«« Capítulo lll. »»
Han pasado tres horas. Tres largas y agobiantes horas en las que ningún médico, ningún enfermero, ningún paramédico, nadie... Se ha acercado a ellos para decirles que ha pasado con Julián. Dylann de vez en cuando empieza a llorar ahogado en la desesperación y ella se acerca a él, lo abraza y trata de calmarlo. Todo esto le está destruyendo el corazón en pedazos.
—¿Familiares del señor Julián Castro Abdel?—Pregunta la enfermera que la detuvo tres horas antes.
—Somos nosotros.—Responden al unísono.
—Tengo buenas y malas noticias.—Dice hojeando una enorme libreta.
Él le sostiene la mano y ella lo mira confundida; ha de estár muy asustado para que haga aquello.
—La mala es que no podrán quedarse en el hospital.—Un suspiro de alivio sale de la boca de Sofia y agradece a Dios por esto.—La buena noticia es que por fortuna la herida no ha sido tan grave. Hemos retirado la bala de su organismo, al parecer todo marcha bien. Por ahora sólo necesita descansar, ningún órgano interno se vió afectado.
—¿Podemos pasar a verlo?—Pregunta desesperada observándola despacio.
—Sólo uno de ustedes, además sólo puede durar 5 minutos.
—Sofia vé tú.—Dice él sonriendo.—Papá es tu amigo, se vé que le empezaste a tomar cariño y en este momento te necesita. Sé que quieres verlo.
—Pero...
—Deja de contradecirme y vé.—Dice sonriendo o al menos intentando hacerlo.—Te debo esto y más.
—De acuerdo.—Responde alegre devolviéndole la sonrisa.
—Sígame señorita.
Ella sigue a la enfermera y ésta la lleva por unos enormes pasillos blancos, otra vez el olor a medicinas, al parecer ese olor es escencial en un hospital. Caminan y llegan a un pasillo lleno de puertas blancas en donde dentro de ellos se encuentran pacientes. Cada habitación está enumerada. Se detienen frente a la 34-a. La enfermera abre la puerta y allí está Julián. Acostado. Débil. Repleto de aparatos inalámbricos que ahora son capaces de controlar su ritmo cardíaco.
—Recuerde 5 minutos.—Dice la enfermera cerrando la puerta y dejándola sola con Julián.
Asiente con lentitud y se acerca a la cama donde está Julián. Acaricia con ternura su cabello y sus lágrimas caen sin avisar. Un dolor tremendo corrompe en su pecho y las lamentaciones empiezan a salir de su boca.
—Julián, Soy Sofia. ¿Recuerdas como me lo prometiste?—Dice entre sollozos mientras acaricia su mejilla.—Aquí estoy, aquí estoy para lo que necesites. En las buenas y en las malas aquí siempre estaré. Porque para eso están los amigos; para apoyarse unos con otros y para matar los monstruos que intenten dañar a uno de nosotros.
Sofia toca la mano de Julián y la siente helada, se ha quedado dos minutos observándolo: está por completo sedado.
—Julián, cuando te conocí creí que eras un loco.—Sonríe histérica y sorbe su nariz.—Querías cumplir una fantasía sexual y lo hiciste.—Ríe a carcajadas y continua.—Pero después de todo comprendí que sí eres un buen hombre. Tu hijo está muy preocupado por tí, no para de llorar. Es un chico muy sensible cuando se trata de su familia.
—Señorita, temo decirle que yá han pasado sus 5 minutos. Si gusta puede regresar mañana a primera hora, pero el paciente debe descansar.—Avisa la enfermera abriendo despacio la puerta.
—De acuerdo, sólo déjeme despedirme.
—Trate de hacerlo pronto, por favor.—La enfermera cierra la puerta y le deja a solas otra vez con Julián.
—Julián prometo estár aquí a primera hora mañana, espero que tú despiertes temprano.—Suelta su mano con cuidado sobre la cama y deposita un tierno beso en su frente.
Gira sobre su eje y camina hacia la puerta.
—¿Así piensas irte, sin decirme "te quiero"?—Una débil voz le hace sobresaltar, gira sobre su eje y es un milagro ver que él yá se ha despertado.—Acércate y dilo para mí.—Su voz se escucha grave.—Sé que es muy pronto para eso, pero más te vale irte acostumbrando.
Ella corre hacia la camilla en la que se encuentra y lo abraza, al hacerlo éste gime un poco en señal de dolor.
—Auch, recuerda que este pobre viejo está herido de bala.
—¡Julián despertaste!—Se separa de él y sonríe mientras por sus mejillas se desplanzan algunas lágrimas.
—¡Ay no Sofia! No llores, no te lo permito.—Dice limpiando sus lágrimas con un poco de ternura.
—Creí que ibas a morir, creí que te perdería. Dylann también está muy preocupado por tí pero regresaremos a verte mañana. Ahora debemos irnos.
—De acuerdo, espero que no se olviden de éste pobre hombre.—Ella sonríe ante su comentario y vuelve y le dá otro beso en la frente con más cariño y más cuidado.
—Te quiero Julián.—Dice observándolo y notando como éste sonríe al escuchar lo que le ha dicho.
—Yo te quiero mucho más Sofia. Ahora vé, y llega con cuidado a la casa con mi hijo. Los esperaré con ansias.
Abraza con cuidado por última vez a Julián y camina hacia la puerta. Lo observa por última vez y lo último que hace es brindarle una amplia sonrisa. Camina hasta la sala de espera y allí está él sentado en una silla, mirando al suelo y moviendo sus piernas con un notable desespero. Al oír sus pasos dirige su mirada hacia ella y se levanta rápido de la silla.
—Tu padre despertó, está bien.
El rubio le abraza y ella hace lo mismo con un poco de sorpresa.
—No sabes lo feliz que me hace escuchar esto Sofia.—Dice riendo mientras le abraza.
—Debemos irnos.—Responde separándose de él, aún se siente incómoda al hacerlo.
*
*
*
Casa de Julián; 6:54pm.
El rubio se encuentra en su habitación descansando y Sofia está en la que le han asignado en estos 4 días que lleva aquí. Necesita escribir en su diario. Se dirige a la maleta que se encuentra en una esquina de la habitación, la toma y la coloca sobre la cama, la abre despacio y allí está su diario. Lo toma y sostiene el bolígrafo, cierra la maleta y la coloca donde mismo estaba; al hacerlo mira de repente hacia la mesita de noche y allí está su celular, no lo ha tocado hace un día.
Lo toma y lo enciende. Es increíble que tenga carga, bueno aunque no lo ha utilizado mucho. El celular prende por completo y se encuentra con la sorpresa de tener 20 llamadas perdidas de Bettie.
Su corazón se acelera y le hace entrar en pánico.
¿Habrá pasado algo con ella?
Entra al registro de llamadas y le remarca.
1timbre.
2timbres
3timbres.
Nadie toma la llamada, otra vez intenta remarcarle y mientras espera que tome la llamada camina en círculos angustiada.
1timbre, 2timbres, 3timbres.
Buzón de voz.
Nadie toma la llamada.
Otra vez el nerviosismo regresa.
Se sienta en la cama, coloca el celular en la mesita de noche; toma el diario y empieza a escribir en el.
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Escritos de Sofia.
Casa de Julián.
Querido diario, escribir en tí me hace calmar un poco. Tengo días que no te cuento cómo me vá, pués deja yá te digo: en los pocos días que tengo aquí he pasado un infierno, Julián ha Sido herido de bala y ahora para completar Bettie me ha dejado 20 llamadas perdidas.
No sé qué esté pasando en el burdel, pero siento que algo anda muy mal.
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*
*
*
Casa de Julián, día #5.
Sofi se despierta teniendo en cuenta que sólo le faltan dos días para regresar al burdel. La notificación de un mensaje ha hecho que se despierte, la curiosidad entra a su cuerpo y no pierde el tiempo de levantarse de la cama, caminar hacia donde se encuentra el celular cargando y desconectarlo para leer aquel mensaje. Regresa a la cama desbloqueando el celular y entra al buzón de mensajes.
Mensajes de textos nuevos;
Dos chats disponibles, uno de Dylann y otro de Bettie. Apurada y emocionada por saber de su amiga, ingresa a su chat primero
[ “Sofi, si ves esto ten mucho cuidado. Escapé del burdel, Eithel me ayudó... Todo pasó demasiado rápido. Ya sabes que hacer si el ruso pregunta por mí. Ojalá te pueda volver a ver pronto. Cuídate mucho.” ]
Al leer este mensaje un recuerdo llega de repente a su mente, aclarando por completo sus dudas.
