epílogo.
Un año después...
Rosé y Lisa se encontraban frente a un centro de adopción.
Ambos estaban emocionadas y se sentían bastante seguras acerca de lo que iban a hacer.
Había pasado un año y unos meses desde su boda, y realmente las dos estaban interesadas en empezar una familia.
Empezaron el método tradicional de tener constantemente sexo.
Demasiado sexo.
Rosé era feliz follando a su omega todas las mañanas, tardes y noches, pero se dieron cuenta que realmente no estaba funcionando, la omega seguía sin quedar en estado.
Decidieron ir al médico y se dieron cuenta de lo que sucedía.
Lisa no podía quedar en estado...
La omega estuvo deprimida por unos meses, pero después de ayuda psicológica, apoyó de Rosé y su familia, se dio cuenta de que no era su culpa, qué tal vez fue una mala broma de la vida para una omega que desde pequeña jugaba a tener una familia y fingía cuidar una almohada como si fuera su propio bebé, pero no importa que su cuerpo no pudiese darle un hijo, su alma era materna y deseaba tener un cachorro.
Cuidarlo, amarlo y llenarlo de todo el cariño que tiene que ofrecer.
Rosé tomó la mano de su omega.
Era el primer centro de adopción al que iban, y la alfa estaba nerviosa.
Su deseo por tener hijos la hacía feliz, especial si era junto con Lisa.
Se sintió más tranquila al poder hablar con Lisa y llegar a la decisión que la adopción no era una mala idea.
Que sería complicado y un proceso largo, pero es algo que ellas quieren.
—¿Cómo te sientes, hermosa? —Rosé besó su mano.
—Emocionada, nerviosa... —Lisa tartamudeó—. Creo que voy a vomitar.
Rosé rió y empezó a caminar subiendo esas grandes escaleras con Lisa junto a ella.
—Nada malo va a pasar, Lili... tranquila. —la alfa sonrió.
Lisa vio a su alfa y suspiró tranquila.
Sintió esas bellas maripositas en su estómago al ver a su hermosa alfa.
Estaba apunto de hablar , pero piso mal el escalón y terminó cayéndose.
Con sus manos evitó golpearse la cara o el cuerpo, pero ahora estaba llena de polvo y roquitas en sus manos.
Rosé se acercó a su omega preocupada y la levantó.
La Australiana checo todo el cuerpo de su omega y repaso con atención su cara para buscar alguna herida.
Limpió las manitas de Lisa y puso gel antibacterial en sus manos, limpiando las heridas después con unas toallitas húmedas que cargaba.
Conoce a su omega.
La adorablemente torpe omega de ojitos almendrados siempre termina cayéndose y lastimándose en alguna parte.
Es por eso que tiene demasiados moretones pequeños, cortaduras que Rosé cubre con banditas de plaza sesamo y una increíblemente extensa cantidad de botiquines en su hogar.
—Lils, ¿Estás bien amor? —Rosé besó su frente.
—Resbale, todo bien... —la omega rió nerviosa—. Creo que solo son los nervios.
Rosé sonrió y beso sus labios suave.
Tomó su mano y subió las escaleras despacio con la Tailandesa junto a ella.
Lisa estaba prestando atención a ese hombre de cabello azul y lindos hoyuelos, que revisaba con atención los documentos que entregaron Rosé y Lisa.
—Puedo notar que son una pareja estable y con una vida muy estable, el proceso será largo, pero tienen buenas posibilidades.
Rosé se veía seria y acariciaba la mano de Lisa que le ofreció una sonrisa al hombre, su nombre es NamJoon.
Él hombre las llevó al área donde estaban los cachorros jugando, había otras parejas viendo el área, unos cuantos estaban conviviendo con los pequeños que se veían divertidos, otros se veían asustados y otros se veían bastante alejados de los adultos.
—Conozcan a los niños, después hablaremos de las clases de capacitación que tendrán.
Las dos asintieron y empezaron a caminar por el área verde.
Convivieron con varios niños que realmente no estaban interesados en hablar con ellas o simplemente les tenían mucho miedo como para hablarles.
Lisa hizo un puchero cuando uno de los niños se alejó de ellas, aunque ella le regaló un chocolate.
—No te preocupes, amor. —Rosé besó su mejilla y se sentaron en una de las mesas.
