Capítulo 11 - Caos
-Un mes y tres semanas después-
Anthony.
"Sé que pensarás que soy cobarde por despedirme de esta manera. Sé que odias que no te digan las cosas de frente. Sé que odias que todo haya terminado así. Solo no quiero que pienses que fue por falta de amor u otra cosa. Yo a ti te quiero mucho, Anthony.
Hay cosas que no pude ver con claridad antes y ahora me parecen muy obvias. Cosas como que me enamoré perdidamente de ti y no me supe dar cuenta hasta que noté que te estaba perdiendo, corrección; me estaba perdiendo a mí misma. Estoy perdida.
Estoy segura de muchas cosas en mi vida, como que me gusta corea del sur, el k-pop, los dramas coreanos y tú. Tú no tienes nada que ver con eso pero quería dejarte claro que me gustas igual o más. Nunca has sido menos que todo eso para mí.
Sé que quieres una explicación del por qué lo hice, pero en este exacto momento no puedo decirte nada. No sé ni explicarme a mí misma cómo es que dejé que esto sucediera. Solo estoy aquí y estoy perdida.
Te amo, Anthony Soublette, pero no puedes amar y entregarte a alguien sin antes amarte y estar entregada a ti misma. Yo no me amo y no me conozco desde hace mucho. Yo cometí muchos errores y dejé que el más grande de todos se interpusiera en mi camino. Yo soy mi propia falla en mi historia, yo soy mi propio error. Nadie más, solo yo.
Si para este momento no me odias tanto, solo quiero que sepas que yo jamás dejé de pensar en todas las posibilidades y probabilidades de tener una relación contigo. Lo pensé y lo deseé, pero para este momento no puedo pensar solo en mí misma. Cuando se tiene algo como esto solo debes expandir tu mente y pensar en las miles de posibilidades y probabilidades de ese algo.
Volveré, lo prometo. No mañana, no en un mes, pero lo haré. Espero que para ese momento tú hayas sanado también.
Yo... Desearía haberte dicho esto en persona, pero cuando estoy contigo solo tengo deseos de besarte.
Espero que algún día me perdones,
Sarah."
Releo la carta por millonésima vez y sonrío dejándola sobre el asiento. Maldita mentirosa.
Tomo un trago de tequila directamente de la botella y observo hacia el frente sin ver en realidad.
¿Si se fue con su chino para qué mierda me escribió una jodida carta? Es una falsa. No la entiendo y no la quiero entender, que se joda.
Tomo otro trago y salgo del auto tambaleándome en el camino. Varias personas, (en especial una vieja que parece venir de un supermercado) me observan raro pero yo las ignoro. No me importa lo que piensen, que se jodan ellos también.
Camino sumergido en mis pensamientos y solo noto a la chica morena cuando me choco con ella haciéndola casi que caer al suelo.
—Lo siento —tomo su mano antes de que su trasero salude al piso y ella parpadea durante largos segundos viéndome detenidamente.
—No te preocupes, yo... —la suelto y sigo mi camino antes de que me busque conversación. No quiero hablar con ella, no quiero hablar con nadie.
Me siento en una de las pocas mesas vacías y me termino de tomar lo que queda en la botella recostándome en la madera. Odio este lugar también.
Estas semanas han sido una completa mierda. Desde que Sarah se fue al parecer el universo está en mi contra y odio eso. Mi mundo no gira en torno a ella pero parece que mis problemas sí.
He intentado por todos los medios de encontrarla, yo... He hecho hasta lo imposible, pero ella solo desapareció. ¿Cómo pudo hacerme esto? Me hubiera dicho que no sentía nada por mí pero ella no lo hizo, ella me siguió el juego y me dijo que me amaba. La detesto.
¿Por qué lo hizo? ¿Yo lo merecía? ¿Es el karma por todo el daño que les hice a las chicas de mi pasado? Nunca fui un irrespetuoso, nunca hice nada inmoral, pero muchas chicas se enamoraron de mí y yo simplemente no correspondí sus sentimientos. ¿Es por eso? ¿Sarah está vengando al sexo femenino? La odio muchísimo.
— ¿Anthony? —una voz femenina me saca de mis pensamientos y alzo la mirada encontrándome con la mamá de la mujer que tanto desprecio. Samantha.
—Usted tiene la culpa —la señalo con la botella de tequila y ella frunce el ceño acercándose algo dudosa.
—No comprendo, yo... ¿Pasa algo? —niego y me alejo cuando intenta tocar mi hombro. No quiero que me toque, gracias a ella nació la insufrible mujer que me hizo esto.
