Capítulo 30|Te diría que sí.

30|Te diría que sí.

Falta una semana para las vacaciones decembrinas, así que con el trabajo y la escuela me han servido para despejar mi mente de los problemas que se desatan de manera interna con la familia. En lo personal, es complicado salir adelante cuando una persona en especial ya no me acepta como el día que me sostuvo entre sus brazos al nacer. Saber que ha preparado una cena en donde debo presentarme, ocasiona que sienta varias punzadas en el pecho, aún no sé cómo reaccionaré al verla, ¡ni siquiera he pensado en lo que le diré!

Claro, sí es que quisiera escucharme.

Me concentro en la música que sale de las bocinas y de mis alumnos que tratan de ejecutar un movimiento sujetados en las barras. He progresado con el grupo de ballet y break dance, que me siento orgulloso hasta donde he podido llegar, la coordinadora encargada del estudio de danza, me ha felicitado por el progreso de los alumnos.

Me acerco a la barra donde niños y niñas están enfilados y les hago varias correcciones, seguidamente, les hago una muestra de cómo deben mantener la espalda y los pies al momento de ejecutar cualquier movimiento al estar bailando. Así transcurre mi clase de domingo por la mañana hasta darla por finalizada.

Los alumnos abandonan el salón mientras se despiden, reviso la hora de mi celular y falta media hora para que otro maestro venga a dar su clase, así que me ánimo a conectar de vuelta mi celular para reproducir la música que he escogido para mi audición.

—Toc, toc, disculpa, ¿la clase ha finalizado?

Cuando alzo la cabeza, sonrío al ver a Julie entrando al salón, va vestida con unos pantalones de mezclilla, zapatos deportivos y un suéter colorido. Afuera hace un frío tremendo que te congela hasta los huesos sin importar la hora del día que sea.

—Ha llegado a tiempo para su clase de danza, señorita Valtersen —hago una ligera reverencia y tomo su mano —wow, tienes los dedos fríos.

Ella realiza una mueca mientras trato de que sus manos entren en calor llevándolas a mis labios.

—¿Así qué ya estás pensando en la coreografía?

—Algo así —suspiro y tiro de su mano al bajarla para llevarla al centro. No se resiste —necesito de tu ayuda.

—Será un privilegio, Fredrick.

Ya ni siquiera me molesta cuando me llama así, me gusta, porque cuando lo pronuncia no se escucha tan horrible. Regreso rápidamente a la bocina y reinicio la música para luego quedar tras de ella.

—Cierra los ojos —Julie me mira sobre su hombro y le sonrío —no haré nada que tú no quieras. Solo vamos a bailar.

—De acuerdo.

Mis manos se deslizan por su cintura hasta rodearlas, mi cabeza se apoya en la suya y con un movimiento lento, hago que mueva las caderas de un lado a otro siguiendo el ritmo de la música, se le escapa una risa y siento su codo hundiéndose en mi estómago y gruño.

—No hagas eso —intenta apartarse de mí agarre. No la dejo.

Cuando la música sube el nivel de velocidad, tiro de su mano y le doy una vuelta sobre su eje, la sujeto de nuevo de la cintura esta vez quedando cara a cara y rompiendo toda distancia para luego inclinar su espalda hacia atrás seguido de un movimiento pendular donde su cabellera roza la duela por un instante hasta quedar de nuevo frente a mí.

Acaricio una de sus mejillas que han quedado coloradas y sin aviso, llevo la otra mano tras su espalda y la otra hacia sus piernas para alzarla para dar vueltas por el área. Libera un chillido aferrándose con fuerza a mis hombros y agitando los pies sin creer lo que le estoy haciendo. Su risa se vuelve música para mis oídos y sus orbes esmeraldas mi color favorito.

No puedo estar más agradecido por tenerla en mi vida, me siento bendecido. Julie me ayuda a ser de alguna manera más fuerte a pesar de que me ha dicho que no me aferre tanto a esa comodidad por temor a fallarme.

¿Qué?

Yo soy el que debería tener miedo por fallarle.

Si logro entrar al conservatorio en París, ¿qué sucederá después?

De tan solo pensarlo, siento el corazón estrujarse, sin embargo, debe de haber algo que nos haga funcionar, ¿no?

