Milo se sentó con las piernas cruzadas en la cama de Kardia y observó cómo su hermano se quitaba su elaborado traje de corte.
-Aioria ha puesto un candado en la puerta de la biblioteca para que no pueda entrar en la sala de los espejos...
Enunció en un tono de puchero.
-También me ha prohibido el acceso a los archivos de la Torre. Los eruditos de allí abajo me dijeron que tenían órdenes de llamar a la guardia si no me marchaba.
-¿Y qué me dices acerca de hasta qué punto Aioria puede confiar en ti, si ya sabes de todas esas cosas y no las usaste para algo bueno?
El peliazul arrojó su ropa sobre una silla.
-No es justo...
Se quejó Milo y se dio cuenta de que sonaba como una niña petulante, pero no pudo evitar contener el suspiro que se deslizó en su voz.
-Solo cometí un error insignificante y al final todo salió bien... todo a su favor también. Pensaba mejor de Aioria... Pensé que me amaba...
-Intentaste matar a la persona que más ama en todo el mundo...
Su expresión era dura pero no sonaba enojado, simplemente cansado.
-Sé que si alguien te hubiera hecho... lo que quisiste hacerle a Aioros... lo habría descuartizado y arrojado los restos a los corrales de los animales.
Arrodillado en el borde de la cama, vestido solo con unas finas calzas, Kardia era una visión impactante. Se había convertido en un hombre hermoso, atractivo, de físico perfecto y musculatura acorde, un rostro de ensueño con esos ojos azul profundo y una boca carnosa para el deleite.
-Dale un poco de tiempo y Aioria podría disminuir las restricciones sobre ti, Milo. Dale un poco de tiempo para superar la traición y darse cuenta de que todo salió bien...
-Todo tipo de personas allí afuera me preguntaban por qué no estaba en la procesión...
Cambió ligeramente el tema.
-Estoy segura de que lo sabían. Sólo estaban siendo desagradables. Regodeándose conmigo, burlándose de mí...
Milo fingió una sonrisa burlona.
-Fingí que no había ido porque me sentía mal antes de que la procesión saliera hacia la Torre. Si Aioria no va a salir y anunciar lo que ha decidido en mi contra... bueno, yo no voy a hacer nada... será más fácil para él simplemente negarme y echarme al olvido...
La Torre había estado vacía durante horas, una situación que Milo había intentado usar a su favor sin éxito.
Parecía que todos habían escuchado rumores sobre su desheredación a pesar de que no se había anunciado oficialmente.
La mayoría de sus antiguos aliados se habían distanciado mientras esperaban a ver qué pasaba.
-La coronación transcurrió sin incidentes y la fiesta fue horrible, muy aburrida con tanto protocolo... Podemos irnos a Atenas en sólo unos días. Una vez que nos hayamos ido, podemos dejar todo esto atrás. Aioria me está cediendo el control total de nuestras tierras. Prometió que se encargará de independizarlo de Esparta por completo más adelante... Sólo estamos esperando que los letrados terminen de escribir los documentos que me nombran gobernante de esa parte del imperio. Necesitaré proclamaciones legales de mi poder, para que ninguno de los idiotas de otras tierras discutan mi autoridad...
Subiendo el resto del camino a la cama, Kardia se estiró e instó a su hermana a acostarse a su lado.
-Nos vamos a casa, Milo... Es lo que siempre quisimos. Nada de lo demás importa...
Ella estaba rígida e inflexible en sus brazos.
Su hermano mayor la estaba tratando como a una niña, algo que no había hecho en años. Eso enfureció a Milo, provocándola a arremeter contra él.
-¿Y traerás una esposa contigo o estás esperando para escoger una cuando lleguemos a Atenas?
-Milo...
-Me han dicho que el joven señor de Creta insiste en que Aioria o tú deberíais desposar a su hermana, Marín...
Afirmó con frialdad.
-El consejo está de acuerdo. Quieren que el príncipe restante se case con una de las princesas troyanas con la esperanza de que mejoren las relaciones del norte con el sur...
Milo se rió amargamente mientras compartía la información que le había valido esconderse detrás de las cortinas.
-Puede que no haya sido bienvenida abajo, pero aun así me las arreglé para escuchar cosas...
-Milo...
-No es que a Aioria le importe cuál de esas chicas tontas tomas y cuál se queda él. No puede ver más allá de acostarse con Aioros.
Se incorporó sobre un codo, frunciendo el ceño a su hermano.
-Están ahí arriba en este momento. Lo sé. Aioria me está acusando de actuar como Káiser, usando ese argumento como justificación para arruinarme, pero él es el que actúa como padre. Está obsesionado con Aioros, ignorando todo por obtener su turno, para taladrar en el trasero bien usado de su hermano.
-¡MILO! ¡Es suficiente!
