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🐈‍⬛

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Las brujas reales no son verdes ni tampoco vuelan en escobas.

Son hermosas y no necesitan libros de hechizos para hacer magia.

Basta con una sola mirada para hechizarte.

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Gulf Spimplings era un marginado, pero también era el rey del caos. Respiró magia e hizo un baile magnifico, invitando animadores masculinos sin decir una palabra. Ellos lo cargaron de las axilas para que hiciera malabares con las piernas y una voltereta de 360 grados hasta dejarlo solo. Con unos cuántos brincos revertidos terminó el baile, pero el cinturón de castidad lo traicionó, cayendo sobre su trasero. A pesar del evidente, '¡Auch!', Gulf modela de costado con un mejorado 'Auch'.

Song rodó los ojos. —Siguiente. — Dijo sin escrúpulos.

—¡Espera! — Llamó la rubia. Las porristas debatieron si tener o no a Gulf mientras que el mencionado buscaba dónde perder la mirada. Sintió la mirada de Song posar en él. Incluso si no lo miraba. —Ambos son talentosos. Si los tenemos, podríamos ganar.

—Chicas, aún nos faltan cuatro nombres en la lista. Hasta entonces me replantaré la idea de tener al asesino de mi mejor amiga en mi grupo, ¡Siguiente!

Los compañeras bajaron la cabeza y Gulf se fue. Al salir, Jeff estaba sentado al lado de la puerta. —¿Pasaste?

—Aún no. Por cierto, esos pasos prohibidos, nene.

—Tenemos mucho de qué hablar. — Jeff cruzó brazos con él, ambos de camino a los casilleros entre risas.

En química, había que estudiar los órganos de una rana, Pero conversaban mientras lo hacían. —¿Cómo te convertiste en lobo?

—Nací así. Mamá no me lo dijo hasta el día de Mi Conversión. Fue algo cruel de su parte. La historia de mis padres es la que muchos hubiesen querido para Crepúsculo. Mi madre era una humana, mi padre un lobo. Tal como los brujos, nosotros teníamos un lazo con los humanos. Hasta que alguien rompió el lazo. Obligándonos a vivir en las sombras. La humanidad no supo de nosotros hasta mi pequeño error.

—¿Qué te hizo salir a la luz, Jeff?

—Tenía un mal presentimiento. Rompí las cadenas y... el olor me llevó a tu casa. Sé que no nos hablábamos, pero lo siento por desaparecer.

—No, Jeff. Lo siento por no comprender. No querías lastimarme. Ahora debo protegerte a ti. No vuelvas a desaparecer así. ¿Ok?

—Ok. Hablé con mamá y si quieres acompañarnos el miércoles por la noche estás invitado. Tendrás asiento VIP a mi Conversión.

—¡Genial!

En la noche, Gulf bajó al inframundo. Encontrando a Muerte en el bote. Un hombre de capucha negra, piel humeante de igual color y ojos celeste. Lo único perceptible de él. —No perderé el tiempo llevándote si vas a regresar.

—Pero ese es tu trabajo, Muerte.

—No me pagan lo suficiente.

—¡Bueno! ¿Quieres perder tu trabajo por hacer al hijo del rey esperar a su querido principito? — Gulf se cruzó de brazos, haciéndole frente. Muerte simplemente lo tomó de la muñeca y lo lanzó al agua de los cadáveres. Fue demasiado tarde para el brujo gritar. Cayó sumergido entre almas incesantes, todas nadando de lado a lado sin extremidades, solo un cuerpo de tela con un rostro humano. Todos dejaron de nadar para rodearlo como pirañas.

—CUERPO.— Se ahogó uno.

—HUMANO.— Gritó otro.

Gulf comenzó a nadar cuando leyó sus intenciones. Las almas lo siguieron. Eran más veloces que él, no lo lograría. Lo poseerían.
Cuando una mano del doble de su tamaño tomó la suya y lo sacó. Gulf tosió mientras Lilidh lo colocó en tierra firme. —Lo siento, cariño. Muerte es un idiota cuando está cansado.

—Pues que se coma un Snicker. — Gulf tiró para atrás su cabello, pero rio junto a Lilidh. Una súcubo con hocico de leopardo, cabello ceniza, ojos amarillos y ropa de dominatriz con botas largas. Ella tenía orejas de zorro y alas con cuernos de buey. Pero era una dulzura con Gulf.

—Gracias por salvarme, Lil.

—Siempre, princesito.

Gulf miró abajo al ver un largo cabello dorado tendido desde una habitación de tortura con azotes. —¿Rapunzel es real? — preguntó exaltado, intentando mirar.

—Sí. Ahora paga las consecuencias por matar a su madrastra.

—Espera. ¿Flynn Rider también es real? — Gulf sonríe en grande.

—Eso lo inventó Disney, amor.

—Ay no manches.

—Ven. Spike está ansioso por verte. Al igual que tu suegro.

—Suegro nada. Sólo somos amigos.

Ambos se rodearon de las cinturas para continuar andando. Subieron varios escalones hasta una oficina enorme de color oro.

—¡Mira quién ha venido a vernos! El que trae loco a mi hijo. — El rey del inframundo corrió hacia Gulf, envolviéndolo en un abrazo. La elegancia de su manierismo era apropiada: Era un señor guapo, de barba sublime y ojos rojos. Un abuelo sexi. El sugar daddy de todas las chicas.

