Capítulo treinta y ocho: El pasado te persigue.

Comprendí que no había salida. La bodega era un lugar cerrado, y los vidrios por los que entraba una clara luz estaban demasiado arriba como para saltar por ellos, mis hermanos, April y yo.

Estaba sentada en medio del lugar. En una silla de plástico, mis manos estaban atadas al igual que mis piernas. No había nadie ahí, a excepción de Megan y sus matones, pero ella estaba en una de las oficinas hablando calurosamente por teléfono.
Cuando la vi en el aeropuerto, no sé porque me sorprendí. Quizás porque jamás creí que ella fuera mala persona, sino que simplemente, pasaba por un momento difícil en su juventud.

Miré a todos lados, en busca de mis hermanos o de April pero ellos no estaban. Cinco minutos después, los vi entrar por la puerta principal. Los jalaban de sus ropas a los tres, lo que me dio coraje.

— ¡Suéltenlos! —grité, pero como era de esperarse, se me ignoró. Detrás de mi familia, había cerca de quince hombres vestidos con traje negro. Calvos y con gafas de sol. Parecían matones, y lo eran, pero yo quería saber quién estaba detrás de todo esto.

Lo supe casi después. Un hombre que jamás en mi vida había visto hizo acto de presencia, supe que él era el señor "E" debido al respeto que demostraban todos a la hora de pasar junto a él. Era menudo, de estatura media, cabello castaño con canas grises, y ojos azules. Muy azules.

—Scarlett... —Susurró mi nombre, mientras avanzaba hacia mí—. ¿Cómo estás? Me disculpo si te dañaron al traerte, pero... Lo nuestro no es la hospitalidad.

— ¿Quién es usted? —interrogué—. ¿Qué quiere de mí? ¿Qué le he hecho?

—Oh, que estúpido soy... Me llamo Edgar Lancaster. Verás... —Estaba tan cerca, que logró colocar una mano en mi hombro—. Soy algo así como un asesino a sueldo. Soy un vil perro que obedece órdenes... No te molestes conmigo, yo ni siquiera te conozco, pero sí alguien me ordena "romper" yo destrozo, si me dicen "comételos" les pongo azúcar o sal al gusto. Y sí me dicen "asesina" yo los quemo vivos, como mínimo.

Lo escuchaba, pero cuando calló sus palabras se borraron de mi memoria. Frente a mí estaba Megan de nuevo, pero estaba abrazada a alguien... Un chico... Lancaster.

—Así qué... El sobrino de la reina de Inglaterra es en realidad el hijo de un loco —murmuré.

—Cállate, tú no sabes nada estúpida —Chilló Megan.

—Tú tampoco —espeté—. ¿Acaso ya sabe tu tío que estás metida en este rollo?

—A él no le concierne, y a ti tampoco.

— ¡Basta! —Edgar se interpuso entre ambas—. Tú cállate, y tú —me señaló—. No eres mi enemiga, pero sí la enemiga de mi ahora jefe... El cual te quiere hablar, después te quemaremos... —Al decir eso, chasqueó los dedos, lo que hizo que varios tipos de negro se me acercaran y me rociaran con botes. El olor me ahogaba, el sabor era amargo. Era gasolina.

— ¡Scar! —gritó Richie.

—No te preocupes —murmuré viendo a Richie, a Pet, y a April.

—A ellos también los quemaremos, pero... —un tipo vestido de negro llevaba un maletín en las manos. Edgar lo tomó y se lo tendió a April—. Aquí tienes tu dinero, gracias por tus servicios, te puedes ir.

Al ver como April aceptaba el dinero, mi boca se abrió formando una "O" Perfecta. No lo podía creer, no podía creerlo.

— ¿April? —Dije, escupiendo gasolina con cada letra—. ¿April porque te pagan?

— ¿No sabías? —Thomas intervino ésta vez—. Ella fue la que trajo a los niños aquí —Sonrió de manera malvada—. Te entregó por menos de un millón.

Vi a Thomas, y luego vi a April con la esperanza de encontrar en sus ojos la verdad, pero la verdad me dolió. Bajó la mirada y en mi corazón se enterró una gran daga.

—Eras mi amiga —Musité dolida.

