Capitulo 18

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

—Dime que estás bien—Madara la miró directamente a las perlas y en ese momento el semblante cariñoso que le estaba dando a ella, se trasformó en uno de ira hacia los jóvenes Uchiha. Hinata se percató del cambio y no pudo evitar sonreír.

—Estoy muy feliz, yo nunca tuve una fiesta como esta—el azabache se relajó y muy a regañadientes, se tuvo que hacer a un lado para que sus amigos y los invitados la felicitaran. Eso fue lo que más le molestaba, que gracias a esos idiotas, ahora la tendría que compartir, cuando su plan era pasar el día juntos, sólo ellos dos. Lo único bueno, era poder apreciar el hermoso rostro de su amada, irradiando felicidad. Ella estaba feliz y no cambiaria nada, con tal de verla así.

—¡Felicidades Hina!—Temari fue de las primeras en acercarse a ella para darle un abrazo y una sonrisa cómplice.

—Lograron engañarme—se quejó la ojiperla cuando se unieron, Karin, Kankuro, Gaara y Shikamaru. Nadie los interrumpió hasta que no terminaron, dado que sabían la fuerte conexión que los hermanos tenían con ella.

Sakura le dio un fuerte abrazo, al igual que Naruto—¿Te gustó la sorpresa Hina?—preguntó el rubio entusiasmado.

—Si y les agradezco a todos por estar aquí—respondió sonriendo.

—El teme me llamó para invitarnos y le sugerimos hacer una fiesta sorpresa.

—Se suponía que no íbamos a decir nada Naruto—Sakura lo reprendió y el joven se colocó las manos frente a él, en señal de rendición ante la furiosa Haruno. Hinata comenzó a reír y no pudo evitar imaginarse como sería la vida de ellos dos si Sakura le daba la oportunidad de un romance serio.

—Tu y tu bocota dobe... Si Madara se entera que fue mi idea y no la de todos los demás, solo me molestará a mí—refunfuño Sasuke, quien se acercó al cordero para comprobar que todavía estaba bien.

—No le diremos nada ¿verdad?—Hinata recibió gustosa la presencia de Sasuke e hizo la pregunta, a la cual Naruto de inmediato estuvo de acuerdo al igual que Sakura.

Kiba y Shino también se acercaron a felicitarla y para sorpresa de la ojiperla, Ino se les unió acompañada de Ashura, Sasori y Sai, quienes fueron invitados directamente por Itachi, dado el interés del pelirojo en concretar un día para comenzar a realizar la pintura de la Hyuga. Ashura por su parte, evitaba asistir a los eventos de los Uchihas y no era por no llevarse bien con ellos, sino porque le daba pena el enfrentamiento entre ellos y su familia, sin embargo, en esta ocasión no le resultó posible negarse, pues su preciosa novia se lo pidió y él no se pudo negar.

Como ya se esperaba, Sasori finalmente concreto la reunión para dentro de un día y le pidió a Itachi que la llevara a su estudio. La morena continuó conversando con ellos, a fin de cuentas, ya todos la habían felicitado y ahora disfrutaban de la fiesta, no obstante, Madara no se veía muy contento de ser ignorado.

—Cambia esa cara, estás asustando a los invitados—Hashirama se acercó a su mejor amigo y al ver a algunos invitados con miedo, no le hizo falta indagar a que se debía.

—Hmph—fue lo único que logró soltar, mientras pensaba en cómo robarse a su amada sin avergonzarla y sin verse posesivo.

—¿Porque mejor no te unes a ella y participas en la conversación?—el azabache estaba por responder con una grosería, pero la sugerencia de Hashi era buena y de pronto también él se estaba preguntando, porque no está junto a ella, después de todo, su niña parecía quererlo cerca, así lo insinuaba cada vez que volteaba a verlo. El Senju sonrió al verlo dudar y le palmeó el hombro antes de regresar a donde se hallaba su esposa con Mikoto y Fugaku.

—¿Te estás divirtiendo bonita?—Madara finalmente se acercó y rodeó desde atrás la cintura de su novia. Naruto comenzó un juego y la mayoría de los chicos se dirigieron hacia él, dejando a la pareja a solas.

