Capítulo 19
Capítulo 19
Harry regresó al mundo de los vivos gracias a la luz del sol que le caía en el rostro. Cuando intentó darse la vuelta para volver a dormir se dio cuenta de que no podía hacerlo. Queriendo saber qué era lo que lo mantenía en su lugar, Harry abrió los ojos. Se encontró acostado sobre su costado izquierdo, observando una muralla verde; probando sus extremidades, intentó acostumbrarse a la sensación de estar de nuevo en su cuerpo. Ser un niño había sido más que extraño que aquella vez que él y Ron habían tomado Poción Multijugos para parecerse a Goyle y Crabbe.
No necesitó mirar hacia atrás para ser a quién pertenecían los brazos que envolvían su pecho y su cintura. Moviéndose, los ojos de Harry se abrieron al darse cuenta de que estaba desnudo. Y conocía muy bien a Voldemort para saber que jamás dormía con ropa.
Mientras Voldemort seguía durmiendo profundamente, Harry intentó liberarse, esperando soltarse del agarre del otro mago sin despertarlo. Se sentía como una oruga que alguna vez había visto en el jardín de su tía. Había pasado bastante tiempo en su capullo donde se había transformado en una mariposa. Sin embargo Voldemort parecía no estar de acuerdo con sus planes, incluso dormido el mago trabajaba en su contra. Sintió que el hombre lo presionaba aún más contra su cuerpo.
Harry comenzó a removerse de manera más agresiva hasta que fue presionado con fuerza contra el pecho ajeno. Se quedó inmóvil y casi no se atrevió a respirar, no quería que Voldemort despertara mientras estuvieran en esa posición. Ahora estaba indefenso, y eso era algo en lo que no le gustaba pensar.
Permaneció quieto, entonces Voldemort comenzó a atacar su cuerpo todavía dormido. Harry sintió los dedos ajenos moverse sobre su pecho y detenerse alrededor de uno de sus pezones. Se hizo hacia atrás cuando su pezón fue retorcido. La otra mano se movió hacia abajo y Harry se empujó hacia atrás, tratando de alejarse de las manos que lo acosaban.
El movimiento no pareció molestar a Voldemort y la mano simplemente siguió su camino hacia la entrepierna de Harry. Éste intentó alejarse otra vez, pero su trasero quedó presionando contra la dura erección del otro.
—Maldición, despierta— siseó Harry y se quedo helado. Al escuchar una risa siseada desde los pies de la cama, levantó la cabeza. Vio a Nagini que los observaba con diversión brillando en sus ojos. –Ayúdame a salir de esto.
Nagini se deslizó hacia él y se levantó para mirarlos. Harry ladeó la cabeza para poder seguir mirando a la serpiente.
—Te ves bastante cómodo y después de lo que sucedió ayer dudo que Tom permita que te alejes de su lado—. Harry le soltó un par de palabrotas a la serpiente, pero no pareció molestarla. —Los dejaré solos.
Harry la fulminó con la mirada y ella se bajó de la cama para marcharse.
Las piernas de Voldemort se entrelazaron con las de Harry, impidiendo todo movimiento del segundo. Al mismo tiempo las manos del señor oscuro siguieron recorriendo su cuerpo mientras dormía.
Harry tuvo suficiente y golpeó la barbilla de Voldemort con su cabeza.
Las manos lo soltaron, pero antes de que Harry pudiera celebrar su repentina libertad, Voldemort se giró y Harry quedó bajo el cuerpo, quedando efectivamente atrapado. Harry miró en silencio los ojos rojos, que parpadearon para alejar el sueño de ellos. Voldemort lo miró con el ceño fruncido sin comprender lo que había sucedido. Harry se lamió los labios intentando ignorar la manera en los ojos del otro siguieron el movimiento y la erección que presionaba contra su muslo.
—Esa fue una cosa muy estúpida, Evan— dijo levantando una mano y le acarició con una ternura que Harry sabía que no mostraría a nadie más.
—Soy un Gryffindor, vivimos para hacer cosas estúpidas. Ahora muévete, quiero levantarme.
La caricia cambió a un fuerte agarre en su barbilla.
—Lo que hiciste ayer fue una cosa estúpida. Te permití dejar la mansión porque confiaba en que te quedarías con ellos y lejos de los problemas.
Harry intentó liberarse de la mano, pero Voldemort lo afirmó aún más hasta que dejó de moverse.
—Quizá fue estúpido, o como quieras llamarlo, pero era algo que tenía que hacer.
Voldemort se acercó a él hasta que sólo unos centímetros los separaban, el chico contuvo el aliento.
—¿Por qué no me dices exactamente lo que hiciste ayer?
Voldemort soltó su barbilla y puso ambas manos a un lado de la cabeza de Harry. Harry aclaró su garganta, mirando hacia la ventana. Aunque el cielo estaba cubierto de nubes comenzaba a aclarar. Significaba que sólo unos pocos debían estar levantados a esta hora y a menos que algo de extrema importancia sucediera, ninguno de ellos se atrevería a molestar al seños oscuro cuando supuestamente estaba dormido.
—Quería advertirle a Neville. Merece saber que Dumbledore es un hombre peligroso en el que no debe confiar. No estoy seguro de que me haya creído pero lo conozco bien como para saber que recordará lo que le dije aunque no lo crea. Quizá puedo salvar su vida, pero ojalá no llegue tan lejos.
Harry hizo una mueca cuando Voldemort tomó un puñado de su pelo y tiró con fuerza.
—De verdad eres un gatito. Haces lo que quieres sin preocuparte por las consecuencias. Y como un gatito eres capaz de meterte en la mayor cantidad de problemas posible cuando estás solo.
Harry se mordió los labios y alejó su mirada de Voldemort mientras se preguntaba cuánto tenía que decirle. Un jalón en su cabello le hizo mirar de nuevo a Voldemort.
—No mires a otro lado mientras te hablo.
—Vi a Ron y a Neville en el Callejón Diagon. Los seguí hasta una tienda de libros. No era mi intención ser visto. Pese a lo que la otra gente pueda creer no soy estúpido. Sabía que no sería prudente meterme en una pelea cuando ni es seguro para usar mi magia. Tenía planeado quedarme escondido porque no era una buena idea enfrentarme a Ron con ese cuerpo y sin poder hacer magia.
Harry no intentó mantener el odio fuera de su voz. Era muy temprano para mentir y tenía la sensación de que Voldemort podría ver de inmediato si lo intentaba.
—Pero cuando Ron dijo algo que hizo enojar olvidé ese plan.
Voldemort se frotó contra él y Harry tiró la cabeza hacia atrás y gimió.
—¿Qué dijo el traidor a la sangre que te hizo actuar de manera tan impulsiva?— cada palabra fue acompañada de otro movimiento contra su cuerpo y Harry gimió con fuerza.
—Dijo que tenías una fea cara de serpiente y me hizo enojar mucho porque no es cierto.
Sobre él, Voldemort detuvo sus movimientos y Harry no estuvo seguro de sentirse decepcionado o feliz. Era muy difícil concentrarse cuando Voldemort volvía su propio cuerpo en su contra.
—¿Entonces qué sucedió?
