordena el apodado Dragón tuerto a sus camaradas, una vez se enfrentaban al Clan enemigo. Los impulsos de Kojirō habían hecho de las suyas, tan solo saber que Musashi se encontraba entre estos fue el motivo perfecto para atacar sin miramiento, separándose del grupo. Un plan que los Yasha ya tenían perfectamente planeado, con todos separados y sin la posibilidad de ser ayudado por algunos de sus compañeros el castaño sería derrotado con facilidad y obtendrían el arma que este poseía en sus manos.
Pero no contaban con que las cosas se les facilitaran más. Bendita la hora en que les dieron tan valiosa información...un Yasha entre los Fūma, que oportuno.
—Kanade de los Fūma, tan hermosa como todos describen—sonríe con malicia—
—Y los Yasha tan anticuados como siempre...no tienen otro método de rehuir en las batallas...comienzo a aburrirme llevo horas peleando contigo, no veo la hora en la que te mueras—
Dicho esto comienza a atacarle con las armas a su alcance...las espadas.
—Qué curioso...en nuestro Clan existía una mujer capaz de dominar la espada sin problemas...su nombre era Akane Fujimori ¿No te suena de algo?...tal vez se toparon en algún momento de sus vidas—
—No me interesa...no estoy aquí para hablar, recorrí todo este lugar solo con el objetivo de acabar contigo Yasha—
—Ahora que lo veo...te pareces bastante a esa chica...muchas coincidencias, yo no creo en ellas—
—Tsk— chasquea la lengua— Me tienes harta con tú habladuría, si vas a morir muere de una buena vez maldito Yasha—
Las espadas chocaban entre sí, respondiendo a los ataques de su adversario, eludiendo los contraataques del contrario.
—Nada mal para un ser un Yasha, debo reconocer que has sido tú el único oponente que me ha servido de entretenimiento—dice burlona—
—Debe ser porque por fin existe un Yasha...al nivel de otro, querida Akane—
Pronuncia el nombre, mientras le mira a los ojos mofándose de la expresión que adornaba su cara en esos instantes.
—¿Qué pasa? ¿Mis palabras te quitaron el poder del habla?—riendo— Debo reconocer que actuaste muy bien todos estos años...mentiste muy bien al Clan Fūma—
—Tú...bastardó— atacando con fuerza una y otra vez— Acabare contigo, así dejaras de decir tanta basura—
El Yasha se burla de las palabras de la chica, esquivando con facilidad, logrando que después de blandir la espada con maestría arrebatando el arma que la de cabellos carmesí tenía entre sus manos.
—Es una verdadera lastima esperaba más de ti...Akane—
Dice tomándola desprevenidamente por los cabellos, provocando quejidos de dolor en la fémina, quejidos que llegaron a más de un oído en ese lugar.
—¿Qué ocultas detrás de este color? ¿Los Fūma lo saben?...¿Quizá tú esposo?—jalando con fuerza— ¿No? Tal vez sea bueno decirle ahora—
—De tú asquerosa boca solo saldrá tu último respiro de aliento antes de morir—
Entre quejidos de dolor la chica de cabellos carmesí posa su mirada en la espada que el Yasha traía guardada en su funda sostenida por el tahalí que se encontraba cruzada al pecho del hombre. Tomando la espada con rapidez la dirige hasta su largo cabello que se encontraba siendo sostenido aun por el Yasha, cortando sin más, reduciendo su melena hasta la altura de los hombros bajo la sorprendida mirada de su rival.
—Ahora, no habrá nada que me impida destruirte...Yasha—
Los ataques con espada se vuelven constantes mientras el Yasha al no contar con un arma con la que defenderse, su única escapatoria era esquivar. En el momento menos esperado, la de cabellos carmesí comenzó a verse rodeada de un bullicio que incrementaba a cada segundo qué pasaba. Pudo ver el momento en el que su amado esposo se acercaba a ella a toda prisa mientras el dolor en su hombro derecho comenzaba a volverse insoportable.
—Kirikaze...—alcanzo a pronunciar quedito antes de caer inconsciente—
Las voces fuera de la habitación comenzaban a ser cada vez más subidas de tono. La chica abría de a poco los ojos, el cuerpo le pesaba y el dolor que había desaparecido en su tiempo inconsciente volvió a presentarse en su hombro derecho. La de cabellos carmesí se levantó del futón con lentitud, escuchando como la discusión entre sus compañeros se volvía cada vez más incontrolable, no entendía el origen de esta pero no parecía nada bueno, las pisadas en los pasillos del Dōjō se hacían cada vez más cercanos, se dirigían hacía ella. ¿Porqué?
La puerta se abrió de golpe, dejando ver a un iracundo Ryūhō que para la sorpresa de la de cabellos carmesí, la tomó del brazo con fuerza arrastrándola fuera de la que era la habitación que compartía con su esposo...Kirikaze ¿En dónde estaba ahora?
—Ryūhō ¿A dónde me llevas? Me estás lastimando— aguantando las fuertes ganas de llorar—
—Aún después de todas las mentiras con las que llenaste al Clan Fūma ¿Tienes el descaró de preguntar?—
Dicho esto detiene su andar quedando en la entrada del Dōjō y bajo la atenta de los últimos Fūma lanza a la chica al suelo sin compasión alguna.