—No tanto como cuando usted esta conmigo—respondió sonrojándose pero diciendo la verdad—En este momento, no cambiaria mi vida por la de nadie más—Madara le beso la mejilla. Lo dicho por ella le causó mucha ternura y apenas podía imaginar su reacción cuando le entregara los regalos que tenían para cuando estuvieran a solas.

—Lo mismo pienso—lentamente la aparto y abrió la puerta de la oficina para estar unos momentos juntos sin las curiosas miradas de todos—¡Te ves preciosa!—los labios del azabache se adueñaron de los femeninos, comenzando un tierno beso, el cual iba haciéndose más y más demandante.

—Gracias por todo esto, por pensar en mí y dar su consentimiento para esta fiesta—le dijo apartándose un poco de los labios, pero siendo sostenida de la cintura. Sin esfuerzo, Madara la sentó arriba del escritorio y la abrazó contra su pecho logrando que el diminuto vestido, dejara expuestas aún mas las piernas de la chica.

—A decir verdad, yo quería algo mas íntimo, donde sólo te tuviera para mí y no tener que compartirte con nadie, pero Mikoto se empeño en hacer una fiesta y fue cuando esos tontos sugirieron la sorpresa—la ojiperla sonrió al escucharlo decir que quería estar a solas con ella.

—Le confieso que no sospeché nada, sino todo lo contrario, yo creí que...—las emociones le ganaron y de nuevo estuvo a punto de llorar, pero logró contenerse aferrandose más a él.

—No sabes lo mucho que me hubiera gustado estar a tu lado desde que abriste los ojos, para ser el primero en felicitarte... pero te aseguro que no ocurrirá de nuevo—Madara se retiró un paso y llevó su mano derecha al bolsillo del pantalón que vestía para sacar una cajita negra. La ojiperla lo veía sin saber que era lo que haría, aunque en su mente, pudo comprender que le daría un regalo de cumpleaños—¡Hinata...! Se que mi búsqueda por mi otra mitad ha terminado con tu llegada a mi vida, así que a pesar de no llevar mucho tiempo juntos, nada cambiará en los sentimientos de ambos—el azabache dobló una de las rodillas y miró hacia arriba con la cajita abierta mostrando un deslumbrante anillo de diamantes—¿Quieres ser mi esposa? ¿Quieres unirte a mi como mi compañera por el resto de nuestras vidas?

—¡Madara!—la ojiluna bajo del escritorio y lo miró aún con el anillo esperando por su respuesta. Ella recordó el día que lo creyó herido y ya no logró contener las lágrimas. La cabeza de Madara le llegó hasta arriba de sus senos cuando lo abrazó contra ella, afirmando una y otra vez—Si, si si quiero—el azabache dejó escapar el aire que contuvo dentro al verla llorando. Como le sucedía con ella desde que entró en su vida, se sintió muy inseguro y llegó a creer que no aceptaría. Feliz con la respuesta, también la abrazó con fuerza.

—¿Si?—se retiró un poco para confirmar y ella asintió—Entonces déjame ponerte el anillo—la chica se limpió las lágrimas y extendió su mano izquierda, para que él le pusiera el anillo.

—¡Es hermoso!—exclamo con la mano en el aire. Madara se levantó y la beso en los labios, sellando así, el compromiso que acababan de hacer. Él había comprado el anillo desde antes que ella se fuera a ver a su abuelo, pero no quería dárselo hasta el día de su cumpleaños. Sabía que una vez casados, a Indra le sería más difícil llevársela sin romper las reglas de las organizaciones, ademas de no querer esperar para tenerla siempre a su lado. Ella se veía radiante de felicidad, pero en realidad, era él, quien creía estar viviendo un sueño al saberse amado por su ojiperla.

—Te amo—reiteró sacándola de su embelesamiento con el anillo.

—Yo también lo amo—respondió mirándole a las oscuras y atrayentes orbes que tanta paz le brindaban.

—Imagine que estaban aquí—Madara soltó un gruñido cuando Izuna y Obito, entraron sin ceremonias interrumpiendo el íntimo momento que tenía la pareja—todos preguntan por la festejada y tú literalmente la monopolizas—la Hyuga se sonrojó al escuchar a Obito.

—¿Que pasa?—Izuna se acercó a la joven—¿Estuviste llorando?—las pestañas de la chica aún contenían humedad y los ojos estaban enrojecidos.

