«Capítulo Tres»

La culpa de todo es el amor...

•°•°•

El receso había comenzado, y Laila estaba con Nick. Ambos estaban sentados debajo del único árbol en todo el campus. Nina y Kate estaban en un exámen y no podían acompañar a Laila en el receso. Estando sentados, Laila buscaba con la mirada a Ethan Grayson quien jugaba un partido de fútbol. Nick, por su parte, leía el expediente de Ofelia con el ceño fruncido.

––¿Notaste que en algunas fotos no lleva su collar? ––preguntó, con su mirada en las fotografías.

––Sí ––asintió Laila––. Tenía que hablar con la profesora Margaret de eso pero me olvidé.

––¿Sabes? Creo que en el salón de teatro había una caja con collares. Tal vez Margaret guardó el collar de Ofelia ahí.

––Tal vez…

Nick levantó la mirada, viendo a Laila buscar con la mirada al novio de Ofelia. Estaba concentrada, se veía perfecta a los ojos de él. Sus rizos se movían lentamente con el viento, y sus ojos de color amarillo miel brillaban cuando el sol le alumbraba el rostro.

A diferencia de ella, Nick tenía el cabello pelirrojo, casi despeinado, y sus ojos eran de un color verde menta bellísimo. Sus mejillas tenían muy pocas pecas que resaltaba en su piel blanca. Se dio cuenta de que se había quedado mirándola un buen rato, hasta que bajó la mirada hacia el expediente otra vez.

Fue entonces cuando Laila le pegó un manotazo en el brazo con fuerza.

––¡Oye! Qué tienes con mi brazo, me estás pegando mucho.

––Ahí está Ethan, hay que ir a hablar con él.

Se levantaron sacudiendo el césped que se había pegado en sus pantalones, y se acercaron a Ethan. Un chico alto, de cabellera castaña oscura y tez morena. Éste al verlos, no pudo ocultar el desagrado en su mirada ni con la sonrisa falsa que les dedicó. «Este es un imbécil» se dijo a sí misma Laila mientras se acercaban.

––Hola, Ethan ––saludó ella tratando de sonar amable––. ¿Podemos hablar contigo?

––No ––contestó Ethan al instante, sonriéndole––. Nos vemos pronto.

Nick abrió la boca sorprendido por la actitud del chico, pero Laila no se iba a dejar tratar así.

––Tsch, ¿qué clase de novio no colaboraría para el caso de su novia? ––dijo Laila, con una sonrisa que reflejaba malicia.

El castaño detuvo sus pasos, y Laila supo que había tocado el punto débil. Ethan volteó hacia ella, mirándola con total seriedad. Ella cruzó sus brazos, levantando un poco la cabeza en un gesto orgulloso.

––¿Qué es lo que quieres? ¿No tienes suficiente ya con aceptar el caso para sacar provecho de él? ––reclamó Ethan sin ocultar su tono molesto, las palabras de él encendieron una chispa de ira en Laila.

––¿De verdad crees que saco provecho de esto? ––reprochó ella presionando sus puños––. Hago esto porque quiero saber qué fue lo que le pasó realmente a Ofelia, ¿no te importa en absoluto lo que le pasó a tu novia?

––Escúchame.

Ethan dio un paso furioso hacia ella, pero Nick se puso frente a él antes de que se acercara a Laila. Ella miró a Nick, y lo vio apretar los puños. Él y Ethan se miraron a los ojos, como si se estuvieran desafiando.  El castaño presionó también sus puños, pero no hizo nada, giró hacia ella, y contestó.

––Ofelia era todo para mí ––dijo con una calma falsa––. Nadie se atrevía a aceptar su caso porque sabían que no era uno normal.

––¿A qué te refieres?

––Ofelia había sido elegida para el papel de Julieta, todos lo sabían. Ella era perfecta para eso, pero no a todos les agradó esa idea. Ofelia también sabía cosas que nadie más sabía, y eso para muchos era una desventaja.

Laila lo miró por unos segundos, antes de volver a hablar.

