Intermedio sofocante
Día 4: Interludio
Aclaraciones: Universo alterno || Mundo moderno || Rated K+ || Romance-drama-comedia || Ubicado en Paris.
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Las luces provenientes del teatro iluminaban toda la calle, reflectores iluminando el cielo oscuro sin ninguna luz a su paso. El halo en el cielo invitaba a acercarse al sitio, a hundirte entre los pasillos para disfrutar la nueva obra de teatro de temporada.
La gente fuera del teatro estaba formada en fila, comprando sus boletos en la taquilla y esperando pacientemente a poder ingresar una vez que las puertas fueran abiertas. Un hombre con lentes abrió la puerta principal mientras iba recibiendo cada uno de los boletos de las personas que estaban en fila.
Una vez que la última persona entró se dirigió a la taquilla para hablar con el empleado de esa noche, cruzando un par de palabras y finalmente giró sobre sí.
―¡Damas y caballeros, se han terminado las entradas para la siguiente función. ―el resto de la gente que estaba ahí se quejó, empujado por la mala noticia. ―¡Esperen! Pero hemos abierto unas dos fechas más para mañana, por lo que compren con anticipación y evitar este mal humor.
Franky vio a la gente haciendo fila en la taquilla para comprar sus boletos. Se suponía que esa era su última noche pero el éxito que habían tenido en la obra, una de las más esperadas del año, lo habían obligado a considerar dos fechas más para complacer a su público. Se acomodó los lentes que la gente había desacomodado por los empujones.
Quién hubiera esperado que su obra de teatro sobre una familia poco convencional que guardaba un secreto, el padre era un espía infiltrado a la nación contraria para detener al villano y la mujer, una asesina a sueldo, ambos coexistiendo en la misma casa sin saberlo y una niña telépata, sería un rotundo éxito. Había superado sus expectativas. Una vez que se liberó de la gente, se adentró al teatro, pasando por los pasillos llenos del salón, que solo esperaban el inicio de la función.
Llegó hasta el escenario, subiendo por una escalera lateral y pasó por el telón, viendo el movimiento que había detrás. Encargados de escenografía corriendo por ahí y por allá acomodando cada mueble y detallando la pintura que tenían atrás. Los de sonido comprobando que cada micrófono funcionara, los actores portando sus ropas específicas de la época donde él lo había representado. En una disputa entre ambas naciones y donde los espías abundaban y no había tecnología. Todo un reto para él, le había tomado varios meses armar esa obra y estaba realmente contento de que tuviera tanto éxito.
Aunque sabía que gran parte de ese éxito era porque había encontrado a sus actores principales que quedaban perfectos para el papel del matrimonio.
Loid Forger era un viejo amigo que había estado a su lado cuando decidió abrir ese teatro y dedicarse al arte, apoyándolo como actor en cada una de sus obras que al inicio no fueron demasiado populares. En algún momento sus obras comenzaron a tomar más auge aunque sabía que realmente era por lo atractivo que era su amigo y lo buen actor que era. Siempre con tanta elegancia en sus movimientos, amable y cordial, lo cual ayudó a su cometido.
Hasta que unos meses atrás se le ocurrió una idea revolucionaria y quedándose noche tras noche escribiendo para darle vida, hasta que luego de unas semanas finalizó, con el lápiz desgastado y el cansancio cobrando factura en su cuerpo. Había elevado el manuscrito siendo iluminado por el foco de su pequeño departamento y sabía que debía hacer que esa función fuera un éxito.
Por supuesto que el padre de familia y espía sería Loid pero ¿quien sería lo suficiente para ser la madre, aquella tímida y atolondrada mujer pero en realidad una asesina profesional? Tuvo su respuesta cuando la vio entrar, semanas atrás, con aquel suéter rojo y las dagas que él le había encargado comprar. La nueva mujer que había entrado como novata al teatro. La había contratado porque era hermosa, más que nada, pero planeaba tenerla ayudando a cosas menores de escenografía y efectos especiales. Pero la manera en que ella y Loid se veían juntos era alucinante, por lo que lo decidió.
Y esa decisión había sido el mayor acierto de su tiempo con el teatro.
