Epílogo

Vidas cruzadas

Cuatro años después.

--Un café doble. Por favor.

Lalisa, quien hasta ese momento no se habia movido para nada, tomó sus manos congeladas por el frío que azotaba a Alaska y las frotó una sobre la otra buscando calor. Sus botas de invierno estaban lleno de nieve por la caminata extensa que había tenido que hacer desde allí hasta la cabaña, y desde luego que con el calor del lugar sentía que en cualquier momento se descompensaría por el cambio de temperatura radical. Pero no quería aún quitarse sus abrigos, no hasta que recibiera su café y pudiera sentarse en algún lugar sin problemas.

Su teléfono celular vibró. Así que supo de inmediato que se trataba de sus amigos.

¡Mira Lalice! Pusimos un patio de juegos en el orfanato con el dinero que nos enviaste.

Jennie. 14:34 p.m

Luego, una foto adjunta de lo que había sido el antes y después del lugar. Había toboganes, sube y bajas, hamacas y juegos recreativos para que los niños fueran felices.

Lalisa se alegro tanto por ello que  envió una carita feliz junto a un corazón.

Hablamos más tarde, Jenn. Se me congelan los dedos aquí en la maldita colina.

Dicho eso volvió a guardar su teléfono. Y suspiró como si se sintiera agotada, aunque en realidad se sentía feliz. Plena.

Jin y Jisoo habían decidido comprarse una casa juntos y apostar al amor y a una vida hermosa llena de buenos recuerdos en familia. Cuando Jin metio su semilla en la tierra de Jisoo, no estaba de más decir que apenas en ese entonces llevaban un noviazgo secreto y desapercibido, pero no más de ello. Aunque era obvio que se amaban demasiado, sólo que (como todas las personas) tenían miedo de no ser correspondidos de la misma forma.

Pero ahora ya no había de que preocuparse, ellos estaban felices. Felices y emocionados por el cumpleaños de Kaan, su cuarto año a punto de cumplirse.

Ese niño era tan idéntico a ellos que asustaba. Pero afortunadamente también era el más guapo. Lalisa ya quería verlo crecer para reirse por las chicas que tendría detrás.

Jimin y Rosé eran otro caso en particular.

Habían roto, habían vuelto, habían sufrido y atravesado muchos problemas. Pero ahora estaban felices, compartiendo semanas íntimas en Punta cana, Lalisa envidiaba a Rosé a veces. Ella feliz bronceandose y Lalisa muriendo de frío alli.

Aunque en realidad... no se arrepentía de nada honestamente.

Hoseok hace unos días había llamado a Lalisa para decirle que estaba feliz y compartiendo momentos con un chico que aún no se animaba a dar nombres. Eso la hizo sonreir. Taehyung le había dicho algo parecido. Y eso olía muy raro. Pero amaría verlos juntos, si eso era lo que sucedía. Incluso insistiria tanto en ser madrina de bodas que dirían que si sólo por sacarsela de encima y no por gusto propio.

Los amaba a ambos. Era la verdad.

Yoongi y Jennie se encontraban felices con cada dia que pasaba y ambos se acostumbraban a ser dueños de aquel orfanato. Siempre tenían sus peleas, porque ambos eran gruñones y de caracter, pero siempre terminaban de la misma forma. Asi que Lalisa no se preocupaba por ellos. Sin su ayuda lo estaban haciendo bien.

Su madre y su novio ahora estaban en su nueva casa, disfrutando de sus vidas y también ayudando a su vecindario a ser no tan desastroso como siempre lo fue. Lalisa no supo más que eso, pero sabía que estaban bien y que cuando regresara a su hogar seria como estar en un mundo completamente diferente.

Y por ultimo de todos, Namjoonnie.

Lalisa lo último que supo de el fue que decidió terminar sus estudios y ser lo que siempre quiso: veterinario. Sé alegro mucho, y se alegro aún más de saber que su vida en familia seguía siendo la misma. Namjoon era el tipo de hombre que querrías tener en tu casa: buen esposo, buen trabajador y sobre todo buena persona.

