Capítulo 33. "Esa familia"
Darlene.
Cruzo mis brazos, espero a que Madison hable. Nos encontramos en el despacho de Christian Mareoux, somos Brianna, Agnes, James, Jacob y la mencionada banshee.
John no está por obvias razones aquí.
—¿Y bien? —rompo el silencio—. ¿Qué nos querías decir, Madison?
Escucho como inhala y exhala profundo, repite ese procedimiento durante unos minutos. Alzo una ceja, intrigada por su comportamiento.
Pareciera que se prepara para dar la peor noticia de la historia.
—Maddie, si no puedes decirlo, hazlo en otro momento. No te fuerces —le sugiere Jacob, comprensivo.
Ruedo los ojos, sin abandonar mi postura intimidante y hastiada de tantas vueltas. Si desea decirnos algo importante, que lo diga ahora o calle para siempre.
—Puedo, darling, no te preocupes —asegura Madison, su rostro es decorado por una sonrisa dedicada al castaño a su lado.
Él decide no insistir más, sólo se mantiene a un costado en silencio, pero atento a lo que hablamos.
Enfoco mi atención en la banshee: sus labios están entreabiertos, acomoda su cabello para que caiga sobre uno se sus hombros, las cejas están un poco fruncidas y sus dedos tiemblan.
—Uhm, no sé por donde empezar —masculla indecisa. Chasquea sus dedos para atraer unos libros de las estanterías.
Wow. Sabe controlar la telequinesis, un poder difícil de aprender para su especie.
—Por donde quieras o te sientas más cómoda hablando, Madison —opina Agnes, dulce y tímida.
La castaña se queda callada, con la vista fija en uno de los libros apoyados en la mesa. Éste tiene una tapa violeta, con letras en blanco reluciente y decoraciones en negro.
Es el libro de la historia de la magia.
—Aquí están escritos los sucesos más importantes en cuanto a magia y brujas se refiere —empieza, tensa. Sostiene el libro con una mano—. Hace unos días tuve una visión.
Abre el objeto de manera delicada, voltea unas páginas hasta que encuentra la deseada. Suspira pesadamente, los dedos aún le tiemblan y los espasmos parecen querer apoderarse de sus manos.
—Hablaba con una chica —continúa, invitándonos a acercarnos en un gesto de sus dedos—, es imposible que alguien pueda hablarme mientras tengo una visión.
Mi vista baja hasta lo que mano señala. Es un párrafo a mitad de página que menciona uno de los hechizos más poderosos de la magia: entrar a una realidad del futuro.
En pocas palabras, molestar o interactuar en las predicciones de una banshee o médium.
—Ese tipo de hechizos sólo pueden ser utilizados por personas avanzadas —señala Brianna, sus ojos azul verdoso me observan inquisitivos—. Hay pocas personas que alcanzaron ese nivel.
Sé cual es su pregunta ahora mismo y la respuesta es un no. Aún estoy aprendiendo algunos conjuros y dentro de esos está el que acaban de nombrar.
Todavía no soy una cerebrito.
—Hay una bruja que si sabe manipularlo —concluye Madison, enseñando el otro libro—. Y aquí es cuando entra esta enciclopedia.
La enciclopedia es de un tono oscuro, se podría decir que gris casi negro. Los bordes están adornados con rubíes, zafiros, diamantes y un listón plateado que mantiene cerradas las dos tapas.
"Familias sobrenaturales que perduran en el tiempo" se alcanza a leer en una tipografía cursiva.
El autor es desconocido, pero seguro que debe ser alguno de los anteriores. Este tipo de cosas son creadas con magia y por lo tanto, pueden ser modificadas por la misma. Ya sea de manera voluntaria o involuntaria, tal como los archivos del pueblo.
Por alguna razón, este tomo me suena familiar. Creo haberlo visto antes en algún lugar.
—Ahí se encuentran escritas las vidas de muchas familias —opina Agnes, viendo la tapa con admiración—. Hay brujas, médiums, demonios, ángeles, licántropos, cambiantes de muchos tipos, demasiadas criaturas ocultas al ojo humano.
Aparenta ser una experta en la historia sobrenatural, lo que se lleva mis respetos. No es fácil aprender o leer sobre ese tipo de cosas, puedes perderte por tanta información.