Volviendo a pensar en lo sucedió en la tienda de libros, Harry no pudo evitar sonreír.
—Lo comparé con Draco y le dije que los rubios son más lindos que los pelirrojos. Al parecer no le gustó oír eso.
—¿Debo tener razones para preocuparme de Draco?
Harry bufó y miró a Voldemort con disgusto.
—Draco es como el molesto hermano mayor que nunca deseé tener. Cuando no estamos discutiendo nos llevamos relativamente bien, pero eso es todo. Además sería demasiado extraño.
—Que bien, porque yo no comparto con nadie. Tú eres mío y sólo mío.
Los dedos de Voldemort dejaron su cabello y vagaron por el cuerpo de Harry, prestando atención a cada centímetro.
—¿Y qué sucedió entonces?
Harry jadeó por aire cuando los dedos de Voldemort envolvieron su miembro y comenzaron a moverse en una lenta tortura.
—Nos insultamos mutuamente, y él decidió probarle a la gente de la tienda que yo era un mortífago. ¡Eso dolió!
Mientras hablaba Voldemort lo había apretado con tanta fuerza que le lastimó.
Una ceja alzada fue la única respuesta que recibió, pero el agarre disminuyó su fuerza y la dulce tortura comenzó antes de que Harry decidiera seguir hablando. No tuvo nada que ver con l manera en que Voldemort lo estaba mirando que lo hacía sentir como una presa frente a un depredador.
—En realidad nada sucedió después de eso. Neville interrumpió antes de que Ron pudiera hacerme algo. Después me sacó de la tienda para en busca de mi supuesta familia. Cuando estuve seguro que nadie podía oírme le di mi mensaje. Creo que lo sorprendí bastante pero antes de poder juzgar su reacción los demás me encontraron. Neville me entregó y partimos lo más rápido posible.
—¿Así que nada más pasó?
Harry pensó un largo momento antes de negar con la cabeza.
—No, nada de importancia sucedió.
Voldemort alejó su mano y Harry contuvo un gruñido de decepción. El señor oscuro no necesitaba torturar personas, sólo tenía que dejarlos sexualmente frustrados y así le dirían todo lo que quisieran oír.
—Así que si nada de importancia sucedió, ¿por qué tienes moretones en tu brazo?
Los ojos de Harry se abrieron al seguir la mirada de Voldemort. Ron lo había agarrado con mucha fuerza y había dejado morados.
—No es algo con lo que no pueda lidiar por mí mismo— dijo Harry con los dientes apretados mientras miraba a Voldemort directamente a los ojos.
—Evan, ¿no te das cuenta que lo que hiciste fue muy imprudente? Sin tu magia estás indefenso. No hay nada que impida que alguien pueda lastimarte.
—Hablas como si yo fuera una especie de niño que necesitan que lo cuiden. Me he enfrentado a muchas situaciones de vida o muerte y he logrado salir de ellas sin problemas. ¿Qué es lo que te hace creer que ya no puedo hacerlo?
Cerniéndose sobre él, Voldemort tenía una expresión indescifrable en el rostro, cosa que hizo que Harry se removiera nervioso. Si no fuera porque lo conocía bien habría creído que Voldemort parecía preocupado.
De repente Harry se sintió envuelto en un fuerte abrazo, quedando atrapado entre el colchón y el cuerpo del otro.
—¿Tienes idea de cómo me sentí cuando recibí la noticia de tu muerte? Mientras los demás celebraban la derrota de Grindelwald yo tuve que lidiar con el dolor de haberte perdido. Ni siquiera había terminado de acostumbrarme a la idea de que estabas muerto cuando me enviaron de nuevo al orfanato. Algunos de mis seguidores convencieron a sus padres de que me adoptaran, pero cada vez que alguno lo intentó, Dumbledore se interpuso. Él quería que me quedara en el orfanato y debido a su nuevo estatus de héroe la gente estaba más que inclinada a escucharlo.
Voldemort tenía la mirada perdida en sus ojos como si estuviera sumido en sus pensamientos sobre el pasado que estaba recordando.
—Abrí la Cámara de los Secretos cuando estaba en sexto año porque quería que la serpiente se encargara de todos los nacidos muggle antes de soltarla en el mundo real. Sería una buena manera de limpiar el cuerpo estudiantil y Dumbledore se metería en problemas porque todos esperarían que él se encargara de todo. Pero no podría hacerlo ya no que habla Pársel y por eso le sería imposible entrar a la Cámara. Pero cuando murió Myrtle y la escuela estuvo en peligro de cerrar, lo que significaba que tendría que volver antes al orfanato, me di cuenta de que no podía hacerlo. No quería volver al orfanato. Y aunque podía usar magia sin varita y Dumbledore estaba en la escuela, todavía quería seguir en Hogwarts. No era lo mismo que en la casa, pero era mucho mejor que cualquier orfanato muggle.
Harry levantó la mirada y vio a los ojos del otro mago.
—¿Así que pensaste que yo estaría contento de que tomaras vidas inocentes? ¿Qué te sucedió? Puedo comprender que no quisieras regresar al orfanato, por Merlín, esas dos veces que estuve allí fueron más que suficientes para mí. Pero eso no te da una razón para reaccionar como lo hiciste. ¡Maldición!—. Harry intentó bajar la voz cuando vio que Voldemort se estremeció ligeramente ante la cercanía de su grito.
Voldemort le dio una mirada molesta y un escalofrío recorrió el cuerpo de Harry. Este era el señor oscuro que conocía. El mago que había matado tanta gente y el que había vuelto su vida un infierno desde el día que mató a su padre de Harry. Pero tras el enojo pudo ver un destello de Tomo en esos ojos y sintió una punzada de nostalgia. Quería volver a esos días en que sólo eran él y Tom, donde no tenían mucho de qué preocuparse.
—De verdad eres tan inocente, Evan. No comprendes lo que la rabia puede hacerle a las personas cuando pierden a alguien cercano.
Cuando Voldemort trató de acariciar su quijada, Harry intentó moverle la mano y éste se alejó.
—¿Así que no sé lo que significa perder a alguien? En serio, Voldemort, ¿de verdad eres tan estúpido? Perdí a mis padres, vi a Cedric ser asesinado frente a mí. Sirius, mi padrino que recién había recuperado murió por mi culpa…— respirando profundamente, Harry continuó mirándolo a los ojos—. Y pensé que te había perdido. Cuando me mataron de nuevo, pensé que jamás volvería a verte. Y cuando me di cuenta de que estaba de nuevo en mi tiempo, sabía que las cosas serían diferentes. Tenemos historia entre nosotros, Voldemort, mala historia. Y no es algo que podamos olvidar.
Harry cerró los ojos y respiró profundo.
—Cuando te vi en mi segundo año te veías como cuando te conocí, pero diferente. Había tanta rabia en ti cuando me hablaste en la Cámara.
—¿Encontraste la Cámara de los Secretos en tu segundo año? Impresionante.
Harry abrió los ojos y dejó escapar una risa sin humor.
