CAPÍTULO 8
Theo
—La clase terminó. Nos vemos mañana —. Anuncio con cansancio luego me dirijo a mi escritorio para comenzar a guardar mis cosas.
—Adiós profesor. —Algunas de las estudiantes se despiden con amplias sonrisas, pero mi mente se encuentra en otro lugar en este momento así que no respondo de la misma forma.
Uno a uno mis estudiantes de la última hora del día abandonan el salón de clases. Fue difícil para mí concentrarme en la clase debido a que después de parar para respirar durante mi explicación, el rostro golpeado de Nicole se aparecía en mis pensamientos y perdía el hilo del tema. Mis estudiantes me daban miradas extrañas cuando debían recordarme a cada momento.
No puedo sacar de mi cabeza el hematoma en su mejilla ayer en la noche ni su labio partido. Me obligué a creerle después de mencionar su caída por las escaleras a pesar de todas mis dudas, pero hoy cada una de mis sospechas fueron confirmadas al ver su labio mucho más lastimado y su mejilla ya no roja sino inflamada además de amoratada. La mirada en sus ojos era tan torturada además de dolida que temía fuera a hacer algo para colocar su vida en peligro. Aunque a penas la conozco desde hace menos de veinticuatro horas, puedo sentir con solo mirar sus ojos una conexión sin nombre como si la conociera desde hace mucho más tiempo. Es extraño, pues nunca antes me había sucedido algo así con ninguna otra estudiante en mis años de carrera.
Si soy sincero conmigo mismo, me preocupa demasiado su estado. No sé la razón de sus golpes ni quién le hizo eso a ella, aunque puedo apostar a que fue alguien de su familia o alguien muy cercano.
—¿Profesor? —La voz de una mujer en el salón me hace salir de mis cavilaciones sobre Johnson. Ni siquiera me había dado cuenta de los pasos. Levanto la mirada de mi escritorio hacia la puerta donde me encuentro con los mejores amigos de la señorita Nicole.
Ellos se acercaron a mí una vez finalizó nuestra clase mientras preparaba mis cosas para la siguiente y me pidieron que tratara de contactarla.
—¿Si?
—Queríamos saber si ya logró contactar con Nikki. No responde nuestras llamadas y estamos angustiados —. A la señorita Willson se le quiebra la voz por causa de su preocupación. Suelto un suspiro frustrado.
—La llamé durante el segundo periodo. Me dijo que se encontraba bien y su petición fue no preocuparnos por ella. No logré sacarle su ubicación.
Ellos voltean a mirarse por un largo tiempo como si estuviesen en una conversación silenciosa solo con sus ojos.
—¿No dio una pista de dónde estaba? —Habla por primera vez su amigo con temor.
—Sí, aunque solo mencionó un parque.
Kate entrecierra los ojos por una fracción de segundo, puedo ver cómo su mente analiza en dónde podría estar su mejor amiga. Después de unos minutos sus ojos verdes se iluminan con conocimiento.
—Ya sé a dónde fue, la verdad no sé cómo no se me ocurrió antes.
—¿Dónde? —cuestionamos el señor Smith y yo al mismo tiempo.
—A veces si está triste, va al parque al que iba con su madre. Se encuentra a unas cuantos metros de aquí.
—Voy a buscarla —. Volvemos a decir al mismo tiempo. Lo miro mal en un reto para contradecirme, aunque él no se inmuta, en su lugar me devuelve el gesto sin estar dispuesto a ceder.
Los ojos de Kate rebotan del uno al otro con confusión, pero se compone de inmediato para interponerse entre ambos. Smith cambia su mirada a la de ella.
—Daniel, entiendo que estés preocupado por Nikki, pero el profesor tiene auto y puede llegar más rápido que tú a pie o en un autobús —. Su tono baja unas octavas en condescendencia.
Caigo en cuenta por la forma en la que le habla como si fuera un niño, que él está enamorado de la señorita Nicole.
—Kate, por favor. No me digas eso, tengo que saber cómo está; no puedo quedarme aquí sin hacer nada —. Suena demasiado torturado. Siento pena por el muchacho, en verdad le interesa su mejor amiga. Trato de tranquilizarlo para que confíe en mí.
—Al encontrarla la llevaré a su casa y pueden visitarla ahí. Yo les avisaré a penas lo haga, la señorita Willson tiene razón.
Me analiza de forma perspicaz por largo tiempo y al final suspira rendido.
