CAPÍTULO 09

—Es exactamente igual a mi habitación —dijo Charles, entrando a la suite de Larissa y mirando a su alrededor.

Era en esos momentos que ella agradecía que no había tenido tiempo de desordenar básicamente nada, y fuera de algunas cosas que ella había sacado del mini bar y dejado por allí, no había nada destacable. Nada de su ropa interior esparcida por la sala.

—Aunque venga en calidad de empleada, no dejo de ser hija de mi padre, y él probablemente me tiene más consentida de lo que debería —dijo ella, tomando el control remoto de la televisión y sentándose en el sillón—. No dudo que Mercedes solo haya solicitado cuatro habitaciones como esta: la de George, la de Lewis, la de él y la mía. Y de la de Lewis no estoy segura, su asunto con Ferrari es un tema sensible.

Charles se sentó en el sillón, al lado de Larissa. Estaban mucho menos apretujados que la última vez que habían compartido un sofá, en aquella cafetería, en realidad, en esa ocasión ambos estaban a una muy prudente distancia el uno del otro, casi replegados contra extremos opuestos del mueble.

—Hay cosas peores que viajar por el mundo y hospedarte en habitaciones como esta —dijo Charles.

Larissa presionó el botón para encender la televisión y alcanzó su teléfono celular para escoger la película.

—Sí, bueno... Agrega a esa información el hecho de que eso sucede debido a que el imbécil de mi novio terminó conmigo y me despidieron del mejor empleo del mundo. Y mis padres determinaron que a pesar de mi edad, soy incapaz de tomar buenas decisiones y requiero supervisión constante —dijo ella, deslizando su dedo a través de la pantalla—. ¿Qué tipo de película se te antoja? ¿O prefieres una serie?

—Espera. Tu novio te dejó y te despidieron, ¿al mismo tiempo? —preguntó Charles.

—Uh, sí, más o menos. Mi novio fue básicamente el motivo de mi despido —explicó Larissa, sin dejar de mirar su teléfono, explorando el catálogo de Netflix—. No veo nada interesante en Netflix, revisaré HBO.

—Pareces muy tranquila al respecto, ¿fue hace mucho? —preguntó él, notoriamente confundido, alternando la mirada entre el rostro de Larissa y la pantalla de su celular, para ver las opciones de películas.

—Uh. Poco antes de que iniciara la temporada. Hace un mes, quizá. Mira, aquí van dos cosas que deberías saber respecto a lo que sucedió, y es que, en primer lugar, el sujeto era un completo imbécil, en serio, un idiota, y jamás debí salir con él, así que no fue una gran perdida, y la segunda cosa, es que yo tampoco soy una santa, puedo ser bastante maldita cuando quiero, y siendo que a él no lo quería particularmente... Bueno, no ha sido mi mejor relación. Lo peor de que hayamos terminado, es que perdí mi trabajo.

El desdén que Larissa sentía, se filtraba claramente en su voz, sin que ella hiciera ningún esfuerzo por contenerlo. Para cuando terminó de hablar, una parte de ella tenía ganas de gritar, y la otra parte quería escapar, porque la conversación se había puesto peligrosamente personal muy de repente.

Ella no quería ser ese tipo de persona, el tipo al que le hacías una sola pregunta y podía quejarse de su ex novio por horas después de eso. Admitir su propia culpa era su aportación madura a la conversación, pero era un tema que ella normalmente evitaría como a la peste, porque normalmente solo tenía dos extremos como opciones: ser la ex-novia loca y rencorosa, o ser la ex-novia que no habla mal de él porque sigue enamorada. ¿Era demasiado intentar crear un punto medio?

Miró la hora en su teléfono, y antes de poder frenar el impulso, lo apagó y se giró para ver a Charles.

— ¿Crees que estoy loca? —preguntó Larissa—. ¿Crees que soy la novia loca y dolida estereotípica que ponen en las películas?

En su defensa, era casi medianoche, ya estaba empezando a sentir sueño, y cuando ella comenzaba a sentirse cansada, lo primero en dormirse era su filtro verbal.