—Fue Hermione quien averiguó todo. Todo lo que yo hice fue decir unas cuantas palabras en Pársel para que así Ron y yo pudiéramos entrar junto a Lockhart— sonrió con tristeza ante el recuerdo—. Debido a un accidente con una varita rota y un hechizo de memoria terminé solo hasta que te encontré allí quitándole la fuerza vital a Ginny. Llamaste al basilisco, luché con él con ayuda de Fawkes, el sombrero seleccionador y la espada de Gryffindor. Cuando lo maté yo estaba muriendo por una mordida de la serpiente y tú comenzaste un monólogo.
—No hay muchas personas por las que un fénix esté dispuesto a llorar. Supongo que eso fue lo que sucedió— dijo Voldemort trazando la cicatriz de la mordida del basilisco con un dedo, Harry se estremeció—. Otra prueba de lo despreocupado que puedes ser. Ningún Slytherin se habría lanzado a esa situación.
Harry alejó la mano de Voldemort con una palmada.
—Como si tú fueras mejor. Además no es de mí de quién estamos hablando sino de ti. ¿Por qué cambiaste tus planes? Tenías tantas ideas de cómo cambiar el mundo a uno mejor. ¿Qué sucedió?
Se miraron un largo rato sin hablar. Con el rabillo del ojo Harry vio que había comenzado a nevar otra vez. Si seguía así hasta el mundo mágico comenzaría a tener problemas. Ni siquiera quería pensar en cómo lo estaban pasando los muggles ahora. Harry estaba agradecido de haber hecho sus compras navideñas el día anterior. Además, por la manera en que Voldemort había hablado tendría suerte de poder salir de la mansión otra vez, aunque sólo fuera para visitar a Mortimus.
—Cuando pensé que habías muerto estaba furioso. Enojado contigo por morir y dejarme solo. Necesitaba echarle la culpa a alguien. Al mismo tiempo me obligaron a regresar al orfanato y aunque sabía hacer magia sin varita no era lugar para que estuviera un niño mágico. Recordé al muggle que trato de matarte y las historias sobre tus familiares y la rabia creció. Dumbledore comenzó a hablar de cómo los magos y los muggles debían vivir juntos en armonía y sólo alimentó el fuego dentro de mí. Y los nacidos muggles son tan malos como los muggles. Vienen a nuestro mundo y quieren cambiarlo. En los viejos tiempos era un honor mezclar la sangre de otros seres en la familia. Podía ser Veela, vampiro, elfo o muchos otros seres que ahora son mal vistos. Sin ellos podremos volver a cómo eran las cosas antes. Además, la mayoría de los nacidos muggles regresan al mundo muggles cuando terminan la escuela. Eso aumento el riesgo de ser encontrados por los muggles.
Respirando profundamente, Harry interrumpió el discurso de Voldemort.
—¿Y por qué creíste que era necesario usar la violencia? El Tom que conocía habría utilizando el camino político y los métodos Slytherin para conseguir lo que quería. Diablos, ya tenías a muchos de los herederos sangrepura de tu lado. Te habría sido muy fácil conseguir más aliados. No había ninguna razón para que mataras gente que no tenía nada que ver con todo el asunto.
Harry fue incapaz de mantener el enojo fuera de su voz, y Voldemort volvió impidió que siguiera hablando tomando con fuerza su barbilla. Sólo cuando Harry lo miró a los ojos soltó su barbilla.
—Pareces olvidar algo, Evan. Todos éramos jóvenes entonces. Aquellos que me seguían sólo eran herederos de sus familias. Pasaron años antes de que tuvieran verdadera opinión en la política. Y para entonces la guerra ya había comenzado. Además, aquellos que asumieron como jefes de su familias no era suficientes para ir en contra de Dumbledore. La gente lo adoraba porque los había salvado. Para ellos, Dumbledore no podía hacer nada malo. Si decía que las cosas debían hacerse de cierta manera, así era.
Harry miró el pecho de Voldemort, escuchando cada palabra que el hombre decía, y sintió un nudo en la garganta. Tragó varias veces no queriendo dejar caer las lágrimas. Tenía la sensación de que el señor oscuro nunca antes había compartido esto y era importante. De alguna manera le preocupaba y le hacía sentir feliz saber que Voldemort nunca le había confiado esto a nadie. Era una muestra de que confiaba en él y él, Harry, sabía que no era saludable andar con tanta rabia reprimida por tanto tiempo.
—Empecé a buscar en las artes oscuras, buscando una manera de traerte de vuelta, pero sin importar cuánto intentara llegaba a un callejón sin salida cada vez. Esa fue la manera en la que supe de los horrocruxes. Al darme cuenta de que nunca podría traerte de vuelta, podría usar nigromancia, pero no sólo necesitaba un cuerpo para eso, cosa que no tenía, sino que tú no serías tú sino un muñeco inútil; decidí hacer otra cosa. Quería honrarte cambiando al mundo, haciéndolo un lugar mejor para que algo así no volviera a suceder. Ningún otro niño tendría que saber lo que se sentía perder a alguien importante para ellos— respiró profundamente, habiendo entrado en calor—. Decidí usar el nombre que me diste. Era mi forma de decirle al mundo que lo que hacía era por ti, aunque nunca lo supieran. Pero sin importar lo que hiciera la pena no se iba. Necesitaba culpar a alguien y Dumbledore y su amor por los muggles y los nacidos muggle era algo que quería terminar. Lo había perdido todo y el hombre tenía que sufrir el mismo destino que yo…— vaciló antes de añadir:— Tenía dieciséis cuando cree el primer horrocrux.
Harry se estremeció. Recordaba muy bien al Tom al que se había enfrentado en la Cámara de los Secretos.
Respirando profundamente, Harry intentó aclarar su cabeza. Por mucho tiempo se preguntó qué había convertido a Tom en Voldemort, pero hasta ahora no había tenido una respuesta. Si no hubiera corrido a defender a los estudiantes y a la demás gente en Hogsmeade, Dumbledore nunca habría tenido la oportunidad de matarlo. Pero los estudiantes, incluido Tom, habrían estado en peligro. El pensar en perder a Tom le apretó el corazón. Pero aún podría haber hecho las cosas de manera diferente. Debió ir con Tom hacia la seguridad de Hogwarts, pero eso habría significado dejar a los demás a merced de Grindelwald. Sin importar qué, habría estado jodido.
Pero eso no significaba que fuera demasiado tarde para cambiar las cosas. Harry estaba seguro de que muchas más personas comenzarían a seguir a Voldemort si el hombre dejara de matar gente al azar. Quizás era tiempo de que cambiara la manera de cambiar las cosas. Al menos Harry esperaba que eso fuera posible.
Y como presintiendo hacia dónde iban sus pensamientos, Voldemort suspiró.
—No hay razón para que te culpes por todo esto. Si Grindelwald no te hubiera matado ese día habría ido tras de ti en ocasión. Dumbledore de alguna manera debió enterarse de sus afectos hacia ti. Esa es la única manera en la que puedo concebir que él matara a Grindelwald.
Fue el turno de Harry para suspirar.
—Déjame adivinar, ¿Dumbledore le dijo a la gente que él mató a Grindelwald? Debo admitir que no averigüé sobre lo sucedido ese día, he estado ocupado en cosas más importantes. Pero a mí no me mató Grindelwald, fue al revés. Luego Dumbledore me atacó por la espalda y me mató, o al menos esa era su intención. En lugar de ello fui enviado al futuro.