«“ F l a s h b a c k.”»
Se encontraban en el apartamento de aquél presunto extraño, lo recuerda perfectamente, estaban sentados en la sala de estár. Bettie y Eithel se encontraban sentados frente a ella. Tan felices, dándose afecto uno al otro. Tan perfectos, tan envidiables. Se le notaba tan tranquila, el amor la hacía perder la noción del tiempo.
—Sofia como yá conociste a Eithel creo que no hay problema en decirte que en cualquier momento renunciaré en el burdel.—Dice acariciando la mano de Eithel mientras que éste se concentra en sus palabras.—Me ha pedido matrimonio.—Sonríe.
—Pero, sabes que no se puede hacer eso, Karloss te mataría.—Responde Sofia cínica y estupefacta.
—Tú no te preocupes, si me llego a escapar del burdel; tú sabes que a donde siempre iré será a casa de mis padres. Después de todo es lo único que heredé de ellos.—Responde cabizbaja.
—Amor, sí tengo que morir para que salgas de toda esta mierda lo haré.—Eithel observa a Bettie y sus miradas parecen conectarse.—Quiero que seas feliz, quiero hacerte feliz. Te mereces eso y mucho más y créeme que estoy aquí para dártelo.
Sofia los observa y hacen muy linda pareja. Eithel es moreno de cabello crespo y esponjoso, unos ojos marrones oscuros y una gran y humilde personalidad. Se le nota en los ojos cuanto quiere a su amiga. Y por más tonto que parezca, debía dejarla vivir su fantasía; su mundo a penas se mantenía de pie. Estár fuera de el por varios minutos le sentaban bastante bien.
«“E n d F l a s h b a c k”.»
Sale del chat de Bettie algo triste y entra al de Alex.
[ “Hola desvirgadora. Jajajaja, no... Tranquila no te asustes. Sé que te llamas Sofia. Te escribo algo confuso y quizás un poco preocupado, fuí al burdel hace dos días y todo estaba cerrado. He intentado comunicarme contigo pero todo parece ser en vano. Si vez esto, llámame.” ]
Sale del buzón de mensajes y coloca el celular encima de la mesita de noche, entra al baño y comienza a ducharse.
30 minutos más tarde...
Se detiene frente al espejo y observa como se marca cada parte de su cuerpo al apretado jean. Se ha colocado una blusa azul muy sencilla y bonita, se suelta el cabello y lo arregla un poco. El celular empieza a sonar y corre hacia donde está para tomar aquella llamada.
1tono, 2tono, descuelga.
—¿Señor?—Contesta con el entrecejo fruncido.
—Sé que Bettie te ha contactado, después de todo tú eres su amiga, sólo faltan dos días para que vengas, dos días para tener una muy bonita charla contigo.—Ríe y su voz hace que le dé un pequeño escalofrío.
—Mire señor Karloss, no sé de qué habla.—Miente.
—Espero que le estés dando un buen servicio a mi hermano. Porque de lo contrario yo mismo te enseñaré a satisfacer al cliente.—Dicho esto Karloss cuelga.
Coloca otra vez el celular en la mesita de noche, se dirige a la sala de estár aún con las últimas palabras del ruso en su mente, toma las llaves que se encuentran encima del desayunador, sale del apartamento y cierra bajo llave. Guarda las llaves en su pantalón y toma rumbo hacia el hospital.
Ha llegado al hospital, el olor a medicina entra como siempre a sus fosas nasales. Camina hacia la recepción y al llegar pregunta por el paciente Julián Ivanoff. La recepcionista detrás del enorme escritorio teclea en la computadora, revisa unos apuntes y luego le dá el número de habitación.
Habitación 67-b.
Agradece y luego camina al ascensor. Pulsa el botón del segundo piso y el ascensor comienza a cerrarse. Luego de cinco minutos se encuentra caminando en el segundo piso con dirección a la habitación en donde se encuentra Julián. Se detiene frente a la puerta de la habitación, inhala y exhala, gira el pomo de la puerta y allí están: hablando a carcajadas. Entra y cierra la puerta detrás de sí.
—Al fin se despertó la bella durmiente.—Alega Dylann en tono burlón.
—No seas duro con ella, quizás está cansada.
—Por lo menos llegué tarde, pero vine.—Abraza a Julián con cuidado y luego se sienta al lado del rubio; el cual está sentado en un sillón color carmesí que queda frente a la camilla en la que está Julián.
—Chicos he querido preguntarles algo desde ayer, pero no puede. Ustedes debieron irse.—Dice Julián.—¿Por qué forcejeaban con esa pistola?—Su cara muestra confusión y intriga.
Sofia observa al rubio un poco asustada y éste hace lo mismo, no sabe que hacer.
—Pues nosotr...
—Papá intentaba obligarla a que tenga sexo conmigo.—Observa a Dylann con sorpresa.—Mira padre, no sé si lo sepas, pero tuve un trío con ella.—Respira un par de veces y continua.—Luego de eso, seguí teniendo sexo con chicas peores, incluso me han introducido en las drogas. Forcé a Sofia hace dos días a tener sexo conmigo, soy un mal hijo papá. Después de todo no soy lo que esperabas.
—¿Es todo esto cierto?—Pregunta Julián dirigiendo su mirada a ella.—Me están tomando del pelo.
—Sí.—Responde con vergüenza.—Todo lo que te dice sí pasó.
—Le pedí perdón papá, te juro que me arrepiento de esa mierda que le hice. Yo no soy así padre, las drogas han hecho que me desvíe del buen camino en el que me haz introducido toda mi vida. Tú lo sabes. A tí igual debo pedirte perdón.—El hijo se acerca a Julián y toma su mano, mientras éste se mantiene sereno y sin ninguna emoción en su rostro, se siente decepcionado.—Perdóname por ser tan mierda, por romper mis valores, por humillar a una mujer; cuando ésto no ha sido lo que me has enseñado.
—Cuando tu madre murió de cáncer tú sólo tenías 9 años. Le prometí que serías un hombre de bien porque eso fué lo que siempre quiso. Y tú, tú vienes y humillas a una mujer, la denigras y en pocas palabras la violas.—Añade elevando su tono de voz.—No sé qué pensar de tí.
—Julián yá lo perdoné, no tienes que ser tan cruel con él.—Interrumpe Sofia poniéndose de pie, interviniendo en la conversación.
—¡Sí, si debo serlo!—Exclama alterado.—Nunca le enseñé a forzar a nadie y menos a violar.
—Papá yá te dije que me arrepentí. Mamá tampoco hubiese querido que estubiéramos así.—Una lágrima se desplaza por la mejilla del rubio y la hace conmoverse.—Perdóname por la herida de bala que tienes; si yo no hubiera forzado a Sofia no estubieras aquí.
—Acércate, Sofia tú también.—Dice Julián con una voz débil conforme sus ojos se llenan en lágrimas.
Se acerca a ellos y Julián los abraza a ambos.
—Lo único que quiero para ustedes es el bien, que sean buenas personas y que sean felices. No pido tanto.
Sonríe observando como Julián los abraza y rompe el tierno abrazo, pensándolo bien sus palabras le han sido bastante tiernas.
—Karloss no debe saber nada de esto Sofia, lo malinterpretaría muy mal.—Dice dirigiendo su mirada a ella.—Lo que ha pasado es un accidente, él no debe enterarse de nada de esto.
Ella siente con lentitud concordando con él. Se siente aliviada por Julián haber dicho lo anterior, no se quiere imaginar que pasaría si el ruso se enterara de esto. A decir verdad, quizás lo hubiera malinterpretado todo como dijo. Observa la hora en un reloj púrpura que se encuentra colgado en las amplias paredes de dicha habitación 11:59am; su estómago empieza a gruñir del hambre.
—¿No tienen hambre?—Pregunta con una sonrisa.
—Yo yá he comido algo que trajo una hermosa enfermera.—Responde Julián sonriendo conforme sus mejillas se tornan rosadas.—Hay muchas mujeres preciosas aquí.—Añade burlón.
—Si tienes hambre podemos ir a comer algo.—Comenta el rubio llamando su atención.
—No se preocupen por este viejo, yo voy a estár bien y creo que mejor si aquella enfermera regresa.
