"Una voz... Tu voz Hermione"
Ron se alejaba de la tienda mientras escuchaba a Hermione llamándole a gritos. ¿Pero no quería ella quedarse? Pues que lo hiciera. De repente, dejó de escucharla, se giró, pero no vio a Hermione, ni la tienda, ni nada. Tragó saliva con dificultad y siguió su camino. Sin apenas darse cuenta, se encontraba rodeado de árboles en plena oscuridad. "¿Y ahora qué hago?", pensó. "¿Cómo pude ser tan estúpido?", se reprendió internamente. Estaba deseando volver. Miró el desiluminador y lo apretó con fuerza. La luz que contenía era la luz de la tienda. Lo guardó en un bolsillo para protegerlo.
Siguió caminando sin rumbo esperando encontrar algún sitio para pasar la noche. Para su suerte, pronto encontró un pequeño hostal en medio del campo. Al parecer, era un hostal de muggles... Sin saber por qué, eso le recordó a Hermione...
-Quisiera una habitación- le pidió a la chica del mostrador. Ésta se limaba las uñas distraídamente y no pareció prestarle atención. -Por favor, quisiera una habitación.
La chica le miró molesta. Cogió una llave de mala gana y se la entregó.
-2º piso, puerta D.
-Gracias.
Ron subió a su habitación. Allí, comprobó lo que tenía. Llevaba algo de dinero muggle y una cazadora. Serviría. Se tumbó en la cama con la intención de pensar cómo volver con sus amigos. Pero con el estómago vacío no podía.
Bajó a la cafetería del hostal. Dos chavales de tal vez 11 años jugaban al ajedrez, mientras una chica miraba la partida aburrida. En la mente de Ron, esos chicos tomaron la forma de cierto azabache, cierto pelirrojo y cierta castaña en su primer año.
"Es leviÓsa, no leviosÁ", resonó en su cabeza una y otra vez.
"-¡No tengo madera!
-¿Estás loca? ¿Eres una bruja o qué?"
"-¿Y qué piensas hacer en el examen?
-¿Copiar de ti?".
La imagen en su mente cambió para mostrar a una castaña paralizada en la enfermería, a un azabache con él frente a un ejército de arañas gigantes, y a su hermanita saliendo de la Cámara de los Secretos.
Luego volvió a cambiar para mostrar a un peludo gato persiguiendo a su rata.
Su memoria le mostró a Hermione con su vestido azul en el baile de Navidad...
"La próxima vez, ten el valor de pedírmelo antes de que lo haga otro y no como último recurso."
Los recuerdos pasaban por su mente cada vez más rápido.
"Soy Hermione Granger, ¿y tú eres?
-Ron Weasly...
-Un placer"
"Tienes algo en la nariz, ¿lo sabías?"
"Oh, cállate, Ron"
"La dejé ganar, ya sabes. Por educación."
"Tienes... pasta de dientes".
"Estás espectacular...
-Siempre ese tono de sorpresa".
"Tenemos algo que Voldemort no tiene. Algo por lo que luchar."
"Yo soy George. En serio mujer, ¿y te haces llamar nuestra madre?
-Ay, perdona George...
-Era una broma. Yo soy Fred."
Rememoró todos esos momentos en la Madriguera. Las tardes que pasaban en Hogwarts. Sus discusiones con Hermione. A Harry y Ginny. A Ginny y Dean. Los partidos de Quidditch. Las bromas de los gemelos. Las reuniones de prefectos. Las pruebas para recuperar la piedra Filosofal. A las malditas arañas. La cámara Secreta y el profesor "SonrisaPerfecta". La casa de los gritos. La gran pelea con Harry en cuarto, el torneo de los tres magos, el baile de Navidad. El E.D. Lavender. La muerte de Dumbledore. La enfermería cuando fue envenenado. La boda de Bill y Fleur (y lo hermosa que se veía Hermione). El ministerio de magia. Y volvió a escuchar los gritos de Hermione que le llamaban.
-PARA- gritó, provocando que todos los demás en la cafetería le miraran extrañados. Eso le devolvió a la realidad. Los dos chicos habían dejado de jugar al ajedrez y ahora correteaban los tres por la cafetería.
Un rugido de su estómago llamó su atención. Cogió las pocas monedas de dinero muggle que tenía y se compró un batido. Al terminar, subió de nuevo a su habitación y se tumbó en la cama sin poder dormir.
Y así pasó los siguientes días. Rememorando el pasado, comiendo una miseria y sin poder dormir por culpa de los remordimientos.
******
La noche de Navidad, él estaba tumbado en la camba mirando el desiluminador, cuando una voz le sobresaltó:
-Ron.
Era tan sólo un susurro, pero era la voz de... No, imposible. Pero la volvió a escuchar:
-Ron.
Escuchó con más detenimiento y vio que la voz provenía del aparato. Lo conectó y apareció una bolita de luz. Permanecía quieta en el aire. Pero, sin previo aviso, fue hacia él y lo atravesó por el pecho. Él cerró los ojos y en ese momento supo que esa bolita lo llevaría allá dónde quería. Al abrirlos, ya no estaba en el hostal. Estaba en un bosque cerca de un río congelado.
Ron se limitó a esperar. Entonces, el patronus de una cierva atrajo su atención. Le siguió y entró en pánico. Harry se estaba ahogando en el río. Instintivamente, Ron se lanzó al río para salvar a su amigo.
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Sus ojos se encontraron con los de Hermione. Ella estaba realmente enojada, pero Ron vio un brillo en sus ojos.
-¡Fui corriendo detrás de ti, te llamé, te rogué que volvieras!- le gritaba ella.
-Lo sé Hermione, lo siento, estoy realmente...
-Oh, ¡lo sientes! ¡Has vuelto tras semanas - semanas - y piensas que todo va a estar bien si dices decir lo siento... Semanas y semanas, podríamos haber muerto...
El pelirrojo sonrió para sus adentros. "Me molan las broncas que monta Hermione", pensó sin exteriorizarlo. Todo volvía a la normalidad. Hermione gritándole por su estupidez y Harry al margen.
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