Harry dejó de hablar cuando Voldemort puso un dedo en sus labios. El aire estaba tenso con magia y respiró profundamente por la nariz, como si pudiera llenar sus pulmones con la tensión.
—Tiene sentido. Por lo que me dijiste, Dumbledore adoraba a Grindelwald, prefería matar a quien fuera en vez de creer que Grindelwald estaba interesado en alguien más. Pero eso sólo hace que aumente mi deseo de que desaparezca.
Harry asintió y cuando Voldemort removió su dedo él abrió la boca para hablar.
—Él es en realidad bastante difícil de eliminar. Cuando lo piensas bien, eso es lo que ambos hemos estado haciendo, aunque hemos utilizando métodos diferentes para alcanzar la meta.
—Tienes razón, Evan— reflexionó Voldemort en voz alta—. Aunque no puedo ver lo bueno que tus travesuras harían contra Dumbledore, lo único que haces es humillarlo.
Harry bufó y sacudió la cabeza ligeramente.
—Eso hace que las personas vean que no es perfecto, que es humano. Además, podría frustrarlo tanto que podría cometer un error. No estoy seguro de lo que espero, pero sin duda es algo mejor que torturar, mutilar y matar gente.
—Quizá, pero el sólo hacerle rabiar no es suficiente para derrotarlo. Tendremos que usar métodos más fuertes si queremos deshacernos de él.
El rostro de Harry se iluminó de manera familiar a cuando se le ocurría una nueva travesura.
—¿Cómo crees que reaccionaría la gente si se enteraran de que Dumbledore no fue quien mató a Grindelwald?
La sonrisa en el rostro de Voldemort le provocó un escalofrío.
—Es una idea interesante. El lado de la luz recibiría un gran golpe. No todos lo creerían, pero de todas maneras comenzarían a cuestionarse si Dumbledore de verdad es el hombre que creen que es.
Harry asintió ansioso.
—Sí, y comenzaran a preguntarse si de verdad deberían seguirlo. Aunque no se unan a tu bando podrían volverse neutrales, lo que significa que tenemos menos gente luchando en nuestra contra. Debilitará la imagen de Dumbledore sin importar qué.
—Hay un problema con esa idea.
Harry ladeó la cabeza intentado entender lo que el otro quería decir.
—Primero tenemos que entregarle la verdad a las personas. Creo que la mejor manera es dejar que diferentes personas esparzan la noticia, los rumores siempre viajan rápido y la fuente original es casi imposible de rastrear si se hace de la manera correcta. Cuando haya pasado el tiempo suficiente podrá ser impresa en los periódicos.
Harry gruñó y enterró su rostro en la almohada.
—Eso va a tomar una eternidad.
—Probablemente, pero en una guerra los ataques más lentos y pequeños resultan ser los más importantes en el camino a la victoria. Además, tengo una buena idea de cómo pasar el tiempo mientras esperamos— concluyó Voldemort comenzando a besar con suavidad el cuello de Harry hasta alcanzar sus labios.
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Albus lo estaba pasando de maravilla. Sentado entre magos y brujas pelirrojos sabía que sobresalía. No sólo era el mayor del grupo, también era el único ser humano en la habitación que no estaba vestido de negro. Albus de verdad detestaba ese color. Era aburrido y grave y le recordaba el cabello de Potter.
Comiendo un caramelo de limón miró a su alrededor. Todo el clan Weasley estaba reunido, incluso Percy se había presentado. Al parecer perder a dos miembros de la familia había hecho el buen trabajo de unirlos otra vez. Notó cómo Ronald Weasley seguía enviándole miradas nerviosas desde su asiento al lado de su madre. El chico había actuado así desde que Albus lo castigó por dejar escapar a Potter. Más tarde tendría que conversar con el chico. No sería nada bueno que el hijo de unos de sus más ardientes partidarios actuara como si estuviera asustado del viejo director. Terminaría lastimando su causa si no tenía cuidado.
El goblin bufó, señalando que iba a comenzar a leer el testamento de los gemelos. Albus de verdad despreciaba a los globins. Eran imposibles de sobornar porque no les importaban las alianzas. Lo único que les importaba era el oro. Esa era la razón por la que le había sido imposible entrar a la bóveda Potter. Los globins sabían que perderían la confianza de las personas si dejaban entrar a alguien más a las bóvedas, cosa que significaba que las personas retirarían su oro del banco.
En vez de eso tenía que pagarles a trabajadores humanos para que le echaran un ojo a la bóveda Potter; le reportarían a él directamente si había alguna actividad. Desafortunadamente había un límite hasta donde los humanos podían ir, incluso aquellos que trabajaban con los globins. No ayudaba que la bóveda de Evan James al parecer había desaparecido de la faz de la tierra el día en que había matado a Potter por primera vez en Hogsmeade.
Los globins eran reservados e inteligentes. Habían visto lo sucedido a otros seres y criaturas en el mundo mágico y se habían asegurado de ser demasiado importantes para sufrir el mismo destino. Si los globins dejaban de trabajar en Gringotts tomaría una eternidad volver a organizar todo su trabajo en una manera en que la comprendieran los humanos.
Mirando la placa de identificación en el escritorio, Albus se dio cuenta que el goblin a cargo de todo era Ragnok, uno de los más importantes en la jerarquía Goblin. Albus no entendía cómo Fred y George Weasley habían logrado que alguien como él leyera su testamento. Quizá los gemelos habían logrado reunir más dinero con su tienda de lo que había creído. La máscara de Albus resbaló cuando pensó en lo que haría con todo ese dinero, pero reemplazó la máscara con rapidez antes de que alguien se diera cuenta.
—Estamos aquí reunidos para leer la última voluntad y testamento de Fred y George Weasley, ambos fallecidos— dijo el goblin desenrollando el pergamino y poniéndolo de tal manera en que Albus no podía leerlo. Si no fuera porque sabía que no podría ser el caso habría pensado que lo había hecho a propósito.
—Nosotros, Gred y Feorge Weasley, relativamente sanos de cuerpos y mente, por la presente declaramos nuestra voluntad. Ya que al parecer alguien está leyendo esta basura quiere decir que estamos muertos. Ojalá hayamos muerto de manera espectacular, como experimentando en algún nuevo producto o riéndonos hasta morir, siempre quisimos saber si eso era posible o no. Siempre que no haya sido algo vergonzoso como resbalarnos en la bañera o algo así. En todo caso, de vuelta al testamento…
Albus se adelantó en su silla. Esto era lo que había estado esperando.
—A nuestra familia le dejamos treinta y cinco Galeones, siempre y cuando el dinero sea usado en nuestra familia y nadie más pueda acceder a él. A Albus Dumbledore, director de Hogwarts y líder del Pollo Humeante le dejamos nada, nothing, zero, nil, zilch. Todo lo que quede le será entregado a Evan James, quien, junto a los merodeadores, fue una gran fuente de inspiración para nosotros en nuestro tiempo de bromistas. Nos veremos pronto. Esperen, estamos muertos, así que eso no será posible. En todo caso, adiós.