—Yo-yo... él... él me pidió—la Hyuga extendió la mano para mostrarles el anillo.

—No pudiste esperar a que se marcharan todos ¿no es cierto?—Izuna miró a su hermano y negó con la cabeza por su impaciencia, al parecer, creía que alguien podía ganársela y no quiso esperar por más tiempo. Ellos ya sabían que pensaba pedirle matrimonio, pero no sabían cuándo lo haría.

—Quería este momento, sólo para nosotros... "sin interrupciones" pero veo que es mucho pedir—la ojiperla sonrió al ver la los dos jóvenes ofendidos por lo dicho.

—Ah... aquí están—Madara puso los ojos en blanco cuando miró entrar a Sasuke y a Shisui. Parecía que no podía tener unos minutos a solas con su niña, ahora sólo faltaba Itachi, para que todos estuvieran en la oficina—los guardias de la entrada principal, trajeron una gran caja de regalo para el cordero, pero no saben si deben traerla hasta aquí, porque no tiene remitente.

—¿La revisaron por completo?—cuestiono el mayor con el ceño fruncido, pues eso no le daba buena espina.

—Si lo hicieron y ahora mi padre esta con ellos aquí afuera y fue él, quien mandó llamarte para que decidas que hacer con lo que hay dentro—aclaró Sasuke sin inmutarse por la molestia de su tío.

Todos salieron del despacho y se dirigieron hacia la sala donde la fiesta continuaba sin ser consientes de lo sucedido—Espera aquí, iré a ver de que se trata—Madara dejó a la ojiperla con sus amigos, pero ella se negó a quedarse sin saber nada y lo siguió sin que él se percatara de su presencia—¿Que sucede?—cuestionó al ver a dos de los guardias y a Fugaku a unos pasos de la puerta.

—Los guardias dicen que un mensajero lo trajo y pidió que se lo entregaran a Hinata... Al parecer quien lo envió, pago una fuerte suma para asegurar que la caja llegara en perfectas condiciones—añadió Fugaku despertando la curiosidad del azabache.

—¡Pero que demonios!—solto Madara cuando revisó el contenido—Deshágase de...—estaba por decir que desaparecieran el regalo, cuando miró a Hinata parada a unos pasos de ellos—colóquenlo en el mismo sitio dónde Sasuke puso los otros regalos—ordenó tratando de lucir calmado.

—En seguida señor—los guardias se llevaron la caja y Fugaku regresó adentro dejando a la pareja a solas. El frío era muy fuerte y la morena tembló mientras veía a su prometido regresar hacia ella. Tenía mucha curiosidad por saber que había en esa caja, para que lograra molestara tanto.

—Bonita estás temblando, te dije que me esperaras adentro—con cuidado la abrazó y la guió de regreso donde ambos suspiraron debido al agradable calor.

—Santi curiosidad por saber que era... y creí que mi tío y Neji, me habían enviado algo—respondió un poco apenada por no seguir sus órdenes.

—Ven cariño, es hora de partir el pastel—Mikoto llegó hacia ella y la llevó hasta la mesa donde se encontraba un pastel con su nombre. El azabache suspiró y las siguió. Su molestia se disipó al ver reír a Hinata, mientras todos sus sobrinos y los amigos de ella, le decían que pidiera un deseo antes de apagar las velas. Las hermosas perlas lo buscaron antes de soplar y cuando las velas se apagaron, ella le sonrió sólo a él.

—¿Que tenemos aquí?—Temari le sostuvo la mano donde portaba el llamativo anillo, atrayendo la atención de todos los invitados—¿Es el anillo de compromiso? ¿Ya te pidió matrimonio?—Mikoto también miró la sortija y sonrió.

—Escuchen todos... pronto regresaremos a la boda de Hinata y Madara—gritó Hashirama un poco pasado de tragos. Los vitoreós y aplausos no se hicieron esperar, logrando sonrojó en la joven festejada y una pequeña sonrisa en los labios se Madara, aunque por momentos, quiso golpear a su amigo por ser tan ruidoso.

La fiesta continuó hasta después de media noche y poco a poco, los invitados se fueron marchando, dejando sólo a los miembros de la familia.