Esfumo cualquier pensamiento dispuesto a abrumarme y sigo bailando con ella en brazos. En un segundo, me pide que le haga una demostración de ballet y no lo dudo. Me gusta hacerlo, bailar calma mi ansiedad hasta desaparecerlo por completo, la danza en cierta manera es medicina que trata de aliviarnos tanto por fuera como por dentro. Y no me imagino una vida sin las artes en general.

De camino al campus, Julie me platica acerca de los trabajos que ha estado empeñada por terminar y entregar. Necesita el dinero para comprarle un regalo a su hermano como es tradición en su familia. Me da algo de nostalgia al no poder presentarme en su cumpleaños, mi padre ha organizado un itinerario para pasarla con la familia en grande estas fiestas.

—En serio me gustaría que pudieras acompañarme a esa cena —le platico mientras estamos sentados en el bus —te perderás la oportunidad de verme en ropa de etiqueta.

—Me conformo con haberte visto sin ella —comenta acurrucándose en mi hombro y me rio —te ves más sexy.

Reprimo una carcajada que amenaza con escaparse de mi garganta.

—Tú igual te ves sexy sin ella —murmuro en su oreja para que nadie lo escuche. Me presiona el hombro —. Pero amo más cuando te veo con la ropa puesta, es mejor.

—Ellington, ¿y si quiero qué esa noche vuelva a repetirse?

Pierdo el aliento. ¿Una segunda vez semidesnudos? Me muerdo el labio inferior. A pesar de que suena una estupenda idea, ese miedo que aborda mi pecho no se va. No son simples besos y caricias sin sentido, se vuelve un momento íntimo en el que nos confiamos nuestros cuerpos que hablan por sí solos en cada roce. Si hay una segunda vez, quisiera estar preparado porque no es cualquiera cosa.

Quiero cuidar de ella, Julie no es frágil, pero soy consciente de los riesgos en caso que ambos escojamos pasar al siguiente nivel.

Suspiro y me paso una mano en el cabello con angustia y respondo.

—Te diría que sí.

Al bajar del bus, es ella quién entrelaza nuestras manos y la sigo hasta llegar al edificio principal, nos encontramos con algunos alumnos ensayando en los pasillos hasta detenernos en el estudio. El aroma a pintura nos invade al momento de acceder, todo mi alrededor está repleto de lienzos llenos de vida. Al ver sus creaciones, no me puedo sentir más que orgulloso de ella y su crecimiento estos meses.

Si sigue así, Julie Valtersen terminará por tener su propia galería de arte o lo que tenga pensado a dedicarse, sea lo que sea, espero estar ahí para apoyarla.

—Lo he pensado bien y el año que viene me animaré a concursar en el festival de la semana cultural —se voltea para verme, la sonrisa que me muestra al principio es tímida cuando se pasea entre los caballetes —¿Qué te parece?

La miro sin poder creer lo que me está preguntando.

—¡A mí me parece algo espectacular, Julie! —Alzo los brazos sobre mi cabeza —no tienes por qué preguntarlo, es tu momento, tu oportunidad para mostrar lo que grita tu interior. Si necesitas ayuda para conseguir algún producto en particular, no dudes en pedírmelo.

—Pff, eres muy generoso, pero podré conseguirlo por mi cuenta —coge un pincel para luego remojarlo en un bote.

—Uf, a mi bolsillo le alegra escuchar tal noticia —bromeo —¿Sabes cuánto cuesta comprar un set de acuarelas profesionales? —finjo limpiarme la frente con las manos y me muestra su dedo corazón.

Que linda demostrándome su amor.

—Qué bueno que lo dices, porque iba a conseguirte unas zapatillas, pero ya no —encojo los hombros mientras me dirijo a aquel lienzo que tiene trazos hechos a lápiz —un chico me ha pedido que plasme un paisaje nocturno en la que sobresalte la vía láctea seguido de una figura femenina, es un regalo para su novia.

Mueve las cejas de arriba abajo.

—¿Acaso es una indirecta para qué yo te de algo? —arqueo una ceja y me llevo una mano al mentón donde ya comienza a salirme de nuevo el vello —sí es así, ¿qué te gustaría que fuera?

—No quiero nada, Elli. No ha sido una indirecta, que paranoico eres —se ríe y comienza a hacer las combinaciones que necesitara para el trabajo con las pinturas —lo único que me hace feliz, es tener a todas las personas que más aprecio en la vida, ese es mi mejor regalo.