Mientras Ragnok cerraba el pergamino toda la habitación se quedó en choqueado silencio.
—¡Después de todo lo que nos hicieron pasar eso es lo que nos dejan, ¿treinta y cinco Galeones?!— la cara de Ronald Weasley comenzaba a ponerse roja mientras se enojaba—. Bastardos. ¿Cómo pueden dejarle todo lo que tenían a un idiota desconocido? Debe haber algún error. Alguien debió hechizarlos. Ese testamento no es válido.
Albus se quedó en silencio. Temía que si abría la boca terminaría diciendo algo que luego lamentaría. De alguna manera Harry Potter había logrado contactar a esos malditos gemelos y los había convencido para que le dejaran sus posesiones en caso de morir. Pero al menos había algo que podía hacer al respecto.
—Evan James murió cuando Grindelwald atacó Hogsmeade hace cincuenta años. El mismo Grindelwald lo mató antes de que yo pudiera derrotarlo.
El goblin lucía más aburrido que antes, como si no estuviera impresionado por lo que había hecho.
—El Sr. James está vivo.
—¡Imposible, yo lo vi morir!
Claro que Harry Potter estaba vivo, pero Evan James había sido declarado muerto y no había manera de que el mocoso pudiera demostrar que también era Evan James. Así que este goblin no tenía razones para creer que el hacedor de protecciones no estaba muerto.
—Que gracioso, considerando que lo vi ayer y lucia bastante bien para alguien que se supone murió hace cincuenta años.
—¡Nigromancia!
No podía permitir que se supiera que Evan James estaba vivo. Potter había sido una de las pocas victimas conocidas en el ataque de Hogsmeade debido a su conexión con la familia Malfoy.
—Sr. Dumbledore, aquí en Gringotts nos sentimos orgullosos de poder diferenciar entre nuestros clientes vivos y muertos. Y debo decirle que el Sr. James se veía en muy buena salud.
Albus se mordió la lengua para no decir nada ya que sólo haría que cavara su propia tumba aun más. Por la mirada que la mayoría de los miembros de la familia Weasley le estaban dando ahora tendría que andar con mucho más cuidado alrededor de ellos. Aunque eran de sus partidarios más leales Albus sabía que no podía cometer demasiados errores antes de que la gente dejara de confiar en él. Tendría que asegurarse de que el conocimiento de que Evan James estaba vivo no saliera de esta habitación. Eso sólo dañaría aun más su reputación y ya no podía soportar más daños.
Al menos sabía que Potter no continuaría siendo un problema. El chico de verdad creía que la profecía era real. Se haría a un lado y esperaría a que Potter y Ryddle terminaran matándose. Pero no quería esperar mucho porque siempre estaba el riesgo de que alguien se enterara de la verdad, algo que no iba a permitir que sucediera. Para vengarse de la muerte de Gellert se aseguraría de que ambos murieran; y si se mataban mutuamente seria aun mejor.
Murmurando por lo bajo, Albus fue el primero en dejar la oficina del goblin. Ahora que sabía que no le habían dejado nada no deseaba quedarse más de lo necesario.
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—¡Harry, agáchate!
Siguiendo las ordenes de George, Harry se tiró al suelo cubierto de nieve y sintió algo pasar volando sobre su cabeza. Limpiando su rostro de nieve miró al lado de sus oponentes del campo. Los Slytherin vestidos de verde eran fáciles de divisar contra el fondo blanco pero Harry suponía que podía decirse lo mismo de él y los gemelos. Aunque los tres estaban vestidos con túnicas blancas su color de pelo los hacían sobresalir.
Una mano agarró su brazo y Harry fue puesto de pie. Ladeó la cabeza y se encontró con un rostro pecoso y cabello rojo.
—Con cuidado, Harry. No queremos que Voldie se preocupe.
George sólo soltó su brazo cuando Harry asintió.
Había tomado bastante tiempo para que Voldemort lo dejar salir. Desde ese día en que habían hablado Voldemort no lo había dejado alejarse de su lado ni por un momento. El hombre incluso lo había seguido al baño. Era igual a cuando recién había llegado a la mansión. La única diferencia era que en vez de un puñado de perros guardianes ahora sólo tenía uno. Voldemort no había estado feliz cuando se había referido a él de esa manera.
Sonriendo, Harry esquivo otra bola de nieve antes de enviarle una a Blaise quien se la había arrojado. Aunque no lo alcanzó fue divertido ver cómo Pansy empujó al chico al suelo, con él bajo ella, para evitar ensuciarse su túnica. Al principio sólo él y los gemelos habían salido. Voldemort lo había dejado bajo el cuidado de los gemelos antes de dejar la mansión sin mencionar a dónde iba o qué tenía planeado. Los Slytherin habían aparecido en mitad de una batalla de bolas de nieve. Todo lo que había necesitado para que ellos entraran en la pelea había sido una bola de nieve dirigida al rostro de Draco.
Harry observó al grupo opositor con clara diversión. Crabbe y Goyle estaban saltando por todos lados siguiendo las órdenes de Draco, mientras que el rubio había transformado una silla en forma de trono para sentarse sobre la nieve. Pansy estaba usando a Blaise como escudo humano cada vez que ella estaba en peligro de ser golpeada por una bola de nieve y prácticamente arrastraba al chico al suelo jalándolo de la bufanda.
Algo frio lo golpeó en la parte trasera del cuello y Harry sintió pequeños ríos de agua helada correr por su espalda, haciendo que gritara por la sorpresa. Dándose la vuelta fulminó con la mirada a los sonrientes gemelos.
—Perdón, Harry.
—Pero estabas parado en la trayectoria. No hubo nada que pudiéramos hacer.
Tomando algo de nieve Harry respondió sus sonrisas con una propia.
—Ustedes saben que van a lamentar esto.
—¿Y que podrías hacer, pequeño Harry, contra nosotros dos?
Sin vacilar Harry caminó hacia los gemelos.
—Aun no decido que hacer con ustedes dos pero sé que tengo varias personas que me ayudarían a tomar una decisión.
Los ojos de los gemelos se abrieron al darse cuenta que mientras Harry había estado hablando los Slytherin se habían colado a su alrededor y ahora estaban rodeados. Los gemelos se abrazaron y volvieron su atención a Harry.
—¿Cómo pudiste hacernos esto, Harry? Creíamos que nos amabas.
—Y aun así nos traicionaste. Tú, nuestro amigo.
—Nuestro hermano.
—Y nuestro único amor verdadero.
Fred y George se arrojaron sobre él. Harry se quedo quieto, aturdido cuando cada gemelo lo beso en una mejilla, inseguro de que hacer. Aunque sabían que estaban bromeando le alegraba el corazón saber que lo querían tanto. Al menos algunos de sus amigos no lo odiaban pese a las mentiras que el vejete había esparcido sobre él.
—¡Tienen exactamente dos segundos para soltarlo antes de que remueva sus brazos de manera permanente!
La repentina perdida del cuerpo de los gemelos a cada unos de su costados hizo que Harry trastabillara y cayera en la nieve. Ahora estaba mirado el cielo, mientras notaba como su aliento se condensaba en una pequeña nube que se alejaba de su vista.
