Capítulo 2: Sentimientos
Shokudaikiri conocía bien a Ookurikara, tan así, que creía que nuevamente iba a rehuir de él, pero en este caso no fue así, por el contrario, éste había decidido entregarle algo glorioso, lo cual era un beso de su parte, y obviamente que esta acción lo tomó muy por sorpresa, pues en verdad no esperaba que su insistencia diera frutos, pero allí estaban, besándose. Ahora, teniendo en cuenta todas las veces que intentó rechazarlo, quizás su contrario se había sentido presionado y por eso se vio obligado a tomar esta decisión tan precipitada, sin embargo, a pesar de tener esa suposición deprimente, no se dejó influenciar por ello, y el corazón de esta espada se sintió sumamente cálido, cuestión que impulsó a Mitsutada a separarse por un ligero momento de sus labios para susurrarle dentro de esa corta distancia:
—Oh, me has tomado por sorpresa, ¿acaso quieres tener una marca más de guerra? —soltó una suave risa cerca de sus labios.
—¿Qu... —Ookurikara quería contestarle, pero el emparchado no le dio tiempo, ya que seguido de eso, fue abrazado con entusiasmo, y ese sujeto le respondió el beso con otro mucho más profundo, lográndolo hacer más duradero e incluso, insaciablemente apasionado. Por otro lado, en lo que se llevaba a cabo ese suculento vaivén, ese muchacho tostado sentía que el aire le era arrebatado de sus pulmones, es así que los errados pensamientos que tenía sobre su compañero de bote se esfumaron como la niebla a la luz del día, y descartó que éste no quería hacerlo con él, ya que esa respuesta que le dio con sus labios decía todo lo contrario. Fue así que, para seguir el beso, sus ojos se cerraron y la mano que tocaba uno de los brazos de Mitsutada lo apretó; Ookurikara se estaba poniendo ansioso, por no decir desesperado, así que ya se estaba preguntando cuánto debería esperar para pasar a la acción, pues... ¡todo era endemoniadamente lento!, encima las mejillas del chico de piel tostada las sentía hervir con un intenso color rojo, y justo aquí fue que la mano de Shokudaikiri no pudo resistir la tentación de deslizarse por el abdomen de su acompañante.
—Si sigues con esa forma de ser tuya, me tendrás más loco por ti, Kara-chan —su voz se pausaba sensualmente mientras estaba degustando a su amigo, aunque esto no era algo que se haría dentro de una amistad, más bien podría referirse a una cosa mucho más significativa en este sentido, pero sacando eso de lado, el castaño que temblaba entre los brazos del pelinegro, no pudo soportarlo más... y apenas ese toque tan atrevido lo enderezó involuntariamente, tuvo la voluntad suficiente como para zafarse del agarre, y se fue al otro extremo del bote para exclamar lo siguiente:
—¡No puedo hacerlo! —se le escuchó gritar completamente exaltado, pues su falta de experiencia lo detenía, pero más que nada era porque sabía que quizás sería contraproducente lo que harían, y esto significaría tal vez, que su compañero tendría que someterlo por segunda vez, aun así, a pesar del rechazo que mostró el castaño hacia Mitsutada, la reacción de éste fue tranquila al principio.
—¿Quieres que...? —pero no llegó a decir nada más por el hecho de que una fuerte corriente de aire llegó hacia ellos, marcando así la presencia del círculo dorado, el cual era el portal que traía a las criaturas a la época en la que se encontraban, por lo tanto, Shokudaikiri, quien estaba desarmado y completamente (casi) desnudo, tendría que luchar después en esas condiciones, aparte, estaba el detalle de que no podría dar el paso final con Ookurikara, así que debería abstenerse por el momento—. Debemos volver, no tengo armas y... ¡agh!, estaré en defensiva si son más de diez, y no creo que mi espada sirva estando tan lejos de mí —la seriedad de Mitsutada regresó al poco tiempo como si no hubiese perdido la oportunidad que se le presentó, aunque era más culpa suya por ponerse a escuchar la amabilidad que albergaba en su corazón, y otra eran las circunstancias, pero bien, no se dejó afectar pues dio por hecho de que vendrían más oportunidades a futuro, así que solo era cuestión de tener paciencia. Es así que, mientras el emparchado se estaba quedando sin ideas, Ookurikara logró ver que estaban cerca de la orilla; tenía una chance, pues el único que ahora estaba armado era él, así que tendría que cubrir a su compañero.
