O17.
Había pasado unas semanas de su cita, o bueno, su escapada romántica en que Rosé cocino para Lisa, la acompaño a nadar y durmieron juntas, acurrucadas y ronroneando por el delicioso olor de su pareja.
Rosé ahora se encontraba operando un gatito que estaba siendo castrado, la alfa estaba concentrada en su trabajo con JiSoo a su lado revisando la operación, los signos vitales del gatito y de vez en cuando, le pasaba lo que Rosé necesitaba.
Rosé empezó a tararear la canción de King Of My Heart de Taylor Swift.
JiSoo vio curiosa a Rosé.
—¿Estás tarareando una canción?
Rosé no se detuvo, pero volteo a ver por un segundo a JiSoo.
—¿Si?
—Tu nunca haces eso, en especial a Taylor Swift —la alfa Coreana rió—, quiero decir, la otra vez me pediste que dejara de poner Taylor Swift solo porque estaba enamorada.
Rosé se detuvo.
Simplemente se sintió feliz.
Quiso tararear la canción.
Y de la nada estaba recordando a Lisa.
Lisa y sus brillantes ojitos mieles.
Como bebieron cerveza en esos bacitos de plástico rojos en la terraza de la cabaña mientras veían las estrellas.
También el cómo se sentía tan feliz por simplemente tener a Lisa.
Antes estaba bien.
Se sentía tranquila con la idea de no tener una relación.
La idea de llegar a su departamento y que estuviese vacío no le causaba ninguna molestia, pero el llegar a su departamento ahora era extraño.
Desde hace unas semanas de verdad no abandona la casa de Lisa.
Le gusta la calidez de su hogar, la luz, las plantas y la cantidad absurda de ositos de peluches que están regados por toda la casa.
Le gusta acurrucarse con Lisa en su sillón, con Leo en sus piernas y Love mordisqueando una pelota que Rosé le dio.
Le gustaba estar con Lisa y sentirse plena, feliz.
Ya no se siente simplemente tranquila e indiferente, se siente feliz.
Siente felicidad y emoción genuina.
—Termine. —Rosé terminó la operación con éxito, y dejó que JiSoo se encargara de los cuidados después de la operación.
Rosé llegó a la casa de Lisa, y abrió con la copia de llaves que la omega le había dado.
Lisa estaba en la cocina.
Estaba horneando muffins de zanahoria.
Love llegó alegre, y Rosé la acarició sintiendo el suave pelaje blanco del perrito.
—Hola, amor —Lisa habló fuerte—. ¿Cómo estuvo tu día, alfa?
La luz pasaba por la ventana, y al ser el atardecer, era ese hermoso tono naranja que hacía ver a Lisa como una Diosa.
—Bien, bonita. —la alfa llegó a la cocina y vio a Leo en una silla junto a la mesa.
Lo intentó acariciar, pero el gato le mostró sus dientes y siseo molesto.
—No está de buen humor hoy. —Lisa le sonrió a Rosé, y dejó los muffins en el horno.
La omega se acercó a Rosé y la abrazó, dejando un besito en sus labios.
—¿Cómo estuvo tu día, omega? —Rosé acarició la mejilla de Lisa.
La Tailandesa sonrió.
—Bien —la omega sonrió emocionada—, llegó una nueva exhibición al museo y ahora tengo que hacer muchas restauraciones a pinturas. —la omega sonrió.
Rosé sonrió y dejó a la omega alejarse.
Lisa se recargó en la barra de la cocina.
—Estoy un poco estresada. —la omega suspiró.
Rosé se acercó coqueta a la omega, y tomó su cintura, volteándola para poder besarla.
—Puedo quitarte el estrés. —la Australiana acarició la cintura de la omega hasta bajar hasta sus muslos.
—Acabo de meter mis muffins al horno. —la omega rió y después le sonrió coquet.
—Podemos hacerlo aquí.
Lisa vio asombrada a la alfa.
—¿Sabes que Jennie o Mark podrían entrar en cualquier momento?
La alfa empezó a besar su cuello, y subió a la omega en la isla de la cocina.
—Pero ahora no están —dijo entre gruñidos mientras Lisa suspiraba—, además, Jennie siempre llega tarde y Mark me dijo el otro día que iría a una fiesta hoy.
Lisa sonrió y besó a Rosé, mordiendo su labio.
—Me gusta la idea alfa.
Rosé empezó a dejar besos en la mandíbula de Lisa.
La omega jadeo al sentir la mano de Rosé empezar a desabrochar sus pantalones y empezar a jalarlos con un poco de desesperación, hasta que se escuchó como rompían.
Lisa chillo y abrió su boca asombrada, haciendo a la alfa meter su lengua en la boca de la omega, besándola profundo.
Lisa jadeo y acariciaba el cabello de Rosé hasta bajar y empezar a desabrochar los botones de su camisa.
Al llegar al último botón, empezó a acariciar el abdomen de su alfa, y metió sus manos arañando un poco la espalda de la alfa.
—¡Lisa! —Lisa volteo a la puerta, y sintió sus mejillas sonrojarse.
Se bajo de la isla de la cocina y sintió su cara como un tomate.
—¡¿Por qué soy yo el que siempre tiene que encontrarlas?! —Jennie estaba en la puerta con sus manos tapando sus ojos, su voz era desesperada—. ¡En la cocina no, Dios santo!
—¡P-Perdón, Jen! —Lisa chillo y vio a Jennie negar.
—¡Iré a mi habitación y espero no escuchar ningún ruido cochino! —la alfa gritó desde las escaleras—. ¡Pecadores!
Lisa se recostó en la isla y tapó su rostro con sus manitas.
Rosé quería reírse, pero se dio cuenta de que su omega estaba muy nerviosa.
—Calma, Lili.
—¡Es que me da demasiada vergüenza, alfa!
—Creo que deberíamos dormir en mi departamento hoy.
—¡Solo dormiremos!
—¡Pero iba a desestresarte!
—¡Solo dormir, alfa! —Lisa empezó a subir las escaleras para buscar su mochila... Y pantalones nuevos—. ¡Cuida mis muffins!
Rosé sonrió y sintió su corazón bombear fuerte mientras abrochaba los botones de su camisa.
Adoraba a su omega.
¡Gracias por leer!
—🌷
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