—¿Es cierto que te vas a casar con mi bebé?

—Para nada, Luis.

El hombre rodó los ojos y llamó a Spike por su nombre completo. Mirando sobre un hombro.  —SAPIKUS ORLEIN FALLENSTAR.

—Yo tengo otros asuntos de qué ocuparme. Cuídate, Gulf. — Se excusó la súcubo.

—Cuídate, Lili.

Spike apareció en un traje formal con zapatillas y el cabello echado para atrás. Modelando para los presentes. Al menos esta vez usaba pantalón. El padre negó con la cabeza. —Vergüenza es lo que deberías tener. Ilusionaste a tu padre con nietos, ¡una boda! y ahora un traje. Por mi nombre que ya no puedo verte más.

—No sé por qué te ilusiona tener nietos si tú también tendrás que cuidarlos. Según yo estabas cansado de cuidar mi trasero desde los diez.

—Eras irritante. Tus hijos pueden ser tranquilos.

Gulf rio antes de amenazar a Spike con la mirada. Spike se hizo el tonto.

Al rato, él lo esperaba afuera del baño cruzado de brazos y tobillos. Cuando salió del baño con quejidos agonizantes. —Aún no sé cómo soportas que el baño también sea caliente.

—A mí no me afecta. Como que soy el hijo de mi padre. — Sonríe creído. Gulf le aventó la llave en el pecho, encontrando refugio al fondo de sus bolsillos. Miro alrededor. Había visitado este lugar tanto como Alicia visitó El País De Las Maravillas — tomó el té de Luis hasta el cansancio, pero el cansancio era en realidad bailar con todos los de la mesa. Al contrario de Alicia, Gulf no siguió a un conejo blanco.

Sino a un muy, muy travieso conejo azul. 

FLASHBACK:

Spike subió a la Tierra cuando tenía seis años. Tenía la apariencia humana — pero los cuernos, la piel, los ojos, las garras. Eso lo hacía diferente.

Unos niños de alrededor patearon la pelota demasiado fuerte.

Él la recogió e incluso se la ofreció.

Pero los niños, al notar su inocencia, lo llamaron monstruo y lo patearon hasta deshacerlo. De la nada, los niños levitaron. Flotando sin gravedad. Ellos gritaban mirando a todos lados, esperando alcanzar agarrarse a algo. Spike se preguntó qué los hacía levitar, pero encontró la respuesta en el techo de una casa cercana.

Un niño de su edad apuntaba a los niños con ambas manos, una galaxia morada cubría sus ojos, un viento especial flotaba su cabello. Él supo inmediatamente que él era un habitante prohibido. Uno que desconocía el potencial de su poder.

Fue ahí cuando Spike supo otra cosa: que él era el príncipe de su vida.

FIN DEL FLASHBACK.

Spike se detuvo a su lado, chocando su hombro con el suyo. —Sobre lo del cinturón de castidad... Lo siento. Es que nada hacía que me visitaras. — Él hizo un puchero, berrinchudo.

—Podías simplemente invitarme a cenar aquí. — Gulf pellizco su mejilla.

—Auch. — Spike se quejó antes de conectar miradas. Hasta el día de hoy su príncipe sigue siendo tan atrevido como cuando lo conoció. Rebelde, testarudo, pero tímido y reservado. Nunca un rey popular sino el rey en secreto.

Ambos miraron al frente a la larga fila de muertos esperando el juicio. Los muertos no podían hablar hasta ser juzgados y condenados. Entre ellos estaba Engora Miller, pálida y extraviada. Sus ojos ceniza buscaban afición en un lugar de aversión. Ella se envolvía así misma incapaz de hablar.

—Spike, ¿Ninguna alma puede ser juzgada con anticipación? Todo sería más fácil si dijera quién la mató.

—No, Gulf, sería una violación a las reglas. Y la penalización tanto como para un humano como para un ser inmortal es...

—¿Cuál es?

Spike lo miró incrédulo. —No estarás pensando en hacerlo, Gu.

—Dime cuál es.

—600 Días en el Vacío.

—Puede que valga la pen–

—Ni de broma, — Rugió Spike, tomándolo del brazo. —te dejaré hacer esa locura.

—Escúchame bien, Spike. Soy un amigo, no un príncipe. Yo no sigo las órdenes de otros, sólo las de mi corazón.

—Entonces te ruego, como amigo, que lo hagas otro día. Sin mi presencia.

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Mew llevó una cesta de pasteles a la casa de Gulf. Practicaba el saludo frente a la puerta cuando, a punto de tocar, Gulf apareció a su lado. Transportado desde el infierno. El policía miró a todos lados, confundido.

—Gu, no te vi caminando. — Intenta sonreír, pero no la completa. Gulf también sonríe penoso, pensando qué decirle sin ser descubierto.

¡Rayos! Estoy en problemas. Además, ¡¿Qué hace en mí casa?!

 
NOTA DE AUTORA: Jajaja Mew en el lugar adecuado a la hora incorrecta. Me gustan mucho esos dos y la amistad entre Spike y Gulf, ya verán por qué la mencionó. Y bueno chicos y chicas, SABEN (y lo he dicho centenares de veces xD) que odio decirlo, pero la historia está llegando a su fin. Espero llegar a cinco capítulos más, pero no prometo nada. ¿Qué les parece hasta ahora? ¡Nos leemos!

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