Eso fue todo para que yo sonriera como un bobo y preste atención a su trabajo.

—Ahora —sigue hablando —toma un banco y vente aquí a mi lado para ser un crítico de mi pintura.

—Soy malísimo en eso y lo sabes —le doy unos golpecitos en el hombro antes de coger un banquillo —ilústrame.

—Será un honor humillarte —se ríe y blanqueo los ojos con una expresión en la cual finjo estar ofendido.

...

Me miro en el espejo y lo único que aprecio es a un chico asustado por lo que tendrá que enfrentarse dentro de media hora. Me encuentro junto a mi familia en un hotel en Bergen, exactamente a 463. 6 kilómetros de Oslo, la capital de Noruega, hogar de Julie. Como quisiera ir a verla, pero por ahora, solo nos hemos contacto por video llamada y mensajes.

La puerta del baño se abre, dejando ver a un elegante Thomas ajustando su corbata, por su mirada, es claro que también está ansioso por el encuentro que tendremos con nuestra madre, Nadia Andersen, sí, lleva el apellido de su esposo.

Siento el sudor recorrerme la frente cuando llega el momento de subir al taxi que papá pidió para toda la familia, el trayecto se sume en un silencio, por mi parte, prefiero callar mis latidos mensajeando con Julie quien me comenta estarla pasando acostada en el sillón viendo una película con sus hermanos.

Las tres semanas de receso escolar me iba aparecer eternas sin mis amigos.

Ellington

Ya estamos por llegar y creo que me voy a desmayar.

Julie

¡Ni se te ocurra, Ellington Ray! Es el momento perfecto para hacer las paces, sé que puedes, tengo fe en ti. Cualquier cosa, llámame que tendré el celular cerca.

Ellington

¿Y si mejor tomas un tren y vienes a Bergen? Son seis horas. :D

Me doy un golpe mental.

Julie

Para cuando llegue será demasiado tarde, lo siento, en verdad quería acompañarte, pero ya sabes, mis padres. :s

Le respondo por última vez cuando Thomas me codea el hombro. Al alzar la cabeza, trago saliva. Estamos entrando a un fraccionamiento, las hileras de casas lujosas se ven hasta cierto punto similares, lo único que las distingue son los jardines adornadas con focos navideños entre otras piezas decorativas que van de acuerdo a la celebración. Faltan tres días para noche buena.

Rick ya me había mandado miles de mensajes antes, informándome que su familia lo ha obligado a usar suéteres de la época para salir a cantar villancicos y que daría lo que sea por estar conmigo. Extrañaba a mi mejor amigo de igual manera.

El taxi se detuvo al costado de lo que es una mansión, mi pierna sufre un tembleque al momento de querer exponerme al exterior lleno de nieve, Thomas tiene que tirar de mi manga con tal de que salga de mi letargo, mi padre nos echa un vistazo como si nos preguntara si estamos listos mientras Anne se aferra a su brazo maravillada con lo que hay frente a sus narices, el taxi se va, dejando con nosotros un espeso humo de dióxido de carbono, Maeve suelta un silbido al sujetar la pequeña mano de Magnus que señala con el dedo las luces de colores y sin hacer más larga la espera, caminamos siguiendo una vereda en la cual tuvieron que hacer un lado la nieve que se corta a los pies de unos tres peldaños que dan hacia la puerta de cristal borrosa adornada con una guirnalda dorada en medio.

Entro en pánico cuando mi padre presiona el timbre y el sonido de unas campanas retumban en nuestros oídos. No sé si es momento de echar a correr como un cobarde, porque todavía siento una presión dentro del pecho que me abruma y me hace sentir vulnerable. Me da igual que tenga veinte años, yo no soy de piedra, ningún humano lo es y para no caer en sufrimiento, he tenido que levantar frente de mí un escudo protector, que no sé cuánto más pueda aguantar.

—Mírale el lado bueno —comienza a decir Thomas —de seguro tus regalos serán una pasada —deja escapar una risita y blanqueo los ojos obligándome a sonreírle, porque lo ha hecho con esa intención.

A mí no me importa las cosas materiales, eso es lo de menos.

—Chicos, pase lo que pase esta noche... —a mi padre no le da tiempo de terminar la oración cuando escuchamos el repiqueteo de unos pasos del otro lado de la puerta.