Sonríe ante su comentario y el sonido de la puerta al abrirse borra por completo su sonrisa, haciéndole dirigir su mirada hacia ella.
—Vaya, tienen una reunión familiar.—Alega una enfermera con utencilios de bañarse en una bandeja.—Soy Leticia, la enfermera a cargo del cuidado del señor Ivanoff.
La observa con cuidado; es una mujer de algunos 45 años, tiene un corte de cabello extravagante. Su piel es blanca sin ninguna cicatriz visible, una cara fina con una pequeña naríz respingada, la cual está acompañada de unos labios rosados y carnosos.
—Creo que no hay problema en que me dejen solo, pués yá se iban a comer.—Dice Julián abriendo sus ojos para que de alguna manera entiendan su indirecta
—Bueno creo que yá debemos irnos, me muero de hambre.—Dice Sofia mirando a Dylann.
—No se preocupen chicos, su padre está en buenas manos.—Asegura Leticia sonriendo y preparándose para darle un baño a Julián.
Sale de la habitación y Dylann le sigue los pasos.
—Creo que a papá le gusta esa enfermera. ¿Lo notaste?
—Claro que lo hice; ¿no me viste?—Responde girando los ojos.
—Se refirió a tí como una hija de mi padre.—Responde a carcajadas.
—¿Quienes eran las chicas del otro día?—Pregunta entrando al ascensor y luego esperando a que él haga lo mismo para luego cerrar las puertas de éste.
—Son amigas, amigas de malos pasos.—Dice presionando el botón que vá hacia abajo.—Almas perdidas que se regocijan al recolectar más para que el sufrimiento sea su deleite.
—Sí, eso se notó de más.—Responde.—Pero no entiendo porqué en casa de tu padre y no en la tuya.
—Siempre las invito a la de papá cuando él no está, siempre hacemos orgías, fumamos marihuana, bebemos cantidades grandes de alcohol... En fin, cosas no buenas para jóvenes.
—Me das un poco de miedo, aunque no dudaría en patear tu trasero si lo requieres algún día.—Contesta provocándole unas largas carcajadas al rubio.
—No Sofi, no lo harías... Eres una buena chica, yá lo he comprobado.—Admite mirando a un lado.
—Tendré que aprender Karate para defenderme.—Dice a carcajadas.
—Sí, podrías. Te vendría súper bien.
Salen del hospital y empiezan a caminar en las calzadas.
—Oye... ¿Por qué eras tan malo conmigo?
—Si te digo que hay una razón te mentiría. Mi parte malvada siempre me hace tomar impulsos imprevistos.—Responde abriendo la puerta de un elegante restaurante.
Entran al restaurante y se detienen en la recepción; él pide una mesa y en un abrir y cerrar de ojos un camarero los lleva a su mesa. Él aparta la silla para que ella se siente y en forma de agradecimiento le sonríe. Luego gira al rededor de la mesa y toma asiento.
—Estos son los menús.—Dice el camarero depositándolos encima de la mesa.—Regreso en 3 minutos a tomar sus órdenes.
Dicho esto se vá y los deja a solas.
—Lamento todo el daño que te he hecho Sofia. Creo que nunca me cansaré de pedirte que me perdones, tampoco creo que sea suficiente.
—Creo que yá te he perdonado por eso.—Responde.—Por favor yá no vuelvas a mencionar el tema, por ahora no quiero profundizar en el pasado.
—Okey, discúlpame. ¿Puedo hacerte una pregunta?—Cuestiona mostrando duda en sus ojos.
—Claro.
—¿No tienes pareja? O ¿no te gusta alguien en especial?
—Estoy tratando de olvidar a alguien, pero no es importante.
—Tú quisiste saber lo mío, ahora no creo que sea justo que te niegues a hablarme de tí.—Él la mira y por un momento ella sabe que tiene razón. Se prepara para hablar y el mesero aparece salvándole el pellejo.
—¿Yá saben que ordenar?
—Pués yo quiero pulpo a las brazas.—Dice el rubio extendiéndole el menú de vuelta.
—Yo voy a ordenar atún Sakudori, suena interesante y quizás sea delicioso.
—Muy buena elección señorita. Sus órdenes estarán listas en un momento.—Dice sonriendo para luego irse.
—No creas que te salvaste.—Dice él levantando una de sus ejas.
—Se llama Alex.—Responde observándolo.—Tengo 5 días sin verlo, no fué lo que yo pensaba.—Admite sin hacer contento visual con él.—Primer chico virgen que contrata mis servicios. Quizás he pensando mucho en él porque nuestro encuentro fué muy raro.
—¿VIRGEN?—Pregunta histérico.
—Así como lo oyes.
—Sofia, ¿por qué no dejas ese asqueroso trabajo?—Pregunta con firmeza.—Yo te ayudaría a buscar empleo, tengo contactos pudientes.
—Tu tío me mataría.—Responde sin pensarlo.
—Disculpa pero, ¿de qué tío hablas?—Pregunta confundido.
Mierda la ha cagado. Ha metido la pata.
—Olvídalo, no es importante. Estoy agotada; el cansancio me hace decir estupideces.—Dice tratando de variar el tema.
—Entonces, dices que el dueño de ese burdel ¿es mi tío? ¿Tengo un tío que prostituye mujeres?—Pregunta con frustración mientras pasa sus manos por todo su cabello.—¿Por qué papá no me había hablado sobre él?
—No lo sé, no sé porque no ha hablado eso contigo, quizás tu padre no quiere que lo sepas.
—¿Por qué te mataría? Es tu vida, tu cuerpo y tu decisión. Nadie se puede meter con eso. Tú trabajas por dinero, abandona ese trabajo, yo te ayudo económicamente si eso necesitas.
—Mis padres me dieron en adopción a Karloss a los 17, no puedo dejarlo. Karloss es mi tutor legal, me vá a matar si pienso en renunciar, no tengo escapatoria.
—Y si no haz renunciado y supongo que tampoco te has escapado. ¿Por qué estás aquí?
—Tu padre me contrató por una semana.
—Ay dime que n.....
—No, no me acosté con tu padre.—Responde interrumpiéndolo.—La noche que fué, sólo hablamos.
—Que alivio.—Responde exhalando.
El mesero se acerca y coloca sus platos en la mesa, él y Sofia agradecen, éste se aleja y los vuelve a dejar a solas.
—Mi vida es un asco. Créeme.—Dice tomando una porción de la comida y la lleva a su boca.
—Debo hablar con papá, me siento engañado. Y eso no es justo.
—Dylann...
—No hablemos del tema, debo pensar. Ahora sólo termina de comer para que nos vayamos de nuevo al hospital.
Ella cierra la boca y continua comiendo. Metió la pata, esto se pondrá feo y todo por su culpa.
No demoraron más de 30 minutos para terminar de comer. La tensión entre ambos se había hecho fuerte. Dylann pagó la cuenta y tan pronto lo hizo salieron del restaurante con dirección al hospital. Su cara estaba con un semblante frío y calculador; no mostraba ningún tipo de expresión facial, parecía estár en el limbo. En el trayecto del camino Sofia intentó una y otra vez buscarle conversión pero a cambio sólo obtuvo su silencio. Caminaron distante, notaba algo en él que le causaba miedo: era aquella frialdad que mostraba su rostro, parecía insensible.
Entran a la habitación y Julián se encuentra abstracto en sus pensamientos.
—¡¿Por qué lo ocultaste?!—Grita sorprendiendo a Julián.—¿Qué tipo de familia tengo?
Julián la observa, agacha su cabeza y se lamenta por lo bajo.
—Supongo que yá sabes de Karloss.—Responde calmado.—Sofia te habló de él ¿no?—Cuestiona dirigiendo una leve mirada hacia ella.—Quizás no te lo ocultaría por siempre. Sofia, ¿puedes salir un momento? Quisiera hablar a solas con mi hijo.
—Estaré afuera por si me necesitan.—Responde notando la tensión que comienza a surgir entre ellos.
Sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí; se recuesta de la pared y puede sentir lo áspera y lisa que es. Comienza a sumergirse en sus pensamientos y un pequeño recuerdo llega a su mente.
«“F l a s h b a c k”.»
—¡Me he escapado de casa por tu culpa!—Gritó con angustia Sofia, caminando en circulos una y otra vez mientras que Maximiliano se encontraba relajado y acostado en la cama.
—Acércate bonita, sé que hacer para calmarte.—Respondió con una sonrisa pícara igual que siempre.