—Si usted no la hubiera parido yo no estaría así —mis palabras salen arrastradas y bastante flojas, pero para este momento no tengo control de mi cuerpo —. Usted es la culpable, su hija no tiene corazón, ella es una... —mis ojos se llenan de lágrimas y busco con la mirada un lugar en donde pueda conseguir más alcohol. Necesito beber algo.
—Tomaré eso como un despecho masculino —frunzo el ceño cuando se sienta en la otra silla frente a mi mesa. Luce calmada, relajada y seria; todo lo contrario a mí.
Estoy en el bar de la mamá de Sarah. No sé qué hace aquí, Sarah me contó que ella no trabajaba de noche pero supongo que quiso cambiar la rutina. Justo hoy que vine a odiar los recuerdos con su hija en este lugar. Es una antojosa.
— ¿Estás así por ella, no? —pregunta entrelazando sus dedos y yo niego sintiéndome algo mareado por todo el alcohol ingerido.
—Ella no tiene nada que ver con esto —respondo con el odio palpado en mi voz —, ella no tiene nada que ver con mi vida. No me importa esa...
—Cuidadito con tus palabras —la mujer frente a mí alza sus cejas y yo aprieto mis labios sin saber cómo continuar —. Entiendo la decepción que debes sentir pero si no sabes las razones, no critiques. Sarah no hizo nada de esto con mala intención, al contrario... Ella solo quería lo mejor para todos.
Río sin gracia y niego. ¿Lo mejor? ¿Cómo puede decir que esto es lo mejor para todos? ¿Qué no me está viendo? ¿Ella cree que lo mejor para mí fue esto? Su hija es una maldita desalmada. No pensó en nadie, no pensó en mí... Ella solo se preocupó por su bienestar.
—Sé que ahora mismo debes estar confundido, pero sinceramente no puedo explicarte con claridad qué fue lo que ocurrió. Por respeto a mi niña no puedo decirte nada, pero quiero que sepas que para ella tú fuiste muy importante —niego sin creer sus palabras. Lo que más odio es que su mamá le siga sus malditas mentiras.
—Ella ya no es una niña, es una mujer y lo que hizo dejó muy claro lo que vale como persona. No me interesan las razones por las que hizo esto, ya todo está hecho y no hay vuelta atrás. Me dejó por su chino, fin.
Todo queda en silencio entre ella y yo. Lo único que se escucha es la música y no puedo evitar observa a la chica que choqué porque está riendo escandalosamente con sus amigas. Se ríe igual de fuerte que Sarah, pero no debería estar comparándolas. Sarah ya no existe y esa chica está ahí.
Me encojo de hombros cuando se levanta y camina hasta la barra supongo que para seguir atendiendo a otros clientes. No me importa lo que ella piense de mí. Así esté siendo patético, no me interesa en lo más mínimo su hija.
—Hola, ¿nos podemos sentar contigo? —el grupo de chicas señala mi mesa y cuando estoy a punto de decirles "sí", la mamá de la desalmada aparece a mi lado con un par de hojas en la mano.
—Siento interrumpir la reunión pero necesito que veas esto. Tal vez mi hija cometió muchos errores al irse sin darte explicaciones, pero aunque su mundo no giraba en torno a ti, sus pensamientos sí —deja las hojas sobre la mesa y se va lanzándole una mirada analítica al grupo de chicas.
Suspiro fastidiado de todo y observo los dibujos que parecen hechos con carboncillos. Tardo varios segundos en entender la imagen pero cuando lo hago giro por completo la hoja y jadeo cuando me encuentro conmigo mismo. Literalmente, yo soy el que está en la hoja.
¿Sarah me dibujó?
Frunzo el ceño y paso al otro dibujo sin creérmelo del todo. Restriego mis ojos y analizo mejor el segundo dibujo. Estoy de perfil y salgo distraído, lo que me recuerda a una de las tantas veces que hablamos por facetime. El tercer dibujo no es muy diferente, estoy riendo y observando fijamente hacia el frente. Es como estar viéndome directo a los ojos.
Así sucesivamente, hay un cuarto, un quinto y cuando termino de contar me doy cuenta de que son dieciocho dibujos y todos con mi cara. En diferentes ángulos, con diferentes expresiones pero nunca sin dejar mi rostro. ¿Por qué lo hizo? Debería asustarme pero no, solo me confunde.
¿También dibujó a su novio? No la entiendo, ¿qué mierda le pasa? ¿Cómo pudo hacerme esto? Maldita descorazonada, ¿quién se cree que es para confundirme de esta manera?