Un hombre con porte elegante nos recibe plasmando una sonrisa amigable, tiene el cabello con algunas canas que le sobresalen por detrás de las orejas, al verlo al rostro, me doy cuenta que se trata del esposo de mi madre, Alfred Andersen, él y mi padre estrechan sus manos y sin más, damos un paso al interior de la cálida casa llena de adornos navideños resaltando los lujosos muebles, retratos y las baldosas brillosas. A mi estómago le da un revoltijo cuando llegamos al comedor en donde nos encontramos con los hijos de Alfred y mi madre, mis dedos comienzan a moverse de manera impaciente que hago lo posible para que no se note escondiéndolos dentro de los bolsillos de mi pantalón.

Ella se levanta de la mesa plasmando una pequeña sonrisa que no sé cómo interpretar, ahora sí me estoy sintiendo como Magnus, pequeño y aterrado. Los recuerdos de mi infancia me pegan de golpe, recuerdo cuando mis padres se divorciaron, yo tenía siete años, mamá ya estaba harta de su esposo que solo hablaba de arte, arte y más arte, seguido de mi insistencia con la danza.

Thomas tiene que sujetarme de la espalda para no retroceder, ¿uh? ¿En serio estaba huyendo?

Es notable el bulto que sobresale de su vientre. Está embarazada. El aire se me escapa de los pulmones y de la nada, siento como sus brazos me envuelven, una sensación tan cálida que provoca que mis ojos se cristalicen, la abrazo evitando lastimarla y soltar un sollozo mientras mi frente se apoya en su hombro, no puedo seguir disfrutándolo, porque enseguida se aleja de mí para saludar a Thomas y al resto.

Me desconecto del planeta cuando tomamos asiento frente a la mesa mientras que "los adultos" charlan, no hay ningún comentario de parte de mi madre, ni un simple: ¿Cómo estás?, Anne se da cuenta de mi desinterés, que trata de animarme con la mirada cómplice y niego de manera disimulada, pero ya es tarde, ella comenta acerca de mi avance en la universidad y termino siendo el foco de atención.

—Wow, ¿así qué tu progreso es magnífico? —Me hubiera gustado que ella hablara primero, pero Alfred toma la palabra sonriéndome, hago un asentimiento de cabeza —¿Piensas ingresar a algún conservatorio?

—Ese es mi plan, audicionaré el próximo año para una compañía nacional de París que a la vez es una escuela —mi mano sujeta con fuerza el tenedor mientras jugueteo la comida.

—Entonces debes ser demasiado bueno para lograrlo, ¿no? ¿Y qué ganarás si te admiten?

Comenta mi madre con voz monótona mientras alza las cejas.

—La oportunidad de tener una preparación a nivel profesional y la satisfacción de seguir dedicándome a lo que más amo —informo con seguridad.

—¿Y pagan bien por dedicarte a bailecitos usando zapatillas? —Eso es suficiente para que mi padre le lance una mirada de pocos amigos a la vez que pronuncia su nombre, sin embargo, vuelvo a abrir la boca.

—Sin afán de ofender, para el mundo que carece de sensibilidad, así es madre, me encanta andar en mallas todo el día, usar zapatillas y seguir el ritmo de la música mientras mis pies toman el control de la situación, creo en mí mismo y en mis habilidades —libero un suspiro y todo se hunde en un silencio, si quiere saber lo que pienso, pues este es el momento —para serles sincero, uno no gana millones dedicándose a bailar, sin embargo, mientras yo siga con vida y bailando en cualquier lugar, me sentiré como un millonario. Nada y nadie me hará cambiar de parecer, porque ahora, he tomado las riendas de la situación.

Me gano varias miradas de sorpresa por parte de los hijos de Alfred y ni qué decir de mi madre que ahora me observa con indignación, Thomas sonríe maravillado y... ¿acaso Maeve me está sonriendo? Oh, santo cielos. Me he sentido muy inspirado.

—Ellington, ¿qué no sabes que bailar es solo para niñas?

No sé si hundir mi cabeza sobre el puré de papa que está en mi plato o forzar una sonrisa. Sabía con anterioridad que no iba a perder la oportunidad de hacer ese tipo de comentarios.

—Los tiempos han cambiado, Nad —le codea su esposo para hacerla sonreír, pero eso no sucede.