Sofia tenía presente que si no iba hacia él, sufriría graves consecuencias. Así que se acercó a él con pasos lentos y en el trayecto del camino se quitó cada prenda de ropa que tenía. Y cuando llegó donde estaba lo besó, lo hizo sin pensarlo y al hacerlo lo notó, volvió a sentir ese desagradable sabor en su boca. Había vuelto a fumar marihuana y aquello era algo que a ella le molestaba bastante. Se separó de él en busca de aire y éste descendió hasta su pecho, sostuvo con la yema de sus dedos los dos pezones de Sofia y la miró conforme ésta gemía.
Se levantó de la cama y le ordenó que se recostara en ella; la contempló desnuda y besó su cuerpo desplazándose por el hasta llegar a su entrepierna y cuando estuvo allí jugó con su lengua alrededor de su clítoris, la escuchó, otra vez gimió en un grito bajo como tantas veces lo hacía, aguantando aquel mar de lágrimas por dentro.
«“E n d. F l a s h b a c k”.»
*
*
*
El sonido de la puerta la ha sacado de sus pensamientos; el rubio ha salido de la habitación y su cara demuestra que algo allí dentro no ha salido bien.
—¡Oye!—Grita observando como se aleja.— ¡Detente!—Vuelve a repetirlo y éste hace caso omiso a su llamado.
Al notar que él la ignora abre la puerta de la habitación y entra despacio, notando como Julián solloza por lo bajo.
—¿Ha pasado algo malo?—Pregunta cerrando la puerta tras de sí para luego acercarse a él.
—Le he contado todo.—Admite limpiando sus lágrimas lo que parece inútil porque aún se desplazan por sus mejillas.
Se sienta con cuidado en la camilla y éste continua.
—Le he contado todo de Karloss, él no lo conocía. Nunca me interesó que lo haga. No quería que se diera cuenta del tipo que familia que tiene.
—Debes calmarte.—Dice acariciando su rostro.—Te haría mal alterarte de este modo. Estás débil.
—No sé que hacer.—Responde abrazándole de repente y ella corresponde a su abrazo.
—Julián, antes que todo debes calmarte.
Mira el reloj de pared y las agujas me dan perfectamente la hora; 4:45pm. Julián nota que mira la hora y habla llamando su atención.
—Yá debes irte. Mi hijo se ha ido a casa, no quiero que tengas que irte tarde por mí.
Julián tiene razón, debo irse yá está tarde. Lo abraza y luego deposita un beso en la coronilla de su frente.
—Que tiernos se ven.—Interrumpe Leticia entrando a la habitación con lo que parece ser la cena de Julián.
—Bien, yá debo irme.—Dice alejándose de Julián.
—No me haz dicho cuánto me quieres.—Responde Julián haciéndole parar en seco.
Gira sobre su eje y coloca los ojos en blanco en señal de molestia. Se acerca otra vez a él y lo abraza mientras que con una voz débil susurra en su oído lo que tanto desea escuchar.
—Te quiero.
—Yo te quiero mucho más.—Responde dándole un tierno beso en la frente.—No puedo creer que en tan poco tiempo lograste ganarte mi aprecio y respeto. Prometo regresar mañana a verte, espero que descanses.
Sale de la habitación y recuerda que Julián está en buenas manos, lo que hace que se vaya con más tranquilidad.
*
*
*
Ha llegado al apartamento; el ambiente es tranquilo. Cierra la puerta tras de sí y se adentra en el para buscar algún rastro de Dylann. Recorre la sala de estár y no hay nadie, camina a la cocina y cuando llega tampoco hay nadie, sólo le queda una opción y es revisar las habitaciones. Revisa cada habitación y en ninguna parte lo encuentra, sólo le falta una habitación y es la suya. Camina con pasos apresurados hacia la habitación con la esperanza de que él esté en ella. Llega a la puerta, de esta y gira el pomo con lentitud; desde que se abre puede divisar toda la habitación y allí está sentado en la cama, ¿qué hace aquí?
—Oh disculpa.—Dice notando su presencia.—Sólo quise despedirme de tí.
—¿Despedirte?—Responde acercándose a él un poco extrañada ante su respuesta.
—Me iré de esta casa.—Dice mirándola triste.—No quiero pertenecer a una familia tan mierda.
—Pero esa no es la solución, ¡no es el momento para que pienses esto!—Exclama malhumorada.
—Debes comprender que todo esto es confuso para mí.
—Eres un idiota por....
Él se acerca a ella y ambos hacen contacto visual, empieza acercarse a su boca conforme siente su cálida respiración, es la primera vez que se nota tan sumiso, tan calmado, tan loco por sus besos. Y en una fracción de segundo une sus carnosos labios con los suyos. Su lengua se mueve junto a la de ella y puede sentir aquel jugoso beso. Su zona íntima empieza a humedecerse y empieza a sentir la erección de él. Éste continua besándole y la coloca con cuidado en la cama, quedando él encima de ella mientras poco a poco quita cada pieza de su ropa.
Se ha sumergido por completo en este beso, sintiendo piel a piel los sexos de cada uno conforme se besan. Deja de besarlo y el deseo de sentirlo dentro de suyo la hace confesarlo.
—¡Házlo, yá házlo!—Dice colocándose de espaldas para que empieze a embestirle.—Ahora sí te doy permiso, házme tuya.
Se prepara y retira su pantalón ansiando penetrarla. Ella lo mira con deseo y éste hace lo mismo, sostiene su pene y comienza a penetrarle con ferocidad.
Empieza a gemir y parece gustarle, hala su cabello y esto le exita más.
—No te imaginas cuantas veces deseé hacerte eso.—Dice conforme el sonido de sus cuerpos al chocar se hace cada vez más fuerte.
Saca su pene de espacio y ella se recuesta en la cama, empieza a besarla para luego descender beso a beso hasta su pecho y al llegar allí empieza a lamer su pezón derecho haciéndola gemir una y otra vez. Sostiene con su mano libre su otro pezón y con sus dedos hace pequeños círculos en el.
Otra vez desciende por su cuerpo y llega a su zona íntima haciéndola abrir sus piernas para darle un paso más libre. Su lengua llega despacio a su clítoris haciéndole temblar, empieza a mover su lengua con rapidez y aquello la hace gemir demostrando lo exitada que la hace sentir. Entra dos de sus dedos a su húmeda vagina y sacia toda la sed de placer que tiene. Sus dedos salen y entran una y incontables veces intensificando cada vez más, él saca sus dedos y para de hacerle el oral, se sienta en la cama y comienza a hablar.
—Quiero que hagas lo que quisiste hacer aquella primera vez.—Dice mordiendo sus labios.
Ella se levanta de la cama y se coloca entre sus piernas, sostiene su miembro y puede sentir lo duro que está.
—Te has exitado mucho.—Responde mirándolo mientras sus manos bajan y suben por su miembro.
Abre la boca y se introduce su pene hasta donde más puede, tose un poco pero esto no impide que prosiga. Dylann sostiene su cabello y le obliga hacerle el oral a su ritmo, su pene sale y entra con rapidez de su boca y éste gime de espacio.
Lame su glande y otra vez lo introduce en su boca, se desplaza una y otra vez chupando su miembro y en menos de 5 minutos yá se ha corrido en toda su boca. Traga su semen y éste sonríe.
—Báñate, yo lo haré después.—Dice tocando la comisura de sus labios, limpiando un poco de semen que está en ellos.
Se levanta de entre sus piernas y toma camino al baño, al llegar a él se introduce en la ducha. El rubio entra al baño y por igual se introduce con ella en la ducha, sostiene su cuerpo y la gira hacia él. Sus cuerpos y sentidos reaccionan en conjunto. Puede sentir su respiración sobre ella, observa como se acerca a su boca y lo detiene posando su dedo sobre sus labios.
—No puedes besarme, ¿se te olvidó que tragué tu semen?—Responde sonriendo un poco pervertida.
—Creo que no me importaría besarte.—Dice retirando su dedo de sus labios.
Ella ríe a carcajadas y gira su cabeza para evitar que éste le bese.
—Yá te dije que hasta que no cepille mis dientes no te voy a besar. ¡Me tragué tu semen!
—De acuerdo. Vamos a bañarnos y luego veremos algunas películas. ¿Qué te parece?
—Está perfecto.
Abre la ducha y el agua comienza a salir, se introduce debajo de ella y élhace lo mismo uniendo su cuerpo con el de ella; toma la esponja de baño acompañada del jabón y se la entrega.