—Llegó la hora de darte nuestros regalos... ven con nosotros al salón—Hinata los siguió hasta el lugar donde dijo Shisui que tenían los presentes. Mikoto se sentó en el sofá de tres personas y le pidió que se sentara a su lado, mientras los jóvenes le daban lo que le compraron.

—Primero el mío—Obito le puso una caja en las piernas y espero impaciente para que lo abriera. Tanto la Hyuga, como los otros Uchiha, sentían curiosidad por lo que había comprado Obito y apenas lo abrió, Itachi negó con la cabeza, al mismo tiempo que Mikoto lo fulminó con la mirada—¿Te gusta? Tiene tu nombre—Hinata asintió y trató de mostrar entusiasmo, cuando miró una pistola plateada con las cachas en concha nácar. El arma incluía elaborados diseños sobre el metal, incluyendo su nombre. A decir verdad, era muy bonita, pero ella no sabía nada sobre armas y hasta les temía, luego de lo sucedido en el pasado.

Izuna fue el siguiente y le dio una caja larga que contenía un rifle con los mismos diseños de la pistola. Ambas piezas parecían piezas de colección.

—Par de tarados—los reprendió Madara, puesto que su futura esposa no les diría nada para no hacerlos sentir mal y era evidente que no sabía ni cómo proceder con tan poderosos objetos.

—¿Que tiene de malo? Después de todo, tú mismo dijiste que ella debe aprender a defenderse—replicó Obito e Izuna lo respaldó con firmeza. Ellos se habían esmerado mucho en conseguir los regalos, incluso, tuvieron que sobornar para lograr obtener los dos del mismo coleccionista. Luego buscaron a un experto que se encargara de grabar el nombre, con el mismo diseño de las armas.

—E-esta bien Madara, si me gustaron—la ojiperla se quedó confundida ante lo dicho por Obito respecto a entrenarla, puesto que ella no sabía nada.

El siguiente fue Sasuke, el cual le dio un dije de su inicial, con una cadena de oro, sin embargo, también le entregó un estuche que contenía una chicharra eléctrica en color lavanda, una navaja del mismo color con distintas hojas de metal y un bote con gas pimienta para cargar en el bolso. Shisui le regaló una cámara fotográfica e Itachi le regaló un bonito reloj de mano. La morena les dio un beso a cada uno de ellos y no dejó de agradecer sus buenas intenciones.

—Aún faltan los míos—añadió Madara y le hizo una sena a Sasuke, mientras él le entregó el primero. Hinata casi había olvidado el hermoso cuadro de la subasta, donde aparecía una niña con su perro en el campo de girasoles. El azabache lo tenía guardado especialmente para ella, desde antes de comenzar a salir. De pronto Sasuke se acercó y colocó una caja frente a ella y se retiró.

—¡No puede ser!—la Hyuga se llevó las manos a la boca y derramó las lágrimas de felicidad y también de nostalgia—Es un cachorro—afirmó sacándolo de la caja y mirándolo de frente, pues era prácticamente igual al que le regaló su padre antes de morir.

—Te pedi que fuera una hembra—reprochó Madara, cuándo noto el sexo del animal y para que solo su sobrino lo escuchara.

—Lo se, pero Kiba me dijo que alguien se la llevó antes que yo llegara—la ojiperla dejó el cacharro en el piso para abrazar a su prometido y el animal se dirigió hacia la caja que llegó horas atrás sin remitente.

—¿Que contiene esa caja?—preguntó Itachi, dado que fue el único que no supo sobre el regalo que llegó antes. Hinata se acercó al oír sonidos adentro y antes que Madara pudiera responder, ella sacó otro cacharro casi idéntico al que le regaló él, la única diferencia, era el sexo, pues esa si era una hembra.

—¿Quien lo envió?—preguntó Mikoto.

—Estoy seguro que sólo pudo ser ese maldito— repuso Madara apretando los puños.

—Tiene una pequeña tarjeta en el collar—aclaró Hinata y con cuidado la tomó para leerla—Feliz cumpleaños princesa, espero que hayas tenido un hermoso día y que te guste mi regalo... Su nombre es Kiala—¿Kiala? Ese era el nombre de mi perrita.