—Su hijo es uno más de tantos de miles que rompe con esos estereotipos, si usted viera la cantidad de varones que asisten en el ICA o en el mundo, podría cambiar esa idea errónea —le platica Anne sonriéndole, le agradezco por ese gesto, gracias a ella, la danza sigue siendo parte de mí —todos tenemos esa libertad de elegir a que dedicarnos, la danza u otra arte es igual de importante que estudiar una carrera en derecho o medicina.

—Además, Ellington tiene novia y es un amor de persona —canturrea Thomas. Giro la cabeza para mirarlo y me guiña un ojo —¿verdad, Elli?

Sí, mi hermano se enteró del diminutivo el cual Julie se dirige a mí, ahora quiero que una nave me trague.

—Mmm, eso no lo sabía, ¿y por qué no está presente con nosotros? ¿A qué se dedica? —mi madre suelta los cubiertos y apoya las muñecas en la orilla de la mesa y entrecierra los ojos.

No me gusta ser el centro de atención, también mi hermano tiene mucho que contar, pero al parecer ha cambiado de parecer.

Hablar sobre Julie solo traerá como consecuencias mis notables sonrisas bobas y mi admiración hacia ella, no sé si están preparados para verme en modo: Novio orgulloso. Pero mi familia insiste y no me queda que ceder y soltar toda la sopa desde cómo nos conocimos, como sucedió y como seguimos con nuestra relación hasta cierto punto sana y algo extraña.

—¿Estás con una de artes visuales?

—Julie es demasiado creativa, madre, además tiene un espíritu muy contagioso difícil de no querer admirar, es asombrosa.

—Aquí huele a boda —suelta Maeve en una carcajada. Es inevitable sonreír.

—Bien, ¿y por qué no la invitaste? Así el cuento podría ser más creíble.

—No importa si no me cree, lo que digo es verdad, ella vive en Oslo, tiene familia y, por lo tanto, también merece pasarla con ellos, es importante para Julie que la familia esté junta pasándola bien, a diferencia de nosotros —confieso en voz baja, pero lo suficiente para que todos se enteren —no sé porque sigue estando en mi contra o de papá, pero sea como sea, yo la quiero mucho —no aguanto, las lágrimas comienzan a escaparse —esté o no de acuerdo a lo que me dedique, usted me dio la vida y no sabe cuánto se lo agradezco por criarme en el tiempo que estuvo con nosotros y espero que junto Alfred y su familia sigan siendo feliz con el bebé en camino, pasen buenas noches y felices fiestas, discúlpenme, me retiro.

Me limpio las mejillas con la mano mientras camino en una dirección desconocida hasta dar con una puerta que muestra un jardín, la nieve escarchada brilla por los últimos rayos de sol que ya comienzan a ocultarse, al salir, el frío azota contra mi cuerpo y me abrazo. Sin embargo, unos brazos logran rodearme los hombros y al alzar la cabeza, diviso a mi padre tratando de regalarme una sonrisa.

—Tu madre creció dentro de una familia llena de prejuicios y machista, hijo, esa es la razón por la cual le cuesta aceptarnos, en parte no es su culpa, sino los traumas del pasado, ¿entiendes? Sin embargo, sé que no es correcto que te quiera atacar de esa manera, sabe que eres su hijo y como padres, también amamos a nuestros hijos, son nuestro todo, Ellington —me presiona contra su pecho y hago el intento por cobijarme en su abrazo fraternal.

—Quiero irme de aquí, por favor, he dicho lo que te tenía que decir —murmuro —no quiero arruinar su noche.

—Si te vas, nos vamos contigo, Ellington, somos una familia, tú mismo lo dijiste, como una, debemos estar juntos, ante todo, ¿bien? —Asentí —hijo, cuentas conmigo y Anne para hablar abiertamente respecto al tema, sé que cargas con este peso y no quiero que siga siendo así, hasta tienes a Thomas, que por lo que ya sabemos, seguirá con nosotros durante un laaargo tiempo.

Se echa a reír y trato de imitarlo. En diez minutos ya estamos lejos de aquella residencia caminando sobre una acera mientras nos congelamos, diviso las gigantes montañas desde lejos, Bergen cuenta con un fiordo, en la cual prefiero ni asomarme para verlo, en caso de que Thomas o Maeve piensen empujarme sin piedad. De milagro no sucede, trato de olvidar la situación de hace un rato enterrando mis zapatos en la nieve al caminar, esto es hermoso. Me encanta la nieve sin importar que termine convirtiéndome en una paleta de hielo humana.