— ¿Alguna de ustedes no tiene novio? —le pregunto a las chicas levantándome de golpe y todas me observan confundidas antes de asentir lentamente.
—Gabrielle—señalan a la morena y yo entrecierro mis ojos acercándome sin ningún nerviosismo.
— ¿Quieres un trago? —pregunto metiendo mis manos en mis bolsillos y ella niega sonriendo algo maliciosa.
—Te quiero a ti.
...
Mi cabeza arde como el demonio cuando un pitido agudo llamado despertador interrumpe mi preciado sueño.
Me levanto soltando un gruñido y tomo el teléfono entre mis manos cubriendo mi cara por la luz mañanera. Maldita sea, es una llamada.
— ¿Quién? —pregunto de mal humor y observo el número cuando la voz femenina ataca con preguntas sobre dónde estoy —... Dora, es domingo, ¿en serio tengo que ir?
—No te vas a aburrir, además, no quiero que sigas bebiendo y teniendo sexo sin control para matar el despecho, tú no eres así —su tono de voz disminuye con cada palabra y cuando termina, solo puedo sentir un malestar en el pecho porque odio que todos digan eso. Peor; odio que todos sepan la razón de mi comportamiento.
—Soy así desde antes de Sarah, ¿vale? No es por ella, deja de asumir esa mierda —busco una toalla con la mirada y cuando la localizo me levanto caminando hasta la puerta del baño.
Hay una chica morena llamada Gabrielle en mi cama y eso me hace recordar todo lo que pasó anoche. Alcohol, bar, la mamá de Sarah, dibujos y sexo. Mi vida se está resumiendo en tres palabras con otras escenas de por medio. Fue una sorpresa pero ahí está, aún tengo recuerdos borrosos sobre mi conversación con Samantha y los dibujos que me entregó. Espero que ella los haya guardado, yo los dejé sobre la mesa.
Me paso las manos por mi cabello cuando el champú se hace espuma y cierro los ojos disfrutando las gotas de agua frías. No me gusta bañarme con agua caliente, solo fría.
Paso mis manos por mi pecho y trago saliva al recordar las veces que Sarah tocó ese lugar. Luego las paso por mis brazos y mi cabeza se inunda de su voz diciendo que le encantan mis tatuajes. Todo es sobre ella, ¿por qué mierda se mete en mi cabeza? Es una fastidiosa.
—Buenos días —Una voz femenina me sorprende. Abro la puerta de vidrio que divide la ducha del resto del baño y observo a la morena que no deja de recorrerme con la mirada sin descaro alguno.
—Buenos días —me cubro con una toalla y asiento hacia ella buscando mi cepillo de dientes y la pasta dentífrica. Cepillo mis dientes ignorando la mirada y me observo en el espejo pasando repetidas veces mis dedos por mi cabello húmedo.
La chica sigue mirándome y eso me fastidia un poco. Normalmente todas las chicas se van antes de que salga del baño o esperan a que las lleve a su casa. Pero esta no, ella me observa como queriendo ir por el segundo round.
— ¿Puedo tomar una ducha? —pregunta con voz fastidiada al ver que no tengo intenciones de tener algo más y yo asiento con una sonrisa saliendo de la habitación.
Me decido por una camisa, pantalón y zapatos totalmente negros y me echo perfume con la mirada fija en mis recuerdos. Dania me dijo que era un evento en su gimnasio, no creo que tenga que vestir elegante para ir a ver como dos chicas se parten la cara.
— ¿Me puedes llevar a mi departamento? —Gabrielle sale del baño con mi toalla alrededor de su cuerpo y yo la recorro con la mirada antes de asentir poniéndome mi reloj de salidas casuales.
El camino al gimnasio es tedioso por dos razones; la primera, siento que la cabeza me va a explotar y la segunda, mi mente no para de torturarme con recuerdos sobre lo que hice anoche. Sarah y dibujos. Sarah y su mamá. Sarah y su huida. Sarah y su carta.
La carta que está en mi guantera y no pienso sacar de ahí nunca más. No me pienso torturar más con esa mierda. ¿Por qué carajos tuvo que dejarme un mensaje? Hubiera sido más fácil para mí no lidiar con sus excusas. Sería más feliz en la ignorancia de lo desconocido.
— ¡Hey! —Dania me salta encima apenas me ve y yo correspondo su abrazo sintiendo mi cabeza palpitar de dolor. Más nunca vuelvo a beber.