—¡Los ven! Debemos deshacernos de ella, estoy seguro que fue Indra quien la envió—Madara estaba muy molestó y en ese momento, sólo quería golpear al Otsutsuki, por su atrevimiento, como por la tristeza en los ojos de su ojiperla.

—Eso explica quien se la llevó antes de mi llegada—soltó Sasuke.

—No no por favor no se la lleve, ella no tiene la culpa de nada—la joven sostenía a ambos cachorros y la hembra le lamía el rostro con entusiasmo—ademas ya me quiere... Por favor ¿me la puedo quedar? Le prometo que no dará problemas, yo los cuidaré a los dos—el deseo de conservarla fue más fuerte que la tristeza y el miedo al suponer quién la mandó para ella.

—¡Hinata!—el Uchiha no quería ceder pero al escucharla suplicando, no iba poder negarse.

—No creó que haya ningún problema con dejarla, después de todo, la caja no tenía remitente, aunque de sobra sabemos de donde proviene, no obstante, parece no haber nada fuera de los común en ella, incluso, seguramente pertenece a los canes de los Inuzuka—añadió Itachi revisando a Kiala en busca de algún dispositivo, o algo fuera de lo común, sin embargo, no encontró absolutamente nada y sugirió buscar su procedencia con una llamada a los Inuzuka.

—Por favor—insistió Hinata sosteniendo de nuevo a Kiala.

—¡Madara...!—está vez fue Mikoto la que lo llamó para que aceptara ante el pedido de la ojiperla. Aunque ella tampoco estaba feliz por las acciones de Indra, Hinata se veía feliz con el animal y ellos no tenían el corazón para quitársela.

—Esta bien, dejaré que se quede—la morena dejó en el piso a los dos perros, para ir hacia su futuro esposo.

—Gracias, gracias... este ha sido el mejor día de mi vida—Madara sonrió cuando la joven se lanzó a sus brazos agradecida de poder quedarse con ambos cachorros.



[...]

—Quiero que la entreguen en los terrenos Uchiha y digan que es para la señorita Hinata—Indra sabía que el cumpleaños de Hinata sería en los próximos días y conservó la esperanza de poder verla. Con eso en mente, comenzó a buscar el mejor regalo, uno que de alguna manera, lo mantuviera cerca de ella y que no pudiera rechazar. Año, tras año, recordaba con tristeza, los eventos de los asesinatos, los mismos que fueron causados por su culpa.

Estuvo pensando en eso durante largas horas, hasta que recordó el cachorro que ella tenía y que también murió aquel frío invierno. Eso era exactamente lo que le daría. Aunque él nunca la miro, supo que raza era y con esa información, mandó a uno de sus hombres a buscar uno y lo buscarían exactamente en el mismo lugar donde su padre le compro a Kiala, como ella la nombro.

Luego de obtener el cachorro, se enteró que los Uchiha le estaban planeando una fiesta sorpresa para el mismo día de su cumpleaños y en lugar de sentirse furioso, sintió mucha tristeza. No iba poder verla, sólo esperaba que aceptará el regalo. Con melancolía, tomó una pluma y escribió unas cuantas palabras, sin embargo, evitó poner su nombre aunque seguramente sabrían quien lo envió.

Esa noche no logró dormir hasta entrada la madrugada. La imagino sonriendo a todos, derramando amabilidad y adorables sonrojos, mientras el maldito de Madara era quien los apreciaba. En ese momento, hubiera dado lo que fuera por estar en su lugar y no encontrarse en su situación actual.

—¡Te vez fatal muchacho!—Kaguya miro a su sobrino y sintió pena por su aspecto—Parece que no tuviste buena noche—Indra la ignoró y sé dispuso a beber su café. Debía realizar unas entregas importantes y necesitaba estar despierto para no cometer errores, ya más tarde pensaría en alguna forma de verla sin forzarla.

[...]

—¿Como nombraste al cachorro?—cuestionó Itachi, cuando se unió a la ojiperla en el jardín donde jugaban los dos animales entre la fría nieve invernal.

—Aibo porque será mi compañero—respondió con entusiasmo—Oh Itachi, aún no puedo creer que me regalarán un cachorro y me permitieran quedarme con el otro también—el chico sonrío por la felicidad que irradiaba la morena. Tener mascotas fue lo que siempre quiso cuando vivió con ellos, pero Madara nunca lo permitió.

