Capítulo 9
LEONE
Estaba oscuro, de nuevo tengo siete años y estoy hecho un ovillo en el piso, protegiéndome el rostro con los brazos para que no me rompiera la nariz otra vez.
¿Por qué papá me está pegando? Hoy no hice nada malo, hoy vine a la zona roja como ordenó, vine con mamá, como él dijo, y dejamos a Blaz con Marcel para que mi papá no le hiciera nada, lo odia, pero Blaz no ha hecho nada malo, es muy pequeño aún, tiene cinco, yo soy el hermano mayor, mamá dice que los hermanos mayores debemos proteger a los menores.
Ah... ya recuerdo, por eso me está pegando papá, mi madre está embarazada y él cree que es de Marcel, pero si le pega a mamá, mi hermanita saldrá lastimada, y yo tengo que protegerla, porque soy mayor.
— ¡No te ocultes la maldita cara! ¿Eres un hombre o un marica? — gritó papá, pateándome la espalda— ¿No dijiste que recibirías los golpes por ella? Hazlo como corresponde ¡Los Lehmann no nos ocultamos bajo las faldas de las perras!
Mamá lloraba aterrada en un rincón, abrazándose la panza mientras gritaba mi nombre, desesperada.
— Dominik, por favor... — suplicaba— Es sólo un niño, por favor, déjalo en paz, este bebé es tuyo, te prometo que es tuyo, me aseguré de que así fuera, por favor... ya no le hagas daño...
Si hay algo que no me gusta es ver a mi madre llorar, pero me gusta mucho menos ver su cara golpeada luego de ver a papá, por eso me asusté cuando Dominik, mi padre, le prestó más atención que a mí, sujeté su pie cuando intentó ir hacia ella con el cuchillo de la mantequilla entre las manos, se supone que estábamos comiendo y todo salió de control.
— A mí... no a ella — articulé— Dije que recibiré los golpes, padre, y así lo haré, no me voy a cubrir, no voy a hacer nada, pero no las lastimes.
Supliqué patéticamente porque es todo lo que puedo hacer.
Él es grande, y yo pequeño.
Él puede hacer desaparecer a mi mamá en un chasquido, me lo dijo, dijo que yo debía obedecer y cumplir con sus expectativas, o lo próximo que tendré en el plato, será a mi mamá a pedazos, y a mi hermanita como la atracción principal hecha un pudín. No puedo dejar que eso pase.
— Así que te estás haciendo hombre, Leone — me sujetó por el pelo— ¿Vas a recibir los de esa perra y la bastarda que lleva ahí?
Señalando la panza de mamá con el cuchillo.
— Soy un hombre, voy a recibir el castigo de las dos.
Respondí apretando los labios para no llorar, a él no le gusta cuando lloro porque soy débil, y los Lehmann no podemos ser débiles.
De pronto tenía once, y papá llegó borracho a la casa de Marcel dónde vivíamos todos, Blaz abrió la puerta a pesar de que mamá le dijo que debía preguntar primero y papá le pateó el rostro, asqueado por tener que verle la cara, venía por Emilia, ella tenía el mismo lunar distintivo bajo el ojo derecho, como yo, como Dominik, nuestro padre, quería criarla él para que no fuera una decepción, como yo.
— No voy a dejar que te la lleves, es pequeña, ella no te sirve papá.
Me coloqué frente a mi hermana mientras mamá y Marcel intentaban sin éxito sacarlo de la casa, sus hombres estaban afuera, sacaron las armas, van a matarlos a todos, tengo que hacer algo, no puedo quedarme parado aquí viendo como los abren a tiros, no puedo seguir siendo un cobarde.
— Blaz, ayúdame...
Supliqué, viendo a mi hermano llorando en el piso con la sangre ensuciándole el rostro, estaba pálido y completamente aterrado, se orinó en los pantalones y no me escucha.
— Mamá...
Supliqué, pero ella estaba demasiado ocupada intentando aplacar la furia de papá, Marcel tampoco podía ayudarme, intentaba proteger a mamá.
Tengo que hacerme hombre.
Tengo que hacerme hombre.
Tengo que hacerme hombre.
Pensé a toda máquina, buscando algo que pueda querer él, cualquier cosa que pueda poner a salvo a mi familia, lo que sea, debe haber algo... piensa Leone por favor, usa esa cabeza que los adultos dicen que es la de un genio, piensa, maldita sea, piensa...
— ¡Papá, me iré contigo! — le grité— Iré contigo, sí, yo podría seguir tus pasos, críame como quieras, me da igual, ordéname lo que sea, golpéame, descarga tu frustración conmigo las veces que quieras, pero no lastimes a Emilia, ella es pequeña, no te sirve, es una niña, las niñas en el barrio rojo las usan para pagar tratos, tú me lo dijiste, dijiste que las mujeres no son nada, entonces, Emilia no te sirve ¿Cierto? Pero yo si te sirvo, y si me voy contigo, las dejarías en paz ¿No? A mamá y a Emilia — me temblaron las piernas cuando sentí las manos de Emilia sujetarme la camiseta, está oculta tras de mí, tiene miedo— Si me voy contigo, me haré hombre, los hombres protegen a las niñas, deja que yo reciba los castigos por ellas, no las toques, por favor, haré lo que sea, pero no toques a Emilia, ella es una bebé, no sabe, ella no sabe nada.
— Yo si sabo.
Susurró Emilia tras de mí, ofendida por mi comentario, pero ¿Qué más podía hacer? Es todo lo que se me ocurrió, lo siento Emilia.