Hay infinidad de cosas que están escondidas para todos nosotros, incluidos los humanos.
—¿A qué familia pertenece la bruja? —pregunto, impaciente.
Madison dirige sus ojos verdes hacia mí y sonríe.
—Es raro que no la conozcas.
Su respuesta me descoloca. ¿Debería saberlo? Creo que no, si no es reconocido, no me interesa.
Ella desata el moño y abre el libro por la mitad. Cierra sus ojos un momento, moviendo su dedo entre las páginas para encontrar lo que desea.
Cuando abre los ojos, estos se encuentran blanquecinos con la esclerótica negra, pero sólo es por unos efímeros segundos.
—La respuesta a tu pregunta es los Fitzgerald.
Muerdo mi lengua, mis cejas están contraídas. ¿Cómo puede ser que olvide ese detalle? No entiendo porque no los recordé antes.
Yo sé de la existencia de ellos desde que nací.
—Los Fitzgerald son unas de las familias más poderosas dentro de la rama de las brujas —explica la banshee—. Existen desde la edad media, cerca del siglo VI.
Mi vista se enfoca en el dibujo de una de las páginas, son como unas cincuenta personas, pero sólo unas tres están bien dibujadas. El resto se ven como simples borrones, pero ellas me parecen conocidas.
—Hoy en día están ocultos para evitar que la mala fama que los persiguió durante los siglos X y XI, continúe —comenta Agnes, una pequeña sonrisa asoma por su rostro—. Durante esos siglos creyeron que ellos envenenaban a una gran masa de animales.
Pero eso jamás fue cierto, porque ellos no son malvados ni sádicos. Los únicos culpables de ese crimen fueron unos gobernadores supersticiosos de aquella época.
—Se destacan tres brujas importantes a día de hoy —menciona Brianna—. Son las llamadas herederas Fitzgerald: Kiera, la mayor. Ailish, la hermana del medio y melliza de Aileen, la menor.
No las conozco, pero creo entender hacia donde va esta conversación. Escuchar sobre historia siempre es interesante, y aburrido sobre todo.
—¿A quién viste, Madison? —indago, directa.
—La pregunta sería a quien vimos —masculla la única rubia, su mirada está baja.
Oh, no me digan que ella también vio a alguna. ¿Cómo mierda es eso posible?
—Ailish es la única que puede controlar ese poder, así que la vimos a ella —dictamina la castaña de ojos verdes—. Es una bruja blanca.
—Supones que ella sabe algo de todo lo que pasa aquí —deduzco por su mirada atenta y dubitativa.
Asiente en silencio.
—Puede que sepa algo, como puede que no —opina James—. Ella no es muy comunicativa, no habla con extraños.
—Buen punto, James —recalca su mejor amiga—. ¿Y qué haremos?
—¿Esperar? Si nosotras la vimos, en algún momento ustedes también la verán —masculla Madison, se aleja de la mesa—. Creo que ella sabe mucho y probablemente nos ayudará. Tenemos que intentarlo.
Trato de mantenerme seria, pero una sonrisa irónica aparece en mi rostro. "Probablemente" es un "no nos va a decir una mierda, pero vamos a intentarlo".
Yo no necesito probabilidades ni suposiciones, necesito hechos, pero esos nadie los tiene. Necesito seguridad de que alguien me dirá como llegar a mi asesino.
Detallo la imagen dibujada de las tres hermanas. Una de ellas tiene el cabello corto por encima de los hombros, mientras que las otras dos lo llevan rizado y un poco más abajo que su hermana.
Llevan vestidos, pero sólo uno parece el de una princesa, los otros son simples y sin mangas.
Cada una es diferente, pues están rodeadas por diferentes auras: oscura, blanca y gris.
Quiero imaginar que la blanca pertenece a la mencionada Ailish.
—Uhm, ¿Ailish manipula la magia del infierno?
—No, Darlene. Puedes estar tranquila de que al menos no es tan poderosa.
Prefiero no acotar nada, el hecho de que haya alguien que pueda ser más poderosa que yo, me incomoda. Quizá en otro tiempo me hubiese agradado.