—No. Yo tampoco tengo el mejor historial amoroso. A la prensa le encanta inventar algunas historias y exagerar otras. Eso no suele ser bueno para las relaciones —dijo Charles, recostándose y poniendo sus manos en su nuca mientras estiraba el cuello.

—Amén —dijo Larissa, en un suspiro, acomodándose en el sillón también, cerrando los ojos por un segundo—. No pensaba preguntarte, pero creo que debería,¿cómo te sientes con el resultado de la carrera de hoy? Además de inconforme.

Ella se giró un poco, colocando su brazo en el respaldo del sillón como soporte para observarlo.

—Fue una mierda. Checo me pasó desde el comienzo de la carrera, apenas en la quinta vuelta, y después de eso simplemente se fueron, abriendo una brecha enorme. Es como la temporada anterior otra vez.

—Escuché las radios de Mercedes toda la carrera, y quizá todavía no entienda gran parte, pero puedo decirte que no fue tu culpa. No hay nada que podrías haber hecho distinto. Todo lo que necesitas es un mejor auto para mostrarle al mundo lo que yo ya sé, que tienes el futuro de un campeón. Estás al borde de la grandeza, Charles, solo necesitas más tiempo, porque el talento lo tienes.

—Vas a subirme demasiado el ego —dijo Charles, comenzando a sonreír.

Larissa soltó una risa y se inclinó para darle un ligero golpe en el brazo.

—Tonto. Hablaba en serio —dijo ella, pero su risa imparable le quitaba credibilidad.

—Yo también hablaba en serio —replicó él.

Larissa finalmente logró dejar de reírse y atinó a tomar nuevamente su teléfono celular.

—Ya. Ya. Es tarde. Si no elegimos algo ahora, no veremos nada. Eres la estrella del día así que tienes privilegios, ¿cuál es tu película preferida?

—Harry Potter —dijo Charles, de inmediato—. Es lo mejor del mundo.

Ella chasqueó la lengua mientras escribía el nombre de Harry Potter en la barra de búsqueda de la plataforma de streaming.

— ¿Eres del tipo que se ofendería si le digo que solo me vi la primer película? —preguntó Larissa.

— ¿Cómo es posible? —preguntó él, con una mezcla de incredulidad, horror y diversión—. Ni Harry Potter ni Fórmula 1, ¿qué has estado haciendo toda tu vida?

—Desperdiciando el tiempo, aparentemente.

—Definitivamente —corrigió Charles—. Pon la segunda, la de la Cámara de los Secretos.

Larissa seleccionó la película que Charles le había indicado y presionó el botón de reproducir, e inmediatamente el logo de Warner Studios apareció en la pantalla.

—Siento que debo advertirte que no soy de las que se queda callada en una película, y seguramente voy a estar preguntando muchas cosas. Soy la peor compañía posible en un cine —dijo ella, mientras la televisión emitía la canción de introducción de Harry Potter, que si le preguntaban a Larissa, era un poco sombría.

—Hace algunos años me sabía de memoria todos los diálogos de las películas y los recitaba mientras las veía, tienes suerte de que ya olvidé una gran parte, o yo te vencería en la categoría de peor compañía para ver una película.

—Eres competitivo incluso en eso —dijo Larissa, con risa ahogada—. Me encanta. Bien. Hagamos algo. Apostemos. Voy a contar, y si recuerdas completos y con exactitud más de quince diálogos... Compraré una camiseta de Ferrari con tu número para antes de la siguiente carrera. La usaré antes de irme al paddock, y al regresar. Pero si no lo logras, tendrás que pagar por todo el café que tome en una semana.

—Trato hecho —dijo Charles, con satisfacción.

Ambos se giraron para mirar la pantalla. Y por las dos horas posteriores, Larissa se dedicó a hacer las preguntas más estúpidas del mundo mientras ambos se reían a carcajadas. Y Charles logró recordar a la perfección veintitrés diálogos de la película (claramente no estaba tan oxidado como había dicho).

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