—Me siento un poco desilusionada. —la omega hizo un puchero.
Rosé le ofreció una pequeña sonrisa para tranquilizarla, pero la omega se veía perdida en sus pensamientos.
—Señorita —una pequeña niña junto a Rosé habló—. ¿Le gustan las lagartijas?
La niña usaba lentes, tenía un pelo castaño y lacio, sus ojitos eran color miel, se veía bastante pequeña.
Rosé la vio curiosa.
La niña se veía preocupada.
—Podría decir que si —Rosé frunció el ceño—, de hecho, soy veterinaria.
Él niño tomó la mano de Rosé y la jalo.
—¡Venga rápido, señorita veterinaria!
La pequeña de aproximadamente siete años jalo mano de Rosé por todo el patio hasta llegar a un árbol.
—Mi lagartija se ve muy triste... —la niña hizo un puchero—. ¿Qué tiene?
Rosé sonrió un poco y vio con atención a la lagartija color verde.
—¿De donde la sacaste?
—Estaba en el patio de la escuela.
Rosé asintió y sonrió.
—Solo tiene sueño, amiga. —la niña asintió y vio curiosa a Rosé.
La alfa le dio la lagartija a la niña, que sonrió feliz cuando esta se acosto en su mano y se quedó dormida tranquila.
—¿Cómo te llamas? —Rosé le pregunto a la pequeña.
—Soy Danielle, tengo ocho años. —la niña extendió su mano a Rosé y sonrió grande, pero acomodó rápido sus lentes.
Rosé asintió y sonrió.
—Soy Rosé.
—¿La omega que estaba contigo es tu novia?
—Mejor aún, es mi esposa.
La niña rió.
—¿Quieres escuchar la historia de los dinosaurios? —la niña tomó la mano de Rosé para llevarla con Lisa.
Rosé asintió y rió.
Seis meses habían pasado.
Las visitas a Danielle eran continuas y la pareja adoraba a la pequeña de ojos de cachorro y fanática de los animales, especialmente los dinosaurios.
—Queremos adoptar a Danielle. —Lisa tenía las manos de Rosé entre las suyas.
—Empezaremos el proceso justo ahora, veo que sus clases de paternidad son buenas y se llevan bien con Danielle —él hombre sonrió—. Danielle tiene ocho años, sus padres eran criminales que escapaban de las autoridades en Australia, ambos murieron al poco tiempo de llegar a Seul, Danielle aún era muy pequeña...
Rosé y Lisa escucharon atentas, y empezaron a llenar el papeleo que les entregó NamJoon.
Los meses siguieron pasando y su proceso fue complicado, lleno de noches de frustración y mucho estrés, pero al final pudieron llevar a Danielle a casa.
Un mes antes del cumpleaños número nueve de la pequeña.
—Tenemos que ir con el oftalmólogo en unos días, Danielle, para arreglar tus lentes. —Rosé cargaba una gran caja con cosas que acababan de comprar para Danielle.
La niña asintió.
—Oftalogogo. —dijo la niña, segura.
—oftalmólogo. —Rosé dijo seria.
—Es lo mismo.
—No lo es. —Rosé sonrió.
—Deja en paz a mi cachorra. —Lisa se acercó a Danielle y esta la abrazó.
La cachorro se sentía feliz de estar en su hogar.
Love llegó a la habitación y jugaba con Danielle, mientras que Lisa y Rosé terminaban de acomodar las cosas nuevas de la pequeña.
Las dos se sentían felices de tener a Danielle en sus vidas.
El tener a su hija.
El tener a su hermosa familia.
Una familia de una omega, una alfa, una pequeña cachorra alfa, un perro, un gato y una lagartija que aterraba a Lisa.
Se sentían felices y con un corazón satisfecho.
Sin importar los procesos largos y las complicaciones.
Rosé era feliz llevando a Danielle a la veterinaria para que pudiera ver a los animales.
Lisa la llevaba al museo interactivo para niños.
Y tenían cenas familiares en donde las dos escuchaban con amor a la dulce niña que les contaba de su día.
Danielle es su hija.
Y Lisa y Rosé son las madres de Danielle.
Son una familia.
Ignoremos que me olvidé de subir el epílogo por favor...
*se esconde entre las newjeans para que no lastimen al adaptador todo pendejo*
¡Gracias por leer!
—🌷
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