17


Los días habían sido buenos hasta que se enteró del duelo, un día antes de que se llevara a cabo.

No había sido consiente de cuando Namjoon había solicitado un duelo, a esas alturas; estaba más que consiente de que no era posible cancelarlo sin sufrir un agravio a su honor.

Al parecer, el barón Park había sido el culpable de que dicho rumor sobre el duelo fuera esparcido y, gracias a las habilidades comunicativas de Samantha, se habían enterado de dicha situación.

Era claro que no podrían intervenir solo esperar el resultado, cuando Hyo-ri se había enterado no se preocupó en lo más mínimo diciendo que después de los duelos en que Namjoon había estado ya era algo normal solo comento que en esa ocasión había tenido realmente bastante tiempo antes de encontrar a alguien que lo ofendiera.

Pero a pesar de todo ello, él se sentía temeroso, no había tenido experiencias con eso de los duelos, pero en pensar lo que podría pasar si Namjoon se confiaba y el barón Park hiciera de las suyas.

Ahora entendía el porqué de las salidas de Namjoon. Era habitual que se arreglara todo tipo de cuestiones con respeto a la herencia en caso de fallecimiento. No quería ni pensar en esas suposiciones; sin embargo, sabía que sería algo que no lo dejaría tranquilo.

El día siguiente Namjoon estaría enfrentándose a la muerte junto con el barón Park, y a pesar de ello todo parecía tan lejano.

En un abrir y cerrar de ojos ya se había cernido la noche, Namjoon había pedido que todos cenaran en armonía y eso hizo que Seokjin estuviera más nervioso.

¿Se estaría despidiendo? Claro a su peculiar manera. Los pensamientos pesimistas no dejaron a Seokjin en paz durante todo el día y gracias a la cena aumentaron muchísimo más.

Ahora estaba en su cama arropado y se suponía que debería de estar dormido, pero la verdad no era así, era claro. No podía dormir en pensar que probablemente esa sería la última noche de su marido.

Seokjin decidió hacer algo, era claro que no podría evitar el duelo, pero al menos le daría una despedida a Namjoon como se la merecía.

Salió de sus sabanas y se retiró toda la ropa que llevaba quedando desnudo, si le daría una despedida a su marido debía de dársela bien.

Se acercó hacia su tocador y tomó los frascos con esencia de diferentes olores. Con cuidado abrió el primero que era un olor muy agradable, así como suave se lo aplicó sobre todo el cuerpo o al menos lo que pudo alcanzar con sus manos.

Cuando estuvo satisfecho con el olor que tenía su piel tomo el siguiente frasco y con cuidado lo destapo dejando hacer unas gotas en sus dedos, habían sido un regalo de felicitación por su matrimonio.

Después del baile en donde se presentaron juntos, algunos regalos llegaron y entre ellos ese pequeño frasco que decía que son solo unas gotas, volvería loco a su marido.

Había entendido que era como una pócima de lujuria o algo así, pero ahora no importaba por qué estaba tímido cuando lo aplicó sobre sus zonas más privadas. Luego de su más intrépida, así como vergonzosa tarea, tomó un cepillo e inició a cepillar su cabello.

Cuando estuvo listo su cabello tomo un poco de color para aplicárselo sobre los labios, quería tener los labios rojos para su encuentro y estaba lo más listo posible para ello.

No colocó ninguna bata sobre su cuerpo, solo tomó una sábana y la enrolló en su cuerpo para luego salir de su habitación. Cuando estuvo por tocar la puerta de Namjoon se arrepintió de haber llevado una sábana en lugar de un cómodo camisón.

Al menos con camisón se vería normal, no con una sábana que era más obvio que lo que buscaba era intimidad. Tomo el valor que tenía y tocó la puerta, esperando de cierta manera que no abriera.

No quería que esa puerta se abriera porque se conocía y sabía de lo que sería capaz con una sentencia de muerte pegada en la cabeza de Namjoon. A pesar de sus superficiales deseos, la puerta se abrió.

Y cuando distinguió a Namjoon este había salido con solo una prenda que apenas cubría su intimidad y entonces Seokjin de la impresión dejo caer la sabana que cubría su desnudez.

Ni siquiera intento cubrirse, Namjoon no tenía por qué saber que eso fue un accidente. Lo que no sabía no podía hacerle algún mal. No tuvo que hacer mucho cuando fue tomado por la cintura y prácticamente tumbado en la cama.