—Me alegró de verte tan feliz—ambos sonrieron cuando uno de los perros empujó al otro mientras corrían—y ahora que estamos a solas, hay algo de lo que debo hablarte—el semblante de Itachi se puso serio, aunque en él, eso no era extraño.

—¿Sucede algo? Estás muy serio—aún con el frío ellos continuaron afuera, dado que la chica apenas durmió por la emoción de sucesos de la noche anterior y muy temprano, los cachorros ya se veían con mucha energía como para mantenerlos encerrados con ella en su habitación.

—Madara nos pidió darte clases en defensa personal y también quiere que aprendas a usar las armas—la morena se tensó.

—¡Pero...!

—Recuerda que pronto serás la esposa de mi tío y también está el conflicto con Indra—el joven la tomó de las manos para mirarla de frente—por desgracia, no siempre estaremos presentes cuando alguien quiera dañarte, aunque te aseguro que lo intentaremos la mayor parte del tiempo, no obstante, es mejor que si algo imprevisto llega a pasar, tu puedas ser capaz de defenderte por ti misma—el único Uchiha capaz de convencerla era precisamente él y si Itachi no lo lograba, ningún otro lo haría, a eso se debió que el mismo Madara le pidiera el favor y en ese momento los observaba desde la ventana de su hogar. La noche anterior, no pudo llevársela con él y esa mañana todavía no se veían.

—Sabes que confió en ti sin dudarlo ¿tú crees que debo hacerlo?—de la respuesta del chico dependía su decisión.

—Estoy completamente seguro que debes hacerlo por tu propio bien y el de las personas que amas... sin contar con que todos en la familia, nos sentiremos mucho mejor—eso fue suficiente para ella.

—Entonces aceptó hacerlo cuando tu lo dispongas—en esos momentos, Madara envidiaba la facilidad que tenía su sobrino para hablar con ella de los temas más delicados, sin siquiera alterarla, como le sucedía con él, sin embargo, lo más importante ya estaba hecho y al parecer, su futura esposa accedió a la petición. Itachi le contó que Obito sería el encargado de enseñarle a disparar y que él se encargaría de instruirla en defensa personal ayudado por algunos amigos profesionales, en lo que confiaba.

—Esta tarde también te llevaré al estudio de Sasori, así que avísale a tu futuro esposo que no haga ningún escándalo—ambos voltearon hacia la mansión de Madara y lo miraron parado frena la ventana.

—Se ve como una vieja chismosa ¿no creen?—sin que lo hubieran notado, Obito llegó hasta ellos con unos vasos de café y una gran bolsa, la cual, Itachi reconoció de inmediato, dado que era de la panadería que le enviaba los dangos, sin embargo, aún faltaba un día para que los entregaran, dejando claro que su primo los pidió, o bien, los fue a comprar personalmente para ellos.

Itachi y Hinata no se pudieron contener y comenzaron a reír, mientras que Madara no sabía lo que causó sus risas, aunque algo le decía que todo se debía a él y a la repentina llegada de Obito.

—Dense prisa, muero de hambre y los dangos me gustan calientes—los llamo Izuna desde la puerta principal de su casa.

—¿Que pasa Hina?—pregunto Obito, al verla dudar entre si ir, o no hacerlo.

—No quiero dejarlos aquí y no se si Madara me permita meterlos en su casa—apuntó a los dos cachorros que ya se habían acercando a ellos.

—Pronto sera tu hogar y ellos te pertenecen, así que no tendrá otra opción mas que aceptarlos... vamos de una vez y deja de preocuparte—Itachi de nuevo la convenció y pronto entraron con los perros.

Madara ya estaba esperando por ellos y de inmediato, tomó a su prometida en un abrazo para darle calor, ya que estaba fría—¿Puedo saber de que se reían?—preguntó directamente a Obito.

—De nada en especial, sólo recordábamos las vecinas chismosas que siempre están pegadas a las ventanas, mirando la vida de los demás—el azabache mayor entendió la indirecta y cuando estaba por responder, su niña intervino para que no lo hiciera.

—Espero que no le moleste que traje a mis perros—al verla a los ojos, olvidó lo que pensaba decir y sólo asintió a complacerla en lo que pidiera.

