Ecuador odia al FMI.

Tanto por ideas infundadas, como por razones bien fundamentadas.

Calificaba al FMI como alguien que se esconde detrás de una "buena causa" para ayudar a un país a "prosperar", poniendo condiciones sobre cómo y qué medidas se deberían aplicar para el "beneficio" del pueblo.

Argentina era un ejemplo de cómo es que aquellos préstamos multimillonarios los dejaban más inestables y sin alternativa que pedir aún más dinero. Por supuesto que la gente corrupta no ayudaba en lo absoluto.

O bueno, eso es lo que piensa el ecuatoriano y de lo relativamente poco que ha investigado.

Además, la actitud y personalidad altanera y doble cara de la organización no ayudaba en lo absoluto a mejorar aunque sea un poco su reputación.