Kardia empujó el codo que la sujetaba y la tiró al colchón. Rodando, sujetó a su hermana debajo de su cuerpo.
-Tienes que dejarlo ir, mi amor, o te consumirá de adentro hacia afuera. Nos tenemos el uno al otro. Hemos recuperado el trono de Atenas. Nada más importa...
Suaves dedos se insertaron a través del largo cabello que caía suavemente de Kardia.
-Pero se suponía que Aioria también sería nuestro. Puedo ver cada detalle en mi cabeza, en mi mente. La forma en que se habría sentido cuando separara mis piernas y tomara mi virginidad. La mirada en el rostro de Aioria cuando sintiera tus dedos empujando dentro de él, advirtiéndole que lo tomarías, incluso cuando él me tomara a mí. El gemido que no serías capaz de contener mientras empujabas 'esto' dentro del cuerpo de nuestro dulce hermano.
Milo se agachó y tomó la parte delantera de las calzas de Kardia.
La acción le valió un gemido al peliazul.
-¡Me quieres fastidiar!
Se movió rápidamente, agarrando el dobladillo del camisón de Milo y empujándolo hacia arriba para dejarla desnuda hasta la cintura.
-Te burlas de mí... te burlas de mí en todo momento...
Kardia hundió la cara en la curva de su garganta, lamiendo el hueco. Sus dedos se curvaron, sumergiéndose entre los pliegues de la piel cubierta de vello púbico, para apenas rozar el centro de su intimidad.
-¡Milo!
Él jadeó, frotando su entrepierna contra su pierna, sostenida solo por una fina capa de tela.
-Sé lo que quieres, amor...
Susurró la muchacha seductoramente.
-Quieres quitarte los pantalones y sentirme, piel con piel. Quieres tanto estar dentro de mí que se siente como morir...
-Milo, por favor. Te amo. Te amo mucho. Por favor...
Conteniendo el aliento, gimió contra su garganta.
-Tendré cuidado. Te gustará. Por favor, amor...
Su otra pierna jugueteaba detrás de él y el calor entre ellos ardía más alto.
-Me deseas tener, de la misma manera que Aioria probablemente está teniendo a su puto hermano en este momento. ¿Podrías durar tanto, mi amor? ¿O te derramarías por mis muslos al primer toque?
Milo se retorció debajo de Kardia, separando más las piernas para apreciar las sensaciones que provocaban los dedos cosquilleantes de su hermano.
-Por favor, amor. No hay razón para esperar más. Por favor, Milo...
La muchacha se estremeció.
-No es que pueda caer en desgracia más de lo que estoy ahora, ¿verdad? No es que tener un bebé y no poder nombrar al padre podría empeorar las cosas...
Sus manos se deslizaron hacia arriba y sobre la espalda de Kardia, luego hacia abajo de nuevo.
-Sí, bien. Tómame, amor...
Milo tiró de su cintura.
-Quítate esto. Bájalos, amor, y haz de mí una mujer...
Sólo escuchar las palabras fue demasiado para Kardia. Se estremeció, agarró con fuerza y se vació contra la pierna de Milo.
Kardia maldijo entre respiraciones jadeantes.
-Lo siento, Milo... Lo siento...
-Silencio, amor... Está bien...
Enroscándose, logró besar su cabello enredado.
-Tenemos tiempo...
Abriendo las piernas sin sentido, Milo empujó hacia abajo sobre sus hombros y cabeza.
-Me estoy quemando, amor... ¿Harás eso... con tu lengua, antes de que la parte de atrás de mi cabeza explote? Arréglalo, Kardia... Lámeme ahí abajo, por favor... luego podemos intentarlo de nuevo...
Ella se retorció debajo de él, moviendo las caderas a modo de invitación.
-Puedes volver a ponerte duro. Sé que puedes...
-Puedo y lo haré...
Milo lo sintió asentir contra la piel mientras Kardia se abría paso por su cuerpo.
La tela de su camisón delgado y sudoroso se abrió para dejarla completamente desnuda. Una mano ahuecó cada uno de sus pequeños senos y la boca del chico se aferró al pezón, succionando con ferocidad.
Cerrando los ojos con fuerza y dejando que su mente pensante se desvaneciera, Milo casi podía imaginar que no era sólo Kardia, sino dos hombres ansiosos que la compartían entre ellos, pero eso tendría que ser suficiente por ahora.
Aioros despertó sabiendo que estaba siendo estudiado. La mirada de Aioria tenía peso. Podía sentirlo como el sol brillando sobre su piel.
-No te despiertes todavía...
Pidió Aioria en un leve susurro.
-No termina hasta que te despiertas...
Las yemas de los dedos recorrieron los ojos cerrados de Aioros antes de mapear cada rasgo.