— ¿Acaso no lo entiendes? —Megan se abalanzó contra mí, me miraba con odio, rencor. Y yo no sé si le tuve lástima o me sentí sólo mal por ella—. ¡Nadie te quiere! ¡Nadie lo hace! Eres sólo una estúpida que ha creído que la vida es fácil y perfecta. Debes madurar, el mundo es de los egoístas sin amigos, pero claro... Eres una imbécil ¿Cómo podrías haberlo descifrado?

Thomas se acercó para alejar a Megan de mí. Sus palabras no me dolieron. Yo sabía quién era, ya no era la chica tonta de la cocina. Sabía cuál era mi valor, y fácilmente rebasaba el valor de April y Thomas juntos.
Sonreí.

—Lamento si te causé algún daño.

—Conmovedor —intervino Edgar—, pero no hay mucho tiempo que perder, así qué... —Dos de sus guardespaldas acercaron a mí una enorme televisión. Fruncí el ceño sin entender, y mentalmente me pregunté donde estarían Johnny y Robert.

"muy lejos", esperaba.

La televisión se encendió y en ella estaba un hombre de edad madura. Su cabello era negro canoso, pero a diferencia de Edgar Lancaster, él tenía facciones más delicadas, casi femeninas. Por la cara, la nariz y los ojos, pude deducir que era italiano.

—Cómo has crecido... —susurró con marcado acento, en efecto, italiano—. Pero si eres ya toda una mujer.

— ¿Nos conocemos? —murmuré fría. Él rio macabramente. A pesar de estar lejos, me intimidaba.

—Soy yo, Scar, el tío Fabrizzio.

—Lo siento, pero no lo recuerdo.

—Hagamos memoria —él se inclinó en su asiento, con una sonrisa siniestra en su rostro que lo hacía verse diabólico—. Signorita, usted no se acuerda de mí porque la última vez que nos vimos fue hace muchos, muchos años... Póngase cómoda, ¡Ea, Lancaster, ponedla cómoda, porque será la última vez que oirá una historia!

— ¿Qué clase de historia? —repliqué, intentando no parecer muy sorprendida con el tema.

—La de nosotros —nos señaló a ambos con el dedo—. La que el destino se encargó de tejernos, donde nos echó cruelmente.

—No creo que tengamos nada que ver usted, ni yo.

— ¿Ah, no? —sonrió—. Ya cambiarás de opinión... —Suspiró y tomó un vaso de vino fuertemente rojo. Lo bebió con lentitud, lo saboreó y después me vio a mí—. ¿Te suena el nombre de Blake BlackWood? Por supuesto que sí, es el de tu padre... Pues bien, ¡No, no me interrumpas! Escucha y luego si me viene en gana, te dejo hablar. Pues bien... —Se retorció los cabellos canosos con los dedos—. Él era un matón a sueldo para mi mejor amigo, Edward Cricket. Cricket era un irlandés, un soñador, un visionario para los negocios. Sí yo le proponía hacer un prostíbulo, él tomaba el dinero de ese prostíbulo y mágicamente lo convertía en un hipódromo, un hotel, y un buen medio para conseguir para pagarle a un traficante... Poco a poco, ambos nos comenzamos a hacer de Londres. Yo ya era alguien en ese entonces, pero Edward fue superando a los mejores mafiosos que jamás se habían visto... Fácilmente habría podido destronar a Capone, era bueno, muy bueno en los negocios...

Durante un segundo, me perdí en la palabra "matón" seguida del nombre de mi padre. No lo podía creer. Sentía como si me lavaran el cerebro, mi padre siempre fue bueno, amable y cariñoso con nosotros. ¿Cómo un matón podría tener esos sentimientos?