Lalisa se sentía feliz también por el.

Y pensando en ellos, pudo darse cuenta que para todos (a pesar de la enorme distancia que los separaba) había un final feliz. Y suspiro agradecida de saber que sus amigos estaban bien.

--¿Señorita?

Lalisa se desvió de sus pensamientos inmediatamente para que sus ojos se posaran en el chico que tenía frente a ella.

--¿Me hace un espacio en el sofá?

Entonces se dió cuenta al instante que inconscientemente estaba adueñandose de todo el sofá. Las mejillas se le colorearon de inmediato.

--L-Lo siento.

--Tranquila. No eres la única agotada aquí.--bromeó el chico sonriendole calidamente--Me llamo Phil.

--Lalisa.--dijo esta. Ofreciéndole su mano.

--¿Qué hace una chica como tú por aquí?--preguntó el chico curioso.

--Pues... vengo a ayudar a crear una escuelita para niños con autismo.--dijo, sonriente--¿Y tú?

El chico abrio y cerro su boca como un pez fuera del agua.

--Wow.--exclamo Phil--ahora me siento un completo inutil. Yo simplemente vine a visitar a mi abuela.

Ambos rieron a la par.

--Es bueno ver gente que aún se preocupa por su abuela...

--Oh, vamos. No te obligues a hacerme sentir mejor--hizo un ademán con la mano restandole importancia--Canadá es una linda ciudad y necesita más gente como tú. Deberías visitarla algún día.

Lalisa asintió con la cabeza.

--Claro. Sería grandioso.

--Si necesitas algo alguna vez...--parecia anotar algo en un papel. Acto seguido se lo entregó a Lisa--llamame.

Lalisa se sorprendió por el gesto, tanto que tardó unos segundos en reaccionar. Más decidió no dudar mas de la cuenta y tomó el papel de inmediato.

--Gracias Phil. Lo tendré en cuenta.

Algo le decía que no hablaba precisamente de trabajo.

--Me gustaría tomar otro café contigo algún dia.--volvió a decir.

Lalisa sonrió avergonzada.

--Lo siento. Me encantaría pero...

--¿Tienes novio?

--Claro que no.--rio un poco nerviosa--sólo no quiero...distracciones. ¿comprendes? no te ofendas.

Phil asintió con la cabeza intentando ser comprensivo.

--Pues si cambias de idea, mi sugerencia sigue en pie.--le guiño un ojo, para luego salir de ahí a paso tranquilo.

Lalisa alzó ambas cejas sorprendida.

Simplemente... ¿qué?

Quiso decir, mas callo a su boca porque sabia que era mejor mantener el silencio.

Lalisa negó divertida con la cabeza luego de aquello. Era imposible hacer amigos si lo único que querían era meter su miembro en algún hoyo.

La peliroja mientras terminaba su café ya no tan humeante, pensaba sola en Phil y sonreia con diversión.

Más eso decayó un poco cuando ese chico canadiense, inevitablemente le recordó a Jungkook.

Era como si la tierra se lo hubiese tragado.

La realidad era sólo aquella.

Lalisa al principio cuando se fue a Tailandia, estaba negada a saber algo de él. Pues su recuerdo se encontraba tan presente que la sola idea de pensar en el la hacia llorar como una niña pequeña.

Muchos días encontrándose sola en su habitacion lloro en silencio. Y muchos meses fueron asi.

Hubo días que Lalisa se sintió lista para dejar todo atrás, seguir con su vida y mentirse a si misma pensando que el ya no importaba.

Pero había días que tan sólo quería refugiarse en sus brazos y gritarle cuanto lo extrañaba.