— Si te vas conmigo, Leone, y yo me entero de que pones un solo pie en esta casa de mierda, ella pagará — señalando a Emilia— Si me entero de que llamaste a este hijo de puta "Papá" otra vez — señalando a Marcel— Tu hermana pagará las consecuencias — Emilia tembló al escuchar la furia de este hombre, el odio y asco en sus palabras— Si me desobedeces, si te tapas la cara como un marica cuando te corrija, si dices "No" ella pagará, si te niegas a matar, ella pagará, todo lo mal que tú hagas, cualquier cosa, por más mínima que sea, tu hermana recibirá tu castigo ¿Quedó claro?
Asentí sabiendo que mi vida será un infierno desde hoy, pero mamá dice que los hermanos mayores cuidan a los menores, Blaz no puede cuidar de Emilia porque está asustado, y herido, y yo soy el mayor, no lo cuidé y fallé, al menos debo cuidar de Em a como de lugar, aunque tenga que ir a vivir con el diablo.
— Dominik es sólo un niño, por favor, danos otra oportunidad — suplicó mamá— Es mi hijo también, tengo derecho a verlo, a enseñarle... a...
— ¿Qué le vas a enseñar? ¿Qué las mujeres son zorras oportunistas qué solo buscan alguien que se las coja, las alimente y les dé dinero? ¿O no es lo que este de aquí te da?
Señaló con desdén al novio de mamá, al menos Marcel es cariñoso, y escucha, y no nos golpea, quiere a mi mamá, quiere a Emilia a pesar de que no es su hija, y también me quiere a mí, por eso le dije papá, un error que no pensé que llegaría a oídos de mi verdadero padre.
— Dominik, por favor...
Suplicó mamá, poniéndose de rodillas, sujetándolo del pantalón.
— Suéltame o voy a tener que ponerme violento, Grace — amenazó mi padre— Voy a llevarme a mi hijo, porque para eso lo pariste, para que mi legado del terror continue.
— ¡Papá, lo prometiste!
Dejé a Emilia y corrí hacia mi mamá, sujetando la pierna de mi padre mientras ella lloraba e intentaba tirar de mí hacia atrás para abrazarme y que no me llevaran.
— ¿Vas a recibir los golpes por ella, hijo?
Asentí apretando los puños para que no me viera temblar.
— Eso es lo que hace un hombre, no baja la cabeza por más daño que recibas, pero, he aquí un error — acariciándome el cabello, hablando un poco más bajo— La compasión, Leone, te he dicho que la compasión no te va a llevar a ninguna parte.
Entonces me golpeó.
Estuve dos semanas en el hospital gracias a esa paliza, pero al menos sé que mis hermanos y mi mamá estaban bien, Blaz me lo dijo, se escapó de clases y vino a decir que Dominik, mi padre, mandó flores a la casa, una corona de funeral diciendo que conmigo se conformaba y no volverá a esa casa de mierda siempre y cuando yo estuviese a la altura.
Y debo estarlo, debo comportarme, ser un hombre y no llorar, no bajar la cabeza, no decir "No", debo... ¿Cómo dijo él? Obedecer, tengo que obedecer, sí, debo matar y ser un hombre, por mi hermana, Emilia no tiene la culpa, ella es pequeña y no sabe, nunca sabrá lo que es ser golpeada por papá porque yo voy a ser el mejor, voy a ser un hombre por ella, para protegerla, porque es lo que los hermanos mayores hacen.
De repente la escena cambió y estaba de rodillas en el piso con las manos apoyadas en la fría cerámica, había una chica oculta en el mueble del estudio, le dije que se escondiera ahí hasta que no escuchara ruido, la persigue Luther, el favorito de mi papá, y si Luther la pilla, la pobre no va a vivir, debe tener más o menos la edad de Emilia, la compasión no me lleva a ninguna parte, lo sé, pero ella no será capaz de defenderse ni en un millón de años, fingir demencia es lo mejor que puedo hacer por ella.
— Dónde está la rojita, Leone, ultima oportunidad.
Dijo mi papá, botando el humo de su cigarrillo, Luther estaba listo para cumplir con el castigo que me imponga mi progenitor.
— No lo sé, no sé de quién mierda están hablando.
Respondí con la mayor seguridad posible.
— ¿Quieres que vaya a buscar a Emilia para que comiences a cantar? Porque parece ser tu único motivo para cooperar estos días.
— ¡No le pongas una mano encima! Te dije que no lo sé ¿Por qué defendería a una forastera? Te dije que no vi a ninguna pelirroja.
Supliqué.
Las ganas de delatar a la chica fueron grandes, me tenté en decir que la rojita estaba oculta en el mueble, pero sigo siendo un blando, las pesadillas con su rostro no me dejarían dormir, su rostro ya tenía golpes antiguos y otros más recientes, estaba asustada y seguía hablando de un tal Emil y lo mucho que se enojaría por esto, estaba aterrada, toda ella no dejaba de temblar.
— Creo que hay que hacerle memoria, señor Dominik.
Dijo Luther.
— Te dejé tatuar, Leone, como un hobbie para que te entretuvieras, te dejé crear tu propia versión del tatuaje distintivo de la mafia roja, te di este estudio, pero no, nada es suficiente para ti — negó decepcionado— Rómpanle las manos, haber si así aprende, rómpanselas en tantas partes que quizá y no vuelva a ocuparlas nunca.
— Papá, por favor, no vi a nadie — supliqué— Papá — lo intenté de nuevo— No vino ninguna chica aquí, papá, por favor.
