Edmun Matters


Edmun Matters.

Estoy en mi casa y no es en absoluto como esperaba.

Estoy asqueado y quiero dar media vuelta e irme.

Maldita sea, mi casa huele a un horrible lugar guardado ¿Por qué mis amigos no se hicieron cargo de esta mierda?

Frunciendo el ceño quito otra de las sabanas cubriendo los sofás, estanterías y básicamente todo mientras escucho cacarear a mi agente por teléfono. Él intenta ponerme al día sobre mucha mierda y regañarme, cosa que no le permito, puesto que es evidente que la movida de perderte luego de enviarle un exhaustivo correo a tu agente haciéndole saber que necesitas "un tiempo" sin especificar que es para la vida criminal, volvería loco a cualquiera, pero también es conocido que incluso si tiene sentido que esté enojado, no tolero escenitas ni regaños cómo si fuese un niño.

Sin embargo, lo compenso haciéndole saber que tengo ganas de pintar y que pronto estaré dándole trabajos nuevos, también lo dejo reprogramar una exhibición y cuando me ruega que aparezca bajo el argumento de que mostrar mi rostro sería el regreso perfecto, decido que es hora de terminar la llamada luego de acordar encontrarnos mañana para una reunión más profesional.

Toso cuando quito la última de las sábanas llenas de polvo y me quedo viendo todo el lugar. Necesito que el equipo de limpieza venga con urgencia, anoche al llegar solo tuve que abrir la puerta, dar un rápido vistazo, suspirar, agradecer tener las llaves de mi camioneta que mis amigos cuidaron e irme a un hotel porque no había manera en la que durmiera sin morir por el polvo y el terrible olor.

Me cabreó haber adquirido una maña terrible: lo caro. Siempre fui un tipo que vestía bien sin exagerar en precios, que no se fijaba en costos o los lujos, pero entonces me encontré descartando todos los hoteles que veía al pasar hasta llegar a uno caro de cinco estrellas y solo después de pagar, cuando estuve sentado en la cama, me di cuenta de lo que había hecho y me horroricé antes de gruñir y emitir un "malditos sean mis hermanos". Ellos me contaminaron.

—Lo malo siempre se pega —murmuro mientras camino hacia la cocina.

Todo lo que encuentro en el refrigerador se encuentra vencido y en algunas alacenas sobreviven los enlatados, pero otras cosas no. Cuando abro la llave del fregador el agua sale con demasiado fuerza salpicándome y en un principio es bastante turbia hasta aclararse.

Debido a la tecnología, mi teléfono nuevo ha hecho rápidamente el respaldo de contactos por lo que no tardo en llamar a Matthew que por su parte no tarda en responder.

— ¿Hola?

Tengo que admitir que resulta extraño y a la vez muy familiar escuchar su voz nuevamente.

Matthew Williams, afamado escritor, luchador y sobreviviente de batallas internas, mejor amigo y de las mejores personas que conozco. También lo considero un hermano incluso si nunca se lo digo. La última vez que lo vi, fue en la boda de mi otro mejor amigo Alexander en diciembre de 2016; lo que viene siendo hace un año y pocas semanas.

Yo...Los extrañé.

— ¿Hola? No quiero ser grosero, pero tengo un libro que no se escribirá solo así que habla o cuelga.

Sonrío a medias, así que llegué a tiempo para un libro nuevo.

— ¿Por qué mi casa huele barata? ¿Y todo ese maldito polvo? Hay comida vencida y parece que nadie vino a cortar mi césped —digo y hay unos segundos de silencio al otro lado del teléfono—. El agua de las tuberías sale negra y con demasiada fuerza y ¿Ya mencioné que odio todo este maldito polvo? ¿Qué explicación tienen tú o Alexander para mí, Matthew?

— ¿Edmun? —susurra.

—Sí, para tu mala suerte te hablo desde la vida y no desde el infierno, entonces, explicaciones, Matthew, dame explicaciones.

Matthew cuelga.

Y muy a mi pesar me estoy riendo antes de decidir que no lo llamaré de nuevo, pero decido llamar a Alex a quien le suelto casi el mismo discurso.

