Llegada a Hogwarts

Narrador Omnipresente

-Su padre también es un mortífago, es lo más lógico- señaló Harry, intentando darle una explicación a la escena que atestuguaron de Draco en una tienda llena de mortífagos- Además, Hermione también lo vió.

-Ya te dije que no sé lo que vi- se defendió su compañera. La explicación de Harry no era de lo más descabellada, y menos habiéndolo conocido por tantos años de burlas y molestias, pero de ahí a volverse un mortífago había un océano. No le caerá nada bien, pero nunca lo vio como uno de ellos. Tampoco le gustaba la idea.

-Necesito aire- dijo Harry levantándose algo exasperado, agarrando algo enrollado del estante del equipaje y saliendo del compartimiento que compartía con sus amigos. Hermione volvió a su lectura algo angustiada con la idea que planteó Harry y Ron se dedicó a mirarla.

Al llegar a la estación, ambos tomaron sus cosas y salieron con la intención de llegar al castillo, pero antes de bajar Hermione se paró en seco en el pasillo, ahora bacío.

-¿Y Harry?- pregunto esta.

-Ya debe haber bajado- contestó su amigo pelirrojo mirando en la misma dirección que ella- Anda, vámonos- terminó, bajando del tren. Hermione lo siguió.

Cuando llegaron a los carruajes la castaña se giró para ver si divisaba a Harry detrás, pero sólo divisó al slytherin del que hablaban minutos antes. Se terminó subiendo al carruaje sentada junto con Ron y otros dos estudiantes de Ravenclaw, y terminando con Draco enfrente, para su desgracia.

El viaje se mantuvo callado hasta que, cerca de la entrada el rubio vió algo que lo alertó y lo obligó a pararse con el carruaje todavía en movimiento. Segundos después una de las ruedas pasó por encima de una piedra de tamaño considerable, provocando que Draco se tambalease, y se hubiera caído de espaldas al suelo si no fuera porque alguien lo sostuvo del saco abotonado que llevaba puesto como parte de su traje negro habitual.

Cuando este se hubo estabilizado de vuelta en su asiento, miró a la persona que lo había sujetado: nada más ni nada menos que Granger, la sabelotodo sangre sucia que se pasaba todo su día con San Potter y la rata Weasley. Se quedó mirándola unos segundos, sin decir absolutamente nada (sin entender porque lo había ayudado), hasta que el carruaje se detuvo, Draco desvió la vista y se dignaron a bajar.

HERMIONE

Cuando Draco perdió el equilibrio estuvo a punto de caerse del carruaje por lo que, por instinto, lo sostuve de lo primero que pude encontrar, que fue la abertura de su traje negro, encima del ultimo voton que tenía abotonado. Lo solté apenas se volvió a sentar, pero este me sostuvo la mirada. No esperaba un "gracias" de su parte ni mucho menos, estaba preparada para algún comentario sarcástico que se le ocurriera para la ocasión. Sin embargo, este nunca llegó.

Llegamos a la entrada del castillo y bajé inmediatamente después que Ron, no sin antes echar una última mirada fugaz a Draco.

Lo vi dirigirse al señor Filch, que estaba rebisando un baul negro que, adivino, le pertenecia al rubio platino. Al verlo discutir con él imaginé que ese fue el motivo por el que se paró del carruaje antes de llegar.

-¿Por qué lo ayudaste?- me preguntó Ron al alcanzar una distancia a la que ya no nos escuchaba- A Malfoy

-Porque estaba por estamparse contra el suelo- respondí como si fuera obvio, creí que lo era-No importa cuanto me desagrade, se podría haber roto el cuello o algo así, y yo podía impedirlo sin problema.

- Pero es Malfoy de quien hablamos. Él, si pudiera, no dudaría en dejarnos caer.

-Ya lo sé, pero no me interesa lo que él haría, yo no soy como él.

-Eso está claro- me contestó Ron, todavía mirandome como si estuviera loca. Me limité a seguir caminando.

Entrando al castillo no pude evitar recordar la cara de Draco, como sorprendido pero con las facciones de su cara más relajadas (aunque claro, sin perder su mirada fría y seria). Pudo haber sido pura imaginación mía pero, en un momento, cuando apenas abrió boca y la cerro de golpe, pareció que me quería dar las gracias.

Narrador Omnipresente

Ya dentro del gran comedor, en la mesa de Slytherin se podía encontrar a un chico rubio con cara abatida y triste, y perdido en sus pensamientos, pero con un atisbo de curiosidad por cierta castaña dando vueltas en su cabeza; mientras que en la mesa Gryffindor se la podía ver a esta misma castaña que apenas podía quedarse quieta de los nervios y a su amigo que, al contrario de esta, no dejaba de comer.

-Quieres dejar de comer!! - dijo Hermione pegándole con un libro al pelirrojo- Tu mejor amigo está perdido!!

-Oye! Cálmate- le dijo este, con una cucharada de gelatina todavía en la boca- Mira quien viene ahí- la mirada de Ron iba dirigida a la puerta del gran comedor por la que estaba entrando su amigo, y rápidamente la mirada de Hermione y Ginny fueron hacia allí.

-Otra vez tiene sangre¿Por qué siempre está sangrando?- dijo la Weasley mientras Harry llegaba a la mesa con un trapo en la nariz.

Luego del discurso de Dombledore de bienvenida, todos se retiraron a los dormitorios rápidamente, menos por el Slytherin que llevaba sobre sí una carga muy pesada y de la cual no sabía cómo escapar. Recordó las palabras que dijo Dombledore hace unos años: "La felicidad puede ser hallada aún en los tiempos más oscuros, solo debes recordar encender la luz". Nunca lo hubiera dicho en voz alta, pero en su interior rogaba porque tuviera razón y poder creer en ello. Finalmente se levantó de su asiento y siguió al resto de los chicos de su casa para entrar a su habitación y sumergirse en un profundo sueño, antes del primer día de clases.

Voy a subur un capítulo por semana. Espero que les guste!!
MCSM

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