Capítulo 19. «Mark Sabharwal»
Es curioso como puede cambiar drásticamente una persona al dormir.
Thor siempre parece un líder, con esa postura firme, esa mirada decidida, y la forma en qué, siempre, parece creer que sabe todo.
Pero, ahora, ya no es el mismo. Incluso, se ha vuelto... ÉL.
Hace muchos años, cuando aun era una niña normal, papá vivía, y mamá aun no se enfermaba... *Mucho, mucho, tiempo, imaginarán* era una niña con ilusiones. Muchas, muchas, ilusiones.
Deseaba volverme una embajadora de la paz, viajar por todo el reino, y casarme con Mark Sabharwal, mi príncipe azul.
Mark es el hijo de el rey Ernest Sabharwal, debe tener unos cuarenta años ya, con canas y todo.
Pero, en esos días, él era un radiante jovencito, un príncipe, con hermosos ojos que hipnotizaron a mi joven interior, cabello rubio y deslumbrante hasta los hombros, mejillas sonrosadas, y una gran sonrisa que te hacía ver el arcoiris. Todos los días soñaba con él, y me prometí, jurando ante la televisión, mi gran compañera, que me casaría con él.
El punto es que Thor, así, acostado en el bello césped, se ve cómo él. Realmente cómo él. Y no puedo evitar imaginarme siendo protegida por él en algún futuro cercano, mientras me lleva en un unicornio hacia las llanuras de la felicidad...
Soy demasiado ingenua.
Thor comienza a removerse, tal cómo un pequeño bebé lo haría cuándo está a punto de despertar, luego se lleva las manos a los ojos, frotándolos, entonces ve la luz. Despierta, me ve mirándolo como una acosadora, una de sus cejas se alza, debido a eso.
— ¿Qué miras? — pregunta, todo somnoliente.
—Nada, na-da— tartamudeo. Soy una gran, gran pecadora. La esfera llegará, y me llevará a las oscuras aguas del inframundo. Alzo mi bolsa con hamburguesas, y continúo— ¿Quieres una? Las hamburguesas de Polly son geniales.
Él cierra los ojos, aún adormilado, abre uno, luego el otro, acostumbrándose a la luz. Una vez lo hace, esa capa de debilidad sale de él, y vuelve el frío Thor de siempre.
—Sí, gracias, se nota que quieres impresionar a tu nuevo jefe— bromea. Me agacho para pasársela, él la toma, su vista se posa en el atardecer de hoy. La luz ya se está apagando, ese cielo anaranjado despide al sol. Siempre es hermoso—. He dormido demasiado, tengo cosas que hacer— se levanta con tanta rapidez que es impresionante— tengo que irme. Fue bueno hablar contigo, Diane.
Thor pasa la hamburguesa a su mano izquierda, y, con la otra, estrecha mi mano. Parece apresurado, y no me molesto en preguntarme el porqué. Es raro oírlo decir mi nombre, lo suficiente como para mantener mi mente en eso varios minutos.
—Lo mismo digo— tratando de ocultar lo nerviosa que estoy—
¿Alguna vez me dirás tu nombre? — pruebo. Si es posible, su gesto se vuelve aun más frío. Helado.
—No.
— ¿Por qué? — pregunto, deteniéndolo con un agarre en la muñeca. Él se suelta de una forma tan fuerte que me hace tambalear.
—Porque ni yo mismo lo recuerdo— contesta, como un leve sonido penetrando en mis oídos. Esa voz ronca, pero, a la vez, atrayentemente grave. Su silueta se desvanece cada vez más, y me pierdo en él, por unos leves segundos, hasta que Tule hace su aparición en mi mente.
«Pequeña chica traviesa» se burla. «Nunca creí seguir vivo cuando tú tuvieras algo con un chico, ésto, sin dudas, es inédito.»
La cosa es que Tule si es un árbol mágico. Un árbol, que incluso, habla. Pero sólo habla mentalmente, con personas que son capaces de recibirlo, como yo. Joy dijo que había un gran árbol en éste parque, pero nunca imaginé algo así.
—Cállate— digo, al momento que me tiro al suelo, cayendo sobre él—. Es algo estúpido, sabes que nada pasará. De todos modos, resulta que tengo qué hablar contigo. Hablar de las brujas.
«No hay nada que hablar» contesta, en ese tono tan viejo y sepulcralmente atemorizante de siempre.
—Claro que sí— digo— tú mismo lo dijiste, las raíces están por todos lados, y oyen todo. ¿Y nunca me dijiste que existía ésta extraña sociedad de brujas?
«Está bien. Es cierto. Mis raíces están por todo Solteichn, incluso llegan hasta el otro continente, y he oído cosas que no puedes siquiera imaginar. Pero hay una variante en todo ésto. Yo no soy una simple persona oyendo a un montón de maleantes, sino que soy un gran árbol, con un poco más de dos mil años, que no tiene nada que hacer. Todo el tiempo estoy pensando, buscando el mejor futuro para la única persona que le interesa en éste mundo, y esa eres tú»
—Si entiendo bien, eso quiere decir qué... ¿Era mejor que lo descubriera por mi cuenta?
«Lo has captado bien, pequeña» dice «Te daré tres simples consejos, pero eso será todo. El primero es que por nada, nada del mundo, traigas a Karina aquí. Estoy harto de medio escucharla en mi raíz 1249, cómo para oírla en vivo. Segundo, quiero hablar con Terri»
— ¿Terri? — entrecierro los ojos— ¿El de las plantas y cara asustada?