Alexander tiene que encontrarse trabajando porque siempre tiene proyectos importantes. Arquitecto reconocido, hombre casado, sensible y sensato, otro amigo que se siente cómo un hermano. Desde que los conocí cuando vine en busca de una nueva vida desde Austria, se volvieron en lo más cercano a unos amigos, me caían medio bien y con el tiempo el cariño se convirtió en un "qué molesto sería vivir sin estas personas."

Supongo que de una manera molesta nos hicimos inseparables.

— ¿Alexander? —pregunto porque han pasado varios segundos de silencio.

—Mira no tengo tiempo para esto, tengo mucho trabajo —dice sonando estresado— y en casa tampoco es que estoy durmiendo mucho porque ella ¡Dios! Parece que ha engendrado a un demonio que llamaremos hijo y ¡No he dormido nada! Hay que sacarle a ese demonio del vientre porque solo ha hecho mi vida difícil.

»Llama después —y cuelga.

Espera ¿Qué? ¿Un demonio? ¡Mierda! El teléfono vibra en mis manos con una llamada entrante de Alexander.

— ¿Estás embarazado? —pregunto desconcertado.

—Yo no, mi esposa sí. Tiene a un demonio creciendo dentro de ella —Suspira y luego maldice—. ¿Edmun?

—Sí —respondo con sequedad.

—Espera ¿De verdad eres el gruñón de Edmun?

— ¿Qué quieres? ¿Qué te envíe una muestra de ADN por teléfono, Alexander?

—Mierda, mierda, mierda —suena agitado—. ¿En dónde estás? Espera, veo que es número local... ¿Tú...? ¡Dios! ¡Estás vivo!

—Sí, desde el infierno me parece que no hay señal.

—No te muevas, voy ahora mismo para allá.

Cuelga y segundos después vuelve a llamar.

—Espera ¿En dónde estás? ¿A dónde tengo que ir? —suena estresado, agitado, incrédulo e incluso feliz.

—Estoy en la casa que Matthew y tú descuidaron —gruño.

—Bien, bien ¡Por Dios! ¿Será esto otro sueño inducido por el estrés? —susurra lo último antes de colgar.

Creo que las llamadas han resultado un poco divertidas, raras, pero peculiares. Son las primeras personas en saber que estoy aquí, parece correcto que sea de esa forma.

Viendo el teléfono me desplazo por mis contactos deteniéndome en el de Valerie Evans. La tentación es grande, pero ¿Cómo llamarla y aparecer así sin más cómo si no hubiese estado fuera de su vida durante todo un año? E incluso antes de ese reencuentro en la boda de Alexander, habíamos estado desconectados durante meses.

Lo que si hago es lo que me prohibí desde hace mucho, pero que ya no puedo resistir: escribo su nombre en el buscador de internet y pronto hay muchos resultados.

Exhalo con lentitud, recargando la espalda de la pared mientras me desplazo de una noticia a otra, ávido de saber de qué me he perdido durante todo este tiempo.

De una manera cursi que ya no resulta inquietante, se me acelera el corazón mis grises parpadean de colores ante los primeros vistazos que las fotos y noticias me ofrecen de ella. Hago un recorrido por todo su 2017, pasando por fotos de ella con sus amigos o simplemente caminando. Sonrío y me impresiono viendo que Luca, su sobrino al que llamaba bebé calvo, ha crecido mucho y que de hecho tiene cabello. Fotos de sus hermanos aparecen y algunas fotos resultan ser publicadas por ella en sus redes sociales. Descubro que se encuentra de nuevo en el programa televisivo InfoNews y eso me trae una sensación agradable porque sé cuán feliz la hace su trabajo y cuánto le dolió haber salido de el durante un tiempo.

Paso por entrevistas, secciones de fotos y me maravillo con los cambios físicos en ella. Trae el cabello más largo, parece tenerlo un poco más claro, se ve segura en todas sus fotos y aunque sus sonrisas parecen un poco diferentes, se ve tan hermosa cómo la recuerdo, tal vez más, porque mis malditos pensamientos no le hacen justicia.

Pero me paraliza al llegar a octubre porque comienzan a aparecer fotos de ella caminando con un hombre, cenando o sonriendo. No son fotos profesionales porque está claro que fueron capturadas por un fotógrafo chismoso. Cómo un terrible masoquista, leo sobre éste importante hombre respetado en la comunidad de estudiosos y la manera en la que perfilan como un intenso romance desarrollándose. De hecho, hay un artículo y una ráfaga de fotos de hace una semana y media.

