38. Utilidad

Recostada en la cama, Lisa con desinterés ignoraba la libreta que a su lado le ofrecía. Comenzaba a cansarme su actitud.

—Por favor, Lisa. Nada te cuesta echarle un vistazo y decirme tu opinión.

—Lincoln, mi opinión es que no quiero volver a perder el tiempo con tonterías como lo fue aquél libro de Lucy.

—Pero esto no es un libro, es una libreta.

—Es lo mismo. ¿Dices que lo encontraste en el ático? Entonces sólo es más basura vieja.

—Pero el nombre del abuelo está aquí anotado, junto con el del bisabuelo Christopher.

Interesada en lo que con insistencia trataba de llamar la atención de Lisa, seguida de Lola, Luan se acercó.

—Linc, puedo ver eso.

Esperando que con un poco de suerte Luan pudiese ser de ayuda como hubiese querido lo fuera Lisa, se la di. Conforme la hojeaba fruncía el ceño y mostraba sorpresa. Lola veía las anotaciones sobre su hombro derecho, mientras que por el izquierdo su gemela lo hacía.

—¿Qué idioma es ese? —Lana preguntó.

—Parece francés —Le respondió Lola—. El idioma del amor.

—También es el idioma de la mitad de la gente que vive en este país —señaló Lynn—, creo.

Luan asintió conforme prestaba atención a lo que estaba escrito ahí.

—La bisabuela Harriet lo hablaba.

—¿Cómo es que sabes eso? —Lucy le preguntó intrigada.

—Porque este diario parece que lo escribió precisamente ella.

Esta vez Lisa alzó la vista finalmente interesada en lo que mis hermanas murmuraban. Lily se acercó al grupo que se congregaba en la cama conmigo donde Luan se había puesto a hojear el diario.

—Luan, ¿qué diche?

—Hmmm... no estoy segura. No conozco mucho del idioma salvo unas pocas palabras. Lisa, entre los idiomas que conoces ¿no sabrás francés?

Un tanto insegura, ella finalmente pidió que le mostraran el diario. Con cuidado pasó todo hasta la primera página para leer en silencio.

—Lamentablemente el idioma no es precisamente mi fuerte, aunque estaba en mi lista de futuros estudios.

Suspiré fastidiado al pensar con desánimo el problema que tendría para entender el escrito, había confiado mucho en que Lisa podría traducirlo.

—No lo entiendo —Lola exclamó—. ¿Y qué si eso lo escribió nuestra bisabuela? Si es su historia, pues papá ya nos la contó.

Luan le explicó lo que también yo había pensado.

—Pero es distinto porque esta es la historia contada directamente por ella, así que tendría más detalles, además que todavía no sabemos qué es lo que la bisabuela estaba haciendo aquí adentro en ese entonces.

—Deduzco que terminar de gestar al abuelo —observó Lisa al saltarse todo hasta la última página todavía tratando de entender el texto—. La última entrada está fechada solo dos meses después de su nacimiento.

Luan sintió un escalofrío y se rascó el vientre mirando a su alrededor. Desde niña y hasta donde tenía memoria, en algunas ocasiones me había contado que desde que nací, siempre se quedaba intrigada cada vez que veía a mamá embarazada pensando en cómo se sentiría aquello. Aquél sitio debía estar lejos de ser el lugar idóneo donde seguro se imaginaría atravesar todo un embarazo.

De pronto escuchamos la puerta abrirse. Justo cuando Luan estaba por decir algo, me apresuré a arrebatarle el diario y arrojarlo con prisa bajo una de las camas para consternación de todas. Lola estaba por hacerme quizás la misma pregunta que el resto tenía en mente, cuando llevándome una mano a la boca le hice una seña para que se callara.

El abuelo entró para frustración de las chicas seguramente esperando que se tratara de Bart. No estaban del todo seguras aún de mi teoría sobre responsabilizarlo por lo que nuestros abuelos le habían hecho a papá. Cómo ellas, también había perdido la esperanza que se tratara de él.

Ingresó rodando el carrito con la comida del día, cuando sus ojos se detuvieron de manera inquisitiva sobre mí. De pronto con horror se me ocurrió que el abuelo era capaz de leer la mente y en la mía viese el misterioso diario de la bisabuela Harriet.

Con la boca seca y cansándome de la acusación silenciosa que me hacía, sacando valor conseguí preguntarle:

—¿Qué?

—Caaa... maaa... —musitó arrastrando las palabras como si pensara yo era tan lento para entender algo tan simple para él.

Pasados unos segundos, me di cuenta que estaba sentado en el mismo sitio que Luan, las gemelas y Lily.

—¡Oh, vamos! ¿Es en serio? Estamos vestidos y sólo hablábamos.

La mirada que me dirigió era clara. No me preguntó nada para que le haya respondido eso, además que claramente no le interesaba mi explicación.

