25.- Los viejos tiempos

Ya pasó casi una hora desde que Juan se llevo a Anna y cinco minutos desde que le hable para saber si seguía viva, afortunadamente no tardaron más que un minuto más para verlos venir por la carretera.

Ya no queda nada de la chica asustada y confundida a la que Juan había obligado a subir a la camioneta, ahora en el asiento del copiloto se ve una chica radiante y hermosa con los ojos brillantes y la sonrisa más grande que le he visto en mucho tiempo. 

—Ya era hora Juan —Jonathan fue el primero en acercarse para inspeccionar que la camioneta estuviera en buen estado—. Espero que no utilizarás la camioneta para tus necesidades de apareamiento —Juan soltó una carcajada y Anna le dio un golpe en las costillas.

Me siento muy bien por ella, le hace falta alguien que la quiera bonito y que no solo busque divertirse, ella nunca tuvo ningún problema con ello pero no es sano, yo misma he comprobado que después de un tiempo te aburres de esas relaciones. Para nuestra edad no están tan mal pero no deja nada bueno, por ejemplo lo que pasó con Axel solo me trajo remordimientos innecesarios, sólo me dejó con una mala imagen frente a mis amigos y hoy pudo traerme muchos problemas con Adam, lo bueno que lo comprendió, me dio mucha pena tener que decirle que termine en la cama con un tipo solo porque quería olvidarme de Jonathan. 

—No hicimos nada malo o indecente —respondió Anna—, nos tardamos porqué no podíamos encontrar el camino de regreso.

—Tu boca dice lo contrario —le contradijo Raúl al ver sus labios hinchados—, también tu ropa, los dos están llenos de lodo pero me alegra saber que alguien aquí se divierte.

Lo dice porque aún no ha tenido suerte con las chicas, siempre se las da de conquistador pero es muy raro cuando de verdad conecta con alguien, sólo espero que también encuentre a su alma gemela, se lo merece. 

—Podemos discutir su vestimenta en otro momento, ya me quiero ir —dijo Marian, Jonathan la ayudó a subir, ¿es mi imaginación o están demasiado cerca?

Hace un rato los vi hablando pero no parecía nada especial, según lo que me dijo Marian después de nuestro pequeño incidente era que Jonathan había accedido a hacer negocios con ella. Algunas veces me parece que Jonathan hace las cosas a propósito para tirar a la mierda la poca paciencia que tengo pero en esta ocasión no es así, él no planeó ser exitoso y tampoco que mi tío este —en palabras de Marian— fascinado con su trabajo, aunque me parece que la de la admiración es otra.

—Kate, ¿Kate? —es Marian, por pensar en ella y Jonathan me perdí— ¿Te encuentras bien?

—Sí —dije un poco aturdida— ¿Qué decías?

—Te preguntaré de nuevo —suspiro molesta— ¿quieres compartir la habitación con Adam? —esos son temas más agradables.

—Por mi perfecto pero si no quieres… —Adam hablo antes que yo— me puedo quedar con alguien más.

—¡No! —creo que debo ser menos efusiva—, claro que quiero pero… no sé si sea lo correcto, ¿qué dirían mis padres?

—Ellos no están aquí y nadie va a salir corriendo a decirles —me dice Marian, pero ella no sabe que tal vez si hay alguien que puede decirles y se encuentra a su lado. Jonathan está mirando a la ventana, quiero confiar en que la lengua no se le va a soltar—. Ya deja tus valores de lado, es un viaje tienes que disfrutarlo, puedes reconciliarte con tus padres pero tu viaje de graduación nunca va a regresar.

—Si Kate va a compartir habitación con Adam yo quiero compartir habitación contigo Marian —dijo Francis todavía borracho, ya se había tardado en hacerle proposiciones a alguien. No me sorprende que sea a Marian, siempre le ha gustado, pero ella tiene gustos distintos a los de él. 

—Cierra la boca —le lanzó una mirada furiosa y después continuó con la organización—, yo voy a dormir sola; claro Anna con Juan en la habitación más lejana de la casa.

—Los escuchamos —reclamo Anna, que se dio la vuelta mirando sorprendida a Marian—, pero no es necesario que me otorgues privilegios.

—No es privilegio —respondió Marian sin mirarla—, solo considero que ya que ustedes son pareja necesitan privacidad. La casa tiene cinco habitaciones y tres están ocupadas, ustedes resuelvan eso, incluso si quieren dos de las chicas se pueden quedar conmigo.

—Mejor vamos a quitarle la habitación a los enamorados y las repartimos equitativamente —pidió Manu—. Ellos se la pasan pegados de cualquier forma.