Están caminando por el parque, ella está sonriendo mientras lo ve y él acomoda la bufanda. No soy un genio experto de análisis del lenguaje corporal, pero ella no se ve incomoda, parece a gusto, relajada...No sé si está feliz, pero se ve bien y él la ve como si estuviese consciente de que frente a él tiene a la obra de arte más despampanante y especial que alguna vez existió en este sucio mundo.

Por unos tortuosos segundos veo foto tras foto hasta que decido que no puedo seguir con ello, que tal vez no soy tan fuerte.

En automático me encuentro guardando el teléfono en el bolsillo del jean y llevándome una mano al pecho, no es que espere que me dé un infarto, pero se siente raro ahí. Me agacho y tomo profundas respiraciones; estoy en un lugar extraño de mi mente en dónde no sé cómo reaccionar, son demasiadas emociones, estoy abrumado mientras me torturo una y otra vez visualizando sus fotos sonriendo con él.

—Es tarde —murmuro viendo al frente.

Toda esa mierda de "entiendo si no me esperó" "puedo vivir con ello" "tiene sentido" desaparece porque así no es cómo me siento ahora que es una realidad. ¡Joder! Quema y arde demasiado, es asfixiante.

Me paso la mano por la barba sin saber qué hacer con mis manos, mis pensamientos son caóticos y desenfrenados, van desde reprocharme a mí mismo a no entender cómo esto puede ser una realidad incluso si tiene absoluto sentido porque me fui, porque no supo de mí, porque fui un puto fantasma que solo le dejé recuerdos que seguramente le dolían.

— ¿Y ahora? —emito una risa seca—. Ahora estás condenado a saber lo que es vivir sin ella.

Y basándome en el año que llevo haciéndolo, no me imagino lo que será una vida de esa forma. Porque puede que con el tiempo la emoción se desgaste, pero nunca desaparecerá. Es que ¡Joder! Yo la amo y pocas personas en mi vida consiguen eso y el amor que siento por ella es del tipo apasionado, intenso y enloquecedor que nunca se repetirá de nuevo. Ella representa mis colores, el lienzo en el que siempre quiero pintar, la obra de arte que quiero adorar eternamente.

Es la pintura que con la que quiero colorear ese lienzo opaco que siempre ha sido mi vida, es el trazo de mis pinceles...Es el secreto de un arte que siempre será indescifrable, porque eso es Valerie Evans: una mujer tan única e increíble llena de piezas incontables que siempre te sorprenden, es cómo conocerla una y otra vez, cómo descubrir nuevos lugares, paisajes, pinturas, colores. Nunca es menos, siempre es más, termina siendo un todo.

Y tengo la asquerosa sensación de que la perdí, de que sí existe el demasiado tardo y eso será algo que nunca me perdonaré.

— ¡Mierda! Sí eres tú...—dice una voz masculina familiar.

Llevo la vista al frente encontrando unos zapatos luego unos jeans y cuando mi recorrido continúa, me encuentro con el rostro familiar de Matthew que me mira con sorpresa e incredulidad. Tiene el cabello más largo de lo habitual, lo que hace que los rulos se formen en las puntas de su cabello enmarcándole el rostro, más que el rastro de una barba ¿Y son ideas mías o se ve más musculoso? Se agacha frente a mí y le frunzo el ceño mientras me observa.

—Éste es un Edmun muy del 2013 —susurra viendo mi cabello largo y la barba, sonríe—. Mi misterioso mejor amigo.

—Mi exgordito favorito —digo con sequedad y él ríe.

—Tienes el acento más marcado.

— ¿Piensas hacer análisis de todo el año de mi vida que te perdiste?

—Si lo hago ni siquiera tienes derecho cabrearte —Alza las palmas cómo si hablara con un animal rabioso—. Bestia no ataca a su mejor amigo.

— ¿Quién te dice que eres mi mejor amigo?

—Ah, pero no niegas que eres una bestia —Me guiña un ojo.

Se incorpora y estira una mano hacia mí, nunca dudaría en tomarla porque sé que él nunca me fallaría ni traicionaría. En cuanto estoy de pie, me atrae hacia su cuerpo, abrazándome lo que hace que tense durante los primeros cinco segundos, pero luego me relajo porque éste es Matthew y con él no hay peligro.