— ¿Cuál era la urgencia? Necesitaba dormir al menos diez horas más —ella me mira mal y yo sonrío deslizando mis dedos por su linda carita. Obviamente todo eso lo hago para provocar a Daniel quien no duda en apartarme con una mirada de pocos amigos —. No sé por qué te molestas, cuando estamos solos hacemos cosas mucho peores —Dania me empuja para que deje el fastidio y Daniel no duda en sonreír fingiendo que no tiene ganas de golpearme hasta con los pies.
—Mentira, amor, no le creas —su esposa ríe abrazándolo y yo choco puños con él despejando el falso ambiente tenso.
Daniel y yo nos llevábamos muy mal en el pasado debido a que nuestras personalidades siempre chocaron en diferentes aspectos. Como lo dije anteriormente, al principio fastidié muchísimo a Dania porque aún estando embarazada lucía buenísima y pues Daniel siempre estuvo ahí ardiendo de los celos porque no soportaba verme con su chica. Nunca entendí muy bien la historia de ellos dos, pero sin duda fue divertido formar parte de ella. Nunca había conocido a dos personas tan estúpidamente enamoradas como ellos dos. Estúpidamente porque estuvieron enamorados desde pequeños y nunca se dieron cuenta hasta después de hacer un bebé ya adultos.
— ¡Ella no me llamó a mí!—una chica habla detrás de mí y me giro rápidamente encontrándome con la melena oscura de Lauren. Están todos: Lauren, David, Maya, Miley y Taylor. Al principio me sorprende que no esté Simón, pero después mi duda se descarta cuando me explican que Tiffany peleará y él se encuentra con ella en los vestidores.
— ¿Compro algo de comer? Será como estar en el cine —Taylor nos observa a todos esperando respuesta y yo dudo entre acercarme o no para preguntarle acerca de su amiga. Según lo que estaban hablando, Sarah llamó a Simón y a Samantha hace una semana. Y no es que me importe mucho, solo quiero saber qué les dijo.
—Voy contigo —él se sorprende pero asiente sin dudarlo despidiéndose momentáneamente de su rubia.
Caminamos en silencio. El lugar está repleto de vendedores porque según Dania, cuando hay pelea este lugar se llena como un concierto. Se puede sentir la tensión, la adrenalina y la expectativa crecer con cada segundo y no es para menos, hoy será la pelea definitiva por el título de oro.
— ¿Qué sabes de Sarah? —pregunto directamente sin intenciones de ocultar mi interés. Interés por la información, claro.
Taylor sonríe, por lo que puedo ver por el rabillo del ojo. Observo hacia otro lado y camino detrás de él cuando entra a un establecimiento de comida pidiendo diferentes platos para todos.
Me compro una coca-cola y lo sigo cuando mete los recipientes en dos bolsas y sale del lugar sin abrir la boca para responder mi pregunta. ¿Por qué rayos tarda tanto? Ya no me cae tan bien como antes.
—No fue una llamada, si es lo que crees —él comienza a hablar y yo acelero mi paso para poder escuchar mejor entre tanto ruido —. Fue un mensaje corto diciéndole a Simón y a Samantha que estaba bien y que los extrañaba mucho —todas las esperanzas desaparecen y asiento sin demostrar una pizca de desilusión.
Claro, ¿por qué me involucraría a mí en ese mensaje? No se comunicó ni con Lauren ni con Taylor, ¿por qué conmigo sería diferente?
—Sé que estás preocupado por ella al igual que yo, Soublette, solo te pido que no le guardes rencor sin antes conocer sus razones—calla durante tres segundos y frunce el ceño como si algo le disgustara —. Sarah huyó desde hace mucho tiempo y nadie se dio cuenta.
...
Simón.
— ¡Que no, Tiffany! ¡Por una vez en tu vida deja de pelear y comprende que esto va más allá de tus intereses! —mi sangre hierve pero intento sonar sereno para que ella no explote. Estoy al borde de la ira pero no puedo alterarme porque eso la alteraría a ella y las emociones negativas son muy dañinas para el bebé.
— ¡He luchado por esto más de un año, Simón! Voy a pelear te guste o no, yo... —la beso antes de que siga hablando y solo me detengo cuando sus manos sobre mi pecho me impiden seguir con mi acción —. ¡NO ME BESES, GRANDÍSIMO IDIOTA!
— ¡ENTONCES PARA ESTA MIERDA! —la angustia y la rabia salen a flote y no logro contenerme cuando grito toda la frustración que estoy sintiendo en este momento — ¡NO PUEDES PELEAR EMBARAZADA Y LO SABES!
— ¡ES MI PUTA VIDA! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡NO TE ESTOY PIDIENDO PERMISO! —patalea pero no retrocedo en ningún momento.