––¿Qué me dices de su collar?

Ethan miró hacia otro lado por un momento, antes de responderle. La respuesta le pesaba y le sabía mal en la boca.

––Jordan sabe dónde está ––respondió, como si mencionar al ex novio de su novia fuera el peor infierno para él––. Búscalo y pregúntale a él.

––¿Dónde podemos encontrarlo?

––El idiota siempre está en la biblioteca.

––Gracias.

––Oye, Croft. Ten cuidado por dónde te metes, estás cruzando una línea que desconoces. ––Ethan se marchó, dejándolos pensando en sus palabras.

Después de esa segunda amenaza, como lo habían llamado con Nick, ambos estaban en un exámen de Geografía Física. Estaban sentados juntos ya que el profesor había asignado a los estudiantes así: un chico y una chica. Los minutos avanzaban y cada vez estaban más ansiosos. Laila a pesar de tener su cabeza en otra parte, pudo responder la mayoría de las respuestas, pero Nick ni siquiera había comenzado. Lo había hecho, pero lo dejó a la mitad, casi.

––Pásame la tres… ––susurró el pelirrojo, inclinándose hacia ella.

––No.

––Pásame la tres.

––Que no.

––La tres.

––Noo.

––Porfis ––suplicó––, será lo último que te pida.

––Ash, está bien.

Nick se inclinó ligeramente hacia la hoja de ella, y ella se acercó sólo un poco para que pudiera ver la respuesta.

•°•°•

Unas horas después...

Los dos estaban sentados frente al escritorio de la directora: una mujer alta, de cabello gris canoso. Observaba sus exámenes con mirada seria mientras los anteojos se mantenían en el puente de su nariz. Nick miraba distraído el suelo, mientras que Laila tenía sus brazos cruzados mirando seriamente al suelo.

La directora suspiró, y su suspiro hizo que ambos levantaran la mirada hacia ella. La mujer dejó los exámenes sobre el escritorio, quitándose los anteojos para luego entrelazar sus manos.

––Se copiaron ––dijo la directora, mirándolos a ambos––. Sabían perfectamente que en un exámen no se deben pasar las respuestas, son iguales.

Laila abrió la boca para contestar la afirmación de la directora, pero Nick se le adelantó.

––Bueno… mismas preguntas, mismas respuestas, ¿no?

Laila golpeó su frente, y la directora levantó una ceja con su mirada seria. Nick sonrió nervioso, encogiéndose en la silla.

––Tuvieron suerte, jóvenes ––dijo la directora––. Es la primera vez que los citan a ustedes a dirección, así que esto será una advertencia. La próxima vez se les pondrá un castigo, ¿entendido?

Ambos asintieron, y la directora les entregó los exámenes.

––Tendrán que volver a hacerlos, el próximo martes a la misma hora.

Los dos salieron, escuchando la campana sonar. Al estar afuera, Laila suspiró, mirando el suelo.

––¿Sabes algo? Creo que deberíamos comer, muero de hambre ––Nick estiró su cuerpo, suspirando aliviado.

––Ve tú, yo quiero hablar con Jordan.

––Rulitos, Rulitos, Rulitos. A veces tienes que darte un respiro de todo lo que haces.

––Pero debo empezar con el trabajo.

––Relájate un momento, ¿si? Hoy es martes de pastel de papa, el mejor que hace Anabella, y no quiero perderlo por nada, vamos.

Nick la agarró de los hombros, y comenzó a empujarla haciéndola caminar.

––Nicolas.

Detuvieron sus pasos, y Nick alejó sus manos de ella levantándolas en señal de rendición. Ella lo miró con seriedad, y él asintió.

––Okey, okey, no voy a insistir. Pero creo que deberías relajarte un poquito.

Laila miró la hoja de su exámen, y suspiró. Asintió lentamente, y él volvió a empujarla.

––Esa es la actitud.

––Pero, deja de empujarme.