— Tú, tráeme a Emilia — señaló a un sujeto cualquiera— Es hora de que esa chiquilla se dé cuenta de lo que es ser una Lehmann.
Palidecí.
— Está bien, si vi a la chica, la vi, lo admito, sí vino aquí — perdí los papeles, Emilia no podía venir— Quiso ocultarse aquí, y le dije que no, la saqué y siguió corriendo calle abajo, la compasión no nos lleva a ningún lugar, tú lo dijiste padre.
Lamí mis labios resecos por el miedo y lo observé, esperando que me creyera.
— ¿Era tan difícil, Leone?
— Lo olvidé, yo lo... lo olvidé.
Respondí un poco más aliviado, creyendo que me había librado.
— De todas maneras ¿Qué clase de jefe sería yo si no pongo en practica lo que predico? No puedo tenerle compasión a nadie, ni siquiera a mi hijo — sonriendo con malicia — Luther, Hans, rómpanle las manos, y tú Klaus, tráeme a Emilia.
Por ordenes de mi padre me arrastraron hacía el pilar de hierro en el centro de mi estudio, las manos visibles, y entonces las golpearon una y otra vez, con bates y fierros, buscando diversos objetos con los que torturarme, rompiéndome dedo por dedo para hacerme gritar más y cumplir con el castigo de mi padre, no se detenían, el dolor es demasiado, pero Emilia... van a ir por Emilia, tengo que aguantar, convencer a papá, pero ¿Cómo lo convenzo?
Estuve a punto de decirle que la rojita estaba oculta en el mueble, mejor ella que Emilia, mejor una desconocida, abrí la boca para decirle que la chica que buscaban estaba aquí, pero comencé a perder la conciencia, la boca seca, la lengua apenas y la sentía mientras me deslizaba hacia el piso con las manos destruidas, intentando mantenerme consciente para decirles que les cambiaba la paliza de Emilia por la que le darán a la pelirroja que oculté, mejor esa rojita, pero no Emilia, mejor... Gabriela, así se llamaba, Gabriela... tómenla a ella... pero Emilia...
Desperté agitado, asustado, sudado y aún con esa horrible sensación de dolor clavándoseme como agujas en mis manos, el miedo indescriptible poniéndome en alerta, la cabeza abombada, el cuarto está oscuro, debo calmarme estoy en mi casa, no estoy en la zona roja, no estoy en ese estudio, no estoy...
Giré la cabeza con rapidez al ver una figura que se movía a mi lado, entrecerré los ojos, intentando prestar atención a lo que la chica pelirroja me estaba diciendo, sujetó mi rostro con sus pequeñas manos, me miraba preocupada, sus labios no paraban de moverse, no la escuchaba, mi mente seguía sumergida en esa pesadilla, mi corazón late tan rápido y fuerte que siento como si fuese a salirme por la garganta en cualquier momento, me duele el pecho, la cantidad de oxígeno que respiro no es suficiente.
Siempre que mi padre me llama para cosas como las de esta noche, tengo pesadillas, pero todo es por Emilia, tengo que protegerla a ella, tengo que ser más llamativo que Blaz para que no le vuelva a hacer una encerrona como aquella vez, casi murió por mi descuido.
Tengo que ser yo.
Soy el mayor, tengo que cuidarlos, tengo... tengo que...
— ¡Señor Lehmann! — gritó Gabriela, subiéndoseme encima al ver que no reaccionaba— Tranquilo, fue una pesadilla, respire.
Me dijo, secando el sudor de mi frente con sus suaves manos.
— Vamos, respire — pidió otra vez— inhale profundo, mantenga un momento y bote, hágalo conmigo, yo lo ayudo — tomó mi mano y la apoyó en su pecho, su corazón late con violencia también— Soy real, estoy aquí y estoy con usted, en su casa, seguro, porque nadie traspasa estas paredes nunca, esta fortaleza es impenetrable, usted me lo dijo.
Es cierto, estoy en casa, no en el estudio, yo no la vendí como tenía pensado, no la traicioné a pesar de que quería hacerlo con todas mis fuerzas, no se la entregué a Luther, ella sigue viva, a salvo, y en la zona segura, está aquí conmigo.
— Emilia...
Susurré aún con la mente un poco nublada.
— Tengo su número, ella me lo dio, puedo llamarla.
Sólo asentí, sintiéndome ansioso cuando dejó el cuarto para ir por su móvil, todo estaba demasiado oscuro, sirvió tener algo vivo entre las manos que parece interesarse por mi presencia, el gato, lucifer, no dejaba de lamer los guantes que cubren mis manos, como si supiera mi secreto.
— ¿Emilia? Sí... sé que apenas son las siete de la mañana, lo siento mucho por despertarte, pero... es el señor Lehmann.
Dijo la pelirroja, entrando al cuarto otra vez.
— ¿Qué pasó con mi hermano? ¿Qué le hizo mi papá? Dame con él.
Gabriela me entregó el móvil y se sentó a mi lado, estaba demasiado lejos para mi gusto, la jalé hasta tenerla como antes, sobre mi cuerpo y la pegué a mi pecho para poder abrazarla, necesitaba tocar algo, cualquier cosa para mantenerme cuerdo.
— Emilia ¿Estás bien?
Me las arreglé para decir, lamiéndome los labios resecos, la boca pastosa, tan similar a la pesadilla...
— Estoy bien, Leo, estoy perfecto, en casa, con mamá, Blazie y papá Marcel, no me han llamado a la zona roja, estaba durmiendo en mi cama, en mi cuarto, muy a salvo.