— ¡ES MI HIJO! ¡NO DEJARÉ QUE LO EXPONGAS AL PELIGRO, TIFFANY! ¡NO PELEARÁS! —sueno tan jodidamente serio que por varios segundos ella se queda estática asimilando mi comportamiento.
— ¡A MÍ ME VALE MIERDA LO QUE TÚ DIGAS! ¡¿SABES QUÉ...?! —calla cuando Dania entra al vestidor advirtiéndonos sobre el horario en donde se supone debe comenzar la dichosa pelea.
—Pelearé —Tiffany camina hacia el banco en donde reposa su ropa y yo jadeo siguiéndola con rapidez.
— ¡Que no! —la cargo e ignoro su gritito caminando hacia la salida del lugar.
— ¡POR UNA VEZ EN SU VIDA SEAN MADUROS! —El grito femenino nos hace detener la discusión y ambos callamos observando a la rubia novia de Taylor con asombro — ¡Compórtense como dos adultos que son! ¡Tú, Tiffany! Tienes que entenderlo, ¡es su bebé el que será expuesto al maltrato! ¡Y tú, Simón! Sé empático, ¡ella ha luchado casi un año por su título y esta es la final que lo decidirá todo! ¡Los dos tienen razón! Pero es hora de que actúen como un equipo y no como enemigos, ¡van a tener un bebé! Compórtense como tal.
Una clara expresión de dolor invade su cara y dejo a Tiffany en el piso caminando hacia ella con preocupación. Tiene siete meses y dos semanas de embarazo, su bebé puede nacer en cualquier momento y alterarse de esa manera puede ser perjudicial. Obviamente me siento culpable y sé que Tiffany más porque Miley y ella por alguna extraña razón son más cercanas que antes.
— ¿Estás bien? Lo siento mucho —intento tocarla pero ella se aleja poniendo una mano en su abultado vientre.
—Métanse sus disculpas por la nariz. Ahora tomen una decisión, eso es lo que deben hacer —sale del lugar con paso rápido y yo me quedo en silencio sin saber cómo continuar.
Me giro hacia Tiffany y tomo sus manos dispuesto a llevar una discusión civilizada. Por su bien, por mi bien y por el bien de Sean. Debemos llevar una relación positiva por el bien de nuestro bebé.
—Lo siento por gritarte, amor, es que... No quiero que nada malo le pase a nuestro bebé —ella se remueve nerviosa por la cercanía y eso me hace sonreír. Aún la pongo nerviosa aunque se haga la dura.
—A Sean —me corrige. Sean Declan fue el nombre que escogimos. "Sean" Para seguir la tradición de mi familia, (la primera letra del primer nombre siempre es S) y Declan porque ese es el nombre del abuelo favorito de Tiff.
—A sean —asiento y me acerco aún más provocando que su labio inferior tiemble —. ¿Puedes desistir de la idea de pelear? Entiendo que has luchado duro por esto, pero sabes que puede ser mortal para nuestro bebé, para Sean —corrijo y ella agacha la mirada observando nuestras manos entrelazadas.
—Bien, Dania peleará —abro mucho los ojos y observo a la cuñada de mi mejor amigo. Ella tiene una expresión similar a la mía.
— ¿Q-qué? N-no, Tiffany... —tartamudea y Tiffany suspira caminando hacia ella con seguridad.
— ¿Sabes quién es la mejor boxeadora de este gimnasio? —Dania se queda en silencio y Tiffany asiente como sabiendo su respuesta —. Exacto, yo, pero tú no lo haces tan mal —sonrío porque su ego nunca puede faltar. Por eso la amo.
—Estás de joda, apenas comencé el entrenamiento hace...
—Peleas desde los trece. Catorce si le restas el año de preparación. Eres una de las boxeadoras más queridas y temidas de este lugar, eres Dania Jones, no jodas —observo a Dania con súplica y ella aprieta sus labios pensando la respuesta con duda.
—Por favor —junto mis manos y hago un puchero. Sé que nadie lo hará mejor que ella porque junto con Tiffany tienen el título de las mejores boxeadoras del gimnasio. Ambas se matan entre ellas y solas rematan a las demás. Nadie les gana, son las mejores.
—Vale, pero solo por Sean —asiente y yo la cargo dejando besos por toda su cara. Es la mejor, por eso es mi chica Crild favorita. Que no me escuche Miley.
Camino lejos del área para que ella se pueda cambiar y una vez lista, le deseo suerte caminando dudoso hasta Tiffany.
Es la primera vez desde hace mucho que pudimos tomar una decisión civilizadamente. Nos unimos y aunque fue muy extraño, se sintió casi como nuestra relación de antes. Me gustaría decir que todo será así a partir de ahora pero sé que no. Conociéndola y conociéndome, nos llevará mucho tiempo volver a tener algo amoroso.
