CAPÍTULO 03
Ella no podía morir. No de este modo. No habían tenido tiempo de nada. Todavía no había podido decirle que Alan era suyo también. Que el donante era él.
Le hubiese gustado ver su reacción. Que ella supiera que su hijo no estaría nunca solo. Que tenía una familia.
Alan despertó llorando a pleno pulmón, como si supiera que algo iba muy mal con su madre.
Sabiendo que no podía dejarle de ese modo, se levantó soltando finalmente el cuerpo inerte de Alana y cogió a su hijo en brazos.
—Ella está dormida, fiul meu*. Ahora debemos enfrentar un mundo sin mamá y ser fuertes porque le prometí que cuidaría de ti. Y cumpliré mi promesa, hijo. Cuando crezcas y formes tu familia podré seguir su cuerpo porque mi alma partió con ella.
Conteniendo apenas las lágrimas que luchaban por escapar de sus ojos, miró a su hijo fijamente a aquellos pozos azules tan parecidos a los de Alana y sintió una corriente pasar entre ellos que hizo que Alan detuviera de golpe su llanto y que Alana tomase una bocanada de aire.
Dejando cuidadosamente a su hijo en su cuna, corrió junto a su mujer y tomó su pulso antes de hablar.
—¿Dulce de mine*? Abre los ojos, por favor.
Sus párpados se movieron y lentamente sus ojos se abrieron por completo.
Antes de poder lanzar un grito de alivio, Alana dejó al descubierto unos colmillos que antes no estaban allí y se los clavó directamente en la yugular.
Una oleada de poder lo envolvió y sintió sus propios colmillos salir.
Sabiendo exactamente lo que debía hacer, los clavó en el hombro de Alana, reclamándola para siempre.
—Promit că te voi iubi, vei avea grijă de tine și te voi proteja până la ultima mea respirație. Vă dau inima mea și ceea ce rămâne din sufletul meu. Eu sunt al tău ca pe a mea. Acum și întotdeauna*
Alana estaba excitada.
Después de alimentar a su hijo, se había vestido y sentado en la cama, esperando a que Anthony regresase de su ducha "urgente".
Tenía una ligera idea de porqué había corrido a meterse bajo el agua. Ella lo necesitaba también.
Pasó la lengua por sus labios. Todavía podía saborear su sangre y nunca se había sentido tan llena de vida.
Saliendo de la cama, se acercó a comprobar que Alan siguiese durmiendo antes de acercarse a la pequeña cómoda que había junto a la puerta del baño y se miró en el espejo sobre ella.
A simple vista, nada parecía distinto, sin embargo, podía sentir un enorme poder correr por sus venas.
Hacía tan solo unos días, era una humana como cualquier otra con la enorme necesidad de ser madre, y ahora, no solo había descubierto que era bruja, sino trilliza, descendiente de dos magos muy poderosos, y ahora, pareja de un hombre lobo.
Se volvió hacia la puerta del baño cuando esta se abrió dejando paso a un Anthony medio desnudo, vestido únicamente con unos tejanos bajos que dejaban nada a su pervertida imaginación.
—Tenemos que hablar, dulce de mine.
Pasando de nuevo la lengua por sus labios, escuchó el gruñido proveniente de su compañero.
—Habla entonces.
—Vas a tener que dejar de mirarme como si quisieras morderme de nuevo, porque si no lo haces, no habrá ducha fría que detenga lo que voy a hacerte.
Esta vez fue ella quien presa aun de una enorme excitación, gimió deseosa de que él cumpliese esa leve amenaza que solo podría llevarla al placer más absoluto que jamás conocería.
Consciente de que estaba acercándose lentamente hacia él, y poniendo sus manos en su pecho, acariciando cada ondulación hasta llegar a la pretina del pantalón y desabrochó el primero botón antes de mirarle a los ojos.
—Si vas a amenazarme con algo así, será mejor que lo cumplas.
Con un rugido más parecido al de su lobo que al de un humano, Anthony extendió una mano para agarrarla fuertemente del pelo antes de estrellar su boca contra la de ella.
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*Hijo mío.
*Prometo que te amaré, te cuidaré y protegeré hasta mi último aliento.
Te doy mi corazón y lo que queda de mi alma. Soy tuyo como tu eres mía. Ahora y siempre.
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