—Muy pronto, el Clan de los Cricket se convirtió en el imperio más grande... Pero no lo suficiente, ah, mientras Edward trabajaba, yo también lo hacía, y aunque el chico era muy inteligente, le faltaba algo, algo que yo si tenía y me colocaba como alguien superior a él... El respeto. Todo el mundo me respetaba y me llamaba Don, aún lo hacen, claro —soltó un suspiro, negando con la cabeza—. La ambición lo cegó. Yo estaba en medio del camino, entre él y la gloria, él y todas riquezas incalculables que alguien podría desear. Y un día me dio un golpe fatal, terrible. —Mordió su labio—. Asesinó y violó a mi esposa, mientras yo iba a comprar algo para la cena. Pero eso no fue todo, ah, claro que no... Esa noche, mi hijo, pequeño, cómo de siete años... Anthony, iba conmigo... Y tú padre, el asqueroso de tu padre... Nos emboscó en una esquina. Mi auto quedo hecho garras, yo no por el chaleco y porque supe protegerme... Pero mi hijo, mí único hijo, mi pequeño Tony, quedó en media calle, tirado como un vil perro en un charco de sangre. Le faltaban partes de su cuerpecito, y sus labios no sonreían —golpeó fuerte la mesa que tenía delante de él—. ¡No sé qué les hizo creer que no haría nada! Una semana después, Edward había huido de Londres, y no sé dónde se metió, aunque lo encontraré... Pero Blake era estúpido. Y se quedó. Y tenía familia, ¿Cómo lo dejaría vivo después de haber despedazado a mi muchacho? Ja, entonces le tendí una emboscada, lo balacee, y sus cuerpos, bueno, mi buen tiburón se encargó de ellos. Pero me faltaba algo... Deshacerme de ti, de sus hijos, así como... Cómo él se deshizo sin piedad de mi muchacho —Sonrió, un poco más compuesto —. Ahora arderán vivos, por el alma de mi Anthony. Ahora me vengaré por completo, y no podrá decir que su padre le ha fallado.

—Pero... ¡Nosotros no tenemos la culpa! —Exclamé, con miedo ante todo lo que oía—. ¡No la tengo!

— ¡NO ME IMPORTA! —Gritó todavía más fuerte—. ¡TÚ PASADO TE PERSIGUE! Y TÚ Y TUS HERMANOS ARDERÁN EN EL INFIERNO JUNTO A SU PADRE, LO JURO POR MI HIJO Y MI ESPOSA. ¡LO JURO!

Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, pero seguí viendo fijamente al italiano al otro lado del monitor.

—No lo logrará —dije.

—Lo veremos —siseó, ya calmado—. Nos vemos en el infierno, Scarlett.

—Jamás —escupí al televisor. Sin embargo la imagen desapareció.

El lugar quedó en completo silencio, pero podía oír a mis hermanos gimoteando. Hasta para mí aquel discurso había sido fuerte. Entonces, Edgar se me acercó con una sonrisa, y una taza de té en una mano.

—Bien, ¿Comenzamos? —murmuró—. ¡Ya oyeron, chicos! Atenlos a todos, y después les dejamos un cigarrito para que se incendien —soltó una risotada.

Debía de hacer algo, pero no podía hacer nada más que pensar. Estaba fuertemente atada de las muñecas, y en pocos minutos, mis hermanos estuvieron junto a mí en la misma posición. Richie sollozaba, y Peter, sólo veía al piso.

—No te preocupes, cariño, estaremos bien —aseguré a Richie. Él me vio, con la carita empapada de lágrimas.

—Papá no pudo haber matado a nadie, él era bueno, ¿Verdad que sí?

—Claro que sí. Son sólo mentiras de un loco para... Para asustarnos.

—No quiero morir —susurró viendo fijamente mis ojos.

—No lo haremos, Richie. Te lo juro —Mentí. La verdad era inminente, moriríamos tostados a menos de que un milagro ocurriese. Pero lo mejor era permanecer en paz, y relajados. Richie no se merecía aquello, y Peter tampoco.

— ¡Es hora! —anunció Edgar, tomando varios cerillos—. No se olviden de que tenemos que ir con los jamaiquinos por el cargamento de nieve.

Peter y Richie recargaron su cabeza en mí. Y me sentí débil, impotente.

—Sálvanos, Scar —pidió Peter con una voz desesperada que no le conocía—. Sálvanos como siempre lo haces.

Mordí mi labio para que las lágrimas no salieran.

—Los amo —susurré, apretando los ojos, y resignándome al final.

Si hubiera podido, hubiera rezado. Pero tantas emociones me embargaban, que al final, lo único que pude hacer fue sonreír.

—Hemos estado peor —Dije, aunque la verdad, estaba delirando.




N/A: ¡Hola, DepplyDucks, Ducks, y Deppras en general!

Sólo quedan dos capítulos de la novela y estoy demasiado sad  por el final ;-;

El gran final es el 28 de agosto, justo cuando se cumple un año de haber publicado la nove.

¿Se quedaran con Scar?

Always, *feel like Harry Potter*


PD: Musiquita ambientadora, deprimente para leer.

Nos vemos en el próximo capi.


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