Puede que fui un desgraciado sin hablarle de mi pasado en Austria por miedo a que saliera lastimado y por la desesperación de enterrar todo ese dolor que viví en mi infancia, pero cuando fui capaz de contarle de ello no juzgó, no me recriminó el silencio durante tantos años e incluso si no le dije todo mi pasado, sé que cuento con él.

—Pensé que no volvería a verte, bestia gruñona —Se ríe antes de alejarse.

Da un par de pasos hacia atrás evaluándome lo que me parece francamente molesto, razón por la cual me cruzo de brazos a la altura de pecho y le doy un repertorio de miradas: vete a la mierda.

—Te ves diferente, hay algo en tus ojos que antes no estaba y pareces más...Eh...Grande ¿Te fuiste a un campamento de entrenamiento físico o qué? —Bromea con lo último o eso espero porque no lo recuerdo tan estúpido.

—Parece que tienes más músculos.

—Entrenamiento —Me responde aun viéndome—. Tengo miedo de preguntar qué hacías durante todo este maldito tiempo en el que estuvimos preocupados por ti.

—No puedo decírtelo, Matthew.

—De acuerdo —respira hondo y asiente—, pero estás bien ¿Por qué lo estás, verdad?

Sus palabras vienen acompañadas de sus manos revisando mis brazos y buscando de alzar mi camisa, pero lo empujo con el ceño fruncido.

— ¿Por qué estás manoseándome?

—No te manoseo, intento verificar que no hay daños físicos en ti porque me preocupo, malagradecido —Ahora es quien está frunciendo el ceño—. Veo que tu actitud no ha cambiado nada en todo este tiempo.

—Soy así y punto.

—Encantador —Es lo que dice.

Percibo el sonido de la puerta abriéndose y me doy cuenta de que mis dos amigos debieron sacar alguna otra copia del juego de llaves de mi casa que dejé, lo que hace más molesto todo el asunto de que encontrara mi casa hecha un asco cuando tenían fácil acceso a cuidarla.

— ¡Edmun! —Grita Alexander de forma dramática haciéndome enarcar una ceja.

Cuando aparece no me da mucho tiempo a repararlo porque me abraza y supongo que aquí todo el mundo ha estado ejercitándose porque consigue levantarme sobre mis pies antes de liberarme y tocarme el rostro, los brazos, el cabello...Retrocedo.

— ¿Qué pasa con todo eso de manosearme? —Me quejo arreglándome la camisa—. Es molesto cómo la mierda.

—Sí, definitivamente eres nuestro Edmun —Me abraza de nuevo—. ¡Dios! Pensé que no volvería a verte, Ed, estuve asustado de no escucharte nunca más ser un amargado.

»Pensé que no estarías para conocer al demonio que engendré.

Matthew ríe y yo retrocedo evaluando el rostro de Alexander. No sé por qué la noticia de que engendró a un demonio me hace sentir emotivo, pero supongo que se trata de que es la primera vez que alguien tan cercano llega tan lejos y es el primero de nosotros en iniciar una familia.

—Vas a ser papá —digo evidenciado algo de la sorpresa en mi voz.

—Sí, en cuatro meses nacerá, es un niño al que me gusta llamar demonio por la manera en la que hace que su mamá se comporte —Se estremece y luego saca su teléfono.

Me doy cuenta de que tiene los ojos humedecidos y con honestidad, me tomo unos segundos para asimilar lo deseosos que estaban mis amigos por verme, el miedo que sentían al no saber de mí y la alegría de que me encuentre aquí.

Alexander me muestra en su teléfono una ecografía en la que no veo absolutamente más que un manchón cabezón, pero él se empeña en hacerme ver manos, piernas y un micropene que no encuentro. Luego va con una ecografía en 3D y mi expresión de asco debe ser muy evidente porque Matthew comienza a reír.

— ¿Qué sucede? —Me pregunta el futuro papá.

—Me asquea esa ecografía, es francamente fea —Me sincero—. Parece un feo extraterrestre que flota, es perturbador ¿Por qué pagaste para ver a tu hijo así? Parece una pesadilla.

—Es hermoso.

—Es feo —contradigo—. Quítalo de mi vista, prefiero conocerlo cuando nazca y sea menos feo que eso.

