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Al cabo de un rato, una triste sonrisa se posó en sus labios al darse cuenta de que aquel dicho "la pluma es más fuerte que la espada" era completamente cierto.

Un par de líneas consiguieron tumbar su corazón con la fuerza de un huracán. Llevándose todo lo que había creído olvidar, en forma de un torbellino, haciéndolo girar dentro de su conciencia y plasmando dolor con frío invernal.

El poema le recordó a Alfred.

El papel se hallaba arrugado en su temblorosa mano, releyó la parte de atrás con un gesto de confusión.

"El club de los poetas muertos."