El detective
Unos nudillos tocan a la puerta del detective. Un chico, de unos 18 años asoma la cabeza de manera tímida.
–Señor, tengo los resultados de la autopsia. La mujer tenía razón. Y ella también acaba de llegar.
El detective se frota la barbilla, su incomodidad va en aumento por una lista considerable de cosas que debe de pensar. Intenta mantener la calma, no quiere que la ansiedad nuble su razón.
Se recarga sobre su silla y mira su oficina, los libros y su escritorio. En otros tiempos la luz tenue iluminaría un escenario color sepia mientras el usaría una gabardina y un sombrero que le cubra su cara. Fue una de las razones por las que quiso ser detective desde pequeño. Le hubiera gustado el atuendo del clásico detective. Sin embargo los tiempos han cambiado y en su lugar debe vestir un traje. Ser un oficinista promedio.
Está seguro de que se han marchado los buenos tiempos.
Sin embargo, la muerte de André Pierre Lastoz es un caso "peculiar". Fue su esposa quien pidió investigar a su marido. El detective creyó que aquello era un caso de infidelidad más pero estaba equivocado.
–Señora Lastoz, bienvenida, tome asiento por favor. ¿Lo trajo?
La mujer, caminaba de manera lenta y meditabunda, llevaba en el rostro la aflicción del luto. Se podía observar como luchaba contra su cuerpo para moverse. Timothee se asombró de la gran fuerza que debería tener aquella mujer para arrastrar su dolor y levantarse.
La viuda de Pierre entregó un pedazo de papel. En el cual se apreciaba la letra de su esposo, el trozo de papel era media hoja doblada meticulosamente.
–Lo hallé en mi zapato la mañana que él se fue a cubrir su turno. Debería de haber salido a las 8 de la noche de aquel día y sin embargo a las 7 de la tarde recibí una llamada de parte de él. Me dijo que se iba a quedar a doblar turno. No noté nada extraño, habló con mucha naturalidad. Solo hubo un pequeño detalle. Dijo algo que no me había dicho desde la universidad. Me llamó ratoncita.
Desdobla el papel.
"Hola amor, por favor te pediré que creas en mí y obedezcas una sola vez. Hice algo que no debía y creo que ha habido personas a las que no les gustó. Te ruego que por favor no hables conmigo de esto hasta que hayamos salido del país, he comprado unos boletos a un país de Latinoamérica, haz nuestras maletas y saldremos hoy a la medianoche, no hagas nada más, por favor no lo hagas, solo hazme caso. Te amo."
Del otro lado del papel figuraba una lista con cuatro nombres. El detective dejó el trozo de papel en una bolsa de plástico mientras se giraba a observar las fotos. Los resultados concluían impacto de bala. André fue hallado sin vida y vacío de sus bolsillos. La conclusión inicial fue que había sido resistencia a un asalto. Pero la nota daba un giro de tuerca a toda la situación.
Mientras observaba la hoja la mujer le preguntó.
– ¿Menciona algo sobre la ampolla?
– ¿A qué se refiere?
La mujer se acercó un poco al hombre preparándose para decir algo confidencial.
–Yo reconocí el cuerpo de mi esposo, me dejaron verlo y le lloré muchísimo. Lo abracé. Y fue en ese abrazo que sentí bajo su espalda una ampolla enorme casi del tamaño de mi mano. Es usted a quien le estoy diciendo esto y entenderá que he tomado mis precauciones, así que creí que era importante preguntarlo.
Timothee sintió el sudor de sus manos y tuvo que secarse en el pantalón. Aquello dicho por la señora Lastoz le convenció de tomar el caso.
–Lo haré, averiguaremos que fue lo que en realidad ocurrió a su esposo. Sé que está pasando por momento difíciles pero debo mencionarle que mis honorarios no son baratos.
–No tengo ningún problema–La mujer de André presiono con fuerza un borde de su falda como intentando contener el llanto una vez más–. Habíamos ahorrado 15 años. Primero para nuestro bebé. Después para pagar una fertilización. Finalmente cuando todo fue un fracaso ahorramos para el gran viaje. Sé que me entenderá, ese viaje que hacen algunos matrimonios por todo el mundo un año completo. Ya no necesito el dinero, no tengo problemas con sus honorarios.
La mujer se levantó de la silla, agradeció y con paso lento salió de la oficina.
El detective busca algo en sus gabinetes. Los revuelve con innegable ansiedad aunque intenta mantenerse sereno.
Hubo años atrás, (cuando él comenzaba su carrera) 4 asesinatos peculiares entre todos los que había visto. Aquella ocasión tuvo que desestimar aquellos detalles y concluyeron diferentes causas de muerte. Pero había un detalle que jamás olvidaría. Un patrón que en su momento no tuvo el peso suficiente.
Podía apostar que aquellos cuerpos tenían una ampolla en su espalda.
No estaban ahí, tendría que buscar en su casa. Con las manos vacías el detective se mueve al escritorio; saca la nota de André y la vuelve a leer. No será la última vez que lo haga.
Los cuatro nombres que figuran en la lista son:
Martí, Esmeralda, julio y Jerome.
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