Alguien se movió por la nieve hacia él, sin mirar en su dirección Harry supo que no eran ni los gemelos ni los Slytherin. El rostro de Voldemort apareció en su vista y Harry le dio una pequeña sonrisa antes de tomar la mano que el Señor Oscuro le ofrecía, y Voldemort lo ayudó a ponerse de pie. Harry dejó que el señor Oscuro sacudiera la nieve sobre él sin protestar. A diferencia de los demás, no tenía hechizos de calentamiento en su persona y le era fácil helarse cuando estaba cubierto de nieve.
—Evan, pensé que habías dicho que preferías los rubios a los pelirrojos.
En algún lado a su derecha Harry escuchó a alguien ahogarse. Por el sonido diría que fue Draco, pero no estaba seguro. Sonriendo miró a los ojos de Voldemort.
—Admito que dije eso, pero debo confesar que los magos de cabello oscuro son mis favoritos—. Vio el destello posesivo en los ojos de Voldemort y se acercó aun más al hombre—. Y sólo hay un mago de cabello oscuro que ha logrado llamar mi atención.
—Es bueno saber eso. Ahora ven, Severus me ha dicho que no has tomado tu poción de hoy.
Voldemort se movió para agarrarlo y llevarlo de vuelta a la mansión pero se detuvo al ver la sonrisa traviesa de Harry. Usando la vacilación del hombre Harry se movió, la nieve que había recogido cuando cayó al suelo había sido compactada en una bola de nieve. Antes de que Voldemort pudiera hacer algo para detenerlo Harry dio un paso atrás y arrojó su bola de nieve. La blanca bola golpeo a Voldemort directo en el pecho.
Riendo, Harry se dio la vuelta y salió corriendo. Pese a todas las capas de ropa que estaba usando se movía bastante rápido por la nieve. Tras él sintió a alguien que corría pero sonaban como dos personas en vez de una. Harry sonrió y siguió moviéndose. Esto le recordó la pelea de bolas de nieve que había tenido con Abraxas y Tom un invierno. Esta vez no corría el riesgo de que un ataque destruyera su diversión.
Mirando hacia atrás Harry vio que eran los gemelos quienes lo perseguían.
Las piernas de sus perseguidores eran más largas que las de él y Harry sabía que no estaban usando tanta ropa como él. Mientras corría los escuchó acercarse a él con seguridad. No tenía idea de lo que estaban haciendo los Slytherin y en estos momentos estaba demasiado ocupado para fijarse, pero dudaba mucho que lo ayudaran en esto. Estaba huyendo de un destino fatal y no tenía intenciones de ser atrapado.
Harry giró abruptamente y se metió entre los gemelos y por donde había venido. Sintió que los dedos de ellos rozaban contra su espalda cuando se desvió hacía un lado y siguió corriendo. Voldemort estaba parado solo en el lugar y Harry frunció el ceño en confusión cuando notó que los Slytherin no estaban a la vista. Una pequeña voz dentro de su cabeza le dijo que algo andaba mal.
Hizo que sus piernas se movieran más rápido mientras pasaba por una pila de nieve que no recordaba haber visto antes. Mientras Harry pasaba, la pila se movió y de entre ella aparecieron los desaparecidos Slytherin y tambaleo por la sorpresa. Esto probó ser suficiente para que Blaise pudiera agarrarlo. Harry fue arrojado sobre los hombros del italiano y se quedó sin aire.
El mago de cabello negro luchó para poder respirar normalmente mientras Blaise lo llevaba hasta donde Harry suponía Voldemort los esperaba. En estos momentos encontró un poco difícil ver algo más que la espalda de Blaise, pero cuando ladeo su cabeza vio a Draco y Pansy caminando a un lado con sonrisas en sus rostros.
Draco se acercó tanto que casi estuvo pegado a Blaise.
—No me dijiste que te gustaban los rubios. ¿Tengo razones para estar nervioso?
Harry sonrió y miro a Draco directo a los ojos.
—Draco, ¿no me digas que estás interesado? Lamento decírtelo pero no es así, ya tengo pareja.´
Harry no intentó contener su risa ante la expresión de asombro de Draco y a su risa se unieron las de Blaise y Pansy. Crabbe y Goyle simplemente gruñeron sin comentar, inseguros de si reír o golpear a alguien.
—Mi lord— dijo Blaise e intentó hacer una reverencia.
Harry gritó y trato de aferrarse a algo, pero cayó y aterrizó de espaldas en el suelo por segunda vez en poco tiempo.
—Saben, estoy comenzando a cansarme de esto, ¿acaso es este un ritual del que no había oído antes?—. No recibió respuesta y suspiró. —Está bien, me rindo, ¿donde está Snape?
Harry permitió que Blaise lo ayudara a ponerse de pie pero se alejó de él antes que el chico pudiera hacer algo más.
—Estoy bien solo así que dejen de tratarme como una dama necesitada.
Se giró hacia Voldemort y suspiro cuando noto que los rastros de la bola de nieve que le había arrogado habían desaparecido. Aunque quería tirarle otra bola Harry dudaba poder sobrevivir a eso. No había muchas cosas que Voldemort pudiera aceptarle sin consecuencias. Las cosas habían sido mucho más fáciles cuando Tom había sido joven y aceptaba que Harry era el adulto de los dos, al menos en la mayoría de las situaciones.
—Muévanse, el resto de ustedes puede seguir con lo que estaban haciendo, sólo que no destruyan nada.
Voldemort puso una mano en su hombro y guio a Harry de vuelta a la mansión. Harry miró sobre su hombro y noto que los demás los seguían, aunque mantenían la distancia. Parecía que lo que los había relajado había desaparecido con la llegada del Señor Oscuro. Harry suspiro y meneo la cabeza. Tendría que enseñarles como relajarse y que Voldemort no era tan peligroso como la gente creía.
Snape estaba esperando por ellos dentro de la mansión, vestido en su usual túnica negra. El cabello del hombre aun estaba mojado por su baño pero igual lucia grasiento. Harry pensó en sugerirle que cambiara de champú pero pensó mejor no hacerlo al ver el frasco en sus manos. Mientras Snape estuviera dándole pociones, sin importar lo poco que le gustaran o las quisiera, era mejor no hacer que el hombre se enojara con él.
La broma que le había jugado a Snape y a los dos Malfoy había dejado de funcionar hace como una semana. Pero no significaba que Snape y Lucius hubieran dejado de darle miradas sospechosas cada vez que se acercaba demasiado a ellos para su gusto.
Sin una palabra Harry acepto la poción de Snape y la bebió de golpe. Apenas trago la última gota se tambaleo y solo fue el agarre de Voldemort en su brazo lo que le impidió que cayera. Harry supuso que el hombre lo había agarrado cuando recibió la poción de Snape.
—Sin importar cuantas veces he bebido esta poción siempre sabe horrible.
—Entonces probablemente te agradara saber que esta es la última vez que deberás consumir esta poción- dijo Snape arrastrando las palabras y el rostro de Harry se ilumino con una gran sonrisa frente a la noticia.