—¿Me ayudarías?—Pregunta pícara extendiéndosela.
—¿Por qué no?—Responde tomándola con una sonrisa en sus labios.
Toma la esponja y empieza a bañarla con ella, sonríe al verlo hacer esto y él hace lo mismo conforme prosigue bañándole.
—Bueno, creo que puedes retirarte el jabón.
Se adentra al agua que cae de la ducha y todo el jabón comienza a retirarse de su cuerpo. En menos de dos minutos yá está lista para salir.
—Creo que yá puedo salir.—Dice viéndolo morderse los labios.
—Cepilla tus dientes y espérame en mi habitación.
—Pero debo cambiarme.—Responde extrañada.
—Yo no te he dicho que lo hagas.
Sale de la ducha y se coloca la toalla, se dirige al lavabo y toma su cepillo dental, le añade pasta dental y comienza a cepillar sus dientes.
—¡Cuán hermosa eres!—Él comienza a cantar y queda estupefacta.—Tus ojos demuestran placeres.—Continua escuchándolo y se dá cuenta que canta una ranchera.—Jaiyayai morenita linda, quiero que tu seas mía, una y otra vez, sentirte también piel a piel.
—Me sorprendes.—Dice abriendo de repente la cortina de la ducha, apreciando como éste se lava el cabello.—Cantas bien, ¿qué más sabes hacer con esa boquita?
—Ay, ¿aún sigues aquí? Sal de aquí.—Dice riendo.
—Aún no termino.—Responde con dificultad gracias al cepillo dental que aún está en su boca.
Vuelve al lavabo y enjuaga su boca para luego finalizar retirando la espuma de su cepillo dental.
—Te espero en tu habitación.
Sale del baño y se dirigeom hacia donde está la maleta, la abre y toma unas bragas negras, se la coloca y vuelve y se pone la toalla. Sale de la habitación y toma rumbo a la de él. Se detiene frente a la puerta de la habitación de éste y gira el pomo despacio, la puerta se abre y todo lo que hay en esta habitación la deja petrificada. En la pared hay una plasma de 50 pulgadas proyectando una película. Al final hay un pequeño escritorio repleto de libros, en una esquina está la cama dando una visión perfecta para poder ver televisión. Hay posters con frases y una que otra medalla en las paredes.
Se adentra en ésta y se dá cuenta que él ha estado aquí todo el tiempo.
—¿Cómo es que estás aquí? Si te dejé en el baño de mi habitación.—Pregunta cerrando la puerta tras de sí para luego sentarse en la cama.
—Pues digamos que salí de imprevisto cuando te ponías esas sensuales bragas que traes puestas. Acércate.—Dice haciéndole un ademán con su mano.
Se acuesta a su lado y coloca su cabeza encima de su pecho y puede sentir como éste baja una y otra vez de espacio, él a cambio coloca su mano en la cintura de Sofia y la apega más a él.
—Supongo que lo que pasó hoy, no significó nada para tí.—Dice llamando su atención.
—Pasó de repente.
—Y por eso te supuse que no ha significado nada para tí.—Replica otra vez.—Para tí fué algo que pasó y nada más que eso.
—No puedes hablar así.—Dice levantándose de su pecho.
—¿Entonces te gusto?
—¡No he dicho eso!—Exclama frunciendo el entrecejo.
—Okey, dejemos de peliar y disfrutemos el momento. Ven y acuéstate; veremos mi película favorita.
Él la acuesta en su pecho y vuelve a posar su mano en su cintura. Toma con dificultad el control que está en la mesita de noche y enciende el televisor. Sofia alza un poco su cabeza y conecta su mirada con la de él. Un cosquilleo recorre por su cuerpo y en sus labios se forman unas amplias sonrisas.
Pasó la noche con el rubio, acostados en la cama comiendo pizza y snacks conforme veían películas. Recordó que era su quinto día con él y Julián y algo se destrozó en su pecho. Le sonrió y él hizo lo mismo.
Quizás el hecho de que Julián sea hermano de Karloss no quiere decir que se quedará aquí en este cielo. La realidad es que debe volver al burdel y vivir a carne propia el infierno que es estár allí.
*
*
*
Día #6, casa de Julián.
Despierta por la débil luz que comienza a entrar por la ventana; se sienta en la cama y nota que ha despertado en la habitación del rubio. Ahora recuerda lo que pasó anoche. Mira la cama y no hay nadie a su lado, ha despertado sola. Se levanta y estira sus músculos, bosteza de espacio y divisa que hay algo en la mesita de noche, se acerca a ella y es un papel, lo toma y empieza a leer lo que está en el.
[ “Hola Sofi; espero que te hayas despertado bien. Disculpa que no esté presente cuando lo hagas. He decidido irme de la casa hasta nuevo aviso, ayer te lo dije pero reaccionaste mal. Por eso decidí irme sin avisarte. No te preocupes estaré bien.
Att; Dylann." ]
Trata de deducir lo que ha leído y esto no cabe en su cabeza, no puede creer que esto le está pasando.... No ahora; no con él, a penas lo empezaba a conocer y yá se quería desaparecer.
*
*
*
Luego de levantarse, ducharse, vestirse y desayunar Sofia se dirige al hospital. El camino fué algo extenso, en el trayecto de este pensó con profundidad en ¿cómo pudo Dylann ser tan cruel para abandonar a Julián en un momento como este?
Ha llegado al hospital y no hace falta describir a todos los pacientes y enfermeros que se encuentran caminando o atendiendo un herido en particular. Empieza a subir las escaleras y sus sentidos empiezan a descontrolarse; camina con dirección a la habitación en la que se encuentra Julián, se detiene frente a la puerta de esta y gira el pomo con lentitud, la puerta se abre y allí está él.... Sentado en la camilla mientras Leticia le ayuda con mucho cuidado a colocarse una camisa.
—Hola.—Saluda tímida mientras cierra la puerta tras de sí.
—¡Hola!—Responden al unísono notando su presencia.
—¿Te darán de alta?—Pregunta conforme se acerca a ellos un poco extrañada.
—Sí, hoy saldré de aquí.—Responde Julián.—Leticia irá conmigo al apartamento ¿mi hijo está allá?—Cuestiona sonriendo.
Siente un pequeño nudo formarse en su garganta y respira despacio tratando de buscar aire.
—Se fué de casa.—Explica con dificultad.
—Sabía que pasaría.—Responde tranquilo, como si nada grave pasara.—Quizás vuelva.
Leticia lo ayuda a ponerse de pie y éste comienza a caminar de espacio.
—Ya podemos irnos.—Dice Leticia tomando su bolso para luego seguirles el paso a Julián y Sofia.
Salen de la habitación y aquella zorra sostiene la mano de Julián sin ninguna discreción; cosa que por alguna razón le hace sentir un poco incómoda a Sofia, bajan al segundo piso y se detienen en la recepción.
—Llamaré para que me traigan mi auto.—Dice sonriendo arrogante, mostrando toda su maldita hipocresía.
«¿Perdón? La zorrita no puede irse en transporte público, sus pies se desvanecerán al tocar el transporte».—Piensa Sofia y explota en carcajadas. Leticia le mira con hastío, se aleja de ellos, saca su celular y empieza a teclear en el.
—No me digas que tú y Let.....
—Sofia, lo estamos intentando. Aún no puedo asegurarte nada; pero nos llevamos muy bien.
—Me dá mucho gusto que estés intentando algo.—Responde haciendo énfasis en la última palabra mientras abre con exageración los ojos.—Con una persona nueva, a quien conociste a penas hace dos días.
—El hecho de que esté intentando establecer una relación con una mujer nueva en mi vida, no quiere decir que romperé mi amistad contigo. Eres alguien muy importante para mí y nadie te quitará el lugar que ocupas en mi vida.
Leticia regresa y Julián para de hablar.
—Me informaron que yá está, salgamos afuera, lo han traído.—Dice la zorra, dándose cuenta de que los ha interrumpido.
Leticia toma la mano de Julián y se adelantan para salir afuera, Sofia prosigue sus pasos y comienza a molestarse por la ignorancia de Julián hacia ella. Al salir afuera un auto de color negro los espera. Un chico alto, de cabello crespo y corto, con unos ojos marrones oscuros y una piel canela se desmonta de este y abre la puerta trasera para que Leticia y Julián entren en ella.
Una vez en ella el chico cierra la puerta, regresa a la adentro y Sofi queda parada como una estúpida observando todo.
