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Pa, nunca te lo dije, pero sos el mejor del mundo.

Ma, gracias por darme tanto amor.

Son un ejemplo a seguir.

Las personas perfectas que me dan inspiración.

Nunca se los he dicho;

porque reservado soy,

pero mi vida sin ustedes

me va a costar un montón.

Esas y otras frases hubiese dicho

si ustedes no fueran lo mierda que son.

Palabras feas.

Golpes en mi cuerpo de niño.

Hermanos obligados a insultarme.

Frases incrustadas como balas

que abrieron inseguridades en un alegre niño.

Gracias, Viejo, por educarme así.

Lo único que generaste,

es un profundo rencor hacia ti.

"Sos un puto."

"No podes ser así."

"Tenés que ser más machito."

"Pelotudo, dejá de sufrir."

"No llores, eso es de nenas;

Yo te voy a dar una golpiza de veras."

Hermosas palabras para un hijo.

Cuya vida al sufrimiento encaró.

Depresión, rabia y ansiedad

de uno de sus padres consiguió...

No me olvido de la otra parte.

La sanguijuela que a Dios alabó.

Pecadora llena de hijos.

Que escapar de su pueblo pidió.

Miradas frías.

Golpes mentales.

Terribles brechas emocionales.

Brazos abiertos a los que NO acudir

como defensa de un padre violento.

Todo eso de ella salió.

Predica amor en Iglesias.

Para sentirse bien por no tener corazón.

Sus sueños: ser una familia perfecta.

Una absurda fachada actuando de caparazón.

De ella aprendí a ser falso.

A robar.

A aparentar estar bien.

Y a mentir también.

Pero bueno...

Mi boleto para conseguir buenos padres.

Nunca jamás apareció.

Voló buscando otros niños.

Y mi turno nunca llegó...

En cambio me dejó a un militar violento.

Y a una vividora que su plan mal le salió.

¿Saben qué cosas van a encontrar en sus lápidas?

Nada.

Como el amor que nos dieron.

Nada.

Como lo útiles que fueron.

Nada.

Como el apoyo que a todos nos dieron.

Nada.

Condimentados con las excusas
como que la comida nunca faltó.

Nada.

Pero bueno...

Les deseo lo mejor del mundo.

A los padres que me hubiese tocado tener,

si no me hubiesen otorgado a estos dos pelotudos.

Como un cierre a las heridas de mi batalla.

Les dejo una pequeña declaración:

A ustedes nunca los consideré padres,

pues esas simples palabras les quedaron demasiado grandes.

La verdad nunca se los he dicho;

porque reservado soy,

pero mi vida sin ustedes

me va a costar un montón.

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