—Bien. Pero por favor, avíseme si la encuentra.
—Lo haré.
Kate me escribe la dirección y sus números de contacto en un papelito sin dejar de rogarme la lleve a casa sana y salva. Ofrezco una última sonrisa antes de recoger mis cosas lo más apresurado posible, luego me dirijo a grandes zancadas al estacionamiento.
Ni siquiera sé la razón de preocuparme tanto por una alumna con tan solo conocerla por tan poco tiempo, es solo que su sufrimiento me llama y por algún motivo desconocido quiero ser yo quién la ayude en esta situación, nadie más.
Encuentro mi auto y justo en ese momento mi teléfono comienza a sonar. Lo saco de mi chaqueta para observar la pantalla.
Valery.
Debato si contestarle por unos cuantos segundos aunque decido ignorar la llamada sin querer escucharla justificar sus errores pasados. Suficiente mierda tuve ayer con ella y no creo poder soportarla hoy de nuevo. Todavía me arrepiento de lo sucedido entre nosotros ayer después de presentarme en su puerta luego de que me llorara por teléfono para que fuera a verla.
A pesar de cómo terminó nuestra relación, todavía siento la necesidad de estar ahí para ella. No se la merece, pero de algún modo todavía soy débil si se trata de mi ex prometida. Sacudo mis pensamientos lejos sin querer perder más tiempo e ingreso en mi auto. Salgo de la institución en dirección al parque donde se encuentra Nicole.
****
Llego quince minutos después al lugar indicado por la señorita Kate. Observo por la ventana alrededor para buscar señales de ella. Todo aquí está muy solitario y tranquilo para una chica de dieciséis años. Al volver a echar un vistazo, por fin la localizo a unos cuántos metros de dónde estacioné. Se encuentra sentada en los columpios con la cabeza gacha, su largo cabello castaño le cae como un velo para proteger su bello rostro. Mi corazón se estruja dentro de mi pecho al verla ahí tan sola, tan pérdida. Apago el auto y luego salgo.
Tomo un respiración profunda antes de comenzar a caminar hasta ella. Al escuchar mis pisadas en la hierba, levanta un poco la mirada. Sus oscuros ojos azules están bastante hinchados e inyectados en sangre a causa de las lágrimas y se abren con sorpresa al verme. Sus rosados labios se separan al tomar aire.
—¿Señor Jones? ¿qué hace aquí? —Cuestiona muy confundida y aprieta las cadenas del columpio entre sus manos.
—Su amiga Kate me dio la dirección —. Respondo con cautela, no quiero asustarla.
—¿Cómo supo ella dónde encontrarme?
Llego hasta dónde está y me detengo un segundo en frente suyo antes de tomar asiento en el columpio a su lado.
—Al hablar con usted mencionó un parque y al decírselo lo supo de inmediato. Tiene muy buenos amigos, señorita Johnson.
Una mirada de comprensión se apodera de sus ojos.
—Claro, debí suponerlo —. Sacude la cabeza con una ligera sonrisa luego vuelve a observar el suelo.
Después de esa corta conversación nos quedamos en silencio por un rato, silencio que aprovecho para observar su rostro por el rabillo del ojo. La inflamación en su labio inferior ha disminuido un poco, aunque su mejilla sigue igual de lastimada. No me gusta ver aquellos hematomas en ella.
—¿Me va a decir lo que pasó en realidad? —Le hago la pregunta que me ha atormentado desde ayer luego de un incómodo momento con voz suave.
—Ya le dije ayer que me caí, ya se lo dije a ellos también. ¿Por qué rayos nadie me puede creer? —Levanta la voz muy indignada e irritada.
—Tal vez porque una caída de las escaleras no deja su labio como si la hubieran mordido ni a su mejilla de esa manera. —Tomo aire antes de preguntar de nuevo—. ¿Acaso... acaso fue su novio quién le hizo eso?
Suelta una risa desanimada.
—No. Ni siquiera tengo uno.
—¿Entonces quién demonios fue?
Mi voz sale más enojada de lo pretendido, sus negativas me molestan demasiado. Sé que no me incumbe en absoluto su vida personal, sin embargo; no puedo evitarlo. Hay algo en ver a una mujer herida que me hace querer protegerla y matar a quién se atrevió a golpearla.