Me tranquilizó.
— Oh... maldita sea — dejé caer mi cabeza contra el respaldo, respirando aliviado— Oh joder... que bueno...
— Leo... ya soy grande, yo puedo tolerar...
— No, de ninguna manera — me negué rotundamente— Ni en un millón de años, sigue durmiendo, Em, lamento haber llamado a esta hora un fin de semana, descansa.
Corté la llamada y dejé el móvil en la mesa de noche, tomando una larga bocanada de aire, sintiendo que por fin puedo llenar por completo mis pulmones.
— Señor Lehmann... — habló Gabriela, el sentimiento de culpa carcomiéndome otra vez por haber querido entregarla sin importarme lo que le hicieran— Usted tiene el mismo tatuaje que yo... es la primera vez que usted está casi desnudo y no... hacemos nada, así que puedo ver mejor.
Deslizando sus dedos por la tinta que recorre el costado derecho de mi cuerpo, una serpiente negra y roja, como la suya, la que yo le hice hace años como una broma, el rojo está prohibido para todo aquel que no pertenezca a la zona roja, a la mafia roja.
Un tatuaje por el que jamás pagó, su deuda conmigo, una que me quitó la capacidad de tatuar para siempre.
— Bueno, quizá nos lo hicimos en el mismo lugar ¿Quién sabe?
Acariciándole la espalda, intentando componerme.
— Puede ser, yo no recuerdo dónde o quién me lo hizo, no recuerdo mucho de ese día, estaba borracha y fumé mucha hierba, Emil quería que me relajara, no supe decirle que no, desperté en el hospital, me dijeron que tuvieron que lavarme el estómago, todo lo que recuerdo es que este tatuaje me salvó la vida, le tengo cariño.
Respiré con alivio al saber eso, me odiaría si sabe la verdad.
Me estremezco al imaginar en lo que Gabriela pensaría si se entera de lo que quería hacerle, porque la busqué, la busqué por todas partes y no di con ella, entonces Blaz buscó una chica parecida y me la ofreció como tributo para desquitarme, fui igual a mi padre en ese momento, fingí que esa mujer era la rojita a la que debí haber delatado, yo quería matar a la verdadera Gabriela, la busqué y no la encontré, así que le quité el rostro a la mujer que Blaz trajo para mí con la misma contextura y el mismo cabello que ella para engañar a mi mente, y la maté de la peor manera posible, Luther tuvo que sacarme de encima de esa mujer, porque yo por las buenas no pensaba soltarla.
Ese día mi padre dejó de buscar a la pelirroja porque yo tenía su cadáver bajo mi peso hecho jirones en plena calle de la zona roja, la maté porque por culpa de sentir compasión, me quitó lo único que me hacía feliz.
Y ahora me sentía culpable, porque luego de haber estado obsesionada con esa mujer por años, deseando venganza, ahora estaba intentando protegerla, creándome estúpidas fantasías sólo porque dijo que sí a un matrimonio por contrato.
Debo estar perdiendo la cabeza.
— Así que le tienes cariño, eh — deslizando mi mano por su muslo— Se te ve bien, tan sexy... me vuelvo loco cada vez que lo veo...
La primera vez que te vi me hirvió la sangre, pensaba matarte esa misma noche.
Luego te emborraché, sería más fácil de esa manera sacarte del club.
Pero eras tan divertida, tan jovial, una chica con tantas ganas de vivir la vida, pero tan atrapada, tan herida, tan sofocada...
Pensé que te haría un favor al matarte, con ese motivo te llevé a mi casa.
Pero entonces me rogaste que te follara como si te quisiera, querías saber por una vez en la vida lo que era estar excitada a causa de un hombre, querías comprobar si el sexo siempre era doloroso y lastimaba.
No pude negarme porque eres malditamente hermosa, y te follé como lo pediste, pero lloraste, porque te sentiste demasiado bien, y me pediste repetir, y repetir, y repetir...
Tan frágil, tan débil, tan pequeña e inofensiva...
No fue tu culpa lo de mis manos.
Hace cuatro años ya de ese suceso y no fue tu culpa, Emilia no salió dañada porque Blaz la escondió, así que... no le fallé a Em, cumplí mi rol de protector, pero tú no tenías a nadie que te protegiera y sentí lastima, así que decidí que yo lo haría, te protegería y me desquitaría con el culpable que te arrastró a ir a la zona roja ese día, Emil, tu novio, y atacaría dónde más le duele a un hombre, el ego.
Y tantos años de obsesión enfermiza rápidamente se convirtieron en otra cosa, en algo que no me puedo permitir.
— Señor Lehmann... no creo que sea buena idea hacerlo ahora, usted tuvo una pesadilla y...
— ¿Y qué? ¿No puedes hacerme un favor más, rojita? — amasando su culo, elevando las caderas para rozarme con ella— Sólo una vez, quiero una distracción.
La escuché jadear, arqueando la espalda lo suficiente para que sus pezones se marcaran en la camiseta que está usando, mi camiseta.
— Lo haré, pero con una condición.
Se ve sería.
¿Qué disparate saldrá de su boca ahora?
— ¿Cuál sería esa condición?
Estoy muy seguro de mis capacidades, un par de caricias y caería rendida sin condición alguna.