— ¿Puedes salirte? Me tengo que cambiar —Tiffany interrumpe mis pensamientos y yo agacho la mirada observando su cuerpo. No entiendo, la he visto desnuda miles de veces.
— ¿Mejor? —me doy la vuelta y ella suspira antes de quitarse la camisa con fastidio.
—Ya —anuncia después de varios minutos y me giro recorriéndola lentamente con la mirada.
Lleva un short, una camisa holgada y unas converse negras. Se ve preciosa como siempre. Me encanta que su estilo no se defina en una sola cosa sino que sea variado. Un día puede tener un vestido y tacones de cristal y al otro una de mis camisas y un pantalón de pijama.
—Te ves preciosa —ella intenta retroceder y yo pongo mis manos en su cintura antes de que pueda escapar —. Tiff, yo...
—Sé que no hiciste nada y lamento no haber confiado en ti, pero no volveremos a lo mismo de antes —sus palabras hacen que mi corazón se quiebre por completo —. No quiero que nuestra relación se defina en palabras como sexo, celos, desconfianza, ruptura y más sexo. No... Yo no quiero eso, no más.
Trago el nudo en mi garganta y asiento comprendiendo lo que quiere decir.
Investigamos a la chica que se tomó las fotos conmigo. Es la prima de la contrincante de Tiffany y ambas planificaron todo para debilitar a Tiffany antes de la competencia. El plan les funcionó a la perfección porque destruyeron la estabilidad mental de Tiff, pero se les arruinó porque ahora ella no se enfrentará por el título. Ellas no acabaron con Tiffany en el ring de boxeo pero sí acabaron con mi relación. Ellas no arruinaron una relación que desde hace mucho estaba cuesta abajo pero sí terminaron con la única oportunidad que tenía para recuperarla.
—Entiendo. Si es lo mejor para ti, lo acepto —sonrío intentando que mi voz no se quiebre y ella asiente igual aclarando su garganta.
—Entonces... ¿Vamos? Todos se deben estar preguntando por qué no salimos —tomo su mano antes de que se dé la vuelta y me acerco a sus labios ignorando su mirada de asombro —. S-Simón... Tenemos que salir —sus nervios la hacen tartamudear y yo humedezco mis labios sin fuerzas para dejarla ir.
—Tiff, yo te a... —intento continuar pero ella niega y me aparta caminando con rapidez hacia la puerta.
—La pelea, tenemos que ir a la pelea —asiento y fuerzo una sonrisa pasándole con rapidez por un lado.
Creo que ya no hay nada que hacer... Este definitivamente es el fin de nuestra relación como novios.
...
—Hermano, te extrañé mucho —río cuando Scooter abraza a Taylor y tomo un trago de cerveza sacando el teléfono de mi bolsillo cuando empieza a vibrar.
—Ya vuelvo, es Tiffany —le enseño el teléfono y él asiente siguiéndole la conversación a sus viejos amigos.
Salgo del bar con rapidez y pego el teléfono a mi oído oyendo con dificultad la voz de la otra línea. Un mal presentimiento me embarga cuando noto que no es Tiffany la que llama, es Maya.
—Espera un momento, ¿Dania y Miley? ¿De qué estás...?
— ¡Llama a Taylor! Es urgente, ellas no aparecen y... —dejo de escucharla y entro de nuevo al bar gritando el nombre de mi amigo.
Escucho con preocupación todo lo que Maya le dice y lo atajo antes de que caiga con fuerza al suelo.
— ¡¿Qué le pasó?! —Scooter me ayuda a cargarlo y yo tomo mi teléfono siguiéndole la conversación a Maya.
Dania y Miley no aparecen. Taylor se desmayó. No me terminé de beber mi cerveza.
Observo a Peter con desconfianza cuando se ofrece a llevarnos a la casa y termino por ceder sin intenciones de seguir esperando. Debemos llegar rápido a la casa para saber qué es lo que está pasando porque todo esto es muy confuso.
Dania y Miley al parecer salieron esta tarde después de comer y ninguna contesta su celular. Daniel intentó rastrearlas pero todo indica que tienen los teléfonos apagados. Ellas no le dijeron a nadie a dónde iban y la preocupación está al cien porque se supone que Dania debería estar reposando por su pelea. Obviamente salió jodida pero victoriosa. Ella no está en condiciones de hacer esfuerzo físico.
— ¿Estás bien? —tomo las manos de Tiff y ella asiente esquivando mi mirada.
