Prólogo


Si te paras en medio del desierto, tus huellas comenzarán a cubrirse de nuevo de arena, ocultando el gran camino que tú has andado. Hay momentos en la vida que no son para ver el camino andado sino el trecho que queda por andas o la sensación que te inunda cuando lo haces.

Tendemos a medir el tiempo como una constante absoluta que rige nuestras vidas carentes de emoción. Todo está organizado y cuadriculado como si tuviéramos un guion de todo lo que debemos o no hacer.

Aquellos que se saltan dichos guiones, son criticados y vejados hasta el extremo, pero para mí, son verdaderos héroes.

Dedicarte a la ciencia es ser un héroe día a día, es jugártela por los demás. No hay nada más placentero que saber que tu grano de arena en el gran desierto que conforma el mundo, puede ser capaz de borra la senda del dolor, de las enfermedades.

Y yo soy aquella que ha comenzado a andar por ese desierto árido que me hace deshidratarme por momentos. Pero, en aquel paraje inhóspito, hallo la paz que necesito.

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