— Si vamos a hacer esto del matrimonio, desde hoy, no puede volver a tocar a ninguna otra ni por mucho que su padre lo obligue. Podrá ser falsa nuestra relación, pero si vive acostándose con otras a mis espaldas, eso no lo haría mejor que Emil, porque a pesar de tener un compromiso conmigo, estaría riéndose en mi cara y me cansé de que se rían de mí.
Abrí los ojos con sorpresa, este discurso no me lo esperaba.
— Si mi padre me llama, yo...
— ¿Por qué le teme tanto a ese hombre? ¿Quién es el jefe, señor Lehmann? ¿Usted o su padre?
Miré a la pelirroja, su cabello parece hecho de fuego gracias a las luces exteriores de la ciudad a nuestros pies, se ve hermosa.
— Tengo un trato con él, gracias a eso, Emilia ha logrado hacer lo que ha querido desde que tiene uso de razón, gracias a mi trato con ese hombre, Emilia es malcriada y sonríe todo el tiempo, sacrifiqué mi sonrisa y mi felicidad por la de ella y es el mejor trato que he hecho en mi vida, así que, si mi padre me llama, yo...
— Usted posee más del 70% de Alemania — me interrumpió, tal parece que alguien estuvo haciendo su tarea— Todo el mundo tiembla sólo de escuchar su nombre, usted es poderoso y tiene la capacidad de proteger a su hermana sin la necesidad de salir lastimado en el proceso — acunó mi rostro— Señor Lehmann, míreme, míreme bien, los moretones comienzan a desvanecerse ¿No? A mí me herían casi a diario antes de conocerlo y usted me salvó, me protege todo el tiempo, entonces ¿No podrá hacer lo mismo con Emilia? Su padre es solo un hombre viejo que utiliza la manipulación como arma, usted creció, señor Lehmann, y tiene más poder que él, nada le impide sacarlo del camino para avanzar y comenzar a vivir sin temor a que lo vuelvan a llamar para herirlo.
Pestañee repetidas veces sin dar crédito a lo que escuchaba, mamá estaba resignada, ni siquiera tocaba el tema, ella también estaba sentenciada a ver a ese hombre y sufrir cada vez que se cruzaban, Emilia... nunca se negó a ir a la zona roja las pocas veces que la han llamado, ambas regresan casi ilesas a casa y en ocasiones me culpan cuando la rabia las supera, yo las entiendo porque el dolor es un buen detonante para otras emociones, pero... nunca nadie me dijo que no era mi obligación, nadie me dijo que sacar a Dominik del camino era una alternativa, yo siempre viví creyendo que yo tenía que ser el escudo de mi familia, el que recibe la violencia para que no les salpique a quienes llevan mi sangre, crecí creyendo que no soy nada y que me irá mejor si me quedo quieto y recibo el dolor, crecí temiéndole a ese hombre que se me metió en la cabeza como alguien intocable y a quien jamás superaría.
— Señor Lehmann... usted no tiene que vivir con miedo como yo, porque usted tiene todas las herramientas, el poder, y la fuerza de acabar con sus pesadillas de raíz.
Lucifer me robó la atención, frotándose con mi costado, como si dijera que está totalmente de acuerdo con lo que su dueña dice.
— Vamos a dormir.
Suspiré.
Acomodándome en la almohada otra vez con ella sobre mi cuerpo.
— Prométame que va a intentarlo.
Insistió.
Es bueno saber que mi padre y Luther jamás llegaron a ver el rostro de esta chica, Emil la apostó como algo extra en un simple juego de cartas, y al perder, fue a buscarla, nunca llegaron a saber más de la pelirroja, y Emil fue muy astuto, salió con pelirrojas por años para despistarlos, no sólo Gabriela, porque lo investigué, intentó protegerla a su manera, eso o no quería compartir su juguete.
— Lo voy a intentar — suspiré— El sexo contigo es bueno, y si tu condición es que no vea a otras, tendré que aprender a decir que no, pero si le tocan un solo pelo a Emilia, yo...
— Hay habitaciones de sobra aquí ¿No sería más fácil vivir con ella? — propuso— Si su preocupación es que algo le suceda, podríamos...
— ¿Vivir con Emilia? ¿Sabes el calvario que eso sería? Podríamos querer follar como animales justo ahora y ella ni siquiera tocaría la puerta para entrar — acariciándole la espalda perezosamente, cerrando los ojos— Aumentaré la seguridad a su alrededor y pasaré más tiempo en la zona roja para poner en orden el lugar ¿Eso te haría sentir menos insegura?
Su respiración pausada y sus latidos contra mi pecho me tranquilizaban, poco a poco los vestigios de la pesadilla me abandonan y la paz que emana de ella me sobrecoge, sin duda, dormir, sonreír y vivir podrían ser tareas fáciles si convenzo a Gabriela de quedarse conmigo, quiero compensarla por todo lo que planee hacerle, por lo que le hice a medias cuando la encontré, y por involucrarla conmigo aun sabiendo que no le haría ningún bien.
— Si señor, me haría sentir más segura, pero lo hago más por usted, me duele que alguien que me importe esté herido.
— Porque soy tu amigo.
Indagué.
— Sí, porque es mi amigo, y mi jefe.
Suspiré.
El camino a recorrer será largo, pero a Leone Lehmann no se le niega nada, bien podría cumplir su capricho y enamorarla en el proceso, puedo hacer eso ahora que sé que tengo posibilidades, más posibilidades de las que creí.
***
GABRIELA.
A la mañana siguiente, no tuve corazón para despertarlo.
Luego de esa horrible pesadilla, me quedé recostada sobre su cuerpo y lo dejé acariciar mi espalda mientras su respiración y pulso se normalizaba.