—¿Y si hacemos un muñeco? —Propone Thomas con emoción.

—¿Quién te crees? ¿Elsa de Frozen? —comenta Maeve y presiono los labios para no carcajear —genio, si intentas tocar la nieve sin guantes se te van a congelar.

—Pff, mi mano lo podrá resistir.

¿Consecuencia de su imprudencia? Grita al sentir sus dedos entumirse.

Me acerco a mi padre que mantiene su mano entrelazada con Anne y me regalan una sonrisa.

—Me gustaría dar una vuelta más antes de volver al hotel, ¿puedo?

—De acuerdo —me palmea el hombro y le sonrío —pero, por favor, atento a tu celular y a tus alrededores.

—Está bien, gracias.

Me doy la vuelta para caminar en dirección contraria, me adentro al corazón de la ciudad donde aún hay comercios abiertos y personas sumidas en sus conversaciones. Me abrazo cuando siento una ventisca envolviéndome el cuerpo, logro llegar a una plaza adornado a su alrededor con focos navideños entre los árboles seguido de un gigante pino y un pesebre. Tomo asiento en una banca después de remover la nieve, de inmediato mi celular comienza a timbrar, al ver el nombre grabado en la pantalla sonrío.

¡¿Cómo está mi mejor amigo del alma?! —Tengo que apartar unos centímetros el celular de la oreja cuando Rick grita a todo pulmón.

—Rick no hay necesidad de gritar —me rio —estoy bien, hermano. ¿Qué tal tú? ¿Cómo va la situación con la familia?

Ellington, no soy tonto, con tan solo escuchar esa voz desganada me da la impresión que algo no anda bien.

Realiza una pausa y de nuevo aparto el celular para verlo y frunzo el ceño.

—¿Me estás espiando? —Miro a mi alrededor —eso es escalofriante —ahora es él quien pega una risotada y blanqueo los ojos —conmigo la situación no va bien, ya sabes, mi madre y...

¡Debí acompañarte! De seguro pude encontrar la manera de convencerla. —Me rasco la nuca y tuerzo los labios.

—No lo creo, de seguro saldría con sus comentarios fuera de lugar y me emparejaría contigo —es suficiente para echarnos a reír —l-le hablé sobre Julie y no pude más, estuve a un poco de explotar.

Carajos, Ellington, me he quedado sin palabras, sé que es una situación difícil y si quieres hablar, sabes que te escucho como tú lo haces conmigo, ¿para eso están los amigos casi hermanos, ¿verdad?

Trago saliva y echo la cabeza hacia atrás donde puedo comenzar a ver las estrellas.

—Tú lo quieres es hacerme llorar —me rio y niego con la cabeza a pesar de que no me ve —muchas gracias, Rick, es bueno recibir tu apoyo, ahora solo quiero olvidarme del tema y disfrutar de estas vacaciones, no sabes lo feliz que me has hecho al llamarme.

Seguimos charlando y pierdo la noción del tiempo con la llamada que me ha sacado varias carcajadas cuando Rick me cuenta de cómo es pasar las vacaciones con su familia que siempre está participando en eventos navideños.

Esta misma noche, en plena madrugada me desvelo en una videollamada con Julie quien intenta imitar a Beyoncé en el videoclip de "Single Ladys", situación al que tengo que reprimir mis risas para no despertar a Thomas y la mejor opción es encerrarse en el baño acomodándome dentro de la tina.

Julie está en pijama y luce desaliñada, pero eso a ella no le importa y a mí me parece tierna y más hermosa, porque conmigo ya no tiene miedo de mostrarse tal y como es, me da gusto que me dé la oportunidad de conocer su verdadera versión sin restricciones.

—¡Lo estás haciendo mal! —bromeo y ella me muestra su lengua —haces que me ría, basta.

—¡Ni de loca! La canción es pegadiza, ni que decir de la coreografía —mueve su torso como si tuviera un ataque de epilepsia y ya no resisto —de seguro alguien va a llamarme la atención, meh.

Niego con la cabeza.

—Wow, Julie Valtersen está rompiendo las reglas, que salvaje, me encanta —le mando un beso y ella se deja caer sobre el colchón —eres preciosa.

—Deja de decirme así a cada segundo, haces que mi cara quede roja —se oculta tras su cabello y sonríe —en verdad quisiera estar contigo —suspira —siento en verdad como acabaron las cosas.