—La onda del portal nos ha empujado más cerca de la orilla. ¡Ve nadando Mitsutada, yo los distraeré! —aseguró el de piel tostada mientras desenvainaba, en tanto, las criaturas empezaban a rodearlos dentro del bote.
—Gracias Kara-chan —y aprovechando que su amado estaba algo distraído, se le acercó para unir sus labios con los del otro una vez más, en consecuencia, ese acto dejó un poco aturdido al castaño, por lo que el pelinegro aprovechó su lento reflejo para echarse al agua, y nadó con todas sus fuerzas hacia la orilla. Ahora bien, quizás su estado físico no era el mejor en ese momento, por lo que casi cae desmayado, pero al final se recuperó al tomar varias bocanadas de aire cuando se encontró a salvo. Un segundo más tarde, al estar medianamente recuperado, fue por sus cosas y aun estando húmedo se colocó sus ropas con su armadura; tal vez no se encontraba al cien su grado de estética, pero al menos se creía estar presentable—. Uno debe lucir bien sea cual sea el momento, no se sabe cuándo puede estar admirándote alguien —y dicha esta frase, se acomodó el cabello y corrió hasta llegar al límite del camino que estaba junto al río, ya que deseaba estar lo más cerca posible de Ookurikara por si éste lo necesitaba. Mientras tanto, el castaño trataba de volver en sí, ya que lo había dejado helado después de ese descuidado beso, pero apenas el otro llegó a la orilla, Ookurikara a quien le salía humo de su cabeza, no perdió el tiempo y le empezó a reclamar.
—¡Deja de hacer eso maldito! —le vociferó el otro en lo que lo veía ahora ya listo y recorriendo el borde de la orilla.
—¡No te preocupes, después seguiré con mi pendiente contigo! —le sonrió felizmente el morocho.
—Tonto... ¡Deja de decir tonterías y has tu trabajo, yo puedo solo con ellos! —le dijo exaltado y con una vena en su mejilla, pero entonces tuvo que retomar su guardia cuando uno de los seres calavera se le abalanzó, por lo que esquivó unos cuantos ataques de éstos; al menos unos cuatro seres se le habían arrojado encima, y otros dos se acercaban a Shokudaikiri. En cuanto a las bestias que iban contra el morocho, se trataban de un par de esos guerreros musculosos que poseían una gran espada con un sombrero de paja enorme, y a pesar de su tamaño, éstos se movían con gran velocidad. En el caso de Yagen, también andaba en la misma situación que Mitsutada; corría desesperadamente con dos de esas cosa detrás de él y se aproximaba a su líder.
—Al menos estamos completos —bromeó de lejos Shokudaikiri al divisar a Yagen, pero tuvo que detenerse un momento en su carrera, ya que sufrió un leve mareo, por lo que se vio obligado a descansar sus manos sobre sus rodillas un ligero momento en lo que respiraba apresuradamente, después levantó su cabeza, teniendo ahora a Toushirou cerca suyo y prontamente éste le dio un regaño, pero antes de eso, se encargó de los monstruos que acechaban a Ookurikara como a Mitsutada, y por último, ayudó al otro que estaba en la barca a llegar a la orilla. Obviamente la aparición de Yagen alegró mucho a Mitsutada a pesar del regaño que ahora estaba recibiendo—. Lo lamento, pero fue Kara-chan quien se echó a correr. Y por cierto, el amo mandó un mensaje que puede que ataquen más tarde, por lo que debemos descansar en la posada que deseemos para sanar, eso... además me alegra que estés aquí Yagen —alabó al más joven.