El corazón le latía como loco cuando despertó de esa pesadilla, susurraba palabras incomprensibles y también mi nombre, pero no lo pronunciaba con preocupación, con burla como suele hacer cuando bromea, o con algo de cariño, como últimamente, pronunciaba mi nombre con rabia, una rabia inmensurable que me hizo temblar.
¿Qué le habré hecho yo en su pesadilla para que me odiara así?
Suspiré agotada, estirando mi espalda al salir de la cama, dormí al menos dos horas en esa posición, sobre su cuerpo, no quiso soltarme ni siquiera dormido, incluso ahora me costó librarme de sus brazos, pero lamentablemente yo tengo que salir y cumplir muy bien mi papel de prometida preocupada, Emil estará furioso porque no lo visité ayer, así que yo debo jugar bien mis cartas.
Dejé una nota sobre la mesa de noche y abandoné la habitación, encontrándome con una mujer de unos cuarenta y tantos limpiando el desastre de la sala, sangre pegada en el piso en forma de pisadas en dirección al cuarto, parece muy acostumbrada a esto.
— B-buenos días.
Balbucee avergonzada por mis pintas, le robé una camiseta anoche al señor Lehmann porque no traje ningún pijama de los míos.
— Buenos días señorita ¿Ya se va?
Me contuve al querer fruncir el ceño, eso me hacía pensar que el señor Lehmann traía chicas todo el tiempo y ella lo sabía, las veía, pero él me prometió que sólo seré yo, se lo pedí porque Emil fue mi primer todo y me traicionó, quiero probar un poco de dulzura, un poco de fidelidad y de respeto aunque no sea real, quiero fingir que sí lo es y alguien me valora por primera vez en la vida.
— Emm... sí, me voy, pero regreso pronto, el señor Lehmann está durmiendo arriba.
Ella frunció el ceño con clara confusión.
— ¿Vuelve? Pero... el señor Lehmann me tiene prohibidísimo abrirles la puerta apenas se marchan, me meteré en problemas si regresa, señorita.
— Ah... es que yo... soy la prometida del señor Lehmann.
Sonrojándome.
Es la primera vez que lo digo en voz alta.
— ¿Prometida? — se horrorizó y sorprendió en partes iguales— Señorita, lo siento mucho, yo no sabía, el señor Lehmann no me avisó, yo... perdón... yo...
— Fue repentino, no se preocupe, me lo pidió ayer — sonreí— Discúlpeme a mí por perturbar sus horas de trabajo, me prepararé y saldré, así la dejo hacer sus cosas sin estorbarle.
— Es su casa señorita, soy yo la que debería apresurarse para no molestarla a usted.
Miré a mi alrededor, sí... viviré aquí pronto, pero ¿Podré llamarlo hogar? Será sólo por un año, no debería acostumbrarme.
— Si... mi casa — sonreí— ¿Cuál es su nombre?
— Liesel, señorita, soy la ama de llaves del señor.
Quitándose el guante de una mano para saludar, secándola en su delantal primero antes de extenderla hacia mí.
— Liesel... que bonito nombre — extendí mi mano y estreché la suya— Mi nombre es Gabriela, es un gusto.
— Lo mismo digo, señorita Gabriela.
Me despedí de la mujer y me metí al cuarto manchado de sangre para sacar mis cosas intentando ignorar el desastre a mi alrededor y subir a la segunda planta para cambiarme de ropa en otra de las habitaciones vacías de mi jefe, me maquillé el rostro para que no se notaran los moretones y salí de su casa, tomando una de las llaves de sus muchos autos, pitando la alarma hasta dar con el elegido, subiendo rápidamente, enviándole un mensaje al señor Blaz para avisarle que iba en camino al hospital y que el señor Lehmann sigue dormido, este contestó casi de inmediato para decirme que me verá allá.
No esperé más de cinco minutos cuando lo vi estacionar a mi lado, bajé del vehículo y lo bloquee bien antes de acercarme a él.
— Hola... señor Blaz.
— Dijimos que quitaríamos las formalidades, Gabriela.
Sonrió apenas salió del auto, acto que provocó que se le marcaran los hoyuelos.
Sin duda, el gen de la belleza de estos hermanos es heredado por la madre, Blaz es tan guapo como mi jefe.
— S-sí, Blaz, lo siento, es la costumbre.
— Pues acostúmbrate, cuñada — sonrió— Ve tú primero, hay reporteros en la entrada principal, si te ven conmigo, saldrá en televisión y no nos conviene, pero no entres a la habitación de Emil hasta que yo esté contigo ¿De acuerdo? Esperaré fuera, pero quiero estar ahí.
— De acuerdo, hagámoslo así.
Asentimos y entonces me coloqué las gafas de sol, odio la prensa y sus muchas preguntas, pero vienen en el paquete cuando sales con alguien importante, por muy hijo de puta que este sea.
Me acerqué a la entrada cuidadosa de no pisar mal con toda esta nieve y estropearme las botas largas hasta el muslo, estoy usando un jersey maxi beige lo suficientemente largo para llegar a medio muslo, un body debajo para el frío y medias color piel, abrigada, sofisticada, pero sexy, un bolso Prada, negro, para que combine con las botas y para rematar, los lentes, sólo para hacerme la importante, a Emil le gusta mantenerme oculta, pero no más, tengo que hacerme la importante hasta el día de la fiesta, así le dolerá más.
— ¡Señorita Hoffmann! ¡Señorita Hoffmann!