Está preocupada, lo sé. Llevamos horas sin tener noticias de las chicas y aunque ella no lo quiere aceptar, las únicas dos amigas que tiene aparte de Sarah son Dania y Miley y está aterrada de perderlas.
Tiffany siempre ha tenido ese comportamiento odioso, arrogante y serio que aleja a las personas. La criaron así y su personalidad naturalmente es así, reservada y desconfiada. Pero detrás de esa actitud es muy tierna, muy sensible y bastante emocional. A ella le cuesta mucho hacer amigos, pero cuando los tiene es más leal que cualquiera.
—Sé donde están —el papá de Dania abre la puerta de la casa de par en par y todos lo observamos esperando explicaciones que nos dejan peor que antes.
Secuestradas...
Dania y Miley están secuestradas.
Atajo a Tiffany antes de que caiga al suelo y la ayudo a sentarse en el sofá sin saber qué más hacer. Está pálida y está temblando mucho.
—Hey, tranquila —Lauren se sienta a su lado y le da un vaso de agua intentando calmarla.
Lo siguiente que vemos y escuchamos son grabaciones, confesiones graves, gritos, planes y llantos. La mayoría está llorando y no es para menos, dos chicas de la familia están en grave peligro y una de ellas está embarazada.
Miley fue secuestrada por su ex mejor amigo, un tal Ricardo hijo de dos personas multimillonarias. Él la drogó y Miley quiso cobrar venganza recolectando pruebas que lo hicieran hundirse en la cárcel pero le salió mal. Ella y Dania están secuestradas y completamente desprotegidas ante cualquier cosa que ese hijo de puta les quiera hacer.
—Todo estará bien, ¿vale? —abrazo a Taylor y él asiente observando hacia el infinito. Sus ojos están rojos y su cara está pálida, pero por lo que veo no está dispuesto a quedarse de brazos cruzados.
No estoy para nada de acuerdo con todo lo que están planeando pero no puedo hacer nada. Son sus chicas, es la hija de un agente del FBI y una de ellas está embarazada. Esto es de vida o muerte y se refleja en sus caras que están dispuestos a afrontar los riegos.
— ¡Muévanse! Tienen que estar listos para cuando lleguen —Lauren sale del vehículo y camina por todo el lugar dando órdenes que no entiendo.
Camino por todo el lugar intentando calmar los nervios y siento mis ojos llenarse de lágrimas porque necesito a Sarah. No me había afectado tanto la ausencia de mi melliza hasta ahora.
Muchos dicen que los gemelos y mellizos sienten cierta conexión al nacer y durante el resto de su vida. Realmente me parece normal, es como tener a una hermana que nació al mismo tiempo que tú y ya, pero ahora mismo noto que es cierto. Lo que pasa con Sarah y conmigo es que cuando estamos mal buscamos refugio entre los brazos del otro. Ahora mismo me hace falta porque nuestro mejor amigo está sufriendo y no sé qué hacer para ayudarlo.
Ahora mismo no tengo mente para pensar en palabras de consuelos, ahora mismo solo quiero que los problemas acaben.
Observo con impresión a Taylor cuando sale de la casa rodante y trago saliva recordando a su papá. Maldición, es la copia.
Él abraza, se despide y habla con todos y eso solo hace que mi estómago se revuelva. No quiero que se despida, no quiero que él también me deje. Primero Sarah y ahora él, ¿qué mierda está pasando con mi vida?
—Deséame suerte, cara de mono —él me sonríe y siento mis ojos llenarse de lágrimas.
No dudo en abrazarlo con fuerza deseando volver a hacerlo. Deseando que esta no sea la última vez porque no podría afrontarlo.
—Salva a tu chica, hermano —sonrío y él asiente observando algo detrás de mí.
— ¿Le pasa algo? —pregunta y giro encontrándome con la cara de Tiffany. Está sumamente pálida y se nota que se siente muy mal.
—Voy con ella —asiento y lo vuelvo a abrazar recordándole que si se muere lo mataré.
Me acerco a Tiff y frunzo el ceño al notar que está temblando mucho, que está más pálida que antes y parece estar fingiendo que todo está en orden.
— ¿Qué tienes? —toco su cara y frunzo el ceño al notar que tiene fiebre. Ella intenta negar pero calla cuando un pequeño quejido sale de sus labios.
—Llévala al hospital ya —David me ordena y yo asiento ignorando los murmuros de Tiffany.
La cargo y camino con rapidez al auto sintiendo los nervios crecer con cada segundo.
¿Es algo grave? ¿Por qué no está insultándome? ¿Cómo estará Taylor? ¿Y si el parto se adelanta?