En un momento estaba en la puerta y al siguiente tenía la boca de Namjoon sobre la propia, se sentía muy bien, calor, pasión y derroche. Se continuaron besando con lo que Seokjin podía decir era urgencia básica instintiva.

— ¿Esto es una despedida? —Seokjin sabía que sí, pero decirlo era como aceptar que el hombre sobre él moriría.

—No, es un estimulante para que regreses a casa —la sonrisa depredadora que le dio Namjoon le agrado mucho.

Oh, con tal solo dos encuentros ya se había convertido en todo un libertino y lo peor era que le gustaba y mucho.

El beso continuó hasta que Namjoon bajó hacia su cuello y entonces se paralizó completamente ante ello.

— ¿Por qué hueles tan bien? —Seokjin no dijo nada, solo lo tomó por el cabello para luego comerle la boca.

Lo ven, todo un libertino.

En algún momento logro dejar a Namjoon de espaldas en la cama, así que él rápidamente se colocó sobre él notando que no tenía nada de ropa, parpadeo ante ello porque no tenía idea de cuando se había quitado la ropa.

No fue importante, deslizo las manos sobre el pecho de musculoso de Namjoon observando como este lo miraba absorto. Continuo explorando el cuerpo contrario hasta que llego a las caderas en donde se detuvo un momento.

Sentía la hombría de Namjoon muy despierta en su trasero y sintió un calor en su vientre que lo incitaba a seguir con todo, era tibio y placentero.

No quería tomarse demasiado tiempo en ello, así que solo tomó el miembro y lo alineó en su entrada. Bajó lentamente hasta que lo tuvo completamente dentro, inició con movimientos suaves como la última vez.

El placer comenzaba a formarse y calentarse en su piel. Namjoon había llevado sus manos a sus caderas, donde las mantuvo con un agarre de hierro.

Continuó moviéndose cada vez más rápido y Namjoon lo dejó hacerlo. Estar sobre él se sentía glorioso como si tuviera el poder. Sabía que Namjoon lo dejaba tenerlo, pero se sentía tan bien.

Era algo que nunca había sentido y le gustaba demasiado, una pena descubrirlo tan tarde.

Continúo moviéndose con más velocidad colocando las manos en los muslos de Namjoon y simplemente continúo dando saltos.

Podía ver cómo Namjoon soltaba gemidos, así como sus ojos estaban brillosos. La luz de la luna ingresaba por las ventanas abiertas y en una brisa helada su cuerpo se erizó, así como también su entrada se apretó.

Y entonces lo perdió, un gemido salió de sus labios cuando una corriente placentera lo recorrió y pudo sentir como Namjoon dejaba salir toda su esencia dentro de él.

A pesar de querer dejarse caer sobre el pecho de Namjoon, Seokjin se mantuvo erguido con la hombría de su marido aun dentro. La respiración de ambos era irregular, pero Seokjin sabía que solo era el inicio.

—He determinado que necesito un poco más de estimulante —con ello Namjoon tomo el trasero de Seokjin con ambas manos apretándolo.

Seokjin solo sonrió cuando se encontró de espaldas listo para lo que le esperara lo que restaba de la noche.

Hoseok estaba impaciente, más que impaciente preocupado.

Las cosas en su familia estaban cada vez peores. Si bien había tenido un viaje debido a negocios, también tuvo que desviarse de su destino, lo cual le había cobrado más días.

Su padre había estado un poco más activo y, según el médico, era el roce de vida antes de partir. Sabía que lo correcto sería comunicárselo a la familia para organizar el funeral y todo lo necesario.

Pero por primera vez decidió ser un poco egoísta, tenía que obtener el consentimiento escrito de su padre sobre la delegación de los derechos de la mano de Seokjin.

Sabía que si dejaba ese asunto inconcluso su hermano y madre tomarían la propiedad que Seokjin tenía establecida como dote y la utilizarían para saldar algunos de sus problemas financieros sin mencionar que intentarían obtener una recompensa o algún beneficio del matrimonio que Seokjin mantenía con el Conde.

Para su beneficio había entregado la propiedad a Namjoon pasándola directamente a su nombre. Su abogado le aconsejó sobre ello para que en dado caso sucedieran cosas que no estaban a su alcance, al menos Seokjin estaría protegido.

El honor del conde era grande y no lo dejaría desamparado, así como tampoco tomaría la dote que le había entregado. Cuando llegó a donde su padre residía, se maravilló en encontrarlo con bastante fuerza.