«El mismo» contesta «Es un muy buen chico, y me vendría bien hablar con alguien del género masculino, para variar. El tercer consejo es que no oigas a los demás. Lo sé, me estás oyendo a mí, pero yo no cuento. No te estoy hablando, sino que me estoy comunicando, lo que es, claramente, muy diferente...»
—Ve al punto— interrumpo, él carraspea, (No entiendo como alguien puede carraspear mentalmente)
«No sigas sus consejos e ideas. Tu juicio será el mejor de todos, a diferencia de los demás. Ni siquiera el mismo Thor. Él es muy frío, exigente, y, aunque es justo, también es imparcial. Sigue tú instinto, Diane...»
—Lo haré— digo, recargándome en su tronco, dejándo que su cálido aroma me llene.
«Ahora, vete, es tarde» dice, sus ramas moviéndose rabiosamente.
—Me iré—digo, mientras me levanto— cuídate, por favor, y prometo venir pronto— antes de irme, cuando estoy bajando la colina, digo, al recordar lo de hace unas horas, lo siguiente— ¿Tule? ¿Qué debo hacer con Patrick y Karina? Ya lo sabes, ellos han estado hablando de mi posible habilidad con la mente.
«Escucha a Patrick y el modo en que quiere avanzar con Karina. Por ahora. Una vez que hayas hecho tú presentación, decide a que equipo quieres unirte. Recuerda, piensa con el corazón.»
—Bien— digo, parece una buena idea, creo.
«Antes de qué te vayas, inclínate y toma cuatro piedras, las reconocerás»
— ¿Qué? — pregunto.
«Sólo hazlo» manda. Es difícil decirle que no.
Me inclino, encontrando, justo en las suelas de mi zapatos, diez piedritas brillantes y transparentes.
— ¿Qué es ésto y cómo rayos llegó aquí? — pregunto.
«Arena de duna. Sólo está aquí, no importa cómo, así que no hagas más preguntas. Servirán para defenderte, ya que puedes manejarlas con mayor facilidad»
—Pero yo... — empiezo a decir, las imágenes, esas horribles imágenes, de cuándo maté a esa bruja, acumulándose en mi mente. Siento que me mareo— no necesito defenderme.
«Es por precaución. Te servirán»
—Bien, bien— digo, al momento qué apresuro mi paso hacia la residencia. Huyendo de él, de esos pensamientos.
♠ ♠ ♠
—No sé que hacer. Atticus ha estado preguntando por ella, y yo simplemente no puedo dejar que se vuelva más importante que nosotros— dice Karina. Acabo de llegar a la residencia, y, al oírlos discutir no pude evitar detenerme a escucharlos.
Se oye un pequeño silencio. Como si los dos estuvieran pensando.
—No podemos exponerla así— le contesta Patrick— has lo que sea para que él no la encuentre. Hay que protegerla.
—Ah, sí, ¿Hay que protegerla? — se burla—. ¿Has perdido la cabeza? ¿Desde cuando hacemos eso? Nosotros sólo sobrevivimos, no protegemos.
No puedo oír más.
«¿Nosotros no protegemos?» ¿Qué se supone que quiere decir? Parece muy egoísta. Aunque Patrick... él si está haciendo lo que prometió que haría ayudarme con Karina.
Me inclino hacia el cerrojo de la puerta, los dos se callan al instante. Sus ojos salen de sus órbitas, como si los hubiera cachado haciendo algo... más íntimo.
—Asi qué... ¿Atticus quiere hablar conmigo? — pregunto. Patrick asiente.
—Es cierto. Pero... — mira de reojo a Karina, como si dudara lo que va a decir—. Quedamos en qué no queremos exponer lo que sea que puedas hacer. Tú... ¿Antes de ésto habías leído los sentimientos y emociones de los demás? Se honesta.
Patrick sabe que puedo hacerlo, pero lo está ocultando de ella. Puedo leer qué... quiere darle cierto dominio sobre las cosas. Qué no parezca que está dándome un trato especial.
—Yo... — trato de sonar nerviosa, para que ella no note que ya habíamos hablado antes—. Actué por inercia, ¿Saben? Atticus estaba tirado en el suelo, sufriendo, y encontré la forma de ayudarlo. Una vez que supe como deshacerme de lo que sea que ellos hacían... los ayudé a ustedes.
—Lo entendemos—me corta Karina, su voz monótona y nada sorprendida— Patrick y yo queremos ayudarte, por lo que estaremos entrenando sobre eso, tal vez tengas que agregarlo tú presentación. ¿No has sentido nada más de tú habilidad nueva? ¿No me sientes, ahora?
Karina se siente frustrada. Frustrada con todo el mundo, en general. Podríamos redirigir su frustración hacia Patrick, pero también hacia mí, y, en cierto modo, hacia sus familiares. Me es difícil reconocer sentimientos hacia personas que no conozco. Pero es alguien cercano, alguien con quién ha compartido su vida. También se siente un poco molesta y dudosa. Duda de mí, y de mi veracidad, está molesta conmigo, y porque soy tan mosca muerta.
Son sus sentimientos, no los míos.
¿Mosca muerta? ¿Lo soy? ¿Cómo es una mosca muerta?
Santas esferas, no sé nada de la vida actual.
—No— respondo rápidamente—. No siento nada, todo es normal, en realidad. No sé nada de nadie.
—Bien— dice Patrick— ahora, hay que entrenar un poco.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top