—Tranquila, amor, ya vamos a llegar —pongo una mano en su pierna y ella aprieta esta con fuerza respirando hondo. Se nota que está sufriendo pero Tiff nunca demuestra su dolor, ella prefiere ocultarlo.
Estaciono sin ningún cuidado y salgo del auto tomándola en brazos. Varias personas nos miran raro pero yo camino lo más rápido que puedo más angustiado que nunca por la cara de Tiff. Sus ojos están completamente llenos de lágrimas y su labio inferior está temblando muchísimo, eso quiere decir que tiene ganas de llorar.
— ¡Necesito un doctor! —grito apenas entro al hospital y varias enfermeras corren hacia mí preguntando cosas que no me importan y no entiendo.
Tiffany sujeta mi mano con fuerza en todo momento y yo la sigo con rapidez cuando la acuestan en una camilla mencionando las palabras que menos quiero escuchar: está en labor de parto.
— ¡No! No quiero, ¡Simón, sácame de aquí! —sus gritos aterrados me angustian más pero no puedo hacer nada. Ni yo, ni la doctora, ni nadie. Cuando apenas me doy cuenta ya estoy vestido todo de azul sujetando su mano en medio de la sala de partos.
Tiffany tenía horas con contracciones pero no había dicho nada para no preocuparme. Ella no quería que la atención se centrara en ella con un secuestro de por medio.
—Es mi culpa, yo dejé que esto sucediera —sus murmuros en medio del llanto me vuelven loco de la preocupación pero no dudo en negar dejando varios besos por su cara.
—No es tu culpa, amor, el bebé ya quiere salir y...
— ¡Vamos, Tiffany!—la doctora la alienta y ella llora completamente aterrada.
Sé que el dolor no es el causante de su llanto: es el miedo. Tiene miedo de que el bebé nazca en malas condiciones y sé que si eso pasa se sentirá absolutamente culpable. Es tan jodidamente rencorosa que sé que jamás se perdonaría perder a Sean, eso acabaría con ella.
—Si yo no le hubiera pedido a Dania que peleara... Ella hubiera podido escapar —sus quejidos me hacen caer en cuenta del por qué dice que todo es su culpa —... Yo aguanté mucho dolor y... Me llené de emociones negativas... Mi bebé... —llora descontroladamente y sin contenerse. Por primera vez, Tiffany Burgues se deja ver sin una máscara anti emociones de por medio.
—Sean estará bien, amor, nada es tu culpa —sin poder aguantar más lloro junto a ella. Me mata verla así. El llorón de nuestra relación soy yo.
— ¡Vamos, Tiffany! Tienes que pujar con más fuerza —seco el sudor de su frente y contengo un quejido de dolor cuando sus uñas se clavan con muchísima fuerza en mi mano indicándome que ese dolor es mínimo a comparación de lo que está sintiendo.
—Tú puedes, preciosa —ella aprieta sus ojos con fuerza y puja soltando gruesas lágrimas. Su cara está tan roja como su cabello y su expresión refleja el dolor absoluto que siente.
— ¡Se le puede ver la cabeza, chicos! —la doctora grita y yo río y salto sin poder contener mi emoción.
Vale, tengo una mezcla de muchas emociones pero ¿qué puedo decir? Mi primer hijo está por nacer, mi mejor amigo está en medio de un operativo peligroso, las mejores amigas de mi novia están secuestradas, mi hermana huyó... Estoy en medio de un completo caos.
—Tú puedes, eres la mejor —dejo varios besos por su cara y ella me observa fijamente antes de cerrar los ojos y pujar con todas sus fuerzas.
— ¡Eso es! ¡Así, Tiffany! —La doctora la alienta y todos nos quedamos paralizados cuando el único grito por parte de la embarazada sale en medio del llanto agudo de un bebé. Mi bebé.
...
¿Qué opinan de nuestro despechado Anthony?
Tenía pensado narrar de una vez el capítulo de Sarah pero no, no tendría sentido con tantos detalles importantes sueltos. El siguiente capítulo será el último como repaso de todos los acontecimientos antes de la llegada de Sarah así que respiren hondo porque falta poco para obtener todas las respuestas a las miles de preguntas que sé que se están haciendo.
¿Ya se unieron al grupo de facebook? [Team Areté].
Hay una chica que está armando un grupo en whatsapp, entren al grupo de facebook para obtener más información al respecto, (cabe destacar que yo no estoy en dicho grupo así que a cualquiera que vean diciendo que soy yo, es falso).
Con mucho amor y un beso en la boca.
—Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top