—Lo de los enamorados no está a discusión, ellos dormirán juntos —dijo Marian— ¿O quieres encontrarlos en un momento de pasión? —Francis negó.

—Si quieren nosotros podemos adoptar a Jonathan —dijo Juan alegré—, no será molestia —la cara de Anna sugiere lo contrario.

—No gracias —respondió Jonathan sin siquiera un poco de agradecimiento.—, prefiero dormir en el suelo o un sillón. 

—Él tiene razón, la mayoría de los muebles son convertibles no habrá ningún problema —dijo Marian—. Todos vamos a estar cómodos. Confíen en mí. 

Un trayecto corto, demasiado corto, todos estaban ansiosos por llegar pero para mí llegar a esa casa significa que Marian ganó, que de nuevo ella se levantó por sobre mí, que de nuevo se hizo su voluntad. Cuando bajo de la camioneta puedo entender porque insiste tanto en que nos quedemos aquí; la casa es muy grande, por supuesto muy hermosa, blanca y en todo el camino hacia la entrada principal hay pinos repletos de luces para iluminar el camino. Es oficial Marian se está luciendo, claro que no es para hacerme sentir mal, ella dijo que es un regalo y así trataré de verlo. 

—¿Marian cuando costará esto? —pedí saber una vez que se para a mi lado.

—Nada que deba preocuparte —se adelantó a la entrada con las llaves en la mano— ¿vamos a entrar? ¿o vas a hacer una huelga aquí afuera por lo que costará?

—Cariño ya es hora de dejar de preocuparse, enfócate en disfrutar —me dice Adam—, todos lo están haciendo y Marian es tu prima, la que tiene más derecho a disfrutar eres tú.

—Está bien vamos —le respondo y entre tras Marian.

La casa es todavía más hermosa por dentro, los pisos son de madera y hay una cocina enorme, los muebles son elegantes, de color chocolate, los chicos no perdieron el tiempo y de inmediato fueron hacia la pantalla que está equipada con internet y varios juegos de vídeo, eso es un inconveniente porque se trata de convivir sin nuestros teléfonos y cosas así, por esa misma razón mi teléfono está en vibrador, no deseo que nada me quite este tiempo de calidad con mis amigos. 

—¿Chicos ya decidieron como repartir las habitaciones? —pregunta Marian desde la cocina, fue por una manzana, es su fruta favorita. 

—Las chicas se quedarán en ellas —respondió Raúl—. Recuerda que somos unos caballeros, no dejáramos que nuestras damas estén incómodas.

—No somos tus damas —le gritó Sharon—, nos dejan en ellas porque ustedes no quieren asear las habitaciones, si están en la sala entonces todos tendremos que limpiar.

—¿Cómo has llegado hasta esa conclusión tan elaborada? —pregunto Brayan.

—Francis nos lo dijo hace un momento —respondió Ingrid paseando por la cocina—, su error fue decirle su plan a él, nunca ha sabido guardar un secreto.

—Eso es cierto —contesto Marian— ¿Y quién viene conmigo? —se levantó y camino hasta la sala.

—Tú puedes quedarte sola o si quieres yo voy contigo —de inmediato respondió Francis y luego Marian le arrojó un cojín del sillón más cercano que tuvo.

—Un comentario más de ese tipo y te mando a dormir a la alberca —amenazo a Francis.

—Esta bien amargada —dijo mientras colocaba el cojín en su lugar—, solo era un pequeño chiste por los viejos tiempos, fueron muy buenos ¿o lo vas a negar?

—Fueron buenos pero ya quedaron en el pasado; por ahora les propongo que nos demos un baño —miró a Anna y a Juan—, después podemos cenar y seguir la fiesta —en el hotel podemos hacer exactamente lo mismo y está todo más cerca—. Díganme qué se les antoja de comer para pedirlo y que lo traigan cuando estemos listos.

—Prepararemos algo nosotras —anuncio Liz—, tienes la cocina llena de comida, no queremos que gastes más por nosotros.

—¿Y quién va a cocinar? Porque yo no tengo un buen sazón —dijo Marian limpiándose las uñas.

—Podemos intentarlo —dijo Ingrid claro que yo no la seguiré, al igual que mi querida prima tampoco tengo la menor idea de cómo preparar comida para todos—, no creo que sea tan difícil.

—Bueno me voy a dar un baño y bajo para cenar, Anna, Kate pueden venir conmigo para enseñarles sus habitaciones —Anna fue tras de ella de inmediato—, las otras habitaciones están por este pasillo a la izquierda.

—Adam ¿puedes subir el equipaje? —dije para poder sacarlo del trance en el que lo tienen los vídeo juegos.

—En un momento solo una partida y ya —respondió todavía mirando la pantalla.