—Juls...

—Lo sé, lo sé, perdón —se pasa una mano sobre su cabello alborotado y hace un esfuerzo por sonreír —¿Sabes? Estoy trabajando en un proyecto muy loco aprovechando que no hay deberes por hacer y cuando regresemos a clase, serás la primera persona en verlo.

Me mordisqueo el labio y siento un cosquilleo recorrerme el estómago. Asiento con la cabeza animado y feliz por lo que me cuenta, últimamente ha estado enfocada en el arte plástico recreando miniaturas de esculturas con diferentes materiales que logra encontrar. Vuelvo a recordar el búho que sigue sin tener idea que lo mantengo conmigo como algo valioso y simbólico.

Por otro lado, nunca pude olvidar nuestro primer encuentro, de verdad sentí el corazón acelerarse y me sentí como une estúpido porque en ese tiempo yo estaba en una relación o eso creía.

Al único que pude contárselo fue a Rick, que como era de esperarse, él se fija de todos los detalles y estuve pidiendo por volvernos a ver.

¿Eso en qué rayos me convertía?

—¿Hola? ¿Sigues ahí? —Sacudo de manera disimulada la cabeza cuando vuelvo a escuchar a Julie mientras agita una mano frente a la pantalla y le sonrío —jum, será mejor dejarte dormir o te quedarás noqueado en la tina.

—No me cansaría de escucharte —ella suelta un: sí como no —soy muy molestoso, perdóname. Y hablando al respecto yo he estado pensando demasiado en nuestra relación, Julie.

—¿Qué sucede? —Ladea la cabeza y acerca la cámara para enfocar su rostro —¿Qué es lo que has estado pensando?

Busco las palabras adecuadas para poder explicar en qué situación me siento ahora mismo y es que también le dé dado muchas vueltas.

—Es obvio que llevamos poco tiempo juntos, sin embargo, como pareja, eh, ¿tú crees qué vamos por buen camino? Leí en un libro acerca de cómo mantener una relación estable, sana y en comunicación —de nuevo me siento muy tonto y me mordisqueo los labios.

Espero que ella se ría de mi locura, pero no lo hace, Julie simplemente entrecierra los ojos como si estuviera meditando mis palabras. Me estiro el cuello de la camisa en la espera de alguna respuesta. Otra persona me tomaría de loco, pero quiero lo mejor para ambos.

—Ellington Ray, no sabes lo orgullosa que estoy de ti y en verdad es digno que te sientas preocupado del ritmo al que vamos. En lo personal, amo nuestra relación —me sonríe dejándome ver sus dientes enfilados —tengo muchísima confianza contigo, creo que nadie más se había atrevido a sacarme de mi zona de confort si no fuera por ti.

—Soy todo un amor —canturreo a modo de broma —sé lo que hago.

—Agh, como molestas —me sigue el juego —el caso es que, vamos por buen camino, de eso no tengo ninguna duda, ambos estamos aprendiendo, ¿no? Bueno, yo nunca había salido con alguien y tú... tú me entiendes.

Niego con la cabeza. La punzada de culpa llega después por sus acciones ciegas.

—Estoy aprendiendo, Julie. Lo del pasado no fue nada —suspiro y me llevo una mano sobre la frente, ella encoge los hombros —no voy hablar de eso.

—Ellington, creo que hay algo que no te he platicado y quiero hacerlo.

Frunzo el ceño y me remuevo de donde estoy sentado. Asiento con la cabeza y ella prosigue, lo que comienza con una sonrisa, termina en una tragedia, siento como mi pulso se acelera y pierdo el habla. 


Enamorada x300000 TuT


Uf, ¿qué les ha parecido esa cena entre los Ray y Andersen?

*Sillas y platos volando*.

¿Qué piensan al respecto dentro de la danza y su diversidad?
¿Han escuchado comentarios al respecto?

¿Qué es lo que se trae guardando Julie?

¿A poco su relación amistad- noviazgo no es lindo?

¿Julie y Ellington en un situación más íntima? 7u7 jujuju.

Ha sido un reto este libro, es mucho más largo y extenso en cuanto a capítulos. Situación que me ha llevado editar el libro I para bien. 🖤

Estaré leyendo sus comentarios como siempre y estoy agradecida por el amor que le brindan a la historia y los personajes. No ha sido sencillo.

Con amor, artístico: Khyl.

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