Esto fue así hasta que finalmente pudo entender lo que el le dijo aquella noche que se despidió de ella. Lo entendió por la carta que le había dejado y que leyó en el vuelo de camino a Tailandia. Sé sintió tonta por no comprenderlo. Por no entender que si se quedaba con Jungkook en Corea, no sería feliz realmente. La vida se basa la mayor parte de nuestras vidas al amor que le dedicamos a las personas. Sin embargo eso no lo es todo. Si hay una oportunidad de emprender el viaje de tus sueños sabiendo que los años y el tiempo te juegan en contra, debes tomar el impulso y partir. Tomar decisiones. Dejar algunas cosas para tomar otras. Todo hasta que el tiempo comience a dejar todo en su lugar.

Y aunque Lalisa hubiera querido otra cosa para ambos...

La vida es hoy y ahora. No habia tiempo para lamentos.

Y quizás simplemente no era su momento.

Lisa con el tiempo aprendió a soltar muchas cosas; ya no lloraba, ya no sentía que el mundo se caía a pedazos si no estaba el, pues sabía que tendría que convivir con ello lo quiera o no. Pero cuando él se le venía a la mente, preguntaba si estaba bien, si era feliz o si tambien Jungkook pensaba en ella como a veces le solia suceder con el.

Lalisa ya era más madura. Ya no se dejaba llevar por sus impulsos como una niña ni era tan torpe. Incluso sus facciones se habian vuelto más adultas. Su mirada podía hipnotizar hasta el más inteligente de la cabaña y su forma de hablar y manera de ser resultaba ser bastante cálida. Te hacia no querer despegarte de ella nunca.

Lalisa se habia convertido en alguien totalmente diferente. Su mentalidad era distinta. Sus decisiones también.

Cuando finalmente terminó de tomar su café con medialunas, limpió las migajas que quedaron en su ropa. Acto seguido se quitó su abrigo y decidió dejar la taza vacía en una mesa.

Iba a pedir otro café. Se levantó de un salto y camino a paso firme hasta llegar a la pequeña barra que habia allí.

Sin embargo... no pudo llegar a tiempo. Porque terminó chocando con una persona. Persona cuyo café se derramó un poco en Lalisa.

Esta ultima abrió la boca en "o" sorprendida y miró al causante de ello con el ceño fruncido.

--Lo siento tanto, yo...

--Esta bien.--dijo Lalisa cuando vió que estaba por darle un pañuelo. Lo tomó con una de sus manos sonrientes y luego lo miró a la cara para saber quien era la persona con la que estaba hablando.

Y de repente, el mundo dejo de girar a su alrededor. Sus oidos dejaron de oir y su respiracion se entrecortó. Sus ojos se agrandaron un poco mas y se quedo petrificada al ver lo que tenia frente a ella.

Su rostro... aquel rostro que alguna vez besó, aquel rostro que alguna vez la hizo sonreir y amó, se encontraba mirandola con unos ojos igual de sorprendidos que ella. Su reaccion no fue diferente a Lalisa. Ambos se quedaron allí sin saber que decir o que hacer.

--J...-Lalisa tragó duro e intentó respirar hondo. Simplemente no podia creer que estaba ahí--¿J-Jungkook?

Decir su nombre en voz alta era como despertar de un sueño. No sonaba real.

El castañoentonces, petrificado de la sorpresa, decidió sonreir un poco. Aunque fue incómodo.

--Lalisa.

Lalisa lo miro fijamente por un segundo. Su rostro seguia siendo igual de bonito que siempre, solo que ahora llevaba una barba de unos días y parecia tener los ojos cansados.

Sin embargo habia como un brillo en sus pupilas que delataba lo feliz que se sentia de encontrarse allí. Lalisa sintió algo lindo dentro suyo, como un calor que revolvía su estomago y le daban ganas de pararlo.

--¿Como estás?--le preguntó Lalisa, serena. Mientras limpiaba el café derramado.

--Bien. ¿Y tú?--preguntó

--Si. Bien.--respondió en voz baja.