—No tienes que agradecer, estamos todos juntos en esto después de todo, y entiendo... —le respondió, y señaló un hotel cerca de ellos—. ¿Qué tal ese? —les preguntó a los dos chicos, y después de hacer esta consulta, Ookurikara, quien ahora se estaba incorporando, se limpió la sangre del rostro una vez más, y dijo lo siguiente:
—Así que hay que quedarnos un poco más... —inclinó apenas la cabeza con un aspecto neutral, y por la expresión que entregaba daba a entender que no le disgustaba, pero... él tenía un leve presentimiento sobre esto.
—¿Vamos Kara-chan? —cuando el emparchado le habló, Yagen y Mitsutada lo habían adelantado un poco en su distracción, entonces se despabiló y asintió. ¡Por fin se tomarían un ligero descanso después de tanto embrollo!, y como era de esperarse, el pelinegro más alto, quien era el líder, se encargó de pedir el resguardo en la posada.
—Parece que estamos en una buena época —mencionó el emparchado, ya que recibió la noticia de que allí habían termas—. Me ha dicho el dueño de la posada que hay aguas termales —una amplia sonrisa se extendió por el rostro de Mitsutada en lo que tomaba del brazo al castaño—. ¡Es nuestra oportunidad!, ¿por qué no vamos?, sirve para que descansemos —de inmediato se llevó arrastrando a Ookurikara.
—¡Ho!, me parece una gran idea —mencionó el más bajo de los tres, y fue detrás de ellos, mientras tanto, el castaño se quejaba en lo que iban en camino.
—Puedo ir yo mismo, ¿sabes...? —le aclaró al pelinegro en lo que entraban todos juntos al cambiador. Justo después, en el instante en el que se acomodaron, Ookurikara se dio cuenta de algo apenas se estaba quitando la chaqueta, y eso era que tendría que desvestirse delante de Mitsutada, haciéndole preguntarse si es que acaso esto era necesario, pues los hechos ocurridos con anterioridad, no fueron suficientes como para quitarle los restos de pudor que le quedaban, por lo menos no frente al emparchado, es por eso que empezó a ganar algo de tiempo al deshacerse de su chaqueta lentamente. Sin embargo, no se esperó que Yagen terminara antes que ellos y los dejara solos en el vestidor, lo cual ponía en un grave apuro a Ookurikara. De inmediato, los lamentos no tardaron en llegar a la psiquis del castaño, aunque hubo algo más de lo cual preocuparse, y era que sentía la presencia del otro a sus espaldas, por lo que giró rápidamente para luego terminar chocando con las canastas, las cuales afortunadamente no cayeron de su lugar, pero sí lo hizo su chaqueta de sus manos, quedando así solo con su camiseta puesta y sus pantalones.
—¿Qué quieres? —le dijo con el corazón ya en la garganta por los nervios.
—Parece que tienes problemas para desvestirte, así que voy a darte una mano, Kara-chan~ —se acercó peligrosamente a él, y eso provocó que la tostada piel de Ookurikara se erizara un poco—. Además, puede que te sea útil también con otra cosa.
—Estoy bien, además... no tiene sentido eso último que has dicho —le insistió para que se detuviera, pero las manos de Mitsutada levantaron la camiseta de Ookurikara, y de inmediato dejó a la vista su inmaculado pecho, lo cual provocó que las mejillas del castaño enrojecieran.
—Es por algo que digo que te ayudaré un poco, pues sé que te duele —usó de escusa la herida que se hizo Ookurikara cuando fue empujado por el enemigo, pero la realidad era que eso no era nada, todo lo contrario—. Pero no te preocupes, lo otro lo haré despacio —cuando el emparchado dijo esto, y se le abalanzó para darle un beso en el cuello, el otro se exaltó producto de esa húmeda sensación, e hizo un pequeño gesto que se asemejaba a un quejido—. Solo relájate —le aconsejó al más bajo, y prosiguió a inclinarse, poniéndose a la altura de ese precioso abdomen sin dejar de sostener esa pieza de ropa, para luego atreverse a pasar su lengua por esos firmes músculos, a lo cual, Ookurikara al comienzo no entendió sobre lo que quiso decir con su última insinuación, y no es que fuera tonto, sino es que no le buscaba realmente la vuelta indecente que tenían aquellas palabras, por lo menos, no hasta que sintió esa suave extensión producirle cosquillas, procediendo en última instancia a encenderle todas las alarmas. Si bien al principio no lo apartó por estar un poco confundido por ese beso cálido en su cuello, ahora esto tomaba un tinte más fuerte, así que Ookurikara empezó a defenderse, e hizo contra fuerza para quitarse a Mitsutada de encima al apoyar sus manos sobre los hombros del otro, pero su contrario le respondió de la misma manera, mientras el rubor en ese castaño se volvía cada vez más fuerte por la impresión que le generaba el momento.