Al ir caminando hacia el comedor, Laila no podía dejar de pensar en Ethan y en Sienna. Ambos se habían comportado de manera extraña, Sienna se vio muy dispuesta a colaborar por un momento pero luego su actitud cambió, pero Ethan, bueno, él también se había comportado como idiota, y ni siquiera lo disimuló. ¿Y si quizás ellos…?

El bullicio del comedor la sacó de sus pensamientos, todas las mesas estaban llenas, las risas, los chistes y chismes resonaban en todo el lugar. Laila logró ver a sus amigas en una mesa aparte, así que decidió ir con ellas.

––Voy a ir con las chicas.

––Tú te quedas conmigo ––dijo él, pasando su brazos alrededor del cuello de ella.

––Cualquiera que nos vea juntos va a pensar raro ––intentó soltarse, pero Nick la agarró más fuerte.

––Nadie pensará nada, vamos.

«Las chicas me van a hacer bullying después». Al final, a Laila no le quedó más remedio que seguir a Nick. Ambos se acercaron al área de bandejas, poniéndose en la fila para poder acercarse a la barra de servicio. La cocinera, Anabella, usaba un delantal blanco, sin una sola mancha. Guantes cubriendo sus manos y una cofia. Al verlos, sonrió ligeramente sirviendo un pedazo de pastel de papa.

––Gracias, Anabella ––sonrió Laila.

––De nada, Cielo. ––Contestó la mujer, mirando al segundo con seriedad––. Nicolas.

––¡Anabella! Te ves estupenda hoy ––sonrió Nick, evitando mostrarse nervioso ante la mirada fulminante de la cocinera.

Laila lo empujó con la bandeja, para que evitarán pasar más vergüenza de la que ya estaban pasando. Al final, ambos se sentaron en una mesa apartada junto a una ventana. Cuando se sentaron, ambos suspiraron tranquilos. Mientras comían, una pregunta vino a la mente de Laila como un destello.

––¿Crees que Ethan y Sienna sean amantes?

La pregunta hizo que Nick se atragantara con la comida, llamando la atención de algunos estudiantes. Ella cubrió su boca, evitando una carcajada mientras lo veía toser.

––¿Por qué la pregunta? ––inquirió él, carraspeando la garganta.

––Sienna se comportó muy extraño cuando mencionamos a Ethan. ¿No es extraño que la mejor amiga de la chica muerta defienda de esa manera al novio? Y más importante, ¿por qué quiso evitar que habláramos con él? Porque eso quiso hacer cuando dijo que no nos metamos tanto en el caso.

El pelirrojo la miró, asintiendo lentamente.

––Mm…  ––asintió, dejando el tenedor en la mesa––. Okey, supongamos que tienes razón, ellos son amantes. La pregunta es: ¿Por qué?

––¿Por qué se atraen?

––¿Solo por eso?

––¿Por qué otra cosa podría ser?

––Venganza.

––¿Venganza? ––repitió––. ¿Por qué venganza?

––A lo mejor Ofelia le hizo algo a Sienna y ella se vengó.

––¿Aún estando su amiga muerta?

––Yo qué sé, solo es mi opinión. No soy el amante de nadie.

Ella negó, jugando con la comida en su plato. «Muchas preguntas, pocas respuestas». Miró a Nick, pero él solo mantenía su mirada en su plato mientras comía. A los ojos de ella él era perfecto, lindo, con poco uso del cerebro, pero lindo. Una ligera sonrisa se asomó en los labios de ella, pero esa sonrisa se borró cuando cruzó miradas con Nina y Kate, quienes tenían sonrisas burlonas.

Laila sintió el calor subir por su cara, sintiendo la vergüenza y nerviosismo en todo su rostro. Cubrió su cara con la palma de su mano, y siguió comiendo.

•°•°•

El teatro estaba vacío, en completo silencio. Había solo una luz que era la que la alumbraba. Laila estaba sentada con las piernas cruzadas en el escenario, su mirada en el libreto de Romeo y Julieta, que sostenía con sus manos. La oscuridad no permitía ver detrás de los asientos pero eso no era problema.