—¿Porqué?— cuestiona en medio del dolor que sentía—
—Un Yasha...todo este tiempo tuvimos a un rival viviendo bajo nuestro techo y siquiera fuimos capaces de darnos cuenta, todo este tiempo nos mintió—
—¡No es así el gran maestro...!—interrumpida—
—¡Calla! No estás en tú derecho de nombrar a un hombre tan respetable como el maestro...—
—Ryūhō ya basta—le ordena Ryōma—
El nombrado Dragón tuerto del Clan dirige su mirada a la de cabellos carmesí.
—Al ser un Yasha, lo único que puedo hacer por ti es perdonarte la vida y dejarte ir...con una condición, no volverás a pisar territorios del Clan Fūma—manteniendo la seriedad en su mirada—
—No...—niega— No pueden hacerme esto, entiendan por favor hay una razón en todo esto...tienen que creerme, Kirikaze—observa a su esposo esperando su apoyo incondicional—
El chico de cabellos turquesa desvía la mirada permaneciendo callado.
—suspira— No...No puedo abogar por alguien que, no se si en todos estos años me dijo la verdad o mentiras—viéndole a los ojos— Realmente no se con quien me case
Decir que esas palabras no le dolieron en lo más profundo de su ser sería mentira, ya no sabía que dolor era más intenso, si la herida en su hombro o el dolor que comenzaba a crecer en su pecho a cada segundo.
—Kojirō...por favor, tú no, se que tú confías en mí—dirige su mirada al de cabellos castaños con el corazón en la mano—
—...Oigan—titubea— Alguien me quiere explicar quien es Kanade, realmente no me suena ese nombre—
Sí fuese posible escuchar el ruido que provenía de un corazón destrozado...el corazón de Kanade se llevaría el premió.
—Chicos...—
La chica lloraba en silenció bajo la mirada de todos los varones allí presentes, cada uno metido en sus asuntos, tratando de fijar su atención en cualquier cosa que no fuese la tristeza en la que se veía envuelta la chica. Podría decirse que era ignorada por los que alguna vez fue su familia hasta que el de cabellos azul oscuro aleja su mirada de la vista que el cielo le ofrecía dejando escapar un suspiro de sus labios acercándose a la chica con las manos ocultas en los bolsillos de su pantalón.
—Kanade...—pronuncia el nombre de la fémina logrando que esta dirija su mirada hacia el controlador de plumas—
La siguiente acción por parte del chico toma por sorpresa no sólo a la fémina, si no también a los demás integrantes.
—Shōryū...tú—pronuncia en un hilo de voz—
—Creeré en ti y en todo lo que me digas, siempre fuiste uno de los integrantes más dispensable entre todos nosotros...No sólo era por tus grandes habilidades y tu manera innata en combate, uso de armas y razonamiento, la razón por la que el gran maestro nunca te negó la entrada al Clan Fūma fue porque tú manera de enfrentar cualquier situación siempre fue con la frente en alto— tomándole del mentón conectando su mirada con los ojos marrones llenos de lágrimas— La calidez y calma que trasmites al sonreír, una chica en nuestro Clan nos haría nunca olvidar que jamás debemos dejar de lado nuestra humanidad a pesar de ser Shinobi...creó que es algo que cada uno de nosotros había olvidado por completo —
Dirige su mirada a todos los varones restantes del Clan.
—El gran maestro nos encomendó protegerla, tal vez se esconde un motivo para estar en Yasha, viéndonos de esta manera juzgando sin saber que es lo que realmente sucede...estaría decepcionado, se que recuerdan claramente lo que nos dijo en esa ocasión—
—Shōryū, es acaso ¿Tú sabes la verdadera razón? ¿El gran maestro te lo dijo? Sí es así dime ¿Porque eres el único que lo sabe?—
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—Tarde o temprano las batallas entre los Yasha y los Fūma serán inevitables...jamás se les olvide que a pesar de ser Shinobi tienen una habilidad más consigo y esa es reconocer quien es el realidad su enemigo o aliado, pueden sentir las energías negativas o positivas que las personas a su alrededor emanan, no ataquen sin pensar, si lo hacen esas acciones les harán perder no sólo un combate si no a la persona que realmente es importante en su vida...han entendido—
—¡Sí, gran maestro!—
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—Le fallamos al maestro y...a Kanade— susurra Kojirō—
—Sí te sirve de algo, Kirikaze cometió una falta más grande...le falló a su esposa, incluso el maestro esperaba que tú entendiera más que nadie...Ryōma—dice tomando a la chica en vilo llevándola hasta su habitación—
—Te dolerá un poco—avisa antes de pasar la fibra de característico color blanco—
—El dolor físico desaparece en poco tiempo dependiendo de la gravedad de esta...pero ¿Qué me puedes decir de un dolor emocional? ¿Este se cura con el mismo tiempo?—
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—¿Alguna novedad?—
—La desconfianza entre los integrantes del Clan Fūma comienza a crecer, el plan marcha a la perfección tal cómo usted lo desea—
—Retírate ahora mismo tengo cosas en las que pensar—
—Como desee mi señora—encaminándose a la salida de la habitación— Sí, tal como usted lo desea...—
—Oh quizás todo este marchando como yo lo deseo, en mi juego eres una más de mis marionetas— sonríe con perversidad—
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