Capítulo 22.



Sabía que todo estaba mal desde que pise esas tierras, entonces hace tiempo fueron ellos lo que invadieron nuestras tierras cuando yo era un pequeño, era el padre de Freya quien asesinó a mi madre cuando ella tenía a su bebé dentro de ella.

No sé cómo sentirme, me siento molesto con todo esto, creí que el padre de mi perla era un buen hombre y que jamás lastimaría a alguien inocente.

—Todos los blancos son iguales —dijo mi padre—, ella solo vino a traer desgracia a estas tierras.

—No culpes a Freya padre, ella no tiene la culpa de lo que hizo su padre.

—¡Su padre mató a tu madre!

—¡No es su culpa! —alce la voz— No es culpa de Freya lo que hizo su padre en el pasado... Su padre está muerto y ella está destrozada.

—Yo también lo estaba cuando tuve que enterrar a tu madre y a mi hijo —él susurró—, no me digas nada ahora hijo, que no puedo siquiera pensar.

—Solo tienes que saber que ella no tiene la culpa de nada, está sufriendo por la pérdida de su padre, no me importa lo que el hizo antes, me importa ahora que mi mujer esté bien.

Me puse de pie para salir de la choza, la tribu estaba bien, ellos estaban bien y sin ningún tipo de problema, pero nuestra llegada fue terrible, el padre de Freya venía muriéndose y terminó muriendo cuando llegamos a la tribu, mi perla está destrozada, no se ha apartado del cuerpo de su padre.

Me molesta demasiado no poder hacer más por ella, aliviar su dolor y decirle que estará bien. Pero sabemos que no lo estará.

Llegué a la choza en dónde siempre le damos el descanso a nuestros muertos, al entrar la encontré sentada mirando el cuerpo de su padre, me senté a su lado para acompañarla.

Su rostro estaba muy pálido, su nariz y ojos estaban rojos y su mirada estaba perdida, no hacía ningún gesto más que soltar sus lágrimas.

Quisiera poder ayudarla a aliviar ese dolor, por primera vez, ahora no sabía que hacer para hacerla sentir bien.

—Mi perla, llevas mucho rato aquí sentada, come un poco ¿Si? Traeré pez, del que te gusta.

—No tengo hambre —susurro—, quiero de regreso a mi papá ¿Cómo hago para que regrese?

—No lo hará —ella me miró—, lo siento pero no regresará.. Mi perla..

—Basta, no me digas nada —soltó con rabia—, no quiero oir nada, no quiero..

La atraje hacia mí, por más que se negaba a que la tocara, la abracé, la abracé con fuerza. Ella volvió a soltar su llanto, un llanto que a mí me rompía el alma por qué podía escuchar y sentir su dolor.

Ella estaba sufriendo y yo también. Ella por perder a su padre y yo, por qué no podía hacer nada para aliviar su enorme dolor, me sentía triste por ella, triste y con mucho dolor.

No sabemos quién pudo haberle hecho eso a el. Ni siquiera hubo tiempo de hablar, el solo se quejaba del dolor hasta que falleció en los brazos de Freya.

No dije nada más, solo la consolé lo mejor que pude, ella poco a poco dejo de hacer ruido, la vi y se quedó dormida en mis brazos, acaricie su cabello con suavidad, estaba muy mal y yo lo estaba, quería aliviarle el dolor.

—Atuq —la chamana entró a la choza—, hay que enterrarlo, lleva mucho tiempo ahí.

—Hay que preparar un lugar en dónde se pueda poner, en un momento iré.

Ella salió de la choza, había que enterrarlo ahora, llevaba horas ahí puesto, hay que darle un descanso a su cuerpo.

Cómo pude me puse de pie con ella en mis brazos, salí y camine hacia mi choza, la dejé acostada un momento y me quedé en el suelo mirándola por un momento, Lomo se acercó a mi para chillar.

—Lo se amigo, ella está triste. Debo preparar todo, necesito que la cuides —lo miré— ¿Puedes hacerlo?

Soltó un gruñido en respuesta, acaricie sus orejas y salí de la choza, yo mismo iba a encargarme de todo mientras ella descansaba.

