O14.
Lisa se movía entre las sábanas.
Vio el reloj junto a ella.
Son las tres de la mañana.
El sonido de los relámpagos y el olor diferente a sus sábanas la despertó.
Estaba en el departamento de Rosé.
Rosé no estaba en la habitación y Lisa estaba usando su gran camiseta con un estampado de una banda de rock, no estaba usando pantalones, pero sus bragas seguían puestas.
Otro relámpago la hizo saltar en su lugar.
La omega sentía un poco de ese alcohol sabor a frambuesa en sus labios.
La Tailandesa se levantó de la cama y salió de la habitación.
¿Dónde estaba Rosé?
La omega llegó a la sala de ese apartamento con paredes blancas y muy pocas decoraciones.
Llegó a la sala y vio a Rosé acostada en el sillón, esta no podía dormir por la ruidosa música de su vecino.
—¿Sucede algo?
La voz de la alfa la hizo temblar al darse cuenta que este no estaba dormida.
—Y-Yo... Tengo miedo.
Rosé se levantó del sillón y llegó con Lisa.
La abrazo por la cintura y ocultó el rostro de la omega en su pecho.
La estaba marcando con su olor.
Y al mismo tiempo Rosé disfrutaba del olor a fresas.
—Es solamente una tormenta, además, estoy aquí, omega, nada te pasará si estoy presente.
Lisa sintió sus piernas fallar por los nervios que le ocasionaba la alfa.
—¿Puedes dormir conmigo?
Pudo sentir como el corazón de Rosé se aceleró.
—No puedo...
Lisa sintió como su corazón se detuvo un segundo.
—¿P-Por qué no?
—Porque entonces no podré controlarme... —la alfa acercó su rostro al de Lisa, pasó su nariz por su cuello, por su cabello y su delicado rostro, aspirando su olor, dejando pequeños besos en su rostro, sin tocar sus labios—. Me vuelves loca.
La Australiana sentía calor, ahora no era su parte racional la que hablaba, era su corazón y su alfa.
—R-Rosie... —la omega salto un poco cuando las manos de la alfa acariciaron su cintura debajo de la camisa—. Por favor... —susurró.
—¿‹‹Por favor›› qué, omega? —siguió oliendo su cuello, acariciando su cintura con sus fuertes manos.
—Bésame, por favor. —susurró la omega con su voz entrecortada y sus mejillas rojas.
Rosé pegó la espalda de la omega a la pared, la única iluminación era la que entraba por su ventana, la cual era muy débil y era de un color azulado.
una de sus manos viajó a su cadera y la otra a su rostro, acariciando su mejilla derecha y con su pulgar delineando sus labios.
—Me gustas mucho, Rosé. —susurró Lisa.
Rosé sin pensarlo la besó.
El único ruido que se escuchaba era el de la lluvia y la música que escuchaba su vecino, específicamente Champagne Coast por Clood Orange.
Rosé besó a Lisa delicadamente.
Sus labios acariciaron los de Lisa, sintiendo ese dulce sabor a frambuesas y su nariz cada vez más podía ubicar el dulce olor a fresas.
Sus manos seguían acariciando la cintura de Lisa.
Débilmente la mas baja abrió la boca.
La lengua de Rosé entró en su boca y Lisa disfrutó el ritmo que tomó el beso, siendo más intenso y pasional.
Rosé mantenía a Lisa pegada a la pared, con sus manos acariciando sus caderas debajo de la camisa, sintiendo el encaje de las bragas que ella misma deseaba destrozar con los dientes.
Rosé pegó sus caderas a las de Lisa, sintiendo una pequeña humedad comenzando formarse en su entrepierna, frotando esta con la erección ajena.
Se separaron unos segundos para tomar aire, y Rosé sintió tocar el cielo cuando Lisa tomó sus mejillas y volvió a besarla fuertemente.
Las manos de Lisa acariciaban el cuello y espalda de Rosé.
Rosé puso una de sus piernas entre las piernas de Lisa, frotando su rodilla entre unas simples y delicadas bragas, que ella simplemente podría romper y hacerle el amor a la Tailandesa.
Lisa jadeó con sorpresa y sintió el paraíso entre sus piernas.
La alfa seguía frotándose contra la omega y Lisa gemía al sentir las caricias de la alfa.
Rosé puso dos manos en los muslos de la omega, y la cargó sin romper el beso y sorprendiendo a la menor, que gimió al sentir las fuertes manos de la alfa en sus muslos delicados.
Se sentaron en el sofá, con la omega arriba del regazo de la alfa y Rosé besando su cuello.
Lisa jadeó y gimió el nombre Rosé.
—R-Rosie...
—Lils... Dime que necesitas, omega.
Lisa sintió sus mejillas sonrojarse.
—A ti... Quiero todo contigo, quiero hacer todo contigo, te quiero a ti...
Rosé se separó un momento y vio los ojos de Lisa.
Vio directo a esos hermosos ojos almendrados, sus pestañas largas, sus labios hinchados por los besos y su cabello despeinado.
Lo delicada y lo hermosa que se veía.
Era como si estuviese viendo una mariposa.
—Yo quiero todo contigo.
Lisa sintió su corazón estallar de alegría y besó los labios de Rosé.
Después de eso la Australiana sintió la necesidad de cuidar más a la Tailandesa.
Tomó sus caderas y las acarició.
Lisa acostó su cabeza en el pecho de la alfa.
Las dos se acostaron y disfrutaron del sonido de la lluvia y la música débil del vecino de Rosé.
—Déjame llevarte a una cita.
—Claro que si, alfa —Lisa dejó un beso en el pecho de Rosé—, me encantaría.
¡Gracias por leer!
—🌷
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