Cap. 8- Despedidas
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La melena rojo fuego de Nova Tabase se veía incluso más llamativa en contraste con la blanca pared situada en frente a la entrada de la sala de meditación.
Anakin le dedicó una sonrisa a modo de saludo en cuanto la puerta de la estancia se apartó a un lado.
―¿Llevas mucho esperando?
―Acabo de llegar. ―Ella dejó de apoyarse contra el muro para acercase a él―. Nos dejaste preocupadas antes. Aunque veo que ya estás más tranquilo.
El padawan encogió los hombros.
―Meditación ―contestó―. Pero eso no implica que haya dejado de importarme lo que nos contasteis.
―Lo sé ―contestó ella, mientras empezaba a caminar acompañada por el joven―. Tu maestro se ha puesto en contacto con nosotras mientras estabas ahí dentro. No creo que tarden mucho en volver. La reunión ya ha terminado.
―¿Ha dicho qué han decidido?
Nova asintió.
―Una senadora... Amidala creo que era su nombre, se ha ofrecido como mentora para Seda. Mañana mismo se trasladará con ella. Harán pasar a Seda por una de sus doncellas hasta que la investigación esté resuelta.
Una expresión de nostalgia acudió al rostro del chico. Llevaba casi diez años sin ver a Padmé, y en todo ese tiempo, nunca había dejado de pensar en ella. Era frustrante saber que había estado presente en la reunión y que había perdido la oportunidad de verla por no haber sido capaz de controlar sus emociones.
―Es un buen plan ―aceptó tras un breve silencio―. La senadora Amidala es una gran persona, estoy seguro de que Seda estará bien con ella.
―Si Obi-Wan y tú confiáis en ella, me quedo tranquila ―contestó la pelirroja―. Pero me entristece pensar que ya casi no veré a Seda.
Ambos doblaron la esquina del corredor, y salieron a la explanada de las dársenas, donde se suponía que aterrizaría el transporte de Obi-Wan y Seda.
―Por qué lo dices, ¿no planeas quedarte en Coruscant? ―inquirió él con curiosidad. De las tres chicas, Nova era sin duda la más afín a él, le resultaba increíblemente sencillo conversar con ella. Tal vez la hubiera conocido apenas un par de días atrás, pero no podía evitar sentirse cómodo a su lado.
La pelirroja negó con la cabeza.
―Al parecer, nos han concedido una cuenta de créditos para compensarnos por los años como esclavas. Voy a usarla para ingresar en la Academia de vuelo ―explicó―. Siempre quise ser piloto de la República. No puedo desaprovechar esta oportunidad.
―Te he visto volar, Nova, y créeme, eres tú la que debería enseñar a los instructores de la Academia. ―Anakin esbozó una sonrisa de medio lado―. Es una pena, pensé que podríamos llegar a ser amigos. Pero me alegro por ti, te mereces seguir tu sueño.
Ella le golpeó amistosamente el brazo.
―Podemos ser amigos aunque me vaya. Además, me graduaré pronto, estoy segura. ―Le sonrió divertida―. Te apuesto algo a que me hacen jefe de mi propio escuadrón antes de que tú dejes de ser padawan.
―A este paso, no me extrañaría. ―Él esbozó una sonrisa irónica.
Una breve carcajada asomó desde la garganta de la pelirroja, sin embargo, fue efímera. Casi al instante, su semblante adoptó una expresión más seria.
―Anakin, prométeme que cuidarás de mis amigas cuando me vaya ―pidió.
Él le devolvió la mirada. No podía negarse, no después de haber sido testigo de lo que habían vivido, de la fuerte conexión que las unía. Entendía que, para Nova, separase de sus amigas era como desprenderse de una parte de sí misma. Él había sentido lo mismo cuando se vio obligado a dejar a su madre en Tantooine diez años atrás. Pero tampoco podía mentir, era un jedi, sus obligaciones no le permitirían estar siempre al tanto de las dos jóvenes.
―Haré todo lo que esté en mi mano ―contestó finalmente.
―Gracias. ―Ella asintió, conforme con la respuesta.
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Vespe Blue cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de la suave brisa nocturna sobre su rostro. Volvió a abrirlos apenas un segundo después. La vista que se extendía desde los balcones del Templo Jedi era demasiado asombrosa como para no querer contemplarla durante horas. A pesar de que, como agente de Eclipse Blanco había viajado mucho, en pocas ocasiones un planeta la había deslumbrado tanto como la capital galáctica.