Me fue bastante frustrante además de vergonzoso que, con sólo dar únicamente un paso hacia mi dirección, consiguiera que saltara aterrado para alejarme de su alcance.

Detuvo su andar y miró a mis hermanas quienes bajaron la cabeza en actitud derrotada. Pude notar como Lynn apretó sus manos y su mandíbula se tensó, pensé, probablemente furiosa por la forma tan cobarde en que reaccioné. Valiente hombre de la casa resulté ser.

En silencio recogió lo que dejamos del desayuno para ponerlo en la bandeja.

—Abuelo Lynn... ¿puedo hacerte una pregunta?

Apenas y nos atrevimos a levantar la vista brevemente hacia Lola, siendo Lana quizá la más impresionada, y no era para menos, aunque ya habían pasado unas pocas semanas, el recuerdo de la paliza que el abuelo les dio debía de seguir muy presente.

—¿De qué se trata, niña? —rumió seguramente recordando también el incidente, siendo quizá el motivo por el que no se tragó la actitud tierna y aniñada de mi hermana al hablarle y que tan bien le había resultado para conquistar a los jueces cuando solía participar en sus certámenes.

—Me preguntaba si tú... sabes hablar francés.

Contuve el aliento. Temí que Lola le hablara del diario y le pidiera lo tradujera para nosotros, algo que por supuesto el abuelo no solamente no haría, sino que seguramente se lo llevaría para destruirlo. No creo que le hiciera mucha gracia saber que teníamos algo así con nosotros.

—Sí, lo hablo. ¿Por qué?

—Me... me preguntaba... sabes, siempre he tenido curiosidad por aprender el idioma y... ¿crees que podrías enseñarme? Estoy segura que a los demás también les encantaría aprender.

Lana parecía a punto de abrir la boca para mostrar su disconformidad, cuando detrás de ella, Lynn le apretó los hombros como advertencia. El abuelo nos miró largamente y respondió justo lo que ya temía, pero no por ello dejé de admirar a Lola por intentarlo.

—No tengo tiempo para eso —tomó el carrito y se dirigió de nuevo hacia la puerta, parecía punto de retirarse cuando de repente se volvió hacia ella—. Pero puedo traerles algunos libros para que lo estudien por su cuenta. No estaría mal que se cultivaran un poco en lugar de quedarse sólo holgazaneando todo el día.

Y como vino se marchó.

Todos soltamos el aliento que habíamos contenido. Yo no había sido el único que se había puesto nervioso ante lo que Lola pudo haber dicho.

—Buen trabajo —Lisa la felicitó—. Cuando nos traiga los libros, a lo que de verdad espero no haya sido una promesa falsa, podremos estudiar el escrito.

Pero no entendí por qué lo ocultaste, Linky —Leni me preguntó—. ¿No hubiera sido más fácil pedirle al abuelo que nos tradujera el diario él mismo?

Parecía que incluso Lana y Lily tenían la misma duda.

—Estoy seguro que no habría querido, además tampoco creo sepa que exista ese diario; de hacerlo presiento nos lo quitaría. De no ser por papá, tal vez el abuelo hubiera preferido que no supiéramos mucho acerca de la familia.

Lisa con Lucy asintieron compartiendo conmigo mi sentir. Lola y Lynn se miraron entre sí sin tenerlo muy claro, pero comprendiendo al final que lo mejor era guardar silencio al respecto.

Descubrimos la comida del día y entre Leni y yo terminamos de repartirle a todas sus porciones correspondientes.

—Gracias, mami. —Lily le dijo a Leni cuando ella le entregó su platillo, ella en respuesta le sonrió y le dio un beso rápido en la frente.

Lola parecía de malas de nuevo.

—¿Qué te pasa ahora? —Lana le preguntó—. ¿Estás enojada porque ahora tendremos una nueva clase qué estudiar? Eso fue culpa tuya.

—No es eso. Por el contrario. Gracias al abuelo, si de verdad nos trae esos libros, creo que nos servirá aprender francés, pero... no era él a quien esperaba ver.

Me molesté por su insinuación. No es que me gustara verle la cara al abuelo, aunque tampoco estaba seguro quién podría ser peor entre esos dos.

—Tal vez la próxima visita sea de Bart. —Con buen humor Luan le respondió agriando el mío.

—Tampoco hablaba de él. ¿Es que a papá se le olvidó que existimos?

Esa... en realidad era una buena pregunta. Ya habían pasado varios días desde su última visita que ya no me hacía tantas expectativas de verlo a él como al abuelo o Bart.

Comimos a disgusto, en esta ocasión de forma inusual lo hice al lado de Lisa y Lola, con el incompresible diario junto a nosotros como si a fuerza de voluntad pudiésemos conseguir comprender sus secretos.

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Lamento la demora, chicos. Tal vez esto dejó hace meses de ser a dos actualizaciones por semana, pero procuraré que por el momento como mínimo sea entre semanal y quincenal. ;-)

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