La habitación se sume en un silencio inquietante, ninguno sabe que decir. Los pensamientos de James resuenan en mi cabeza y estoy segura que los míos aparecen en la suya.
Hay tranquilidad, demasiada para mi gusto.
—Darlene —susurra una voz en mi oído. Es dulce y aguda.
Endurezco mi mandíbula, formo llamaradas de fuego en mis manos y volteo a verla. Las cenizas caen a nuestro alrededor, el humo me rodea.
Una mujer de unos veinte y tantos años, de cabello rubio rizado hasta los hombros, ojos violetas y la piel un poco bronceada, se encuentra frente a mí.
Es una de ellas.
Es una Fitzgerald.
¿Será Ailish?¿O Kiera?
Nuestro alrededor cambia, ahora estamos en medio del bosque de los Onsso. El viento generado por mí sacude los árboles cercanos.
—¿Quién nos transportó?¿Fuiste tú o yo? —inquiero. Las llamaradas se vuelven más intensas en mis manos.
—Ambas, sólo que tú lo haces como mecanismo de defensa y yo porque quiero —comenta con una sonrisa suficiente—. Veamos que tanto resistes, Zaridi.
Oriento mis manos hacia ella y permito que el fuego vaya a su dirección. La veo crear una barrera que absorbe mi hechizo. Las ramas y flores me dan a entender que su elemento es la tierra.
Cuando deshace su barrera, se queda estática, viéndome. Poco tiempo después una sonrisa se esboza en su rostro en el momento en que noto que está modificando la naturaleza próxima a nosotras.
Comienzan a crecer finas y afiladas ramas que amenazan con rodearme, desprenden bruma blanquecina junto con pequeñas flores de hielo.
Suspiro y murmuro algo en el idioma de los demonios. Mis ojos la queman, mi cuerpo está envuelto en un hechizo que es conocido como halo de luna, si puede con esto, significa que es más fuerte de lo que pensé.
—Halo de luna —menciona ella con admiración—. Interesante, querida.
Procede a defenderse de mí, pero se olvida de que puedo enloquecerla sin tocarle un pelo. Mi mirada es imposible de apagar, sólo yo puedo, y es tortuosa, dolorosa, no es una linda sensación el sentirla.
—¿Qué acaso no sabes quién soy? —me burlo.
—Sé mucho más de lo que crees —asegura, inexpresiva—. Bruja y vampira de parte de tu madre, humana por tu bisabuelo materno y demonio por tu padre.
Sonrío arrogante. Sí, soy todo eso, también me conocen como el ser más poderoso de este mundo.
Sus manos se mueven, formando una esfera de luz blanca y gris claro. La lanza contra mí, pero logro esquivarla por suerte. Es uno de los pocos hechizos blancos que podría herirme.
Mi sonrisa se vuelve engreída. Si cree que puede conmigo, está muy equivocada.
Extiendo mis brazos mientras inhalo profundo, pronto mis extremidades comienzan a sentirse cálidas. El humo rojizo y grisáceo las rodea, pequeños destellos se pueden apreciar. Son ácido.
Una esfera negruzca comienza a formarse entre mis manos. La chica Fitzgerald jadea sorprendida.
Sin pensarlo dos veces, dejo escapar el hechizo que acabo de invocar. Sol de noche es su debilidad, la acabo de descubrir.
La bruma avanza de manera lenta, la rodea en pocos segundos. No tiene escapatoria.
Esto es lo que sucede cuando desafías a Darlene Zaridi.
—Si respondes mis preguntas y te dejas de jugar, puede que te deje vivir —sugiero, una sonrisa maliciosa está en mis labios—. ¿Aceptas o prefieres morir?
La rubia frente a mí respira agitada, sé que no quiere ceder, pero tendrá que hacerlo porque no quiere morir. Lo sé.
—Está bien, Zaridi —murmura—. Acepto.
Desvanezco el campo de humo que la rodea y la invito a seguirme.
—No me matas porque me necesitas, lo sé. Eres débil después de todo.
Mercink~
¡Buenas, buenas! Tanto tiempo sin pasarme por aquí :(
¿Qué tal el capítulo?
¿Sus teorías como van?
¿Se esperaban algo de esto?
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