Sin embargo, por muy interesante que le resultase Coruscant, la decisión de regresar a Lorien se había alzado con firmeza en su mente.
Evadida en el curso de sus pensamientos, echó a andar a través de los desiertos y silenciosos corredores. Apenas unas horas atrás se había enterado de la resolución de Nova de alistarse en la Academia de vuelo; mientras que Seda se iría al día siguiente con la senadora Amidala que, a pesar de disponer de una lujosa residencia en Coruscant, pasaba la mayor parte de su tiempo lejos de la capital, atendiendo diversas misiones diplomáticas. Ambas habían empezado a encaminar sus nuevas vidas. Era hora de que ella hiciese lo mismo. Lorien era su hogar natal, tal vez algún miembro de su familia siguiera con vida, tal vez alguien pudiera reconocerla. Era consciente de que las posibilidades eran remotas, al fin y al cabo, llevaba dieciséis años fuera. Pero tenía que intentarlo al menos.
Se detuvo ante una puerta de aspecto sencillo, sin nada que la diferenciase de las demás. Sin embargo, Vespe sabía qué había dentro, o más bien, quién. Podría escudarse en que sus pasos la habían guiado de manera inconsciente, pero eso sería engañarse a sí misma. Desde el momento en que había abandonado su habitación en plena noche, había sido perfectamente consciente de cuál sería su destino. Y, por supuesto, ahora no pensaba echarse atrás.
Petó con los nudillos un par de veces, hasta que la puerta se abrió, permitiéndole clavar la mirada en un sorprendido Obi-Wan, que la recibió vestido tan solo con su pantalón de pijama.
―Vespe. ―Arqueó las cejas, desconcertado―. ¿Ha ocurrido algo?
Ella negó con la cabeza.
―¿Puedo pasar? ―se limitó a preguntar.
Tras un breve instante de vacilación, el jedi se apartó a un lado en un gesto de invitación hacia la joven, que le devolvió una sonrisa de agradecimiento al entrar.
La estancia era pequeña, pero limpia y confortable. Estaba amueblada de modo sencillo, con una cama pegada a la pared de su derecha, una mesilla de noche, un armario, una estantería repleta de libros, un escritorio y una silla. En la pared contraria a la cama, una puerta entreabierta dejaba ver el interior de un pequeño baño. Sin duda, la parte más atípica se concentraba en la pared situada justo en frente de la entrada, donde, al lado de la ventana, Kenobi había colgado su espada láser, varios blaster y un par de armas de aspecto extraño que Vespe no supo identificar, todas perfectamente clasificadas en función de su clase y tamaño.
―Así que, así viven los jedi. ―La joven permaneció en pie, en el centro, sin dejar de observarlo todo―. Interesante.
―En general, sí. ―Obi-Wan se encogió de hombros detrás de ella―. Ninguno de nosotros suele pasar largas temporadas en el Templo. ―Avanzó hasta colocarse en frente de la chica―. No es que no me agrade tu compañía, al contrario, pero, ¿puedo preguntar a qué se debe la visita?
―Ya has preguntado. ―Vespe sonrió y tomó asiento en el borde de la cama―. Me marcho a Lorien, mañana a primera hora.
Obi-Wan asintió despacio.
―Sospechaba que terminarías tomando esta decisión, pero no esperaba que fuera tan pronto.
―Nova también se marcha mañana, y Seda pronto estará viajando con la senadora. No tengo motivos para quedarme.
―Aquí eres bienvenida. ―El jedi se sentó al lado de la joven―. No tienes porqué precipitar la partida si no lo deseas.
Ella le devolvió una sonrisa agradecida, pero negó con la cabeza.
―No se trata de una decisión impulsiva. Siempre he soñado con regresar a Lorien. ―Un prolongado suspiró escapó de sus labios―. Para mí fue diferente, yo no era tan pequeña como Seda y otras compañeras cuando me llevaron a Dantooine. Yo sí recuerdo a mi familia, mi hogar, mi vida ―añadió con una expresión nostálgica, y la mirada perdida en los libros de la estantería―. Tal vez todavía pueda recuperar algo de aquello.
―Espero que encuentres lo que buscas, Vespe. ―Obi-Wan le dedicó una sonrisa sincera―. Te mereces ser feliz.
Ella volvió la vista hacia él. Incluso tras haberlo importunado en plena noche, ahí estaba, brindándole apoyo moral desinteresadamente.