Ambos hicieron silencio luego de eso.

--¿Quieres...?--Jungkook no sabia que decir. Se quitó el gorro de lana negro que cubría su cabeza y la miró dubitativo--¿Quieres un... café?

Lalisa asintió con la cabeza acompañado de una sonrisa nostálgica.

--Si, claro...

--Ya vuelvo entonces.--dijo. Dandose media vuelta y desapareciendo de su vista.

Lalisa inevitablemente sintió su cuerpo temblar. Como si hubiera una bomba de tiempo dentro de ella y esta hubiera terminado de explotar. No importo el café, ni el pañuelo ni su ropa mojada. Importó el hecho de que luego de tanto tiempo ella se habia encontrado a Jungkook en el lugar menos esperado. En las circunstancias menos esperadas y en el momento menos pensado.

Lalisa se sentó en un sofá sintiendo sus piernas temblar. Al rato llego Jungkook confirmando que nada era un sueño y se sentó a su lado con dos cafés.

--Aqui si hace frío.--comentó--siento lo de...

--No hay problema.--interrumpió Lalisa rápidamente.--mi ropa puede lavarse.

--Tienes razón. Pero aún así lo siento.

Lalisa asintió mirando hacia el suelo. Quiso buscar las palabras adecuadas para iniciar otro tipo de diálogo, pero nada salio de ella.

--¿Que coincidencia encontrarnos aquí, no?--preguntó de repente, mostrandose sorprendido.

Lalisa asintió intentando dar una sonrisa

--Lo es. ¿Que haces aquí?

Tomó un trago de su café intentando que bajara el nudo de ansiedad que se habia instalado en su sistema.

--Soy fotógrafo.--sonrió al decirlo. Fue una sonrisa tan grande que Lalisa se descolocó por unos cuantos segundos. Y de repente ella también se encontró sonriendo en grande. Pues simplemente ver a Jungkook sonreir de esa manera le hacia feliz. Nunca en todo el tiempo que llevaron juntos, lo habia visto de esa forma.

--Jungkook, de verdad me alegró por ti.--Lalisa tomó una de sus manos y demostró su felicidad por medio de ese tacto. Jungkook se descolocó, mas no dijo nada por ello. Le agradaba tenerla cerca.

--Gracias.--respondió sincero colocando su palma arriba de la suya--¿Y tú? ¿Que ha sido de ti?

--Viajé por todo el mundo.--Lalisa sonrió al recordarlo.--ayude y ayudo a las pequeñas comunidades de los lugares a los que viajo e intentó apoyar con mi dinero y actos. Ahora mismo ayudare a que aquí se haga una pequeña escuela. Luego iré a Australia, para visitar a un pequeño pueblo con escasez de recursos.

--Eso es genial, Lalisa.--se asombró Jungkook. Adorando escucharla hablar con tanta fluidez y felicidad.--de verdad admiro verte y saber que estas haciendo lo que quieres y te gusta.

--Yo también lo hago, Kook.--Lalisa admitió. Y finalmente, dejo que su sonrisa decayera un poco--y tenias razon en todo lo que dijiste alguna vez. Nosotros... no era el momento.--finalizó

Jungkook miro al suelo y suspiró.

--Lo sé.--dijo.--nunca fue facil. Pero creí que esto era lo correcto.

--No se si fue lo correcto.--Lalisa confesó--pero sé que fue lo que tenía que ser.

Jungkook la miro por unos cuantos segundos en silencio. Lalisa lo imitó sonriendo de forma timida.

--Me gustó mucho charlar contigo, Kook.--dijo finalmente, luego de unos instantes--debo irme. Espero verte de nuevo. Ah, y...--se levantó y le sonrio desde arriba--habla mas seguido con Taehyung. Le preocupa que te vuelvas actor porno o te metas en las drogas.

Jungkook soltó una carcajada. Lalisa lo imitó.