— ¡No será feo!

—Los niños nacen feos, Alex, arrugados y sucios. Con el tiempo toman formas y entonces si tienes suerte, dejan de ser feos.

— ¡Son bebés!

—Bebés feos —concluyo y quiere replicar, pero no lo permito.

Finalmente salimos de mi cocina mientras los escucho intentar ponerme al día de sus vidas. Alexander tiene un feliz matrimonio, pronto será papá y ha crecido incluso más profesionalmente. Matthew tuvo una gira de firma de libros, vive con Elise y tienen cinco peces, lo dice con tanto orgullo que esperaría que estuviese hablando de bebés y nos aburridas criaturas nadando en una pecera.

Es nostálgico y a la vez agradable escucharlos hablar y reír de sucesos en los que no estuve. Me hace sentir extraño, pero será cuestión de acostumbrarme.

Sin embargo, mientras hablan me doy cuenta de que hay temas o personas sobre las que adrede no hablan y es molesto que me consideren estúpido cómo para no darme cuenta.

— ¿Por qué no me trajiste a Gring? —Le pregunto a Alex por mi loro.

Estamos de pie en mi jardín que tiene un césped demasiado descuidado del que ya me he quejado unas cinco veces, pero que fingen no escuchar o excusan con palabras mediocres.

—Porque vine corriendo del trabajo...

—Vamos por él ahora mismo.

Matthew y él comparten una mirada nerviosa que me hace entrecerrar los ojos con desconfianza.

— ¿Mi loro está muerto? —pregunto y tengo que admitir que me siento nervioso hacia la respuesta.

Gring ha estado conmigo desde que mis abuelos vivían, me hizo compañía y le he puesto empeño a cuidarlo, me importa, me cae súper bien y nunca le ha faltado nada. Con la rápido que tuve que huir a Austria cuando supe que mi hermana había sido capturada por Maurizio y su hijo había sido asesinado, no hubo tiempo para buscarlo, se lo encargué a Alex y voy a matarlo si algo le pasó a Gring.

—No está muerto —Me calma Matthew.

—Qué bien, porque no estoy armado, pero podría estrangularlos.

La seriedad de mis palabras hace que se forme un silencio, estoy seguro de que se preguntan si estoy bromeando o no.

—Entonces, vamos por Gring —insisto.

—Eh...No se puede —musita Alex.

— ¿Por qué no? —gruño—. ¿En dónde está mi puto loro?

—En Escocia.

Me quedo en silencio procesando que no es una maldita broma porque ninguno de ellos está riendo.

— ¿Qué hace Gring en Escocia? —Trato de mantener la calma.

—Mi mamá está súper encariñada con él y se lo llevó consigo de vacaciones —Me responde Alex con cautela—. Vuelven en un mes.

Presiono los labios mientras lo veo remover el pie y esquivar mi mirada.

Mi Gring está de vacaciones con su mamá en Escocia y vuelve en un mes ¡Un mes!

—Su madre lo ha estado cuidando muy bien, lo ama y de hecho le ha enseñado nuevas palabras...Palabras cuestionables, pero aprendizaje al fin y al cabo —Me explica Matthew—. No puedes enojarte, van a volver y tal vez tengas a Gring de regreso.

— ¿Qué quieres decir con "tal vez"?

—Es que mi mamá ama a Gring y no sé si ella querrá devolvértelo.

—Es mi maldito loro y tu mamá es lo máximo, pero no va a quedárselo ¡Qué se busque al suyo!—Lo señalo—. Apenas regrese quiero a Gring de vuelta aquí, conmigo.

—Bien, bien, luego resolvemos eso —Me tranquiliza Matthew—. ¿Qué tal ir a comer? Hay demasiado polvo en esta casa y hasta que no venga el equipo de limpieza no considero que debas estar aquí.

—Está sucia porque mis amigos la dejaron convertirse en esta pocilga —digo.

— ¡Oye! Perdíamos las esperanzas, dos veces al mes se limpiaba, pero dejamos de hacerlo desde octubre —Me hace saber Alex—, pero me encargaré de que un equipo de limpieza venga.

Me dejo convencer de salir de la casa y subo al auto de Matthew mientras Alex nos sigue en su propio auto.

—Es raro —rompo el silencio—, pero a la vez familiar.