—¡Qué crees que hace-...! —por un segundo, al sentir esa lengua más apegada a él, y casi llegando a la carretera que podría guiar a Mitsutada hacia un lugar más comprometedor, éste sintió cómo el cuerpo de ese castaño se estremecía y retrocedía lo suficiente, como para lograr apartarse de él, pero en el proceso, derribó algunas canastas de ropa—. ¡Lo sabía, no estás intentando ayudarme para nada! —aseguró llevándose una mano a los labios por la vergüenza que sentía—. ¡Más vale que te alejes de mí, Mitsutada! —lo señaló con su otra mano un tanto temblorosa.
—Solo trato de completar una misión personal que tengo contigo, la cual es hacer que te relajes —Mitsutada elevó sus manos poniéndolas a su frente en lo que mostraba una amable, pero a la vez engañosa sonrisa, aunque más tarde hizo un gesto de tristeza para luego fingir que se limpiaba una lágrima con su mano, eso... a pesar de que realmente no estaba llorando; obviamente que Shokudaikiri hizo ese ademán con el fin de conmover a Ookurikara, pues lo estaba acusando severamente (a pesar de que era cierto lo que decía el otro)—. Es porque soy tuerto, ¿verdad?, por eso no soy de tu agrado... —rio bromeando al respecto, y luego dio la media vuelta para tomar una toalla, y así, dirigirse a las aguas termales—. Será mejor que te apresures o perderás la oportunidad —lo puso sobre aviso, y luego se fue a hacerle compañía a Yagen. Desde aquí Ookurikara observó su comportamiento, y aparte de eso, se encontraba completamente rojo, sí, de vergüenza, pero también por la furia que lo invadía, y aquello era una buena combinación. ¿Qué esperaba que le dijera?, ¿qué lo hiciera suyo?, aunque ahora que lo pensaba... ya lo había dicho en la barca, ¡Dios!, que gran idiota se sentía ahora mismo, y es por eso que una gota de sudor bajó por su mejilla ante sus comentarios y actuación.
—Deja de decir tonterías... —dijo cerrando los ojos por unos momentos, y al ver que el otro se empezaba a marchar mencionó otra cosa a lo último—. No es eso... —se pasó una mano por su rostro para luego empezar a quitarse la ropa una vez quedó solo, y sorpresivamente, llegó casi al mismo tiempo que Mitsutada, un segundo después, Yagen al verlos llegar soltó lo siguiente:
—Creí que no llegarían nunca, por cierto, ¿qué fueron todos esos gritos?
—Eso que oíste fue la técnica de cómo asustar a Kara-chan para que sea más feliz y no esté estresado —canturreó el pelinegro más alto en lo que se sentaba en uno de los banquillos para empezar a lavarse el cuerpo, pues era tradición hacerlo antes de entrar a las termas. Por otro lado, Ookurikara lo miró de reojo un poco ante lo que el otro aireó, y suspiró; en verdad creía que ese sujeto no tenía remedio—. Lo siento si te asustamos Yagen, pero lo hago de la mejor forma para agradarle más a todos —se excusó el otro, aunque en realidad solo amaba a Ookurikara. En cuanto el del tatuaje del dragón escuchó esto, no le dio mayor importancia, pues sabía lo social que era este sujeto, así que procedió a copiar el accionar de Shokudaikiri, y una vez terminó también de asearse antes de entrar a las termas: se cubrió con la toalla la cintura, dobló también una sobre su cabeza, y entró a las mismas; la temperatura del agua relajó Ookurikara notablemente, pues éste soltó un suspiro de alivio.