Ambos parecían desenvolverse bien con el otro, a pesar de que Yor era tímida en comparación con la personalidad abrasadora de su amigo. Y que fuera del escenario ambos no parecían congeniar, hablaban solo lo necesario, aunque Loid siempre se comportaba tan indiferente con ella. Le había preguntado al respecto pero el Forger siempre decía que no tenía un trato diferente que el resto de los actores. Por lo que Franky desechó esa idea. Caminó un poco hacia el lugar donde estaban los demás actores y los vió hablando hasta el fondo, casi como si susurraban y Yor asintiendo. Se acercó hasta ellos.
―¡Estamos llenos! Entramos en escena en diez minutos.
Todos los actores se movieron más rápido retocando su maquillaje, por su parte Franky vio a sus protagonistas moverse un poco incómodos al verlo acercarse y se separaron cuando él llegó enfrente del Forger.
―¿Sucede algo?―Quiso saber el director al ver la actitud incómoda entre sus dos protagonistas.
―No es nada Franky, todo está en orden, terminaré de arreglarme.
Sin más, Loid se colocó el saco verde que era su vestuario y su sombrero blanco, mientras se miraba un momento en el espejo para asegurar que todo estaba correctamente. Los minutos fueron corriendo hasta que finalmente el telón se alzó y la obra que había enviado al estrellato a Franky como director y guionista inició favorablemente.
Él tenía un libreto en su mano siguiendo cada uno de los diálogos a pesar de que se los sabía de memorias y que llevaban casi un mes con las funciones. Se fijaba en la manera de desenvolverse de cada uno de los personajes y de aquella niña de cabello rosado que después solía improvisar. Todo marchó adecuadamente hasta que llegó el interludio. El telón descendió, escuchando al público aplaudir por lo que habían presenciado.
Franky miraba todo desde un lado del escenario, donde solía colocarse en cada función.
Tenían diez minutos para recuperar el aliento antes de que volvieran al escenario. El telón volvió a abrirse dejando ver a varios músicos con sus instrumentos. El violinista inició la pieza y posteriormente los demás instrumentos de cuerda y aire lo siguieron envolviendo a la sala en una pieza magistral de música clásica, el interludio de su obra dramática. Había sido un toque primordial al relacionar la música con la obra y relajar a los espectadores.
Giró sobre sus talones, recorriendo la zona donde los actores se retocaban el maquillaje o cambiaban sus vestuarios. Pero Franky estaba buscando una cabellera rubia, quería decirle que agregara un movimiento más en la escena final con la pelea con su esposa al descubrir que eran enemigos, pero no lograba encontrar a Loid. Caminó por todo el sitio donde estaban el resto de los actores, pero no rastros de él. Pensó en buscar a Yor para preguntarse si sabía donde estaría, ya que era la última que lo había visto, pero luego de un par de vueltas se dio cuenta que ella tampoco estaba. Como cada noche.
Suspiró como cada noche cuando no los encontraba y se enfocó en hablar con el resto de los actores,con la duda rondando su cabeza.
¿Dónde se metían Loid y Yor en el interludio cada noche?
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Sus alientos se entremezclaban, los labios moviéndose desesperados por sentir el calor de la boca contraria. Él la envolvió entre sus brazos, pegandola contra la pared y abriéndose paso en la lengua femenina. Sus manos subiendo por las piernas descubiertas por el vestido oscuro que tenía.
Yor sentía su corazón latir descarriado al percibir las manos masculinas presionando su muslo e ir subiendo poco a poco. Tenía las manos entrecruzadas detrás de la cabeza del Forger y gimió cuando él mordió su labio inferior.
―Loid...casi es hora... ―Soltó en un intento de mantener la cordura en su cabeza pero la realidad es que no quería salir de ahí.
Quería terminar lo que había empezado con Loid en cada interludio de las funciones. Desde que había sido contratada como la protagonista de la obra, había sentido una atmósfera extraña cuando estaba con el Forger ensayando. En los ensayos él la sujetaba fuerte y lo sentía más cerca de lo que debería. Aquella cercanía la ponía tan nerviosa y un torpe, suplicando que los latidos de su corazón no fueran escuchados por el rubio que estaba tan cerca. Tenía que mantenerse serena, a fin de cuentas siempre había querido ser actriz de obras de teatro y este era un buen inicio, le habían dado la oportunidad más pronto de lo que esperaba y no la desperdiciaría.
Pero Loid Forger parecía ser su perdición.
