•20•
Habían caminado por más de una hora por el tan nutrido bosque sin lograr haber encontrado nada.
En ese momento Jake se hubiera conformado con recibir un ataque para que acabaran con él de una vez.
Bien, estaba exagerando, pero haber caminado tanto por nada no le gustaba en lo absoluto.
En lo que Sharon abrió los ojos por primera vez esa mañana, su preocupación fue buscar a Eliza, y no hubo nadie —ni siquiera el mismo Jake—, que le hicieran cambiar de opinión.
Por lo que allí se encontraban, en medio del bosque, observando nada más que grandes árboles y escuchando los pájaros cantar con ganas.
—Ven —le pidió Cole a Sharon mientras acostaba su espalda contra un árbol—. Descansemos un momento, ya debe de haber pasado una hora, sería mejor tomar un poco de aire para seguir.
Sharon lo pensó por un momento pero al notar la expresión de Cole, aceptó sin muchos ánimos.
—¿Y si le pasó algo? —preguntó en un susurro mientras se acercaba a su novio.
—No creo que...
—A estás alturas, es lo más probable —interrumpió Jake, tranquilo.
Cole lo observó con una mirada asesina pero Jake solo se hundió de hombros.
—Solo digo la verdad.
—A veces es mejor no decir la verdad —protestó el australiano.
«Lo sé» pensó Jake.
Nadie dijo nada más, pero no porque no tuvieran algo que aportar, si no que escucharon ruidos.
Los tres desviaron su vista al arbusto frente a ellos y se le quedaron observando, con cautela. Ninguno se atrevió a acercarse, pero tampoco se movió de su lugar.
De pronto, una flecha salió de el arbusto impactando en medio del gran árbol en que Sharon y Cole reposaban.
La chica ahogó un grito al sentir el impacto al árbol y Cole desvío su vista a este, observando la flecha con el ceño fruncido.
Jake no hizo nada más que quedarse en su sitio con la vista clavada en el lugar de donde provino la flecha, porque él sabía exactamente de quienes trataban.
Una milésima de segundo después, el rubio sintió como su cabeza impactaba contra el suelo, no pudo reaccionar a tiempo ya que fue amenazado con una daga en el cuello.
Cole y Sharon quedaron inmóviles al notar a una chica acercándose a ellos con precaución y amenazándolos con un arma de arco y flecha.
Estaban retenidos, por quienes sea que fueran ellos.
Jake no había abierto los ojos por el mareo que le provocó el golpe, por lo que cuando lo hizo, se le quedó viendo a uno de sus enemigos.
El chico castaño apuntandole con la daga lo detallaba con el ceño fruncido, para nada contento.
—¿Jake? —preguntó él, dejandole escuchar una gruesa e intimidante voz.
—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren? —preguntó el, con falso terror, sabía perfectamente quienes eran en cuanto vio su tan anhelada insignia Imante en sus trajes.
—¿Eres el creador del videojuego? ¿Jake? —siguió preguntando el chico con la daga, ignorando sus palabras.
El rubio pensó demasiado si contestar con la verdad, tanto que la pelinegra del arco bufó.
—¡Claro que es el jodido Jake! —bramó ella, mientras seguía apuntandole con el arma a Cole y Sharon.
La pareja no hizo nada más que levantar las manos en señal de rendición, mientras aquella chica los amenazaba con su arma.
—¿Qué quieren de mi? —preguntó el rubio.
—¿En serio? —negó la chica—. Dios Gregg, tenias razón.
—Estamos aquí por ti —comentó el castaño lentamente—. Eso deberiamos preguntarlo nosotros.
—¡No sé de qué hablan! ¡Ni siquiera sé quiénes son ustedes!
—Imantes ¿te suena la palabra? —habló esta vez la pelinegra, fuera de sus cabales.
Cole entreabrió los ojos al escuchar a la chica, desvió la vista a su novia, quien también estaba perpleja ante la confesión de la chica que los amenazaba con aquel arco.
Sharon estaba por enloquecer, después de todo lo que Jake les había advertido sobre ellos, solo pudo pensar lo peor. Cole, enseguida notó como la respiración de la rubia empezó a agitarse por lo que descansó su mano más cercana sobre el hombro de su novia y le dio pequeños masajes en este.
Danica no notó aquello ya que su vista estaba fija en el rubio, quien yacía en el suelo amenazado por la daga de Gregg.
—¿Imantes? —pronunció Jake casi en susurro y observó inmediatamente a la pareja, quien seguía en el árbol, amenazados por la chica.
En ese momento se dio cuenta que su plan se podría ir a la basura a menos que lo desarrollara con inteligencia, eligiendo las palabras correctas.
Pero ver por fin sus caras le hizo un poco mal, ver como portaban el uniforme que debia estar el usando, verlos con todas esas armas.
Todo lo que pudo haber tenido.
Ahora el pequeño mundo de Wrengel no le aplaudiría a él, ahora aquellas personas que necesitaran de ser rescatados no recurrirían a su ayuda.
Todo por no portar aquella placa.
Todo por no salir a tiempo.
Todo por no ser mas precavido.
Todo por su culpa.
Lo meditó un poco, todo lo que estaba haciendo, todo lo que había dicho, todo lo que quería hacer. ¿Era necesaria la mentira?
¿Seguir diciendo maldades de ellos cuando no tenían la culpa de nada? ¿Era necesario? ¿Para qué?
Todo había sido su culpa. El juego. El peligro. Todo había sido su idea.
¿Necesitaba seguir con la mentira?
¿Qué ganaría? ¿Odio? no, no lo quería.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de todo lo que había hecho, de todo lo que quería seguir haciendo. Se dio cuenta de lo mal que se comportaba.
Recordó las últimas palabras que escuchó decir a su hermano antes de ser absorbido por este lugar.
"Necesitas un psicólogo"
¿Y si no estaba exagerando?
¿Tenía un problema? ¿Todo en el era un problema? ¿Todos sus pensamientos eran una basura?
«¿Qué estas ganando con todo esto?» se preguntó.
«Solo te sumergues en tu miseria, de nada sirve seguir haciendo esto»
«Nada de esto fue una buena idea, nunca»
«Todos tienen razón, no estoy bien»
«No estoy bien»
«Ojalá los hubiera escuchado antes»
«Ojalá nunca hubiera pensado hacer algo así»
«¿Qué demonios tenía en la cabeza?»
Su lucha mental seguía mientras observaba fijamente al chico que lo tenia amenazado.
«Habían mejores maneras de pasar mi dolor»
«¿Qué estoy haciendo?»
Pestañeo un par de veces al salir de sus pensamientos, cerró los ojos y suspiró sonoramente.
No podía seguir con las mentiras.
No quería.
—Sí, yo soy Jake —pronunció en un aulido—. Yo creé este lugar, yo soy el culpable de todo esto. —admitió sin más—. Soy yo.
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