—Creo que era alguien más el asustado —al parecer, Yagen tenía ciertas sospechas de lo que pasaba con estos dos, pero no dijo nada al respecto, solo agregó lo siguiente—. De cualquier forma, disfrutemos el baño, y luego vayamos a dormir. No sabemos en qué momento va a atacar el enemigo otra vez —Yagen junto a Ookurikara, se hundieron en las aguas al mismo tiempo, y casi parecían niños los dos dentro de aquellas termas. Al contrario de los demás, Shokudaikiri se hundió por completo y luego salió a la superficie acomodando sus cabellos con ambas manos.
—Me pregunto cuál será la razón de que pase esto. Pero no me quejo, de verdad me gustan las misiones donde podemos descansar, ojalá así fueran todas —mencionó, y yagen asintió levemente. Es así que, tras pasar un rato largo en donde el trio disfrutó de las cálidas aguas, Shokudaikiri decidió salir primero.
—Será mejor que me adelante, pues debo pasar el reporte antes de que ocurra otro tipo de situación. Si quieren descansen un poco más, pero algo de ayuda no está demás —les hizo saber en lo que se inclinaba hacia la orilla para retirarse, y en ese instante podía verse cómo el vapor de las aguas cubría lo interesante de la composición física del emparchado, así que nadie podía apreciar mucho, de no ser que se atreviera alguno a acercarse más a él. Ahora, después de escucharse esto, Yagen decidió de igual forma ponerse de pie.
—También saldré, no es bueno estar mucho tiempo dentro —aclaró, y acompañó a Shokudaikiri, quien para ese momento ya estaba colocándose una yukata que estaba en los cambiadores junto a sus cosas—. Tú tampoco te quedes mucho tiempo Ookurikara, podrías marearte, y eso te impediría pelear —le advirtió a su compañero antes de entrar al cambiador. Sin embargo, el castaño no le hizo mucho caso, y se quedó más tiempo del debido, así que, unos treinta minutos más tarde, el de ojos dorados, quien se había quedado dormido en un descuido, despertó por fin, pero con una desagradable sensación de mareo, aunque afortunadamente no sentía que su piel ardiera, y de este modo decidió abandonar las termas lo más rápido posible, pero sufrió un resbalón que hizo que cayera nuevamente dentro de las mismas, haciendo que quedara otra vez empapado. Por consiguiente, gracias a esta maniobra tan graciosa, le había costado el doble de esfuerzo salir del agua, y casi arrastrándose, fue hacia los vestidores, en donde por fin se colocó una yukata con un nivel de dificultad que ni él mismo se hubiera esperado, y desde luego, para este punto, no encontró otra alternativa que pensar en sus compañeros, quienes seguramente ya estaba con la misma ropa, e incluso, gracias a que decidieron ser más precavidos que él, pasaron por menos problemas; vaya descuidado que se había engullido... sin mencionar que seguramente ya todos estarían en la habitación descansando, pero... solo acertó con uno de ellos, el cual era Yagen, pues éste era muy madrugador. Ahora bien, en el caso de Shokudaikiri, él se encontraba aún despierto, y deambulando algo preocupado por su compañero que estaba aún en las termas, pero para hacer más específicos, en realidad él se encontraba caminando de un lado a otro dentro de la habitación que les correspondía, hasta que por fin vio a Ookurikara asomarse, quien se apoyó sobre el marco de la puerta por el simple hecho de que no lograba sostenerse por el mareo. A todo esto, Mitsutada intentó hablar con él, pero aquel no lo entendió.
—¿Qué? —preguntó totalmente desorientado, pero en cuanto tuvo la intensión de pasar, cayó al suelo. Yagen, quien estaba durmiendo en la habitación, parecía que tenía el sueño pesado, pues a pesar del estruendo que hizo el castaño, no despertó. Sin embargo, Mitsutada, quien se quedó apenas un segundo congelado en su lugar, se acercó a su compañero con prisa, y lo tomó de los hombros para luego darle unas pequeñas palmadas gentiles en su mejilla buscando despertarlo, pues el chico se encontraba con los ojos cerrados; si bien él sabía que pasaría esto si se quedaba mucho tiempo ahí, no hizo nada, lo que lo hizo sentir un poco culpable por permitir que pasara, aunque... no se le podría culpar después de los reiterados rechazos de Ookurikara.