Estaba sentado en la cama, luciendo con un color muy vigoroso a pesar de su enfermedad y podía decir que el médico se equivocó de no ser, porque notó cómo en los ojos de su padre la vida se extinguía cada vez más.

Tuvo que hablar acerca de la seguridad de Seokjin, había visto el reflejo de decepción cuando le comentó la situación, pero no había nada que pudiera hacer para evitar tal cosa. Había aceptado delegarle los derechos sobre el matrimonio de Seokjin y estuvo todo documentado por el abogado.

La situación no pudo haber sido más escabrosa y escuchó decir a su padre que la dote que tenía era la misma que su madre había aportado al matrimonio. Hoseok había estado un poco incrédulo ante ello.

Él solo le cedió la dote de la madre biológica de Seokjin y, por su parte, no le había dado nada para su seguridad, decidió mantener todo en secreto porque no quería complicar más a su familia.

A la mañana siguiente su padre había fallecido, se había ido cuando dormía. El médico había dicho que fue una muerte pacífica. Hoseok comentó que pensaba que ninguna muerte fuera pacífica, pero ¿quién era él para contradecir al médico?

Transportar a su padre hubiera sido algo imposible, por lo cual decidió hacerle un funeral privado, solo con el personal de la residencia en donde murió.

Un sacerdote llegó para darle el último adiós y luego de ello fue enterrado en la parte más alta de la propiedad que tenía una muy buena vista.

Eso le tomó alrededor de tres días y sabía que el primer y segundo baile ya habían transcurrido, por lo cual podría encontrarse con una terrible situación, por la urgencia que tenía en regresar y ver en qué estado se encontraba todo pasando del carruaje y decidió que lo mejor sería ir a caballo.

Cabalgo hasta donde pudo, tomando breves descansos más por el caballo que por él. La presión que sentía era mucha y no podía fallar; en realidad no quería fallar porque eso sería inaudito.

Esperaba poder explicarle al conde lo sucedido con su familia y esperaba que este entendiera, su deber era proteger a Seokjin y haría todo en sus manos para hacerlo.

La muerte de su padre era claro que dolió, pero al final ese era el destino que todos llevaban; de alguna u otra manera todos morían.

La relación con su padre no fue la mejor si era sincero, fue un padre normal. Toda la atención se centró en Manwol por ser quien heredaría el título cuando su padre fallecería. Quien continuaría con el legado, pero si era sincero, quien estaba más cerca de continuar con la estirpe era Seokjin, ya que era el único casado.

En esos instantes estaba a punto de llegar a la ciudad y se dirigiría directamente a la residencia de Seokjin para darle la triste noticia, así como también hablar con el Conde.

Solo un poco más y todo estaría encaminado.

El día se había llegado, el sol aún no salía cuando ya estaba listo para dirigirse a su duelo.

Debe decir que los duelos eran algo que ya había practicado anteriormente y fue bastante agradable porque le daba ese sentimiento de honor porque, a pesar de todo, no asesinaba a sus contrincantes.

Aunque con el barón Park la situación era completamente diferente, por primera vez sintió que podría dejar de ser honorable y asesinar al bastardo. Siempre le habían gustado los duelos porque era la manera más rápida de terminar una ofensa o cualquier problema.

Pero con el barón era más personal, el deseo ardiente de venganza y retribución se agitó y sabía que no pararía hasta obtener lo que deseaba.

Cuando tomó los floretes, pensó que nunca se habían sentido mejor en sus manos porque uno de ellos derramaría sangre del bastado Park. Sus armas estaban bien afiladas, se había asegurado de ello, así que solo tenía que llegar al lugar de encuentro.

Tenían el lugar acordado y también a quienes serían los testigos, pensó que tal vez el barón se retractaría escogiendo su vida por sobre el honor, pero se había equivocado, el hombre escogió el honor.

Cuando montó su caballo con su testigo y quien llevaba sus armas detrás de él, pensó que en esta ocasión tenía mucho más anhelo de regresar.

Seokjin.

Su esposo.

Era el principal motivo por el cual tendrá que regresar su doncel, era algo que no había esperado, tenía tanta pasión contenida en su interior que no podía esperar para descubrirlas.

El cómo hace tan solo unas horas atrás se presentó en su puerta solo con una sábana sería parte de sus recuerdos más preciados. El verlo desnudo bajo la luz de la espléndida luna fue completamente lo mejor que recordaría si moría en el duelo.

Nunca había entendido por qué tener que casarse, pero veía a su alrededor y los hombres que lo hacían no por deber ni obligación afirmaban felicidad.