-Sólo necesito tiempo para guardar este instante en mi cuerpo y mi memoria... Nunca quiero olvidar...
Los labios de Aioria rozaron el hombro izquierdo del castaño antes de descender más.
-Anoche fue extraordinario, pero también necesito esto. Necesito poder imaginarte durmiendo a mi lado...
Era una simple petición fácil de complacer. Aioros se dejó ir a la deriva un rato más, lo suficientemente feliz como para retrasar el final de la comodidad de la compañía de Aioria, para enfrentar todas las tareas que les esperaban.
No se había sentido tan cómodo desde que Shura había admitido el lapso de tiempo de dos años que habían transcurrido en su ausencia.
-¡SHURA!
Aioros se incorporó bruscamente, casi derribando a su hermano con el repentino movimiento.
-Pronto...
Tranquilizó el menor.
-Quizás después de que Kardia se haya ido...
Tácito era el hecho de que Milo se iría con su hermano para no volver.
-No estoy seguro de si debería estar aquí, si debería estar al tanto del ritual o si debería esperar hasta que se haya ido a Atenas.
-Eso tomará días...
Objetó Aioros.
-Tal vez semanas si algo saliera mal. Incluso meses... si el mercader se sale con la suya y Kardia accede a casarse con Marín. Él querrá asistir a la boda, y luego tendrá que asegurarse de su felicidad antes de que todos se vayan...
Su cabeza se sacudió.
-No podemos hacer que Shura espere tanto, especialmente sin explicar por qué. Es probable que ya esté preocupado...
Aioria tiró del borde de la sábana en la que estaba enredado.
-Hay algunas cosas que tengo que revisar en el libro. Hay algo que mencionó de pasada que necesito confirmar...
-Puedes preguntarle sobre eso después de llamarlo...
Razonó Aioros.
-Tienes que ser tú, Aioria. Tú y Kardia son los únicos que pueden hacerlo en este momento. No es como si yo pudiera ir a buscarlo tampoco... él podría estar en cualquier parte...
Un atisbo de oscuridad ensombreció los ojos del mayor.
-Vas a llamarlo, Aio, ¿verdad? Lo prometiste...
-Lo haré...
El joven rey confirmó en voz baja.
Aioros se encogió de hombros para liberarse de las sábanas que tiraban de él y se arrastró para sentarse contra Aioria, envolviendo sus brazos alrededor de él.
-No es como si Shura fuera a cambiar lo que hay entre nosotros, Aio... Has sido lo más amado en mi corazón desde el momento en que la partera te puso en mis brazos...
Su barbilla descansaba sobre el hombro del menor.
-Entendí que mientras no lo despidas después de llamarlo, entonces podemos estar todos juntos. ¿No es eso lo que se decidió? ¿que le darías
permiso para quedarse en Esparta con nosotros?
Aioros había estado menos que atento mientras Shura había hablado con su hermano sobre las reglas y los términos de su servicio.
Sus propios pensamientos en ese momento se habían confundido al darse cuenta de que el demonio lo había engañado. La ira del castaño había tardado varias horas en calmarse y se había perdido mucha información que ahora le preocupaba.
-Dime, Aioria...
-Se supone que debo convocar a Shura...
Comenzó el rubio. Se inclinó en el abrazo ofrecido, levantando una mano para alcanzar la espalda y acunar la mejilla del mayor.
-Una vez que esté aquí, le otorgaré libre acceso a toda Esparta durante el tiempo de mi vida... incluso cuando no esté ofreciendo un servicio para mí ni mis herederos.
Aioros besó la curva de la oreja de Aioria.
-No estás pensando en cambiar el trato, ¿no?
La pregunta fue cautelosa.
-No sería justo. No sería propio de ti hacer trampa, Aioria. Eres mejor que eso...
-No es lo que estás pensando...
Los dedos se apretaron en el cabello de color castaño.
-Mencionó algo. Quiero revisar ese libro del que me habló... para obtener los detalles...
-Que es ese 'algo'?
Aioros insistió pero el recién coronado rey no respondió. En cambio, se retorció, girándose en los brazos de su hermano hasta que estuvieron cara a cara.
-¿Lo amas, Aio?
Los ojos esmeralda se clavaron en los azul celeste.
-¿Es él con quién quieres pasar el resto de tu vida?
Aioros le devolvió la mirada.
-No te abandonaré por él. No tienes que preocuparte por eso, pequeño. No olvidaré a Esparta ni mis deberes...
Hizo una pausa.
-Pero sí... necesito a Shura...
-¿Es la magia?
Aioria presionó.
-¿Y si él fuera sólo un hombre común?
-Hazlo sencillo, hermano, tus saltos de imaginación siempre me han mareado y no estoy preparado para ese juego en este momento...