Gira su rostro al mío para observarme con las cejas arqueadas. Los latidos de mi corazón se aceleran y puedo sentir mi respiración agitarse. ¿Qué diablos me acaba de suceder? Es la misma sensación que tuve el primer día de clases cuando me rozó al pasar por mi lado y ni siquiera puedo entender el motivo, es extraño. Aclaro mi garganta.
—Lo siento. No quise hablarle así —. Sigue con la misma expresión. Suelto un suspiro un poco avergonzado —. Mire, señorita Johnson. Solo quiero ayudarle. Sería más fácil si confiara en mí y me cuenta lo que le pasa. Podemos encontrar una solución juntos o con ayuda de la policía —. Trato de que al hablarle esta vez mi voz salga lo más suave posible. Ella niega ahora si con la mirada apartada.
—No puedo. En serio no puedo decirle. Créame, deseo con todas mis fuerzas que las cosas fueran diferentes. No lo son. Por favor, no me insista más.
Esconde su rostro entre sus manos para llorar de nuevo y su cuerpo entero empieza a temblar de forma incontrolable. Un sonido impotente escapa de mi garganta al escucharla llorar de esa forma tan desesperada y dolida. Salgo de donde estoy para poner mis rodillas frente a ella, luego alejo sus manos despacio. Con su rostro entre las mías, la obligo a levantar la cabeza para mirarme.
—Escúcheme, Nikki. Sé que es difícil, pero la persona que la lastima puede llegar a mandarla al hospital o hasta herirla de muerte si no lo denuncia ahora. Después va a ser demasiado tarde. No permita que eso suceda. Por lo menos, hágalo por usted y por su hermana, ella la necesita.
Me mira sin pestañear así que aprovecho para limpiar sus lágrimas con mis pulgares con toda la delicadeza que soy capaz de reunir. Puedo notar todo su cuerpo tensarse por unos cuantos segundos como parece hacer cada vez que alguien la toca, no obstante; solo dura unos instantes. Se relaja de nuevo e inclina la mejilla ante mi tacto. Esa simple acción provoca en mi traicionero corazón un vuelco estúpido, aunque ignoro el sentimiento.
—No puedo —susurra con temor en voz demasiado baja. Abro la boca para contradecirla y me interrumpe antes de poder hacerlo —. Lo he intentado, créame. Intenté hablar con alguien sobre esto. Él se enteró y lo impidió. Escapé varias veces con Elizabeth y aunque funcionó por unas cuantas semanas, fue capaz de encontrarnos una y otra vez. No importa lo que yo haga o cuantas veces lo haga, no hay escapatoria por lo tanto he dejado de intentarlo. Por favor, le pido no me insista de nuevo. No me obligue a decirle nada tampoco trate de intervenir. Si esa persona se entera, me hará más daño, se lo hará a mi hermana luego se lo hará a usted. Ya lastimó a mi ex novio porque quiso ayudarme a huir. No puedo permitir que alguien más vuelva a salir lastimado por mi culpa, no lo soportaría.
Inhalo una bocanada de aire con la intención de calmar las ganas de matar al maldito animal que es capaz de lastimar a alguien tan dulce y noble como Nicole después de escuchar su impotencia. No soporto oír el dolor en su voz tampoco que no quiera denunciar al desgraciado, sin embargo; no puedo culparla porque sé cómo su miedo no la hace confiar en mí, así que no insistiré más.
Por ahora.
—Está bien, tranquila. Esperaré a que se encuentre lista para decirme, pero no me voy a rendir. Solo la quiero ayudar. ¿Vale? —Asiente con la cabeza y suspira con evidente alivio.
—Gracias.
Le lanzo una pequeña sonrisa antes de tomar sus manos para ayudarla a levantar del columpio.
—Venga linda, la voy a llevar a su casa.
Suelto sus manos para no incomodarla luego comenzamos a caminar con ella detrás de mí.
Estoy a unos cuantos pasos de llegar al auto cuando escucho mi nombre en un suave susurro. Me detengo de forma abrupta y doy la vuelta. Justo en ese momento empieza a tambalearse, pero antes de darme cuenta corro hasta ella de inmediato. Sus piernas ceden mientras se desploma contra mi pecho, su cabeza cae hacía atrás entre mis brazos. Mi corazón late mucho más rápido debido al temor.
Mierda.
La levanto con cuidado para acomodarla entre mis brazos antes de avanzar a pasos apresurados hasta mi auto para llevarla al hospital.
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