—Un año puede pasar rápido, pero lento en ciertos aspectos —Es lo que me dice—. Sé que no puedes decirme lo que hacías, pero ¿Estabas bien?

—Lo estaba, creo que nunca me cuidaron tanto —Casi sonrío pensando en mis hermanos.

— ¿Cuáles son tus planes?

—Ya hablé con mi agente por teléfono, pero nos reuniremos mañana. Tengo que encontrarme con el Concejo universitario, no sé si me den otra oportunidad y si no lo hacen, supongo que buscaré otro lugar en donde enseñar.

Recuerdo las palabras de Lorenz diciéndome que pague por mi puesto de trabajo y casi me rio, ese pequeño tramposo.

— ¿Quieres seguir enseñando?

—Alguien tendrá que educar a esas bestias —Y supongo que tal responsabilidad cae en mis manos.

Solo recuerdo al insufrible de Jona, estudiante que se quejaba de sus notas, pero que escribía mierdas inservibles que luego quería replicar. Espero haya reprobado, porque de nada sirve aprobar a alguien que no adquiere los conocimientos de la clase. Pero no perderé tiempo hablando o pensando de un alumno que seguramente me odia y me desea todos los males del mundo, aquí hay un tema importante que necesito que salga en la conversación así que no le doy más vueltas:

— ¿Por qué no mencionas a Valerie? —pregunto abruptamente viéndolo para medir su reacción.

Se tensa y no me responde de inmediato luego deja ir una lenta respiración.

—No preguntaste por ella y con honestidad, no sé qué se supone te diga. Estoy seguro de que has buscado la manera de ponerte al día.

—Volvió al programa.

—Hace unos meses y le va increíble.

— ¿Qué ha pasado con sus hermanos?

—La mayor hizo voluntariado en otro país y al volver se responsabilizó de Lucas —Comienza—. Michelle trabaja y estudia, tiene novio.

—Bien por él —Medio sonrío recordando al muchacho inseguro que le costaba aceptarse tal cómo era y que aguantó lo suficiente a Dietmar.

Durante poco tiempo: Valerie, Michelle, Denise, el pequeño Lucas, Dietmar y yo jugamos a la familia y la verdad es que no estaba tan mal, no me disgustaba o tenía quejas sobre ello, no era perfecto, pero en ese momento se sentía tan bien.

—Denise ha tenido varias cirugías y pronto terminará la escuela, es la única viviendo actualmente con Valerie —prosigue—, ella, por cierto, sigue viviendo en el mismo lugar.

—He visto que ha tenido muchos trabajos.

—Profesionalmente está en un buen lugar ahora —Me dice deteniéndose cuando la luz del semáforo se pone en roja—. La admiro mucho, he visto la manera en la que ha crecido y es impresionante, básicamente se hizo cargo de sus tres hermanos, los ha ayudado a encontrar sus caminos y ha redirigido el suyo, eso es admirable.

—Ella siempre ha sido impresionante —Veo por la ventana mientras pone el auto en marcha de nuevo—, no me sorprende lo que ha logrado, lo esperaba, Matthew, porque ella es ese tipo de persona que ni siquiera se da cuenta de lo fuerte que es.

» ¿Qué tanto daño le hice? —susurro sin poder contener más la pregunta.

—Edmun...

—Puedo escucharlo, lo necesito.

Hay unos largos segundos de silencio que me hacen preguntarme si tendré que obligarlo a hablar, pero por fortuna no es necesario porque sus palabras comienzan a llenar el silencio.

—Los primeros meses no fueron tan duros, te habíamos visto en diciembre —dice con calma—, parecía muy esperanzada, pero meses después...No sé qué sucedió, pero la perspectiva cambió.

La carta, no sé con exactitud que decía la carta que mi madre le envió, pero sé que iba sobre no esperarme, sobre cómo yo no iba a volver. Esa no fue la carta que escribí, pero es la que recibió porque mi madre quería protegerla de una manera que tal vez no fue sana y con unas buenas intenciones que no terminaron así.

Tampoco puedo culpar a mi madre por este caos que se ha formado. Incluso si mi carta original hubiese llegado, esa habría sido peor, porque en ella hablaba de volver pronto, de reencontrarnos y todo ello se tradujeron a mentiras cuando los meses pasaron y no regresé. En este punto, no sé cuáles de las cartas era peor, lo mejor habría sido que no recibiera ninguna.