—¿En serio? Genial.
—Pero deberás esperar otras veinticuatro horas antes que puedas usar tu magia y yo tendré que estar allí para ver que no hayan efectos secundarios. Y aun después de eso me gustaría que alguien estuviera pendiente de ti por un tiempo para asegurarnos que de verdad estas curado.
Harry hizo una mueca y se alejo de Voldemort. El Señor Oscuro lo soltó, pero Harry sabía que el hombre lo estaba mirando en caso de que perdiera su balance o algo así. Había sucedido unas cuantas veces después de tomar una de las pociones de Snape. El maestro de pociones dijo que era una reacción natural así que no había nada que pudiera hacer al respecto.
—Tendré que contarle a los gemelos.
Harry se dio la vuelta y salió corriendo hacia donde Fred, George y los Slytherin estaban. Había muchas cosas que necesitaba planear, en especial ahora que sabía que podía volver a usar su magia con seguridad.
)00(
Por una vez Voldemort había tenido toda la intención de dormir hasta tarde. Se había asegurado de tener todo el día libre lo que significaba que no tenía razones para levantarse de la cama. Había cosas buenas de ser un Señor Oscuro.
Voldemort estiro su mano hacia donde se suponía estaba Evan. Frunció el ceño cuando su mano no encontró nada más que espacio vacío. El lugar donde Evan debía estar ya estaba frio lo que significaba que él se había levantado hace rato.
El señor oscuro dejo escapar un suspiro. Aunque quería confiar en su amante la mansión no era un lugar seguro. Sin contar sus aliados y seguidores aun había objetos oscuros en muchos lugares en la mansión. Y Evan tenía la extraña habilidad de entrometer su nariz en lugares donde no pertenecía. Si no fuera porque temía lo que podría sucederle enviaría a Evan donde Dumbledore. Estaba seguro de que su amante podría volver loco al vejete en cosa de días, si no horas.
Al abrir sus ojos no se encontró con el típico color verde de su habitación. En vez de eso coloridas decoraciones navideñas colgaban de todas las paredes. Corazones y otros adornos que no había visto desde que celebraba sus Navidades con Evan ahora llenaban su dormitorio.
Una sensación de aprensión lleno a Voldemort al darse cuenta de que si Evan pudo hacerle esto al dormitorio mientras dormía, que cosa podría hacerle su amante al resto de la mansión si nadie lo detenía.
Lentamente Voldemort se sentó e hizo a un lado las mantas. Iba mitad de camino hacia el baño cuando un trozo de papel clavado a la puerta llamo su atención. Cambiando de dirección se encamino hacia la puerta. Solo habían dos seres que se atreverían a hacer esto y ya que Nagini no tenia manos y sabía que no debía tomar ninguna de su pertenencias sin primero asegurarse que no fuera algo peligroso, suponía que solo había una persona que pudo hacerlo.
Liberando el cuchillo Voldemort no se sorprendió al ver que el agujero se cerraba apenas lo removió. Sin apuro giro el cuchillo en su mano. Era un arma hermosa y una de las pocas cosas en la mansión que era completamente muggle. En tiempos antiguos había sido usado en rituales para los dioses sangrientos en los que creía la gente. Pero dudaba que Evan supiera esto y estaba agradecido de que su amante no hubiera escogido alguno de los objetos malditos que aun tenía en la mansión.
Evan tenía la extraña habilidad de envolverse en cosas en las que no tenía nada que ver. Y muy a menudo terminaba herido de alguna manera u otra.
Voldie:
Parecía que necesitabas dormir así que decidí no despertarte cuando me levante. ¿Te gusta como quedo la habitación? Pensé que ya que es navidad todo el lugar necesita algo de decoración, para levantar el ánimo un poco. En todo caso, continuare con el resto de la mansión. Cuando este vestido reunámonos en la sala de la Mansión Malfoy.
No estaba firmada pero Voldemort no lo necesitaba para saber quien había escrito la carta. Podía reconocer los garabatos de Evan donde fuera. Frunció el ceño, tratando de pensar porque Evan querría reunirse con él en la Mansión Malfoy. Sabía que su amante no podía ir allí al menos que alguien lo escoltara. Era la única manera en que su amante pudiera dejar la mansión, pero quizás debería cambiar eso. Estaba el riesgo de que Evan pudiera ser llevado sin su consentimiento, algo a lo que no podía arriesgarse.
Con rapidez se vistió con una túnica azul oscuro, casi negra. Nadie además de Severus usaba túnicas negras cuando tenía otras posibilidades. Cuando había hablado con Severus sobre esto el maestro de pociones le había dicho que las manchas que dejaban los ingredientes y las pociones con las que trabajaba no se notaban si se vestía de negro. Después de eso Voldemort observaba divertido sin comentar cuando Lucius y Narcissa continuaban tratando de hacer que su tercer amante se pudiera algo diferente al negro, cosa que él sabía nunca sucedería.
Cuando al fin estuvo respetable Voldemort se dio una última mirada en el espejo antes de dirigirse a la chimenea. Nagini no estaba a la vista, pero quizá la encontraría en el mismo lugar que a Evan.
Saliendo de las llamas verdes Voldemort se encontró en el vestíbulo de la Mansión Malfoy, donde había estado tantas veces antes. Como había sido el caso con sus habitaciones, y probablemente con otras partes de su mansión, ya que no sabía desde que hora Evan había estado levantado, la Mansión Malfoy también estaba decorada. Decoraciones muggles y mágicas colgaban lado a lado y Voldemort no intento esconder su sonrisa. No necesitaba adivinar para saber que su amante con seguridad le había hecho algo a las decoraciones para que no pudieran ser removidas hasta que él lo deseara.
—Si estas buscando a Evan y a mis supuestos familiares te sugiero que te apresures y te dirijas a la sala del ala este. Lo último que oí de los elfos domésticos fue algo con whiskey de fuego.
Voldemort le asintió al retrato de Mortimus antes de caminar con rapidez en la dirección del ala este. De no ser por el retrato habría estado dando vueltas un buen rato, sin saber dónde buscar a su amante y los demás. Por supuesto, Evan habría olvidado mencionarle en que sala estaría.
Mientras caminaba fue alertado por el sonido de risas y voces altas, un sonido poco común en la mansión, al menos tan temprano en la mañana. Por otro lado era la mañana de navidad lo que significaba que estarían abriendo regalos.
Fuera de la puerta Voldemort vacilo de repente. Había pasado mucho tiempo desde que celebro la Navidad, desde que Evan había sido asesinado no había visto más razones para celebrar ese día y antes de que Evan llegara a su vida nunca había tenido a nadie con quien celebrar. Había sido su día y el de Evan. Dormirían hasta tarde ese día, se darían regalos y disfrutarían estar cerca.
Antes de poder decidir si entrar o no la decisión fue hecha por él. La puerta fue abierta de golpe, por suerte hacia adentro o si no habría sido golpeado, Evan apareció frente a él. Los ojos verdes del chico se abrieron cuando lo vio y una gran sonrisa apareció en su rostro.
—Al fin llegaste. Me estaba empezando a preguntar si tendría que ir en tu búsqueda. En serio, el día que decides dormir hasta tarde es el día en que deberías levantarte temprano.