— ¿Está aquí para ver a su prometido?
— ¿Qué sucedió con Emil Braun en realidad?
— Dicen que fue hecho por la mafia roja ¿Qué sabe usted?
Las cámaras y los micrófonos apuntaron a mí en cuanto me vieron llegar, rodeándome, eso le dio el suficiente anonimato a Blaz para entrar sin problema mientras la seguridad del hospital se acerca a mí, intentando ayudarme a salir del tumulto.
— Mi prometido sufrió un desafortunado accidente — respondí— Está bien, estable, saldrá de alta pronto, estamos planeando nuestra boda — sonreí— Dentro de pocos días, las invitaciones se las haremos llegar, por supuesto, nadie debe faltar en el gran día.
Dejé que los guardias me guiaran al interior y dejaran atrás a la prensa, agradecí lo más coqueta que pude sólo porque se me dio la gana y fui hacia el mesón, pidiendo el número de habitación de Emil, Blaz estaba cerca y escuchó, asintiendo en mi dirección, tomando ambos ascensores diferentes, pero con el mismo destino, parando frente a la puerta señalada.
— Estaré afuera, si necesitas algo, me llamas.
Dijo con seriedad.
— Estaré bien, no te preocupes, dudo que quiera levantarme la mano en su estado.
Abrí la puerta y cerré tras de mí, caminando hacia Emil, estaba dormido, un parche en el ojo izquierdo, muy magullado, un brazo roto, las piernas las tenía buenas, menos mal, para que pueda ir a la fiesta caminando y no en silla de ruedas, quiero que todo sea muy escandaloso ese día.
— Buenos días, dormilón, despierta.
Tocando la punta de su nariz, acariciando su mejilla después.
Lentamente pestañeó, girando el rostro hacia mí, intentando enfocarme.
— Tú... — escupió con rabia— ¿Dónde carajos te metiste? Tu deber era estar aquí, mira lo que me pasó, eres de la mala suerte, nada más salir de tu maldita casa del porte de una caja de fósforos, me pasa esto.
Oh sí, yo sé que soy de la mala suerte, todo quien se topa conmigo tiene un destino desafortunado, hay cosas con las que prefiero fingir demencia o me dolerán, hay otras cosas que quise dejar en el pasado y me alcanzaron, cosas que ahora debo pagar a cómo de lugar, pidan lo que me pidan.
— Estuve muy ocupada con mi trabajo nuevo, poniéndome al día — mentí— Me vi con tu papá y tuve que ir a la zona roja para mantener callado a cierto sujeto, ya sabes, por el trato que hiciste y me involucraste.
Tomando asiento a su lado.
— Dijimos que nunca hablaríamos de eso ¿Qué mierda te pasa hoy?
Reclamó, tomando el control de su cama para sentarse un poco.
— Sí, bueno... tú vives tu vida mientras yo me escondo, eso dijimos, pero me cansé de esconderme ¿Te gusta mi elección de ropa?
— Te ves como una zorra ¿Cuándo vas a aprender? Así no es como se viste una mujer de casa.
— ¿Y si me gusta ser más una zorra que una mujer de casa? — acariciando su pecho— Imagina todas las maravillas que podría hacer contigo, dicen que el sexo hace que las personas sean más felices, y si son más felices, se curan más rápido — Subí por su cuello y deslicé mi pulgar por su labio inferior— Y yo quiero que te cures rápido para que nos casemos pronto, muero por ser tu mujer y vivir contigo, no hay nada que desee más...
Mentí.
Trabajar en el sub dos como foxy me ha servido de mucho para practicar mis habilidades de seducción.
— Gabriela... ¿Q-que...?
Se relajó, parece que no van a haber golpes hoy, pero debo esforzarme más, quiero que me desee, que se muera por ponerme las manos encima, que yo sea todo en lo que pueda pensar, para después ver su rostro de frustración cuando otro me toque.
— Emil, te he extrañado... no peleemos más, voy a ser la mujer que siempre has querido ¿Sí? — besando su barbilla— Una mujer sumisa, receptiva, que siempre anticipe tus necesidades, una que sólo te mirará a ti, que no hará nada sin que tú se lo pidas — tomando su mano buena, apoyándola en mi pecho— Eres todo lo que quiero ¿Sí? Hagamos las paces, olvidaré todo lo que pasó antes si tú me dices que me quieres ahora...
Amasó mi pecho y jadeó en mi oído, reclamando mi boca con necesidad, no pude evitar sonreír en medio de ese beso hambriento, Emma tenía razón, un hombre siempre cae bajo el estímulo completo, se pondrá tan feliz cuando le cuente lo que estoy tramando...
— Te quiero Gabriela, aunque a veces pienses que no, yo te quiero, te amo, por eso quiero que seas mi mujer, por eso soy duro contigo, porque quiero que mi padre te acepte — jadeó otra vez, acercándome con su brazo enyesado hacia él— ¿Qué te costaba ser así antes? ¿Tenía que pasarme algo para que te dieras cuenta de que tú eras el problema?
— Sí... yo era el problema, fui tonta antes, no te valoré, pero no cometeré el mismo error ¿De acuerdo? Casémonos en un mes, quiero el mejor vestido para lucir linda, para ti, una iglesia grande para que la prensa pueda presenciar el momento, un salón de cristal, lujos y más lujos, sólo lo mejor, quiero hacer bien mi papel como futura señora Braun.
— Lo que quieras, lo que desees, sólo no hagas estupideces, sigue comportándote así — besando mi cuello, dejando una marca— Y todo saldrá bien.