Aún estaba molesto por las personas del barco, el general murió y ellos solo nos dejaron aquí y se fueron, bajaron todo lo que nos dieron y se fueron como cobardes.

Solo espero que no le digan a nadie en dónde estamos, sería una locura si llegan aquí.

Mis hermanos estaban ordenando el sitio, la chamana decidió que fuese del otro lado de la arena en dónde posaba el mar y las rocas. Estaban colocando algunas piedras para poder saber en dónde estaría enterrado.

Algunos de la tribu dejaron lo que los dieron en el corazón de la selva para que nadie los viera, eso se usaría para cualquier cosa.

A pesar de todo y de que el fuese el padre de Freya, mis hermanos y todos en la tribu la aprecian mucho y la quieren, se preocupan por su felicidad y su salud.

Cuando alguien de la tribu se reúne con la tierra, nosotros no lloramos, solo hacemos silencio por respeto para que el o ella busque el camino hacia la paz, nadie llora o hace algún ruido, todo es paz y silencio.

Yo mismo comencé a abrir la tumba con mis propias manos mientras hablaba con los dioses.

—Denle paz a su alma, paz a su corazón, denle luz y camino hacia una nueva vida.

Lo repetí hasta que la tumba estaba lo suficientemente profunda para poder colocarlo. Todo esto se debe hacer con las manos para que sea más puro y significativo.

Salí de la tumba para ir hacia la choza en dónde estaba Freya descansando. No quise despertarla pero era necesario, ella más que nadie es que debe despedirse de el.

Me acerqué a ella y me puse de rodillas.

—Mi perla —la moví un poco—, despierta.

Poco a poco comenzó a abrir los ojos, no podía ver ese azul que tanto que me gusta, solo veía tristeza en ellos, nada más que eso.

—Vamos a darle descanso a tu padre.

—No quiero —negó mientras lloraba—, no quiero despedir a mi padre Atuq, no quiero hacerlo..

—Se que te duele, que te duele mucho aquí —me toque el pecho—, pero debemos darle descanso a tu padre, yo estoy contigo.

Ella asintió. Se sentó en la cama y dejé que ella no hiciera nada por un momento, la tristeza en su rostro era enorme y eso hacía que mi pecho doliera mucho.

—Yo sé lo que hizo —me miró—, sé a cuántas personas asesinó cuando vino a este lugar y se que mató a tu madre, por favor perdóname Atuq, perdóname por ser la hija de la persona que te arrebató a tu madre.

—No, no, no mi perla, mi perla no debe pedir perdón a Atuq, ella no hizo nada malo.

Me senté a su lado para abrazarla, ella se aferró a mi con fuerza y lloraba de manera desconsolada, ya no sabía que hacer para aliviar ese enorme dolor. Ella no tiene la culpa de lo que hizo su padre, no es su culpa, nada de esto es su culpa.

No lo es.


(...)


Mis hermanos junto a la chamana estaban pidiendo a los Dioses y a nuestros ancestros que le dieran el descanso al padre de Freya.

Mi perla estaba de rodillas ante la tumba mientras lloraba a su padre.

Yo también miraba la tumba en dónde el reposaba y tendría su descanso. El debe saber que no lo odio, se que hizo cosas malas, el mismo me dijo que no estaba contento con sus acciones pero que trato de ser una buena persona. Claro que lo fué, me aceptó como el compañero de Freya, me dió techo por días, me dió alimento y él salvó al muchacho, de una vida de esclavitud.

Antes de irse de este mundo, si hizo algo bueno y se que será recompensado.

La chamana comenzó a orar hacia el cielo, pidiendo descanso para el, para su alma y que lo reciban allá arriba, en el viento lejano y que recorra el mundo siendo un alma libre.

La arena fue echada a la tumba, me acerqué a mi perla para abrazarla mientras ella lloraba y pedía que lo dejaran. Ella no estaba bien, yo tampoco lo estaba.

—Se fue mi papá Atuq, se fue.

—Lo sé mi perla —murmuré—, lo sé.