Subimos en silencio y después de saber cuál era mi habitación me puse muy tensa, la habitación es enorme, algo me dice que es la recámara principal. Gracias Marian, yo iba a intentar ser buena y santa con Adam, pero la cama dice todo lo contrario.

—¿Kate puedo pasar? —era Adam tocando la puerta.

—Claro que sí —le abrí, tenía con las manos ocupadas con nuestras maletas—, también es tu habitación.

—Espero que después de haber visto está habitación dejes tu berrinche —dejo las maletas en un rincón y viene junto a mi—. Me parece que hay una pequeña competencia entre ustedes, con ella aquí hasta has dejado el hecho de que Jonathan aún está al acecho.

—No es una competencia —si lo es pero no quiero hablar ahora de esto y de los complicados sentimientos de amor y envidia que nos unen—, y tampoco olvidó que sigue aquí pero tengo que vigilar a Marian. Ella es más importante. Siempre será más importante.

—No tiene cinco años —claro que no, pero alguien tiene que detenerla—, solo trata de darte un buen viaje, hay que dejar de lado todas las peleas, solo hay que pasarla bien.

—Recuerda que si nadie me provoca yo no saco las garras —negó con la cabeza y yo fui a abrazarlo—. Cambiando de tema, gracias por la sorpresa de la fiesta.

—De nada —estampa sus labios contra los míos, sujetando mi cintura presionando mi cuerpo con el suyo, pasa sus manos por mi espalda, mordisqueaba mi labio inferior.

Lo jalo conmigo hasta que caemos en la cama, se acomoda para no caerme por completo encima y pasa sus manos por mi piernas levantando mi vestido, ya que entramos en confianza aprovecho para meter mis manos bajo su camisa y acarició su pecho, y de la nada se aparta de mi para sentarse al borde de la cama.

—¿Paso algo? —pregunto cuando salgo de mi aturdimiento— Adam no tiene nada de malo, somos una pareja es totalmente normal que tengamos intimidad. Para eso nos dieron una habitación. 

—No es eso —me mira más sonrojado que nunca—, todos están abajo y no quiero que nos escuchen.

—Te lo repito nos dio la habitación para tener privacidad —me siento un poco decepcionada, no quiero ni pensar en la posibilidad de que él no quiera estar conmigo—. Me haces sentir como si fuera una pervertida.

—Kate no tienes la menor idea del trabajo que me costó alejarme de ti —efectivamente no la tengo—, llevo días intentando no hacer las cosas demasiado rápido pero sinceramente no me la pones fácil, ojo, no estoy insinuando que hagas algo para provocarme.

—Adam sí te estoy provocando —para prueba me siento a su lado y pongo una de sus manos sobre mi pierna—, quiero estar contigo, pero si quieres esperar entiendo.

—Quiero que tú estés segura —mi cuerpo dice que estoy segura—, no pienso forzar nada entre nosotros, si tengo que esperar mil años los espero pero quiero que sea inolvidable.

—Entonces es hora de que me bañé con agua fría —me levanto de la cama y voy directo a la puerta del baño— ¿vienes?

—No, yo también me voy a bañar, en uno de los muchos baños que hay aquí —me dio otro beso—, te espero abajo.

Mi baño no fue de agua fría porque lo que menos quiero es un resfriado, salgo y Adam efectivamente ya no está y aprovecho para inspeccionar mejor la habitación, el armario esta perfecto para la cantidad de ropa que traigo y queda buen espacio para la de Adam, en el tocador ya hay varias cremas y perfumes, maquillaje que no necesito porque traigo el mío, y a cada lado de la cama, sobre las mesas de noche hay floreros con mis flores favoritas, rosas amarillas, son un detalle muy lindo de Marian, me visto con unos pantaloncillos cortos blancos, una playera floreada y mis sandalias, por este día ya no iremos a ningún lado así que no tiene caso arreglarme demasiado.

Bajo las escaleras y la mesa ya está puesta, es una simple carne asada como las que siempre organizamos y nunca salen bien, todos le están ayudando a Ingrid, me alegra que dejaran los juegos de vídeo. 

Cenamos y después Marian nos retiró nuestros teléfonos, si algo odia es que no le pongan atención y bueno terminamos en un círculo, parece una reunión de secundaria y lo primero que hicimos fue una competencia, así acabe bebiendo medio litro de tequila en veinte minutos.

—¿Qué les parece si jugamos como en los viejos tiempos? —propuso Manu— Botella con verdad o reto, porque besarnos va estar difícil, ya que hay parejas presentes y dudo que en sus relaciones tengan tanta libertad.

—Jueguen con libertad —sugirió Juan obligando a Jonathan a integrarse al círculo—, si nos toca pues ya veremos que hacer.

