Manifiesto nomada
Ser nómada es saber lo que se siente ser rechazada, ser abandonada en el rincón más apartado de la memoria, ser el juguete roto, el recuerdo despreciado, la sombra dentro de una habitación.
Es saber lo que es estar perdida, vagando en partes que no se conocen, recorrer calles y calles a la sombras de las farolas, sin nombre, sin edad y sin ciudad.
Ser nómada es saber lo que es no pertenecer a ninguna parte, no tener un lugar para llamar patria. No conocer los caminos o tener un hogar donde regresar.
Es no reconocer las ventanas ni las personas sonrientes detrás de cada una, no distinguir las esquinas, ni los edificios, ni siquiera a los vagabundos que viven del frio y el hambre.
Ser nómada es no tener identidad. No recordar un pasado, no imaginar un futuro y vivir en un presente tan incierto como inestable.
Ser nómada es saber. Saber tantas cosas insustanciales que ninguna realmente significa algo. Es tener solo el peso de una mochila en la espalda, unos jeans roto y una polera manchada.
Es conocer de primera mano lo que es pertenecer a los indeseables, lo que es ser una marginada, lo que es ser rechazada, odiada, maltratada.
Es dudar cada día de la palabra amor.
Ser nómada es vagar por las calles con una mente confundida, por subidas que parecen eternas, por calles que no llevan a ninguna parte. Es llorar afuera de los lugares que por un segundo parecen conocidos.
Es perderse cada día, cada hora, cada segundo.
Es navegar con un cigarro en la mano. El pelo suelto y enmarañado al viento, los ojos turbios, casi ciegos creando realidades falsas.
Es temblar bajo la lluvia sin realmente sentir el frio.
Ser nómada es desaparecer un 25 de diciembre. En una calle cualquiera, sabiendo tantas cosas inútiles e ignorando las importantes. En una ciudad sin nombre, en una esquina perdida, bajo el amparo de una farola que no titila.
Es desaparecer sabiéndose nómada, viajera de las calles de la vida, ciudadana de ninguna parte. Es ser una niña perdida sin hogar ni patria.
Ser nómada es desaparecer entre la basura del mundo y los recuerdos que la gente ha olvidado. Esfumarse entre la neblina, dejando atrás un cuerpo al que no se le puede llamar cuerpo y unas pertenencias escasas: Una mochila vacía, unos jeans rasgados y una polera manchada.
Es desaparecer con un cigarro en la mano y la intención en los labios de preguntar a que sabe la libertad.
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