Frunciendo el ceño, Aioria habló lentamente.
-Puedo llamarlo, darle la libertad de deambular en Esparta y desafiar el peligroso camino que mi padre y Milo no lograron resistir... el atractivo de usarlo con demasiada frecuencia. Sería demasiado fácil sucumbir, con Shura tan cerca y siendo tan poderoso...
Los dedos acariciaron inquietos los brazos desnudos del castaño.
-Eso me aterroriza en todos los niveles... que pueda llegar a ser como mi padre, que pueda confiar más en el poder de Shura en lugar de en mí mismo... y también...
Su voz vaciló.
-... que tendría que competir por tu afecto con una criatura que no puedo esperar igualar...
-No es una competencia, pequeño. Siempre te querré...
Presionando, Aioria se apresuró a decir la siguiente oración.
-O podría darte un hombre ordinario... Justo ahora, sólo al principio, tengo la opción de liberar a Shura. Puedo disolver las ataduras que lo atan al trono de Esparta. Eso lo hará mortal, Aioros, y lo despojará de su magia...
Aioros se puso tenso.
-¿Le hará daño? ¿Seguirá siendo Shura o se convertirá en Ilias una vez más? ¿Morirá?
-Todos nosotros vamos a morir eventualmente...
Razonó el menor.
-Él envejecerá, como nosotros y algún día morirá, como nosotros. En cuanto al resto... Creo que seguirá siendo él mismo, seguirá siendo Shura, pero quiero revisar las historias y ver qué dicen...
Su pulgar frotó la muñeca de Aioros.
-¿Aún lo querrías si así fueran las cosas... si él fuera mortal y sus poderes se hubieran ido?
-No me atrevería a tomar una decisión como esa en nombre de Shura, deberías preguntarle...
-No te estoy pidiendo que elijas el camino antes que yo. Lo que necesito saber es si es el demonio de Esparta o simplemente a Shura a quién amas.
Aioria presionó.
El sabor de la sangre permanecía en los pensamientos y el sistema de Aioros, lo que sugería que sus próximas palabras podrían ser una mentira, pero las pronunció de todos modos.
-Es Shura. Dale a ÉL la elección, pero lo quiero sin importar cuál elija...
La cabeza de Aioria se sacudió.
-No. Esta elección es mía, Aio. No me atrevo a arriesgarme a la tentación que él representa. Te daré un hombre, no un demonio...
La mano del rubio rodeó la muñeca de su hermano.
-Soy el rey. Esta es mi elección.
-Pero puede que él no quiera eso. ¿Cómo puedes excusar esta injusticia?
-No puedo permitirme ser persuadido por alguien más en este asunto. ¿Discutirás mi decisión? ¿Eliges discutir con tu rey?
-Se me permite discutir con mi hermano.
El temperamento de Aioros estaba aumentando y el menor suspiró.
-Así que ahora es el momento de tu elección, Aioros.
Todo su cuerpo se tensó.
-¿Quién soy yo primero... tu rey o tu hermano pequeño? Tienes que decidir... ¿Tú y tu amante se quedarán y servirán a Esparta?, ¿o lo tomarás y se irán ahora que se dan cuenta de cómo tiene que ser?
-Te juré lealtad ayer...
Comenzó el castaño.
-Todos lo hicieron, pero fue una mera ceremonia para la mayoría de ellos. Debes darte cuenta de eso. Tendrás que ganártelos a todos, uno a la vez. Puede llevar años...
Aioria frunció el ceño, aún cuándo Aioros continuó.
-Pero nunca dudes de mí, mi rey. Quise decir cada palabra que dije mientras estaba arrodillado a tus pies...
-¿Y si Shura está enojado por el regreso de su mortalidad y te dice que elijas entre él y tu juramento?
-Estás tomando prestado demasiados problemas otra vez, Aioria... Estás pensando demasiado en lo que 'puede ser'... como siempre ha sido tu hábito. Haz lo que tengas que hacer...
Aioros se inclinó para juntar sus frentes.
-No sobreviviría al verte convertirte en padre. Si eliminar la tentación que representan los poderes de Shura te protege de ese destino, entonces debes hacerlo por el bien de todo el imperio...
Aioria prácticamente se fundió en los brazos de su adorado hermano mayor.
-Lo llamaré mañana, lo prometo. Sólo dame todo un día. Hay algunas cosas que me detienen, tengo que asegurarme de lo que estoy haciendo con respecto a la liberación. Necesito arreglar algunas cosas con Kardia. Estoy bajo la obligación de proponer matrimonio a una dama también...
Él se agarró fuerte.
-Sólo quiero saber que tengo una noche más contigo al final de este odioso día... entonces lo llamaré por la mañana. Lo prometo...
Apretando a Aioria más cerca, Aioros asintió.
-Una Noche Más...
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