—Lo siento, pero no me caes bien y creo que deberías irte en bus.—Dice la ella asomándose por la ventana a carcajadas.
Julián la observa y trata de opinar en el tema, pero ella lo interrumpe y continua.
—Te haría bien tomar aire fresco, después de todo creo que el vínculo de Julián y mío es sólo para dos personas, es mi auto y yo no quiero que estés en el.
El conductor enciende el auto y Sofia observa como se van alejando en el. Su respuesta ha sido tan estúpida, al igual que ella. Empieza a caminar por la acera, vé los distintos tipos de coches que pasan a su lado y en un pensamiento veloz; se dá cuenta de que Julián se está enamorando de Leticia y por más que le duela, no es nadie para impedirlo.
*
*
Nuestra pobre Sofia caminó dos horas y medias debido a que no tenía dinero para llegar en el transporte, en las cuales sus pies dolían con intensidad. Llega al residencial totalmente exhausta; luego de batallar arduamente tomando direcciones al azar para poder llegar: sube en el ascensor y llega al 4to piso donde se encuentra el apartamento de Julián. Saca la llave que le ha dado Julián de su bolsillo, la introduce en el cerrojo, gira el pomo y entra a el. Luego de eso cierra la puerta de espacio tras suyo.
Camina por la sala de estár y el sonido de gemidos llegan a sus oidos y maldice por lo bajo para que no sea lo que ella está pensando. Al caminar frente a la cocina la imagen que visualizan sus ojos, le dá un tremendo asco. Julián está teniendo sexo con Leticia en la cocina. Tanto dinero que poseen ambos y ¿ninguno pudo pagar un maldito motel?
—¿Esto es enserio?—Habla llamando la atención de ambos.
Leticia se cubre parte del cuerpo con ambas manos y Julián hace lo mismo.
—Para eso querías que llegara en transporte público ¿no?—Cuestiona con recelo alzando su voz mientras se cruza de brazos y continua.—Para tirarte a Julián ¿cierto? ¿Sabes algo? Puedes tirártelo todas las veces que quieras porque yo yá me voy.
Sigue caminando con dirección a las habitaciones y los ignora. Puede escuchar a Julián hechando una tras otra maldición, entra a la habitación y asegura la puerta luego de entrar.
Saca su celular del bolsillo trasero del jean y marca el número de Karloss.
1er, 2do y al 3er tono su voz tan escalofriante se empieza a escuchar.
—¿Qué necesitas Sofia?
—Regresaré hoy.
—¿Pasó algo con Julián? ¿No le diste un buen servicio?
—Conformate con saber que voy a regresar. El señor yá ha pedido que me retire.—Dicho esto cuela y recoge todas sus cosas.
Una vez lista, toma la maleta, suspira y sale de la habitación. Empieza a caminar y su semblante se torna frío y calculador.
—No puedes irte así.—Julián se acerca y trata de detenerle. Ella intenta esquivarlo y se le hace inútil.
—Julián, yá déjame ir. Yá he hablado con Karloss, no hay nada más que puedas hacer.
—Deja que se vaya, te vas a quedar conmigo amorcito.—Dice Leticia queriendo llamar su atención.
—Podemos hablar esto, puedo llevarte a un restaurante, así hablaríamos mejor.—Dice Julián ignorando a Leticia mientras sigue agarrando su antebrazo, impidiéndole así marcharse.
Se suelta de su agarre y suspira, hace contacto visual con él y siente sus ojos cristalizarse. Se dirige a la puerta del apartamento y antes de salir por completo de el dirige una última mirada a Julián; mostrándole a través de ella como rompió su corazón.
Ha llegado a su apartamento, son las 9:47pm. No tiene apetito alguno. Julián no ha parado de llamarle a su celular.
Sólo le ha quedado ignorarlo.
Al fin entendió que los amigos también le pueden romper el corazón, los nervios de entrar de nuevo al burdel comienzan a surgir y no le queda nada más que dormirse para poder evitarlos.
*
*
*
Llega al burdel; la incomodidad ha invadido a su cuerpo, el ambiente es algo nuevo para ella, le costará volver a acostumbrarse. Hay carne fresca, en sus rostros puede notar que son mayores de edad; en el área de clientes 5 chicas bailan sensualmente, provocando a uno que otro pendejo.
—¡Sofia Betzabel!—Karloss se acerca a ella extendiendo sus brazos para recibirle.—He esperado tanto por tí.—Se detiene frente a ella y sonríe.—Mi joya favorita.
—Buenas noches señor Karloss, igual me dá gusto verle.—Espeta con frialdad notando como su entrecejo muestra confusión.
—¿Tan mal te ha tratado mi hermano?—Cuestiona en modo de burla.
—Estoy aquí para trabajar, no para venir y contarle cómo fué mi experiencia sexual con su hermano.
—Sígueme, he esperado por tí para mostrarte algo.
Empieza a seguir sus pasos mientras caminan entre toda la gente. Llegan al pasillo de las habitaciones, el ruso saca unas llaves de su bolsillo y comienza a resonarlas, odia estár a solas con él.
—Aquí es.—Él se detiene en frente de una puerta negra, la cuál contiene el número dos. Toma una de las llaves y la introduce en el pomo de ésta.—Sígueme y no tengas miedo.
Abre la puerta y se adentra en la habitación, le hace un ademán y ella entra por igual. Enciende la luz y todo para ella comienza a ser visible. Cierra la puerta bajo llave y se dirige a Sofia.
—¿Ves esto?—Dice desmantelando algo que se encuentra en la pared. Una foto queda a su vista. Karloss sonríe y empieza a explicarle.—Te daré unos segundos para que puedas observar bien la foto.
Dirige su mirada a la foto y en ella puede divisar a un hombre calvo, algo robusto y de tez oscura. Es joven, al parecer no sobrepasa los 35.
—Se llama Robert, Robert Lewinns; fuimos socios un tiempo y ¿adivina? ¡Me traicionó!
—Y usted, ¿qué pretende que yo haga?—Pregunta queriendo llegar al fondo de todo.
—A eso quiero llegar, joyita.—Responde seguro de sí mismo.—Quiero que tú seas la presa.—Admite sin rodeos.—Tienes astucia, eres inteligente y posees el cuerpo que todo hombre desearía tener en su cama.
—¿Sólo será él?—Responde mostrando interés.
—Lamento informarte que no.—Karloss muestra la segunda foto, es un hombre desprevenido, sonriendo con mucha alegría, de ojos marrones, poco cabello y tez blanca.—Él es Sebastián Aholeón; de él quiero vengarme, hacerlo sufrir, hacer que muera lentamente.
—¿Vengarse? ¿Tan malo fué lo que te hizo?—Pregunta curiosa.
—Secuestraron a mi hija.—Dice alterando su voz.—No la he vuelto a ver. Hace 15 años de esto, la he buscado sin parar y aún no sé nada de ella.—Contesta con frialdad reflejando un cierto nivel de furia en su rostro.—Yo no empecé en esto de la prostitución desde ahora joyita, yo tenía socios, amigos que me ayudaban a la trata de personas, gente mala y de bandas horribles que me apoyaban en el tráfico, pero quise dejar todo. Recibí la noticia de que sería padre y no sé si esa fué una bendición o una maldición. Al enterarse todos de que renunciaría a esto, decidieron atacar por mi punto débil, mi hija.
—No tiene sentido que siga haciendo esto, debería dejarlo. Si perdió a su hija por un mal, debería eliminar ese mal desde el fondo.—La cara de Sofia mostraba sorpresa.—Discúlpeme, mi intención no es faltarle el respeto, más bien es abrir sus ojos.
—Descuida; yá estaré mejor. Tú me ayudarás a vengarme de todos y cada uno de ellos.—Dice riendo un poco cínico.—Joyita, no puedes pedirle a algo roto que vuelva a construirse. Las personas crean monstruos y luego quieren huir de ellos.
—¿A caso dijo todos y cada uno de ellos? Creí que sólo eran ellos dos.
—Falta uno más. Dicen que lo mejor llega de último ¿no?—Él desmantela la última foto y allí está él. Sus ojos verdes como la amplia y densa naturaleza, su tez blanca y todo el cabello castaño que cubría parte de su rostro, era él. Era Maximiliano.—¿Qué te pasa?—Pregunta al darse cuenta de su cara estupefacta.
—Él, ¡lo conozco!—Dice señalando la foto de Maximiliano aún sin poder creerlo.