Mientras hablaba Evan lo agarro de la mano y lo llevo hasta adentro, cerrando con fuerza la puerta tras ellos. Mirando alrededor Voldemort encontró que toda la familia Malfoy estaba reunida; Severus estaba sentado junto a sus dos amantes. Draco estaba sentado entre los gemelos, observándolos con precaución, cosa que le decía a Voldemort que los gemelos ya le había hecho alguna travesura al rubio esta mañana.
La habitación estaba decorada de manera similar al resto de la mansión. Lo que llamo su atención fue el árbol navideño en medio del lugar. No le sorprendió ver que el árbol fuera tan grande. Para los Malfoy solo lo mejor era bueno y un gran árbol también simbolizaba su riqueza aunque no hubiera nadie más para impresionar.
Bajo el árbol regalos de diferentes tamaños, formas y colores estaban apilados. Esta parte nunca la había hecho con Evan. Sí, había un árbol decorado en la casa, pero no tenia regalos bajo él. Voldemort se había asegurado que su regalo para Evan estuviera cerca de su persona. Su amante era como un niño; si los regalos estaban a la vista Voldemort no dudaba que el otro intentaría averiguar que era.
Voldemort se encontró siendo empujado hacia una silla por su amante que luego se dio la vuelta para dirigirse hacia los otros chicos en la habitación. Antes que Evan se alejara Voldemort agarro a su amante por la cintura y lo arrastró hacia él hasta dejarlo sentado sobre su regazo. Evan dejo escapar un chillido y lucho para liberarse. Voldemort solo lo aferro aun más hasta que Evan se rindió con un bufido y cruzo sus brazos sobre su pecho.
—¿Y por qué estamos aquí?— pregunto, queriendo respuestas.
Había planeado disfrutar la mañana con su amante, sin levantarse de la cama a menos que fuera indispensable
—Fred y George pensaron que sería una buena idea celebrar la Navidad juntos…
Evan fue interrumpido por los gemelos que se levantaron de sus asientos en un movimiento.
—Pensamos que sería más divertido pasarla juntos.
—Ya que estamos viviendo con los Malfoy, pensamos que sería bueno que vinieran hasta acá. Así que Harry accedió a venir, pero ya que usted no quería despertar tuvimos que esperar para empezar.
Voldemort miro a los gemelos, en silencio ordenándoles que continuaran, ya que eso no sucedió volvió su atención a su amante que estaba mirando el árbol con grandes ojos. Oh sí, Voldemort no estaba equivocado, al parecer la atención de Evan estaba en los regalos bajo el árbol.
De verdad era como un niño.
)00(
Voldemort encontró entretenido pasar el día de Navidad con tanta gente, a diferencia de lo que había pensado. Hasta ahora lo había visto como una ocasión para estar en pareja. Pero compartir el día de Navidad con tanta gente era algo que podía aprender a disfrutar, mientras solo fuera un día al año.
Estaba sentado en una gran silla, observando a la gente a su alrededor en silencio. Lucius, Narcissa y Severus estaban sentados cerca de él, conversando en voz baja para no molestarlo. Los envoltorios de los regalos habían sido recogidos por un elfo domestico apenas tocaban el piso.
En sus manos tenía el regalo que Evan le había dado. Era pequeño, hecho de plata y de apariencia simple pero no significaba poco para él. Voldemort había visto estos anillos antes. Los usaban parejas de familias sangrepura. Los reconoció como los que usaban Walburga y Orion. Más tarde tendría que preguntarle a su amante como habían llegado a sus manos los anillos de compromiso de la familia Black. Por norma nadie más que el heredero de la familia podía conseguirlos.
El anillo tenía el símbolo de la familia Black, mostrando que pertenencia a la rama principal de la familia. Era dado cuando uno era introducido a la familia como un miembro nuevo a través del matrimonio. No estaba seguro de si Evan sabía lo que significaba el anillo, pero haría que su amante mantuviera su muda promesa sin importar nada. Esta era otra manera en la que se aseguraría que Evan se quedara con él para siempre.
Voldemort miro a su amante, que estaba sentado con Draco y los chicos Weasley. Había notado las miradas que su amante le había estado dando. Ya que era el único quien no le había dado aun un regalo a Evan. Pero al parecer eso estaba molestando a su amante más de lo que Voldemort creyó posible. Quizás era tiempo de cambiar las cosas antes que Evan sacara algunas conclusiones propias
Parándose de su silla, Voldemort camino hacia el pequeño grupo donde un gemelo y Evan estaban sentados muy juntos. Si no fuera porque Evan le había dicho de sus sentimientos fraternales hacia los gemelos Voldemort sabía que habría sentido celos del chico pelirrojo.
—Evan, ven conmigo.
Su amante levanto la mirada desde el juego que había estado observando y lo miro. Voldemort vio la pregunta bailando en los ojos del mago de cabello negro pero no dijo nada más. Lo que tenía planeado darle a Evan no era algo que quisiera compartir con los demás. Si Evan quería que los demás supieran él les contaría después. Hasta entonces Voldemort mantendría su boca cerrada.
—¿Tomara mucho tiempo?
Voldemort sólo levanto una ceja, sin molestarse en responder la pregunta. Como si leyera sus pensamientos Evan suspiro y se levanto del suelo.
—Hablare con ustedes después.
Voldemort salió de la habitación, no tuvo que mirar hacia atrás para saber que Evan lo seguía.
Cuando caminaron una distancia apropiada y Voldemort estuvo seguro de que no había nadie alrededor que pudiera oírlos se giro finalmente para mirar a Evan. Su amante lo estaba observando con el ceño fruncido obviamente tratando de comprender lo que sucedía.
Voldemort sonrió de medio lado y se acerco a Evan.
—Estoy seguro que has notado que aun no recibes un regalo de mi parte.
Lentamente Evan asintió mientras sus ojos recorrían el lugar buscando su regalo.
Acerco a su amante y le dio un rápido beso, robándole el aliento a Evan y cuando lo soltó Voldemort observo como Evan estaba parado tembloroso.
—Pensé mucho en que darte, hasta que se me ocurrió algo que estoy seguro te gustara.
Desde un bolsillo de su túnica Voldemort saco un pañuelo.
Evan ladeo la cabeza, frunciendo el ceño mientras aceptaba el regalo.
—Gracias.
Voldemort sonrió ante el intento de su amante de esconder su decepción.
—Evan, ¿cuándo vas a aprender que los regalos que te doy no son siempre lo que parecen?—. Cuando su amante levanto el rostro para mirarlo a los ojos Voldemort dio un paso atrás—. Te veré en tres días.
Cuando el Traslador se llevo a Evan, Voldemort se dirigió de vuelta a la sala. Estaba seguro de que sería bombardeado con preguntas sobre el paradero de Evan. Pero su amante respondería cuando regresara, si así lo deseaba. Hasta entonces los labios de Voldemort se mantendrían cerrados.
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Hasta aquí hemos llegado por hoy. Si queréis seguir leyendo tendréis que esperar os a mañana. El final ya se acerca.
Por favor, votad y comentar.
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