—Oye, Kara-chan, ¿qué fue lo que te dijo Yagen?, agh... se nota que nunca pones atención —se quejó el otro al ver el estado de la persona que tanto estimaba, mientras tanto, esperaba que él reaccionara ante sus pequeños estímulos. Por suerte, Ookurikara parecía estar algo despierto, es por eso que Mitsutada lo tomó en brazos y lo llevó al futón del otro cuarto, en el cual pensó que él podría descansar más a gusto—. Kara-chan, ¿me escuchas? —le dijo en lo que lo acomodaba sobre el futón, pero como no le bastaba decirlo una vez, lo volvió a repetir unas cuantas veces más. No obstante, Ookurikara se había golpeado duro contra el piso, dejándolo medio perdido, aunque no derrotado por su mareo o el golpe. Por otro lado, entendía que allí estaba Shokudaikiri, quien se propuso a ayudarlo, y que por un momento pensó que estaba inconsciente. Si bien a la espada de Masamune le costaba comprender la diferencia entre la realidad y la ficción, podía escuchar los claros llamados del chico que tanto lo estaba acosando últimamente, y eso no lo dejaba descansar, por lo que fue allí que lo tomó del borde de la yukata, apretó ésta, y se medio sentó en lo que apoyaba su cabeza en el pecho semi descubierto de Mitsutada.
—Deja de llamarme...estoy aquí, ¿no? —levantó su rostro para ver al otro con un sonrojo en sus mejillas, pues estaba algo afiebrado por el calor de las aguas, pero ni que decir de sus ojos, qué brillaban tan intensamente a pesar de la opaca luz que se encontraba en la habitación. Por otra parte, Shokudaikiri mal interpretó el gesto que su contrario le dedicaba, así que no pudo evitar sonreírle, y enseguida fue a abrazarlo con el cuidado que ameritaba, pero con un cariño sobrecogedor. Esa acción hizo que los ojos de Ookurikara se abrieran demasiado, pero no hubo necesidad de que se defendiera, porque el abrazo no duró mucho ya que Shokudaiki tomó distancia de él para acomodarle los cabellos que estaban acomodados sobre su rostro.
—Lo lamento, pero me preocupaste, y más cuando te noto muy cansado. Deberías dormir —le dio como consejo, desde aquí Mitsutada volvió a olvidarse que no eran tan cercanos, y depositó un cariñoso beso sobre la frente de Ookurikara, más luego se sentó a su lado, no obstante, no lo dejó en paz, porque se decidió por jugar con los cabellos del chico. En este punto, la actuación de Shokudaikiri a Ookurikara le pareció un poco extraña, aun así, no desconocía su amabilidad porque era algo propio de él, aunque no supo qué responderle—. Yo voy a cuidarte, así que no te preocupes, yo te quiero, y te protegeré de todo. Y si existe la posibilidad de que esta noche fueras más amable conmigo, te daré el mejor trato; soy un hombre completo, y estoy seguro que podría brindarte todo lo que necesites —hasta hace un rato atrás Ookurikara estaba tolerando lo que decía o hacía Shokudaikiri, pero en cuanto se asomó este nuevo ofrecimiento; uno más formal, la relajación que adquirió ante sus primeras palabras desapareció por completo, y ahora su cara se tiñó con un intenso como fogoso rubor, por lo mismo, e invadido por la vergüenza que esto le causaba, Ookurikara estando desparramado sobre el futón se fue a abrazar de la cintura ajena, ocultando a su vez su rostro contra esas firmes caderas. ¡Dios...! ¿en qué estaba pensando ese chico a la hora de decirle esas cosas? ¡De repente el corazón del muchacho de piel tostada se aceleró y no podría ocultarlo esto del todo! En consecuencia, por primera vez sin responder con insultos o empujones, aseguró un poco más aquel abrazo, cosa que solo hizo que Mitsutada entre cerrara los ojos sin dejar de jugar con esos cabellos, observando a su vez cómo ese chico ahora se atrevía a levantar el rostro para enseñarle esa maravilla que ocultaba; qué bonito que era... Sin embargo, Ookurikara no respondió su declaración, y no porque no quisiera, sino que no sabía el cómo hacerlo.