Los ojos de Obi-Wan, sus dientes, su sonrisa... Todo en él era pura armonía, y ella no podía evitar sentirse atraída hacia esa hipnótica cadencia. Casi sin pensarlo, aunque plenamente consciente de sus intenciones, Vespe acercó su rostro al de él y, con prisa, pero suavidad, lo besó.
Él no se apartó, pero tampoco respondió con la pasión que ella hubiera deseado recibir. Ante todo, Obi-Wan era un caballero, de eso Vespe no tenía duda.
―Vespe ―él musito su nombre con exacerbada delicadeza―, yo, me siento alagado. Eres una joven maravillosa, pero yo no puedo darte lo que deseas. Soy un jedi, no puedo...
Ella negó con la cabeza, interrumpiéndolo.
―No sabes lo que deseo ―dijo con firmeza, pero sin rastro de irritación. Tenía muy claras sus intenciones, y hasta dónde podía llegar con alguien como Obi-Wan―. Sé que los jedi no podéis desarrollar apego, no podéis tener relaciones estables. Pero no es eso lo que quiero.
Él arqueó las cejas.
―No estoy enamorada de ti, y sé perfectamente que tú de mí tampoco. No busco ninguna clase de compromiso ―concluyó ella―. Es probable que, si me quedase, si pasásemos más tiempo juntos, sí, me enamoraría. Eres el hombre perfecto ―admitió con una sonrisa vagamente melancólica―. Pero ahora solo sé que me gustas mucho, y que me encantaría poder pasar mi última noche en Coruscant contigo. Si tú quieres ―Dejó caer la última oración con suavidad. Había mostrado sus cartas, ahora dependía de él continuar la jugada, o ponerle fin.
En el fondo, Obi-Wan no se sentía realmente sorprendido por de lo que acababa de ocurrir. Desde que había hablado con Vespe por primera vez había sabido que era una chica decidida y que, en cierta medida, se sentía atraída hacia él; no le había dado demasiada importancia, pues lo había interpretado como una fantasía de juventud, pero ahora comprobaba que Vespe Blue no era de las que dejaban nada a medias.
―Si te preocupa la diferencia de edad, debes saber que soy una mujer, Obi-Wan, no una niña. ―Ella interrumpió el curso de sus pensamientos.
El jedi no pudo evitar que una sonrisa asomara a sus labios ante la determinación en las palabras de la rubia.
―Sé que eres una mujer ―contestó, tras un breve silencio―. Una mujer muy hermosa.
En esta ocasión, fue él quien rompió la escasa distancia que los separaba y tomó el rostro de ella entre sus manos, depositando sobre sus labios un beso mucho más apasionado que el anterior.
Quería, o más bien, necesita eso. Por una noche, necesitaba olvidarse de lo horribles que eran las cosas ahí fuera, de los criminales como Rastan, de las guerras a punto de estallar, de conspiraciones políticas, del sufrimiento que habían vivido niñas como Seda... Al día siguiente se levantaría y seguiría siendo el jedi impecable que lo da todo por los demás, que es leal a la República, que cumple las órdenes sin cuestionar y sacrifica su vida si es necesario. Pero esa noche no.
Esa noche sería solo un hombre que necesitaba desahogarse con una mujer hermosa. Una mujer que no le pedía nada a cambio, que, como él, solo quería disfrutar de unos momentos de abstracción del mundo exterior.
―¿Vendrás a verme? A Lorien ―susurró Vespe con la voz entrecortada, sin apenas separar sus labios de los de él―. Como amigo, quiero decir ―aclaró, convencida y con una mueca pícara.
Él solo asintió, sin ocultar la misma expresión divertida en el rostro.
Los besos fueron subiendo de tono, al igual que las caricias. Cuando las primeras prendas de ropa comenzaron a desaparecer, Obi-Wan dirigió su mano a la puerta, y mediante la fuerza la cerró.
Ahora estaban solo Vespe, él y la noche.
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Los primeros rayos de sol de la mañana se colaban entre los ventanales del Templo, envolviendo el paseo de arcos que llevaba a las dependencias superiores de los jedi en un curioso efecto luminoso.
Anakin había recorrido ese camino en incontables ocasiones, pero esa era, sin duda, la primera vez que se topaba con una sigilosa mujer saliendo con prisa del dormitorio de su maestro.
Las mejillas de Vespe adquirieron un tono carmesí cuando sus ojos se toparon con los de Anakin, que brillaban con picardía. Pero eso no evitó que la joven se detuviera unos instantes con él para darle las gracias por todo. Tras una breve, pero sincera despedida, ella se marchó en dirección a las habitaciones de sus amigas, mientras que Anakin continuó hasta la puerta de Obi-Wan.