--Lo haré. Dile que de todas formas no meta sus narices donde nadie lo llama.

Lalisa asintió con la cabeza.

Dicho esto, hizo una pequeña reverencia y se dio media vuelta para irse de ahí.

Dió unos cuantos pasos, agarró su abrigo y salió a la nevada que estaba siendo acto de presencia aquel día. Su nariz nuevamente se enfrió y Lalisa arrugó la misma como acto de reflejo.

Su corazón latió a mil por hora mientras se alejaba de la cabaña. Y no dejó de hacerlo incluso hasta cuando comenzó a bajar de la pequeña colina. Algo muy dentro suyo dolió un poco. Como una presión molesta. Lalisa suspiró y miró al cielo.

Luego de esto, comenzó a caminar a algun lado en concreto. Intentando huir de sus pensamientos.

Hasta que de repente, lo oyó.

Fuerte y claro, como siempre lo hizo. Como lo hizo 4 años antes en el aeropuerto.

--¡LALISA!--gritó

La peliroja se dio media vuelta frunciendo el entrecejo.

¿que demonios hacia?

Jungkook vino corriendo hasta ella. Fue agitado. Fue asustado.

Y fue decidido. Se notaba en su mirada.

--Lalisa.--repitió estando frente a ella. Sus mejillas se colocaron rojas incluso con el frío que azotaba en el lugar.

--Jungkook.--dijo ella, casi como una confirmación sorprendida y asustada. Como si temiera que al decir su nombre se desvaneciera de la faz de la tierra.

--Nunca...--Jungkook tragó duro intentando encontrar todo el aire posible para hablar-- nunca sentí que ambos hubiéramos empezado bien. De hecho creo que lo hicimos con el pie izquierdo...--explicó. Lalisa comenzaba a abrir los ojos poco a poco--quiero conocerte. Quiero conocerte bien, sin prisas ni etiquetas. Sin tratos ni nada que se le parezca. Tranquilos, sin presiones.

Estaba confirmado. Lalisa sentia que con cada palabra que decia el corazón saldria corriendo por su garganta. Sin quererlo comenzó a salirle una sonrisa boba de sorpresa.

--Quiero...

Jungkook la miró a los ojos.

Y finalmente, lo dijo.

Aún asi sintiera la piel lastimada de tanto apretar sus puños.

Y lo dijo.

--Quiero empezar de nuevo, Lalisa.

Lalisa al oirlo hizo silencio.

Todo a su alrededor se detuvo. Quizas su corazón también.

Uno...

Dos...

Tres segundos pasaron.

Entonces, cuando Jungkook sintió que su respuesta sería una negativa y su mundo se romperia en pedacitos, Lalisa ofreció su suave y palida mano dejandolo estupefacto.

--Bien.--aceptó, serena. Como si no le importara su declaración. Como si todos esos años juntos no hubieran existido.--me parece un muchacho extraño, pero aceptaré su propuesta. Soy Lalisa Manoban.--respondió, haciendo a Jungkook abrir los ojos como platos.

--Lalisa...--susurró él, incapaz de creerlo. Hasta que Lalisa sonrio en grande y el la imitó sin ningun escrúpulo.--yo soy Jeon Jungkook.

Jungkook ofrecio su mano también y ambos la estrecharon.

Dicho eso, comenzaron a caminar a la par mientras charlaban de cosas sin sentido, o quizás si. Viendo donde los llevaria el rumbo de la conversacion y sobre todo dejandose llevar por el momento, sin asustarse de el mañana y disfrutando el ahora. Olvidandose del pasado. Comenzando a crear nuevos recuerdos, nuevas lineas, nuevos caminos.

Quizás ahora si era el momento.

Sus vidas habían vuelto a cruzarse por segunda vez. Y esta vez ambos se encargarían de que todo saliera como lo planeaban.

Tenia que hacerlo.

Y lo harían. De eso no habia dudas.

Fin.

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