O1. Park Jimin.

A simple vista, el alfa Min no era lo suficientemente musculoso o alto como para intimidar a alguien. En un pasado, había quienes pensaban que no era digno de llevar el poder, pero con solo mirar los fríos e inexpresivos ojos de Yoongi, muchos salían despavoridos, recitando en voz alta miles de disculpas al rey, y muy pocos se proponían cruzar una que otra palabra con él, para luego salir del gran palacio como alma que lleva el diablo.

Un alfa de linaje puro no era un juego.
Los Min no eran un juego... En sí, Min Yoongi no era un juego.

Era tan evidente con solo mirarlo mientras estaba en su trono, con una gran catana entre sus manos. Muy probablemente, la sangre no correría ese día, pero muchos miembros de la guardia lo veían como algo necesario.

Como todas las quincenas del mes, algunas personas se reunían en el gran palacio de forma libre y aquellos que llevaban a cabo delitos en el perímetro del reino, eran llevados y juzgados ante el rey de Daechwita.

Casi siempre, eran delitos leves, lobos adolescentes buscando llamar la atención o creyéndose los más peligrosos delincuentes por solo hacer un graffiti, padres irresponsables acusados de no llevar una buena crianza para sus hijos, alfas o betas asaltando tiendas; aquellas malas acciones eran reprendidas con algunas atribuciones económicas al reino, algún tiempo en las celdas o las mazmorras, y de no ser posible, entonces un montón de acciones legales tan largas como para mencionar eran tomadas. No eran demasiados los casos de vandalismo en el pueblo, pero según el capitán de los soldados, había que estar precavidos por si alguien era presentado ante el rey con acusaciones mucho más graves como lo eran un asesinato, una violación, un secuestro... Las leyes dictaban que, si las pruebas eran suficientes y si se podía confirmar que alguien era culpable de tan atroces actos, podían ser sancionados con un mínimo de pasar el resto de sus días en prisión, o con el exilio total de la manada, y en el peor de los casos, la muerte. La muerte a manos de la afilada catana del líder.

El día a día era relativamente tranquilo, y casi nunca había la necesidad de llegar a aquellos límites. Al gran Min Yoongi le parecía algo extremista esperar que ocurriese alguno de esos delitos para tener la satisfacción de matar a alguien. Para él, no era una satisfacción, sino un peso más sobre los hombros. Matar a alguien, sin importar si aquella persona había hecho algún mal a otra, siempre llevaba un cargo de consciencia, pero más que nada era por justicia.

El líder era muy diferente a sus antepasados, más analítico y estratega que otra cosa. Su fuerza no estaba solo en el poder, sino en el saber. Todos conocían a Min Yoongi como el fuerte gobernante que pudo convertir a su nación, en una de las mejores a su corta edad para cuando tomó la corona.

A diferencia de él, el líder de su caballería, Kim JaeWook era más primitivo e impulsivo a la hora de actuar, y siempre buscaba llevar al rey por un mal camino, nadie sabía si aquello era con una buena o una mala intensión. Pero de todas formas, ese hombre intentaba aprovecharse de sus influencias para con el rey, aprovecharse del tiempo que tenían conociéndose para hacer con el reino lo que le viniera en gana, ya sea con permiso o a espaldas del rey.

Yoongi no era ningún tonto y sabía pensar en las consecuencias que podían tener sus actos antes de llevarlos a cabo. Durante mucho tiempo fue capaz de llevar a Daechwita por la prosperidad, pero la corrupción empezaba a tocar algunos rincones del pueblo, sin que él lo supiera realmente.

Los habitantes del lugar no sabían cómo reaccionar ante el pequeño cambio por parte de algunos integrantes de la guardia, pero empezaban a verse cada vez más oprimidos bajo las acciones de ciertas personas que solo lograban justificarse con un "Es por órdenes del rey".

Nadie mencionaba nada al respecto, y las ocupaciones de rey eran demasiadas como para que Yoongi se diera cuenta. Siempre lograba librarse ciertas tareas innecesarias, o lograba otorgarle una muy simple tarea a su amigo y mano derecha, Kim JaeWook. Ese que conoció cuando ambos eran unos cachorros y ese que siempre, en la quincena de cada mes, le entregaba su brillante catana con una sonrisa algo retorcida. El afilado objeto iba a ser meramente para decoración, pero tenía un amigo tan desquiciado que siempre insistía en llevarla a los Días de juicio.

No hace falta demasiada explicación sobre ese tipo de días. Los culpables son juzgados y los damnificados son vengados.

Ese día exactamente, un día soleado y lleno de brisa; en un día de verano en la ciudad de Daechwita, al palacio llegaron varios pueblerinos, y los guardias retenían a algunas personas, quienes mantenían un pequeño saco en las cabezas y las manos atadas. Uno por uno, los guardias llevaron a las personas detenidas justo frente al rey, obligándolos a recibir un pequeño juicio, de rodillas. Con un solo pequeño movimiento de mano que los guardias sabían interpretar, el saco era retirado de la cabeza del que era juzgado, revelando su identidad ante la máxima autoridad.