—¡Míralo de la forma positiva, ahora será más facil para tí!—Exclama a carcajadas.—Lo volverás a ver.
—¡¿No lo entiende?! ¡NO PUEDE PEDIRME ASÍ POR ASÍ QUE MATE A ALGUIEN QUE CONOZCO!
—Si lo harás.—Añade, haciendo notar su acento.— ¡No quiero una sola queja más de tu parte! ¡Cállate y escucha mi plan!
Karloss empieza a explicarle cada parte de su "gran plan" y a ella lo único que le queda es escuchar.
*
*
*
9;18pm.
Burdel.
Se encuentra lista, tiene puesto el conjunto erótico que Karloss ha comprado, el cual marca con firmeza su trasero. Llega al área de clientes y se sienta en la mesa que le han indicado. Toma asiento y comienza a prestar atención a todo lo que pasa a su alrededor. En un pensamiento fugaz, Dylann y Bettie llegan a su mente.
¿Dónde estarán?
¿Qué les habrá pasado?
—¡Qué bombón me haz guardado!—Exclama con una gran sonrisa quien supone que es Robert. Se sienta a su lado y toma su mano con delicadeza.—Puedes decirme suggar daddy.—Dice depositando un beso sobre ella.
—Un regalo de mi, para tí. Luego de tanto sin vernos, te mereces eso de mi parte, amigo. Para que veas que no hay ningún tipo de rencor de mi parte.—Karloss lo observa y luego dirige su mirada a ella.
Sabe que quiso decir con esa mirada.
—Yo no fuí parte de aquello y siempre te he dicho lo mucho que lo lamento, pero así es esto ruso, se pierde lo que más se ama; porque todo siempre está en juego.—Responde sin más.—Vamos bonita, tengo inmensas ganas de probarte.
Se pone de pie lo más decente que puede, evitando sentir asco hacia él, el ruso les indica a qué habitación ir y ella toma las llaves asignadas. Ríe de cada alago o tontería que dice Robert, lo que le hace por alguna extraña razón, parecer una completa idiota. Al llegar a la habitación Robert yá empieza a tocarla, abre la puerta y luego la cierra con llave. Está exitado, lo nota por el gran bulto que trae entre sus piernas.
—Vamos, desnúdate para mí.—Exige sosteniendo con brusquedad su cintura.
Retrocede con pasos rápidos, conforme éste anhela poseer su cuerpo. Ha caído de golpe en la cama, a lo que él no pierde tiempo y se sube sobre ella.
—Tienes un gran cuerpo.—Admite.
Empieza a besar su cuerpo con desesperación y recuerda lo que Karloss le había dicho; «"y cuando esté perdido en sus caricias y tu cuerpo, cuando notes que está perdido en el deseo.... Pégale en la cabeza con lo primero que tengas a tu alcance."»
Gira su cabeza y vé una botella de champán; debe actuar ahora.
Despacio y tratando de que éste no se dé cuenta de su intención, agarra la botella con cuidado y justo cuando Robert pretende retirar su pantalón, le pega con la botella en la cabeza dejándolo inconsciente. Empieza a quitarlo de encima suyo, temiendo de que en algún momento éste recupere la consciencia. El estúpido cae como una pila de carne a su lado, empieza a levantarse con cuidado de la cama y una vez de pie corre hacia la puerta, la abre y allí mismo se encuentra el ruso tal y como lo prometió. Acompañado de Josué y Max; los seguridad del burdel.
—¿Está listo? ¡Que rápida!
Acierte con la cabeza y él entra a la habitación seguido de los muchachos.
—¿Yá puedo irme?—Pregunta.
Karloss empieza a caminar sin mirarla y con sequedad responde que sí. Sale de la habitación y sin ningún tipo de interés en lo que pueda pasar, cierra de un portazo la puerta.
*
*
*
No sabe dónde se encuentra Robert; Karloss no le ha contado nada nuevo sobre él. Tiene prohibido cuestionar sobre el tema, después de todo una carnada no tiene derecho a exigir explicaciones.
Sofi se prepara teniendo en cuenta que hoy le toca ser la carnada de la segunda presa, "Sebastián". Karloss yá ha cuadrado todo, lo único que debe hacer es reunirse con él, en la habitación citada.
Camina por los pasillos desesperada por llegar y poder terminar con todo esto ya que siente su respiración agitada.
Allí está la presa, acostada en la cama besando descontroladamente a ¿¡Bettie!? Se adentra a la habitación y luego cierra la puerta tras suyo. Arruga su entrecejo mostrando toda la confusión que abarca en su ser, se acerca a ellos y no parecen percatarse de su presencia.
—¿Hola?—Dice llamando la atención de ambos.
Bettie se detiene y le observa, su cara muestra felicidad, se pone de pie y se abalanza sobre ella.
—¡Que gusto verte!—Exclama alegre.—Sígueme la corriente y todo estará bien.—Murmura en su oído, tratando de que Sebastián no la escuche.
La toma la mano y le lleva hacia él.
—Quítate toda esa basura que traes puesta.—Le ordena malhumorado.—¡Quiero sexo, maldición! ¿No pudo el ruso darme mejores prostitutas?—Cuestiona agresivo.
—Ya cálmate, mira si quieres puedes ir divirtiéndote con mi amiga. Yo iré por un poco de champaña.
Sofia ha quedado totalmente sorprendida.
¿A caso dijo que le dejaría con este animal? Bettie sale de la habitación y ha quedado sola con ese tipo.
—¡Acércate! ¡Eres una maldita prostituta, deberías darme mis servicios! ¿Cuál miedo es el que traes por mí? De la única forma que muerdo es cuando voy a comer y creo que a ti te haré de todo.—Asegura.
Se acerca con un poco de timidez y se recuesta a su lado, éste no pierde el tiempo y sin control alguno se sube encima suyo. Sostiene cada uno de sus senos y luego empieza a lamerlos y un gemido inoportuno sale de los labios de ella.
Su mano se desplaza hasta su entre pierna y justo cuando aquél asqueroso hombre iba a quitarle el colaless Bettie regresa a la habitación, salvándole de esa asquerosa situación.
Trae en sus manos una bandeja, con tres copas y les ofrece una a cada uno, siendo ella la primera.
—No seas mal educada, muestra tus modales. Permite que sea el hombre el primero en tomar.—Dice Bettie pestañando con frecuencia.—El señor se ha quejado de nosotras amiga, así que por favor, seamos cortés.
¿A caso quiere darle alguna señal?
Sebastián así lo hizo. Tomó una de las copas y bebió de ella.
—¿Ya podemos empezar?—Pregunta entrecerrando sus ojos azules, dando señales de los efectos que aquello empieza a causarle.
—Creo que no, nunca podremos empezar.—Responde Bettie segura de cada una de sus palabras.—Eres un cerdo.
Sebastián empieza a convulsionar, de su boca sale cierta espuma amarillenta, sus ojos se tornan blancos y su cuerpo tiembla con un total descontrol.
—¡Ayúdalo!—Implora Sofia mirando lo tranquila que está su amiga.
—Sofia, escúchame.—Bettie le pega una cachetada y luego sostiene su rostro en sus suaves manos.—Discúlpame pero estás muy alterada.—Explica.—El señor Karloss me dijo que quería una muerte instantánea para este hombre, sé que tienes muchas preguntas pero muchas cosas malas están por venir.
Dicho esto Karloss entra a la habitación con Max y Josué.
—¡Que bonito encuentro!—Dice sonriendo con soberbia para luego acercarse a ellas.—Veo que han hecho un buen trabajo. Es tan inoportuno verlas juntas, mi joya había desaparecido pero de repente volvió. ¿No es irónico Joyita?
Ella abraza a Bettie y ésta hice lo mismo.
—Se han ganado un día libre, me complacieron muy bien.—Dice tomando el pulso de Sebastián.—Con precisión y alegría puedo decir que el maniático que violó y mató a mi hija ha muerto.—Extiende sus brazos y los agita repetidas veces.—Esto amerita una celebración.—Mira el reloj que trae en su mano izquierda y prosigue.—Vayan, vístanse. Esta noche será genial.
*
*
*
Retoca su maquillaje y mira a su alrededor, todas están felices. Se visten y perfuman para la ocasión, se les nota que muchas hacen esto por placer; por gusto.
Bettie se encuentra en su retocador, la observa y en el fondo de su corazón algo le dice que yá no es la misma chica que conoció, ahora se ve fría y distante, se ha convertido en una máquina.