—Al principio su tristeza era muy notable y muchas veces Elise me contó que se quebraba —Me da un rápido vistazo—. En el trabajo le iba bien, pero emocionalmente estaba afectada. Hasta que un día supongo que pensó demasiado y se dio cuenta de que la vida sigue. Hablé con ella, se veía más serena y aunque aún no se veía feliz, estaba dispuesta a serlo.

Asiento mientras aprieto los labios, odio haberle causado tanto dolor incluso si esa nunca fue mi intención.

—Ella salía con sus amigos y poco a poco se reencontró — Se aclara la garganta— y luego comenzó a tener citas.

Se hace un breve silencio mientras asimilo las palabras.

—No parecía que avanzaran demasiado hasta hace poco que comenzó a salir con alguien. Ellos...Eh...Salen desde octubre creo, no estoy muy seguro —Llegamos al restaurante y se estaciona—. La verdad es que no me meto en su vida ni pregunto demasiado por miedo de que interpreten que la juzgo o que crea que te debe alguna lealtad amorosa.

»Porque puedo entender que algunas cosas escapaban de tus manos, Ed, pero también soy capaz de entender que ella te esperó, sin embargo, no podía poner eternamente su vida en pausa por alguien que no le dio ni una señal.

—Lo sé —digo con la voz enronquecida recordando los artículos y fotos que vi—. ¿Es feliz? ¿Es feliz con él?

—No creo que yo sea la persona con la que debas hablar eso —apaga el auto.

—Tienes razón. Necesito hablar con Elise y quizá ese que se hacía llamar su prometido.

—Ese es Derek, pero Edmun ¿Qué pretendes?

—Si es feliz no quiero arruinarlo, yo solo quiero saber...

— ¿Qué cosa?

Me paso las manos por el cabello y respiro hondo.

—Solo intento entender en dónde estoy de pie. La amo, Matthew y quiero que sea feliz incluso si me mata que no sea conmigo, pero necesito entender que esa puerta se cerró para mí si pretendo avanzar y sus amigos sabrán decirme mejor sobre lo que sucede.

—Valerie podría darte explicaciones mucho mejores.

—Eso sería injusto. Si ella tiene novio y es feliz, es terrible y muy desgraciado volver a su vida para volverla un caos. Necesito saber que está sucediendo antes de ir a ella.

—Todo este año... ¿Se siguió tratando de ella? —pregunta con cautela.

—Siempre ha sido ella —susurro abriendo la puerta del auto—. Tú tienes a tu musa y yo encontré en ella otro motivo para seguir haciendo arte.

Escucho su profundo respiro antes de cerrar la puerta detrás de mí y cuando él baja, camina hasta estamos frente a frente. Su mirada es intensa cómo si evaluara en mi expresión la magnitud o peso de mis palabras.

—Está bien, le diré a Elise que se reúna contigo y que traiga a Derek consigo.

—Gracias —Mascullo viendo al cielo gris.

Tengo que admitir que volver a Londres se siente bien, pero en algunos aspectos me siento perdido, por unos instantes quiero tomar el primer avión que me lleve a lo que fue mi normalidad en Austria, pero ¡Joder! Soy fuerte y recuperaré las riendas de mi vida, las partes de mí que me hacen Edmun.

Me digo que este es solo el comienzo y me recuerdo que no todo puede ser fácil ni rápido. Pienso en mis idiotas hermanos dándome palabras para que siga adelante y no me rinda, no palabras dulces, por supuesto, pero si significativas que me recordarían lo determinado que soy y cómo no tengo que esperar por las oportunidades.

Yo hago las oportunidades y no me importa ningún puto destino, las riendas de esta vida que me tocó están en mis manos y es mi deber hacer que sea una mierda o algo que valga la pena.

Edmun Matters nació del dolor para tener una vida mejor, no para lamentarse y esconderse.

—No te pregunté esto, pero ¿Piensas quedarte? —Veo de Matthew a Alexander que se acaba de unir a nosotros.

—No planeo irme... Y de hacerlo, siempre volveré —prometo.



Vuelvo pronto, en esta semana, que terminé de escribir la próxima parte que es corta, pero está buena.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top