— Lo haré, no te preocupes, seré todo lo que quieras, mejórate pronto, muero por probarte...
Me enrollé con él por al menos una hora hasta que por fin se me ocurrió fingir que tenía una cita para ver vestidos de novia y entonces fui libre de marcharme, Blaz me ofreció un paquete de mentas y un café apenas puse un pie fuera de la habitación, haciendo una mueca de asco.
— Te juntaste demasiado con Emilia, se te pegó lo manipuladora.
Dijo apenas verme.
— Ni me digas, eso ha sido lo más asqueroso que he hecho en la vida — haciendo una mueca, metiéndome una menta en la boca— Ni siquiera el labial se salvó.
Usando el móvil como espejo, intentando quitar las manchas rojas alrededor de mi boca.
— Haber, yo te ayudo o no terminarás nunca, Leone ya despertó y preguntó por ti, fue a la zona roja, dijo que tenía una promesa contigo y se asegurará de comenzar a cumplirla.
Sonreí cálida al escuchar eso, Leone Lehmann tiene una sola debilidad, su padre, y si quiero ver más de sus sonrisas, debo ayudar a que deje de ser así.
— ¿Y mi gato? Lucifer hará estragos sin nadie vigilándolo.
— Eso es lo otro, tu gato sigue en calidad de secuestrado, así que yo que tú, voy a casa, la que será tu nueva casa, Gabriela.
Entrecerré los ojos, recibiendo el café que me estaba entregando.
— Eso es chantaje.
— ¿Le cuento a Leo lo que pasó en esa habitación? De seguro le interesará mucho saber que su prometida, quién le pidió exclusividad, porque Leo me cuenta todo, sólo por si tienes curiosidad—puntualizó— Se enrolla con su ex novio mientras él no ve.
Me sonrojé.
— Y eso definitivamente es jugar sucio.
— Ya vas aprendiendo, Gabriela — rodeando mis hombros, comenzando a caminar— El chantaje, el juego sucio y la arrogancia son tres cosas que los Lehmann tienen en común, así que comienza a aprender.
— Oye saca tu brazo — empujándolo, rodando los ojos al ver que lo acomodó de nuevo— Voy a regresar a casa del señor Lehmann sólo por el pobre de Lucifer, y quizá para cocinarle algo a mi jefe como agradecimiento por todo.
— Sí, muy tierno el gesto, rojita, mejor hazle una mamada y eso lo agradecerá más.
— ¡Blaz!
Si antes estaba sonrojada, mi rostro ahora está igual de rojo que mi cabello.
— ¿Qué? — carcajeó— Somos hombres, básicos y torpes hombres, una mamada, un poco de sexo y nosotros seremos felices por el resto del día ¿O es que no te funcionó esa carta con tu ex el maltratador?
Sacando el brazo, viéndome con sorna, se ve mucho más relajado que la primera vez que nos topamos ¿Por qué?
— Bueno... sí, pero el señor Lehmann...
— Leone. Mejor dile Leone, eso lo hará feliz también.
— Debo prepararme primero.
— Tienes menos de dos semanas antes del evento, mejor comienza a practicar, prueba llamándolo por su nombre cuando llegue haber que hace y luego me lo cuentas. Nos vemos, rojita.
Nos separamos en los ascensores otra vez, subiendo cada quien a su auto para volver a sus respectivos lugares, la ama de llaves seguía ahí a mi regreso y me hizo mil preguntas sobre mis gustos alimenticios para preparar el almuerzo, así que mis dotes culinarios no serán bien recibidos hoy, mi jefe tiene a alguien que le hace todo en la casa.
¿Será que al señor Lehman sí le gusta que lo llame por su nombre?
Voy a probar.
Quiero hacer mi papel de prometida bien, se lo debo, le debo mucho.
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BUENAS BUENAS BBCITAAAS
HE TRAIDO NUEVO CAPÍTULO CON MÁS DETALLES SOBRE LA VIDA DE LEONE
... Y SOBRE LOS GUANTES... BUENO, YA SABEMOS QUÉ LE PASÓ A SUS MANOS, PERO ¿QUÉ TAN MAL QUEDARON? ¿POR QUÉ LOS GUANTES?
QUÉ MÁS OCULTAN?
PORQUE AMBOS PARECEN TENER AÚN MÁS SECRETOS
LEONE HACE TODO POR EMILIA
LE METIERON EN LA CABEZA QUE CÓMO ERA EL MAYOR, TENÍA QUE SER ÉL QUIÉN FUERA AFECTADO SIEMPRE
Y AL CRECER, TAMBIÉN SIGUIÓ PENSANDO ASÍ
ES COMO UN LEÓN QUE PASÓ TODA SU VIDA ENJAULADO Y LUEGO ES SOLTADO, SIEMPRE SE PASEA POR EL MISMO METRO CUADRADO PORQUE SE ACOSTUMBRÓ A VIVIR ASÍ, NO SABE QUE HAY MÁS ESPACIO PARA RECORRER, NUNCA LO APRENDIÓ, POR LO QUE MUERE CAMINANDO EN ESE METRO CUADRADO
GABI FUE VALIENTE Y SE LO HIZO SABER A MI NIÑO PERDIDO
YA VEREMOS QUÉ RESULTA DE ESTO
ME GUSTÓ LA GABI DEL HOSPITAL, ESTÁ APRENDIENDO
EMMA SIN DUDA ESTARÍA ORGULLOSA, YA QUIERO CONTARLE
NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO
BESOOOS!
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