—Pu... ¿puedo quedarme así un poco más? —el tono de voz de Ookurikara derrochaba cierta timidez. Por otro lado, ¿quién iba a pensar que podría decirle semejante cosa algún día? Aun así, Shokudaikiri no pareció tomarlo a mal, es por eso que sonrió una vez más, y solo asintió. De este modo se quedaron un largo rato en esa postura, y el pelinegro, quien seguía desplazando las yemas de sus dedos por los cabellos de su amado, se atrevió a formular de forma diferente su anterior pregunta:
—¿Tú me quieres?, siempre he querido saberlo —le confesó, y esta vez no podía ser más directo, además, ahora le resultaría imposible huir de lo que le decía. Por otro lado, aun cuando el otro le respondiera de forma negativa, tenía la fortuna de ser alguien que no se rendía tan fácil. No obstante, había algo que aún se interponía entre ellos, y eso era el cansancio, el cual los embargaba a los dos, en especial a Ookurikara, quien tardó un rato en procesar la consulta que se le planteaba, y en cuanto la detectó, saltó ligeramente en su posición, poniéndose así completamente tenso, e incluso sus ojos se veían exaltado; esa oración fue suficiente como para lograr desvelarlo, es por eso que, con un poco de vergüenza: se aferró a la yukata de su compañero, entre cerró un poco los ojos con más carmín del que ya tenía en sus mejillas, y se propuso finalmente contestarle.
—Pues... yo, yo creo que... sí —admitió, aunque lo decía con mucha timidez, y ahora que este sujeto le consultaba, Ookurikara pensó que no le resultó esta vez tan agraviante que lo tocara, o por lo menos no como en la anterior ocasión, así también como ese beso que se dieron en la barca, y hasta cierto punto, le parecía agradable que le dijera esas cosas. Ahora claro, él no iba a admitir muy abiertamente eso, a menos que él lo presionara. Es así que, por instinto, Mitsutada quiso abrazarlo y besarlo de nuevo, pero solo se limitó a verlo, ya que se quedó embelesado por su simple presencia, en consecuencia, observó esos ojos tan hermosos que se posaban por encima de aquellas mejillas sonrojadas que acentuaban su color de piel; tenerlo así cada segundo se le hacía más y más tentador, pero comprendió de un minuto a otro, que lo amaba tan profundamente, que lo único que deseaba en ese instante, era solo apreciar su figura, pues era la persona que representaba su corazón.
—A mí me gustas, pero bueno, eso lo sabes por cómo te trato. Ahora mismo, me gustaría poder seguir, pero tenemos que descansar —aquella contestación desconcertó de inmediato Ookurikara, pues... al menos esperaba un beso. ¿Era enserio esto?, y tanto que Mitsutada se había molestado por tratar de conquistarlo, ahora simplemente dejaba el momento pasar solo para echarse a los brazos de Morfeo; era indignante para Ookurikara. Sin embargo, lo cierto es que estaban en medio de la misión aún, y él todavía era el líder, así que tenía la responsabilidad de levantarse temprano antes de realizar alguna actividad juguetona para con él, por lo tanto, Ookurikara de inmediato abandonó su resentimiento, y se le quedó mirando de igual forma, analizando sus pensamientos que eran puestos en este momento como palabras, de ahí se sintió un poco abochornado, pues hasta hace no mucho, creía que Mitsutada no era más que un pervertido y descarado, hasta que al final le habló sobre sus sentimientos, pero ahora tenía otra perspectiva al respecto, lo que significaba un nuevo comienzo entre ellos, aunque... no dejaba de ser algo confuso, pues Shokudaikiri no demostró esa alegría que lo caracterizaba, así que Ookurikara bajó la vista, sin saber qué más decir, y aunque sus labios se entre abrían tratando de soltar alguna respuesta para él, los nuevos sentires que experimentaba, lo frenaban. ¿Qué debería hacer ahora?, bueno... quizás era provechoso dormir ahora que se encontraban en cercanía, y eso harían.
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