Algunos fueron liberados al comprobar su inocencia, pero otros fueron imposibles de librarse, recibiendo como castigo unas cuantas noches en celda y reparación a los daños. Mayormente era alfas o betas los que terminaban en el palacio los días de juicio; Yoongi podía contar con los dedos de una sola mano los omegas que habían pasado por el lugar, y el último había sido hace algunos meses, por no decir el año pasado.

Con unas cuantas palabras y preguntas al acusado en cuestión, lograba desenmascararlos o librarlos de toda culpa. Uno a uno, los culpables se iban lanzándole una mirada de ira la cual ignoraba olímpicamente, y los inocentes eran soltados luego de un par de disculpas por parte de todos, y luego se retiraba.

El día estaba siendo un tanto largo, y para ser sinceros, algunas personas habían sido acusadas de "crímenes" tan tontos que Min no pudo evitar reclamar al capitán unas cuantas veces. El final de los juicios llegaba, y solo quedaban un par de personas en el lugar.

Conforme la gran sala del palacio se iba despejando, los aromas desconocidos de algunos pueblerinos empezaban a desaparecer, cosa que agradeció. Cuando solo quedaba una persona aparte de los guardias, Yoongi esperó unos cuantos segundos para dar la última señal del día, y el saco fue retirado rápidamente, revelando el rostro del chico que se mantenía de rodillas ante él.

Un omega.

Tuvo que parpadear un par de veces para terminar de caer en cuenta. El rostro del chico estaba algo sucio, quizás debido al saco que llevaba en esos momentos. Mismo saco que al ser retirado, removió sus cabellos y dejó a la intemperie del lugar una fuerte estela de dulce aroma.

Min escuchó algunos gruñidos en la sala, y con una mirada cargada de advertencia silenció a todo mundo. Hasta los guardias que habían sostenido al omega hace un rato dieron un paso hacia atrás, algo conmocionados por el delicioso aroma. De facciones delicadas, cabellos castaños y mirada penetrante.

Cuando Yoongi miro aquellos ojos, y se encontró con estos, se sorprendió al ver una gran chispa de ira. El omega parecía dispuesto a cortarle la cabeza, por lo que, cuando el chico se puso de pie, uno de los guardias tomó su brazo para intentar retenerlo por cualquier cosa, mientras intentaba volver a arrodillarlo, pero el omega se safó del agarre con más brusquedad de la necesaria y desvió su mirada del rey para posarla en el guardia que intentaba tocarlo.

El castaño dio un al frente, cargado de seguridad y luego pronunció:

-Yo no me arrodillo ante nadie.

Yoongi tomó una abrupta respiración y frunció el ceño levemente. Hasta la voz del Omega logró desconcentrarlo del porqué estaban ahí. Se puso de pie de manera inmediata, sintiéndose más que nunca confundido debido al extraño cosquilleo que recorrió su cuerpo, quizás por la sorpresa producida ante las palabras pronunciadas, o quizás por el cruce de miradas que tuvo con el chico.

-Es tu deber como ciudadano de Daechwita mostrar tus respetos hacia el rey - habló el capitán con voz lo suficientemente fuerte como para que todos lo oyeran.

-Y su deber como capitán de la guardia real es velar por la seguridad y el bienestar de los habitantes del pueblo. Parece que no todos cumplimos correctamente nuestros roles, capitán, pero la diferencia es que ese es su trabajo. Yo soy el que decide si tengo que mostrar respeto ante alguien o no. - contestó con simpleza, sorprendiendo a todos en la sala, incluido Yoongi.

-Tú..- antes de que JaeWook pudiera continuar, Yoongi lo interrumpió.

-Capitán Kim, le pido que se mantenga al margen de todo esto. Estamos aquí por un juicio y no pienso dejarlo de lado en este momento - Yoongi volvió a sentarse con el rostro tallado en piedra sin demostrar nada en realidad -¿Cuál es tu nombre?.

El omega alzó la mirada hacia el alfa frente a él. El líder eran tan guapo como siempre se decía en las calles del pueblo, de ojos verdaderamente oscuros y piel extraordinariamente pálida. Removió su cabeza en un intento por deshacerse de los comentarios de su lobo sobre el hombre sentado en el trono.

-Mi nombre... - susurró para si mismo antes de volver a enderezarse con seguridad, sin dejarse intimidar por la profunda mirada de la mayoría de alfas en el lugar, muchos con curiosidad, uno con odio y temor, pero otro... Con simple asombro -Mi nombre es Park Jimin.

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Jeje, y nos aventuramos en otra obra más. Siempre he querido hacer una historia de manadas y esas mierdas, y aproveche la oportunidad de que Daechwita me dio muchas ideas para una trama original.

Jimin ha sido nombrado como "un omega diferente" en algún comentario, me gustó mucho esa descripción, así que voy a empezar a usarla ;) ¿Qué creen que pasará a continuación?.

Gracias por leer 🌺

-Dovely/DiMo.

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