Francis, giró la botella y quedó frente a Danny, miró a sus amigas, la mayoría de nosotros ya conocemos nuestros labios —menos Juan y Jonathan por obvias razones— pero no creo que nadie quiera repetir esa hazaña con ella. En nuestros primeros semestres de preparatoria éramos muy liberales y nos importaba poco con quién nos pasábamos el rato, siempre desechables en ambos sentidos, ninguno de los idiotas con los que he estado han querido una relación formal conmigo, hasta que una tarde me encontré con Adam y todo cambio.

—Verdad —dijo Danny, ella tampoco quiere repetir los besos— y piensen bien sus preguntas por favor.

—¿Por qué eres tan odiosa con todo el maldito mundo? —pregunto Brayan— Si no fueras tan tú, saldríamos así todos juntos.

—No se me da hacerme la hipócrita —contesta agitando la mano en un gesto de indiferencia— y siempre que quieran podemos salir, que algunas personas no me agraden no significa que voy a dejar de divertirme, ahí está Marian con Anna las dos están disfrutando y no se llevan bien.

—¿No puedes dejar tu malicia de lado por una vez? —le respondió Anna— Marian y yo resolveremos nuestros problemas, ustedes sabrán cuando sea así pero nadie tiene derecho a meterse.

—Anna, entre nosotros ya no hay problemas —dijo Marian mirándola—, en cuanto a ti mejor no hablamos que aquí todos sabemos de sobra que no soportas ver qué alguien es feliz porque de inmediato buscas la manera de arruinarlo —habla con calma como si solo estuvieran platicando del clima—. Lástima que conmigo no vas a poder, derrama todo el veneno que necesites para ser feliz nadie te lo va a impedir.

De no estar tan mareada ya le hubiese dicho algo, no me gusta ver cómo alguien se atreve a hacer sentir mal a Anna, para mí buena suerte Marian también lo odia y también le gusta molestar a Danny, eso lo aprendió de mi. 

—Gracias, pero no requería de tu permiso —sonríe maliciosa, algo está planeando—, creo que puedo girarla ¿no?

—Si, pero si quieren podemos jugar otra cosa —pidió Manu, el ya sabe cómo terminan este tipo de peleas, generalmente después de los gritos vienen los silencios incómodos por días—, hay muchas otras cosas que podemos hacer.

—Para nada —contesto Marian— después de la competencia de shots, algunos no pueden estar mucho tiempo en pie —eso va dirigido a mi.

Sin orgullo digo que yo gané esa competencia, trece shots que me dejaron literalmente en el suelo, mi único consuelo es que Alicia y Bere están igual de que yo, los demás se rindieron cerca del trago número cinco y las únicas que se animaron a seguir fueron ellas dos, tenía que ganar y por supuesto que tenía que hacerlo por todo lo alto.

Giraron la botella y nada interesante, solo cosas para ponernos en ridículo, como por ejemplo, Francis contó su beso con Manu, Alicia tuvo que admitir que estuvo enamorada uno de nuestros profesores, todo muy chistoso hasta que llegó el momento de la venganza de Danny. La botella se detuvo frente a Marian.

—Verdad —dijo tomando todo lo que había en su vaso.

—Te toca reto —respondió Francis— todos han dicho verdad, ya necesito algo de acción.

—¿Qué quieres que haga? —no está feliz pero también estaba cansada de pelear.

—Entra con Jonathan diez minutos al baño —dijo Danny rápidamente.

—A mí no me metan en sus juegos —dijo Jonathan—. No tenemos doce años, ya estamos lo suficientemente grandes para jugar a esto.

—Vamos Marian, tú nunca dejas pasar un reto —contesto Danny sonriendo—, nadie dijo que hicieran algo, solo tienen que entrar y lo que suceda después depende de ustedes —por favor no lo hagas quería decir, pero solo le estaría dando el gusto a esa perra de provocarnos y no pienso permitirlo.

—Kate, ¿estás bien? —me pregunta Marian fijando su vista en mi— Estás muy pálida, Adam tenemos que llevarla a su cuarto —se levantó para ir a mi lado, pero no pudo decir más porque Jonathan la jalo hasta el baño.

Mi estómago sin embargo pide limpiarse y solo queda hacerlo en mi habitación a donde salgo corriendo, tropecé en las escaleras, claro Anna me levanto y después me llevo a la habitación.

No supe exactamente qué fue lo que pasó después, todo quedó en un silencio sepulcral, explicación no tengo para todo lo que pasó por mi mente y corazón cuando vi que esa puerta cerró. Solo sé que pocas veces en mi vida he sentido tanto miedo.

Gracias por seguir leyendo.

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