Sorprendió al jedi saliendo del baño, con el cabello húmedo recién lavado y ya vestido con su ropa habitual de entrenamiento.
―Buenos días, maestro. ―Anakin se dejó caer en la silla del escritorio―. ¿Has dormido bien? ―añadió con una mueca divertida.
―Muy bien. ―El aludido enarcó una ceja, perspicaz al tono socarrón de su padawan―. ¿A qué se debe el interés?
―Nada en especial ―Anakin contestó mirándose las uñas con despreocupación―. Te pregunto a ti porque preguntárselo a Vespe habría sido poco caballeroso por mi parte ―concluyó en un tono deliberadamente burlón.
Cuando alzó la mirada hacia su maestro pudo distinguir una levísima expresión de embarazo. Tal vez Obi-Wan fuese experto en controlar sus reacciones, pero él era experto en interpretar hasta su más imperceptible parpadeo. Se conocían demasiado bien.
Tras un instante de silencio, Kenobi rodó los ojos.
―Vamos, listillo ―contestó divertido, a la vez que le daba una palmada en la espalda a su padawan para que se levantara de la silla―. Nos esperan en el centro de comunicaciones. Nos van a asignar una nueva misión.
―Que conste, que a mí me parece bien. ―El aprendiz continuó hablando mientras salía de la habitación detrás de su maestro―. De hecho, me parece muy bien. Deberías enseñarme más de esas técnicas de persuasión y menos meditación ―agregó, sin dejar de sonar guasón en todo momento.
―Te la estás jugando, Anakin. ―Obi-Wan no se giró para reprenderlo, porque en realidad él tampoco podía dejar de sonreír divertido.
Quizás su padawan no fuese el más disciplinado, ni el más receptivo, pero con el paso de los años, Obi-Wan había aprendido a quererlo como a un hermano pequeño, como a un hijo. Anakin era auténtico, impulsivo y sincero. Cierto era que todavía le quedaba mucho por madurar, pero Obi-Wan se sentía agradecido de que la fuerza lo hubiera elegido a él para acompañarlo en ese proceso.
No tardaron nada en llegar al centro de comunicaciones del Templo. Junto a la mesa de proyecciones central, los esperaban el maestro Ki-Adi-Mundi y la maestra Luminara Unduli. En cuanto Obi-Wan y su padawan llegaron a la sala, los maestros programaron el holograma del planeta Ansion, desde donde habían recibido demanda de apoyo por causa de un conflicto fronterizo que amenazaba con terminar en guerra civil.
―Vuestra misión es mediar en el conflicto para evitar la guerra ―informó el maestro Adi-Mundi.
―Creía que los jedi no interveníamos en asuntos internos ―Anakin no disimuló cierto deje de suspicacia―. ¿Por qué bando tomaríamos partido?
―No intervenimos en conflictos internos, a no ser que estos puedan afectar a la estabilidad de la República ―contestó Luminara, ignorando la suave provocación del chico―. Creemos que los separatistas pueden estar detrás de las conspiraciones. Debéis intentar evitar el conflicto bélico, pero también averiguar todo lo que podáis.
―Entendido. ―Obi-Wan asintió con una expresión pensativa, sin dejar de mirar el holograma. Los separatistas todavía no se habían proclamado violentamente en contra de la República, pero cada vez les llegaban más informes desde todos los puntos de la galaxia, en los que el movimiento liderado por Dooku estaba involucrado de alguna manera―. ¿Cuándo partiremos?
―Esta noche ―respondió Adi-Mundi―. Sé que acabáis de llegar de otra misión, maestro Kenobi, pero sois los más adecuados para este trabajo. Los ansionanos cuentan con vosotros.
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Hello there :)
Al final he decidido hacer otro capítulo más aparte de este antes de cerrar este primer arco-introducción y pasar a los eventos de las pelis y serie. Es decir, con el siguiente capítulo se cierra definitivamente esta primera parte y el siguiente ya coincidirá con el principio del episodio II.
En realidad el siguiente es una continuación de este xD, pero es que me quedó esa escena casi tan larga como las tres de aquí, así que mejor lo publico la semana que viene para no aburriros jajaja. Estaré en Londres de viaje, pero cuento con el wifi del hotel para subirlo.
Estoy deseando leer vuestras opiniones sobre este capi, ¿esperábais lo de Vespe y Obi? jajaja, seguro que muchas ya lo sospechabais, he visto mucha intuición femenina en los comentarios ^_^
Besos y mil gracias por leer ^_^
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