Mirándola con aquellos orbes azules tan penetrantes, que hacían que sus rodillas temblaran o cuando accidentalmente la tocaba en los ensayos. Yor no podía controlarse a su alrededor y aquel acto no pasó desapercibido para Loid, que la confrontó en uno de los interludios de su primera función. Preguntandose si había algo mal con él o porque estaba siendo tan esquiva, ya que Yor no solía quedarse a solas con el Forger.
Yor solo había atinado a tartamudear una respuesta vaga pero dejando en claro lo que sucedía.
―¡Tú no eres el problema! Es solo que... cuando estas cerca de mí, no puedo controlarme.
La Briar había bajado la mirada, jugando con la cinta de su vestido negro, el siguiente vestuario que usaria. Cuando unos dedos levantaron su rostro y se vio atrapada entre el océano que él llevaba por ojos, sumergiéndose hasta lo más profundo sin capacidad de moverse.
―Pensaba que...solo me sucedía a mi.
Y sin esperar nada más, Loid la había besado, ocultos en la parte trasera del escenario, probando por primera vez el contacto entre ambos labios, la suavidad, textura y dulzura que emanaba la fémina y deleitándose de aquellos labios que había mirado tantas veces.
Desde que Franky se la había presentado, había algo en ella que Loid se había sentido inmediatamente atraído por la novata. Fascinando por su manera de desenvolverse en el escenario y aquella personalidad tan dulce y atrapante. No había tenido oportunidad ni de pensar antes de verse atrapado por Yor Briar, por lo que cuando la escuchó decir eso decidió no reprimirse más y hacer aquello que había deseado desde hace unas semanas.
Se alejaron cuando la música del interludio se detuvo, sabiendo que deberían entrar en escena en breve y aprovecharon los segundos que le quedaban para recomponerse. Pero tal situación se repitió una y otra y otra vez hasta que se convirtió en una rutina para ambos. El perderse en el interludio para dejar a salir sus sentimientos y la necesidad que sentían por el otro.
Para disimular aquella relación, Loid solía comportarse con cierta frialdad con la Briar, y ella se mostraba formal con él. El mismo Franky le había preguntado si sucedía algo pero le tranquilizó saber que si Franky tenía alguna sospecha es que ellos no se llevaran bien. Y no el hecho de que estuvieran pasando por una relación ilícita. No sabía cómo reaccionaría Franky al saber que sus dos protagonistas se escabullian en cada intermedio, pero tampoco quería averiguarlo.
Ese era un secreto que tenían Yor y él, algo que lo hacía más excitante.
Loid se presionó aún más contra el cuerpo femenino y sus manos ascendieron más, colándose debajo del vestido. Soltó los labios femeninos para bajar por el cuello dejando pequeños besos y sintiéndola estremecerse en cada caricia. Yor tiró de él, el calor demandante de su cuerpo, reprimiendo los gemidos que buscaban salir.
El sonido del último instrumento resonó con fuerza en el escenario y los aplausos siguientes hicieron a Yor empujarlo mientras se cubría los labios, realmente abochornada, intentando controlar los latidos de su corazón y sus piernas inestables. Loid respiraba agitadamente, cerró los ojos en un intento de controlarse y guardar la calma, tenían que entrar en escena pronto y los labios de Yor estaban hinchados y sus mejillas estaban más rojas que de costumbre, el Forger se había extralimitado pero... nunca tenía suficiente de Yor, había algo en ella que lo hacía perder la cordura que tenía.
―¡Estamos por entrar!― La voz de Franky resonó en la lejanía y ambos sabían que debían moverse.
Loid la vio caminar por delante suyo, viendo sus caderas menearse resaltadas por el vestido negro que portaba. Maldijo interiormente ante las ganas de regresar detrás del escenario, debía mantener la cabeza fría, recordar sus frases, era la última función del día y no podía hacerlo mal. Fue intervenido por Franky que habló rápido para improvisar unos movimientos en la obra. Él evitó mirar a la actriz para mantener la mente fría y recordar todo lo que su amigo le decía.
Si tan solo Franky supiera la consecuencia de contratar a Yor como protagonista y como su sola presencia le afectaba.
Sabía perfectamente que Yor era su perdición y no se arrepentía de haber probado aquel fruto exquisito
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La idea de un amor secreto entre ambos actores de una obra me entusiasmaba demasiado y más haciendo guiños a la historia canon.
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