Se acerca a ella con pasos apresurados y se detiene en seco detrás de ella.
—¿Por qué actúas así? Allá en la habitación, no parecías inmutarte ni un poco ante la muerte de aquél hombre.
—No he cambiado, sigo igual. Sólo actúo como debería de actuar en el trabajo.
—¿Qué fué aquello de lo que me advertiste?
—Abre los ojos Sofia.—Advierte terminando y poniéndose de pie.—El ruso me tiene en la mira y no hay nada que yo pueda hacer para detenerlo. Por hoy, solo te pido no hablar de nada, quiero despejar la mente un poco, así que por favor; disfruta de la noche conmigo.—Añade sonriendo.
Le ofrece su antebrazo y ella acepta mientras comienzan a caminar hasta llegar al salón de actos, al llegar la decoración es algo fúnebre sin color alguno, todos beben y charlan con alegría. Sonríe a cada persona que le hace un gesto, mira a Bettie y ella le sonríe. Va y busca unos tragos mientras Sofia espera por ella.
—Hola joyita.—Saluda Karloss portando una copa en su mano.—A penas te veo llegar, tardaron mucho.
—Hola, señor.
—Quiero agradecerte porque hasta ahora me has obedecido muy bien.—Añade sonriente.—Que no se te ocurra hacer ningún tipo de estupidez.
—No me agradezca, ojalá Dios nos perdone a ambos.
Bettie llega con dos copas y le ofrece una, la cual toma sin dudar. El ruso las mira de soslayo y con una áspera voz dice:
—Espero, que no se les ocurra hacer nada que vaya fuera de contexto con el plan que les toca.—Hace una pausa y ríe con maldad.—Mañana te toca el último joyita, ¡al fin te volverás a ver con Maximiliano!
Gira sobre su eje y ella queda en shock.
¿A caso dijo que ella se encargaría de Maximiliano?
—Quiero agradecerles a todos mis empleados, por formar parte de esta hermosa celebración.—Karloss empieza hablar por un micrófono haciendo que todos pongan su atención en él.—Pero más que nada quiero agradecer a Sofia y Bettie por ser parte de esta pequeña venganza y sería de muy mala educación no presentar a nuestro anfitrión. Chicos, ¿serían tan amables de traerlo?
Todos han empezado a murmurar por lo bajo, lo cual ha provocado que él empiece a vanagloriarse.
En una silla atado como un animal, con el labio partido y sus pómulos hinchados, está Sebastián, con su ropa manchada de sangre; agonizando en cada suspiro.
—¡Pero estaba muerto!—Exclama Sofia en voz baja sin darse cuenta que Bettie la ha escuchado.
—No, no estaba muerto. Le dí un sedante fuerte, Karloss mintió en decir que había muerto; esto es lo que te quiero dar a entender, cuando te advierto que no confíes en él.
—¿Por qué lo hizo?—Pregunta nerviosa.—Maldición, me estás asustando Bettie.
—Lo hizo para que tú lo pasaras por alto, para que no sintieras ningún tipo de culpa.—Toma su copa y bebe de ella.—Por favor sígueme y trata de no hacer ruido.
Bettie empieza a caminar y ella la sigue de forma discreta, nadie nota su intención y de alguna forma salir de allí le alivia un poco.
*
*
*
Llegan al apartamento de Sofia y Bettie cierra la puerta con seguro, respira algo exhausta y toma su mano para dirigirse hacia la habitación. Al llegar sonríe y le abraza, mientras sus lágrimas empiezan a brotar y al poco tiempo de calmarse empieza a hablar.
—Perdona que te haya tratado de esa manera.—Espeta avergonzada.—Cuando te fuiste me escapé tal y como te lo escribí en el mensaje; pero todo fué un fraude.—Le toma la mano y se dirige hacia la cama, al llegar a ésta ambas se sientan y ella continua.—El burdel ha cambiado para un mal muy fuerte. Me habías hecho mucha falta, he necesitado mucho de tí. Debes actuar así, sin sentimientos, fría y calculadora.
—¿Algo más pasó?—Cuestiona curiosa.
—Me drogó. Sólo porque me negué a ayudarlo con su divina venganza. Hizo que tres hombres me golpearan sin piedad alguna, marcando todo mi cuerpo.
Bettie baja su blusa y se gira dándole una buena vista a su espalda, Sofia se fija en su espalda y vé en ella una enorme cicatriz, dos letras marcando su piel: "KI".
—Esto sólo fué una advertencia, si no hacia lo que decía, la muerte me llegaría pronto. Me ha marcado sus iniciales.—Añadió con vergüenza.
—Entonces, ¿por eso lo hiciste?—Pregunta con preocupación.
—No tuve opción.—Contesta algo triste.—Debes actuar con astucia, piensa en todo lo que vayas a decir y como vayas actuar.
Ella la observa y en aquél momento se dá cuenta que lo único que Bettie necesita, es todo su amor y comprensión. Su regreso había estado repleto de sorpresas; sorpresas mutuas de ambos lados... Malas y buenas. Regresar al burdel había sido una tragedia de la cual quizás nunca se iba a librar.
*
*
*
—¿Yá están listas?—Cuestiona Karloss parado en la puerta de paso al vestidor.
El último día de caza había llegado y ellas estaban más que preparadas para culminarlo. Ambas asienten con la cabeza y los tres se dirigen a la habitación correspondiente. Toma a Bettie de las manos y la mira a los ojos, puede sentir su tristeza, su preocupación y todo el miedo que siente. Sostiene su rostro con ambas manos y con una leve voz le dice:
—Recuerda, debes ser fuerte, tú misma me dijiste que lo sea.
Sonríe y ella trata de hacer lo mismo, entra en la habitación y observa como Karloss cierra la puerta para luego marcharse con Bettie.
Sofia lleva veinte minutos esperando a que Maximiliano llegue a la habitación, de pronto entre tanta espera unos pensamientos albergan su mente.
¿Qué habrá sido de Julián y de Dylann?
¿Dónde estarán? ¿Estarán bien?
Llevaba días sin saber de ellos y a pesar del problema que tuvo con Julián lo extraña mucho, fué y es un muy buen amigo. Pudo comprenderle cuando ella más lo necesitó.
—¿¡Tú!?—Maximiliano entra a la habitación con una expresión de sorpresa en su rostro.
—¿No me extrañaste?—Asume su papel de prostituta y comienza a actuar sexy para él.
—Te he buscado por todas partes.—Admite cerrando la puerta tras de sí.—El ruso me había ofrecido tener sexo con su mejor prostituta pero nunca pensé que fueras tú.
Llega hasta ella y se sienta en la cama, ella se sube en su regazo y éste continúa hablando.
—Quiero hacerte mía. Por primera vez, permíteme entrar en ti.—Pidió con apuros.
Une sus labios con los de él y los dos se unen cuerpo a cuerpo. Le quita las prendas eróticas que lleva puestas y comienza a besarle todo el cuerpo, toca sus senos con ambas manos y luego los acerca a su boca; para así de una vez por todas empezar a la lamerlos. Ella toca su erecto y vil miembro sintiendo sus venas por toda esta adrenalina.
Besa su cuerpo despacio y desciende por el, dejando suaves besos húmedos en su trayecto.
Se pone de pie y retira toda su ropa con apuro. Ella queda observando como él retira su ropa, sonríe y recuerda aquellos momentos en su vida en los cuales fué feliz a su lado.
—¿Me extrañaste?—Pregunta yá desnudo acercándose a ella para luego quitar su lencería.
Retira su ropa y después de tanto tiempo vuelve a ver su cuerpo desnudo.
—Tu cuerpo siempre ha sido arte.—Dice ensimismado en ella.
Le besa otra vez; más lento, apasionado y profundo uniendo nuevamente sus cuerpos. Penetra su zona v con su miembro, haciéndole sentir un mar de placer. Un gemido sale de ella, seguido de muchos más. Siente como su cuerpo se engrifa y de alguna cierta forma al Maximiliano penetrarle, después de mucho tiempo... Otra vez se siente confiada en él.
Se separa de ella y le pide que se coloque de rodillas ante él; así lo hace. Coloca su pene en su boca y desplaza varias veces su lengua por el glande del pene. Él gime, gime ahogado en placer y notando que aquello le gusta: ella eleva su ritmo. Se corre, dejando toda su cara repleta de semen.
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