Desde ahora en adelante me toca ser fuerte por ella al menos unos días, ella va a tardar en reponerse de ésto. No importa cuánto se tarde, yo estaré a su lado para acompañarla en su duelo hasta que se recupere, no me importa cuánto tiempo lleve esto, no me pienso alejar de ella.

La arena había llegado hasta el tope, mis hermanos colocaron las piedras hasta tapar por completo la arena y se formará una tumba para el señor William.

Me acerqué a la tumba y me puse de rodillas, coloque mis manos en la arena al igual que mi cabeza. Quería mostrarle mi respeto, también quería que supiera lo agradecido que estaba con el por haberme tratado bien, por haberme enseñado algunas cosas y por supuesto por haber criado a Freya, por subirla a ese barco para que ella pudiera llegar a mi.

—Le juro que haré feliz a Freya, hasta mi último aliento, se lo juro.

Hice un par de reverencias más y deje mi roca sobre todas las demás. Freya también hizo lo mismo y terminó por despedirse de el.

—Te amo mucho papá, espero que estés con mamá.

Mis hermanos junto a la chamana se fueron, yo ayude a Freya a ponerse de pie, se quedó mirando la tumba por un momento y después comenzamos a caminar hacia la tribu.

Cuando alguien muere y es un padre, las mujeres de la tribu preparan mucha comida para que la viuda o persona que perdió a alguien, pueda alimentarse por qué suelen desanimarse por muchos días.

Con esto demuestran que a pesar de todo, aprecian mucho a Freya y la toman como parte de nuestra tribu.

Al llegar todas recibieron a Freya, le daban palmadas de consuelo y una sonrisa, haciéndole saber que su padre estaba bien y descansando en paz.

Todos ahora cuidaremos de ella.


(...)


Después de aquella comida, Freya quiso dormir por qué se sentía muy cansada, les agradeció a todas por la comida y luego se fue a dormir.

Justo ahora estaba acostado con ella en nuestra choza, su pecho subía y bajaba con mucha lentitud dándome a entender que estaba muy dormida.

No me he movido por miedo a despertarla, quiero que descanse, ha sido demasiado para ella desde que salimos de ese lugar. Tenía razón en estar inquieto, esas personas no son buenas, claro que no.

Cualquiera de ellos pudo haberlo matado. El señor William no era muy querido entre sus mismas personas, a ellos no le importan nada más que ellos mismos.

Freya se removió a mi lado luego abrió los ojos un poco.

—Perdón ¿Te desperté?

—No, es que estoy muy hambrienta.

—¿Eh? Pero si comiste muy bien.. Mejor dime qué quieres, no quiero que pases hambre.

—Quiero mango —me sonrió un poco—, se me antoja mucho.

—Pero si a ti no te gusta el mango —fruncí el ceño.

—Lo se, pero quiero comer mango ¿Puedes darme uno?

—Lo que mi perla diga.

Le dejé un beso en su frente, ella se volvió a cubrir con la tela, la noche estaba un poco fría y ella seguía viéndose cansada.

Tome el hacha para salir de la choza, camine hacia donde teníamos los mangos, el árbol estaba muy cargado para esta época así que le llevaré unos cuantos para que se coma los que ella quiera.

Mi pecho se sentía cálido cuando la vi sonreír, aquella sonrisa me generó mucha felicidad por qué si ella está bien, yo lo estoy. No hace falta nada más.

Al llegar al árbol, mi ceño se frunce al ver a alguien parado ahí, cuando se voltea, era aquel sujeto.

—Brandon.

—Atuq, que gusto verte —me sonrió.

Sentí que alguien me golpeó muy fuerte en la cabeza, veía muy borroso y sentía un líquido bajar por mi cabeza.

—Atenlo y busquen a los demás.

No, no puede ser... 

Freya. 




Hola hola lectoras, espero que esten bien y que haya sido de su agrado el capítulo, todo se esta poniendo de infarto 🔥 Por Dios! Se viene muchísimo drama en la historia. 

Recuerden que la historia esta por finalizar, quedan menos capítulos para que finalice. 

No olviden dejar sus votos y comentarios. 

Besos, Ross. 

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