Su mirada iba una y otra vez en aquel diálogo que alguna vez escuchó cuando había entrado accidentalmente al teatro.

🎭 Flashback 🥀

La puerta del teatro se abrió y ella entró, mirando todo con incredulidad, las luces de los reflectores estaban encendidas, sin embargo, no alumbraban los asientos. Laila se dispuso a irse, pero antes de cruzar la puerta, la escuchó: una voz suave, casi dulce, pero nerviosa.

––“¿Qué importa el nombre? Lo que llamamos rosa, con cualquier otro nombre olería igual de dulce”... ¿Olería igual de dulce? ¿Eso qué significa?

––Creo que se refiere a que un nombre es solo una etiqueta, no define lo que es una persona o una cosa. ––Explicó Laila aún en la puerta.

Fue entonces cuando ella la miró: ojos de color avellana, cabello largo en un castaño claro, y piel perfectamente blanca. Ofelia no pensó que alguien la encontraría ensayando para la obra. La primera vez que Laila la vio llevaba puesto un hermoso vestido rojo que resaltaba en su piel.

––Ah… hola ––la saludó Ofelia, sonriendo tímidamente––. Creí que estaba sola.

––Perdón si te asusté, estaba buscando una amiga pero creo que fuí por el pasillo equivocado. ––Rió nervioso Laila.

––No te preocupes ––dijo Ofelia––. Se honesta conmigo, ¿dije bien la línea?

––Por supuesto. Lograste captar el dramatismo de la obra.

Ofelia se rió, llevando un mechón de cabello detrás de la oreja.

––Gracias, aunque creo que Romeo y Julieta no es una de las mejores obras en las que actuaría ––aunque intentó mostrar una sonrisa, Ofelia reflejó tristeza en sus ojos.

––¿Por qué no? ¿Es porque es un romance trágico? ––le preguntó Laila, acercándose hacia el escenario.

––No es eso ––Ofelia hizo una pausa, para luego mirar el libreto––. A veces siento que mi vida está resumida en esa historia.

––¿Por qué?

––Si te pones a pensar, la tragedia comenzó cuando Romeo y Julieta se enamoraron ––su sonrisa se borró, mirando el libreto con tristeza––. Todo fue culpa del amor…

🎭Fin del Flashback🥀

Laila suspiró, pasando su dedo pulgar con suavidad sobre las hojas.

––Todo por culpa del amor… ––repitió en un susurro.

El lugar quedó en silencio nuevamente. Ella solo miraba cada uno de los diálogos en el libreto. Ofelia realmente estaba hecha para el papel de Julieta, tenía la personalidad que la hacía única. Pero entonces, si era la indicada, por qué...

––Disculpa…

––¡¡Ah!! ––gritó Laila levantándose rápidamente, con el corazón en la garganta.

––¡Perdón, perdón!

––Oliver… ––dijo al verlo detrás de ella, tocando su pecho––, casi me da un infarto.

––L-Lo siento, no era mi intención asustarte ––se disculpó Oliver, mirando el suelo con un leve rubor en sus mejillas.

––No, está bien, yo solo… ––Laila tragó saliva, humedeciendo sus labios––. ¿Qué estás haciendo aquí?

––So-Solo vine a preparar las luces para los ensayos.

––¡Ah! Claro, ¿tú te encargas de eso, no?

––Si, yo hago ese trabajo.

––Claro, claro… ––asintió, dejando el libreto sobre una de las cajas con utilería––, ya me tengo que ir. Nos vemos pronto, Oliver.

––Claro, y perdón por asustarte.

Laila sonrió, bajando del escenario. Dio unos cuantos pasos pero se detuvo cuando vio una caja de cristal llena de collares. La miró un momento, hasta que volteó hacia él.

––Oye, Oliver, ¿sabes si la profesora Margaret podría darme esa caja con collares?

Él la miró, y luego levantó los hombros.

––No lo sé, pero creo que si le preguntas podría dártela.

––Okey, gracias.

––De nada.

Ella avanzó por el pasillo entre los asientos, saliendo del teatro.

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