Nadaban en ese brillo de adoración a su pareja y la felicidad pura. En aquellos momentos no comprendía nada en absoluto, pero ahora tal vez lo haga.

Seokjin era perfecto, no tenía otro modo de describirlo: una mezcla entre inocencia así como pasión. Su doncel se dejaba llevar por el momento y demostraba cuán compatibles ellos eran en la intimidad.

Los sentimientos desbordantes lo atacaban en momentos inesperados, podía recordar a Seokjin debajo de él, así como arriba. Tenía grabado sus gemidos, respiración y hasta cómo se sentía su piel.

El olor que la noche anterior capto impregnado en su piel fue irreal, pero tan gratificante que nada pudo pararlo.

Pero no solo recordaba sus momentos, también podía recordar la suave sonrisa que le daba a Hyo-ri cuando esta lo necesitaba. Él cómo se esforzó en todo lo relacionado con la temporada.

Sutilmente, Seokjin le enseñaba a su hermana el cómo administrar una casa; además, cuando abraza a Jungkook, el doncel brillaba por alegría o por cualquier emoción.

También recordaba los seños fruncidos cuando algo no le salía como lo deseaba en su disputa con su tía; era muy hilarante verlo enfurruñarse, pero luego verlo atacar nuevamente.

Era atracción, debía de decirlo, una fuerte atracción que antes no había compartido con nadie, podía decir que no lo encontraría con nadie más, al menos con esa intensidad.

Cuando llegó al lugar en donde se llevaría a cabo el duelo, sonrió. El sol ya había salido por completo, lo que significaba que no sería posible que llegara para desayunar. Pero a pesar de ello, tendría al menos una recompensa de Seokjin cuando llegara.

No podía esperar para saber qué sería.

Noto cómo el barón Park lucia pálido cuando lo observó. El hombre sabe que no sería indulgente, bueno, eso debió de pensarlo antes de insultar a su esposo.

Namjoon se retiró las capas de ropa más gruesas, dejando las que eran más ligeras y le permitieran una mayor movilidad.

—Caballeros presenten armas —Namjoon arqueo una ceja ante ello y noto como el barón Park saco una arma.

—No hemos traído ese tipo de armas —Namjoon respondió tranquilamente, notando cómo el barón lo observaba con una mirada calculadora.

Estaba seguro de que ya podía saborear la victoria y, claro, la pérdida de su vida.

—Me temo, conde, que está en desventaja —Namjoon no dijo nada, solo pidió el florete y lo batió en el aire.

—No había un acuerdo específico sobre cuál arma utilizaríamos y, dado que soy yo quien presenta la ofensa, me pareció apropiado escoger las armas —el empleado que lo había acompañado le mostró el segundo florete.

—Eso es inaceptable, pudo haber escogido las armas por ser una de sus habilidades, lo que le llevaría una ventaja injusta —Namjoon se rio pero con una carcajada carente de alegría.

—Soy un excelente cazador, a todas mis presas les doy fin con un tiro certero en la cabeza sin importar que tan grande sea esta —era una clara referencia hacia el volumen del barón y noto cómo este se enrojeció de ira.

—Recuerde barón que estamos aquí por una ofensa no solo a mi apellido, título, o mi persona, sino también por mi esposo. He de decir que esperaba más coraje de un hombre que se atrevió a ponerle la mano encima a mi doncel —eso era un claro inconveniente porque, cuando lo dijo, algunos caballeros llegaron al lugar ansiosos por saber qué sucedería con el duelo.

Todos los caballeros escucharon lo dicho por Namjoon y sabían que era un golpe para el honor del hombre. Golpear a una mujer o un doncel era claramente un problema, más si no era el propio.

El honor residía en proteger a los débiles, no volverse en su contra. Namjoon sabía que había muchos hombres cobardes que en la privacidad de su hogar realizaban esas prácticas y era inaceptable, además socialmente estaba muy mal visto.

Al verse acorralado, el barón Park cedió ante ello, retirándose también las pesadas ropas que llevaban, quedando solo con una camisa interior que al menos estaba acorde a su volumen corporal.

Tomo el florete y también lo batió al aire, noto la dificultad del hombre al hacerlo e interiormente sonrió, ante ello sería muy fácil ganarle al bastardo arrogante.

Frunció el ceño, y observó al barón Park que estaba preparado para ello.







Creado: 27/06/2024

Publicado: 06/09/2024

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