—Esta también es tu casa bonita y puedes hacer lo que quieras en ella... Ahora ven conmigo, quiero tenerte solo para mí por unos minutos—los tres Uchihas se fueron a la cocina e ignoraron a la pareja para dedicarse a comer los dangos. Itachi estaba muy feliz y agradeció a su primo. Con eso Obito logró obtener de nueva cuenta, la confianza de su primo, después del incidente donde robó su comida.

...

Hinata jadeó al quedar bajo el enorme cuerpo de su amado. El besó que comenzaron al cerrar la puerta de la habitación, se tornó en atrevidas caricias sobre el cuerpo femenino. El azabache ya la consideraba suya y no pensaba esperar por más tiempo para consumar su amor. Su idea era darle el anillo tal como lo hizo la noche anterior y después que la fiesta concluyera, traerla con él a su cama, donde la haría mujer, pero gracias al inesperado regalo de ese bastardo, todo se salió de control y Mikoto insistió en que durmiera en su habitación con los cachorros.

—Quiero que hablémoos sobre la fecha de nuestro matrimonio—la ojiperla aun con la respiración acelerada asintió—¿Que te parece si nos casamos en primera?

—¿En menos de tres meses?—la morena no pudo evitar la sorpresa que le causó saber que sería tan pronto.

—¿No estás de acuerdo con la fecha? ¿Prefieres más tiempo para planear mejor la boda?—Madara quería que fuera lo antes posible, sobre todo, luego del atrevimiento que se tomo Indra al enviarle el perro, pero si ella no estaba de acuerdo, respetaría su decisión.

—Si, si yo estoy de acuerdo, es sólo que no me esperaba que fuera tan pronto—ella se dejó besar una vez más y no pudo evitar, pensar en lo que sentiría al tener su propia familia. Tendría un esposo, las mascotas y con suerte, pronto también tendría hijos.

—¿En que piensas para que tengas esa hermosa sonrisa?—en ese momento, ya la tenia sentada sobre su regazo.

—En lo mucho que ha cambiado mi vida en tan poco tiempo... Luego de haber sentido la dolorosa soledad, el destino lo puso de nuevo en mi camino, sanando las heridas del pasado... No he dejado de sentir la perdida de mis padres, pero cuando estoy entre sus brazos, el dolor logra ser tolerable.

—¡Mi niña!—estaba por besarla cuando su celular timbró. Hinata se recompuso la ropa abrigada que se había desacomodado debido a los apasionados momentos que compartieron y aprovechando que su prometido respondió la llamada, salió de la habitación para ir con los otros azabaches.

—Ven Hina, los dangos están desapareciendo—Obito e Izuna miraron hacia Itachi y sonrieron. El chico tenía la boca llena y aún así, compartía pequeñas porciones con los dos cachorros.

Debido a las fechas, los hermanos Uchiha no tenían empleada doméstica que iba por algunas horas a cocinar y limpiar, así que Hinata se dispuso a preparar el desayuno para todos. Madara se unió a ella minutos mas tarde y trató de ayudarla, aunque en realidad, lo único que hizo según su hermano y sobrino, fue estorbar.

—Luego de salir del estudio de Sasori, llamaré a Kisame, él es experto en artes marciales y será uno de los que me ayudarán con tu entrenamiento—declaró Itachi.

—¿Irán hoy al estudio de Sasori?—de nuevo los planes del azabache mayor, se veían estropeados y encima, tampoco le hacía ninguna gracia, saberla posando su belleza para alguien más.

—En eso quedamos anoche, espero que mis cachorros no sean una molestia mientras no estoy con ellos.

—No te preocupes, le pediré a alguien que los cuide cada vez que te ausentes—añadió Izuna y ella le agradeció de todo corazón.

Tal como lo anunció Itachi, apenas terminó el desayuno, la chica se encargó de limpiar, obviamente ayudada por su prometido y cuando se llegó la hora pactada, se marcharon dejando a un malhumorado azabache.

Continuara.

Me disculpo por la demora y por las faltas de ortografía que seguramente se me quedaron, apenas las encuentre y las corregiré. La siguiente actualización, será el primer capítulo de Acorralada, luego Cuando tú llegaste, o El acuerdo. Cualquiera de las dos, que salga primero 😊💕

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