dix.

El final, la última cosa de la lista, que llevaba más taches que cheques, decía:

«Número diez; te cuida de los extraños.»

DongMin se puso a pensar, miró al chico a su lado y luego las compras que fueron a hacer. Hm... ¿cuidarlo de extraños? 

En lo que trataba de recordar si en algún momento salió el lado protector de SanHa, alguien pasó a su lado. Y vaya sorpresa. ¡Era un ladrón! Estaba intentando llevarse su cartera, en donde estaban todos sus documentos y dinero.

―¡Suelta!

―¡No, tú!

―¡Dame el dinero!

―¡Solo son 50 wons! ¡SanHa! ―Llamó al híbrido que solo los veía aburrido.

Eso definitivamente era un tachón con rojo sobre la última cosa de la lista.

Cuando el ladrón no logró quitarle lo que quería, le golpeó justo en la rodilla, haciéndole retorcerse mientras él se daba a la fuga.

Después de maldecir unas cuantas cosas, DongMin se recompuso, y miró mal a SanHa quien silbaba nada más.

―¿Por qué no ayudaste?

―Hubiera sido algo terrible para el mundo el que me pasara algo, humano.―DongMin frunció los labios―. Se llevó la bolsa de chocolates.

―¡No! ―Chilló el mayor ―. ¡¿Por qué no se los quitaste?!

―Soy mitad perro, humano idiota, a mí me hace daño el chocolate. —Respondió SanHa con obviedad retomando el camino.― ¡Apresura, hace frío!

[...]

Y así, daba fin a las 10 cosas de cómo saber si tu perro te ama. Solo hubo una de diez... DongMin hizo la lista una bolita y la lanzó al basurero. Según eso, su híbrido no le quería. Y luego de la experiencia de esa noche, ya empezaba a creer que SanHa probablemente le odiaba o poco le importaba.

―Oye, Hannie, ¿por qué no vas a vivir con mamá? ―El pelirrubio detuvo lo que estaba haciendo mirándolo fijamente―. Quiero decir, ni siquiera entiendo porqué quisiste quedarte acá conmi-

―No.

―Pero estarás más cómodo con ella ―solo era de ver como trataba el híbrido con cariño a su mamá―, además no es muy lej-

― ¡No, no! ―Gruñó más alto, con sus orejitas erizadas―. No quiero, acá es mi casa. No quiero, ¡no quiero! ¿Es porque me porto mal? ―se iba acercando conforme hablaba, DongMin solo lo miraba desde su lugar―. ¿Es porque no te llamo por tu nombre?

―En realidad es por-

―¿Me quieres devolver al centro de adopción? ―La tristeza con que soltaba cada cosa, le pegaba más al pelinegro―. ¿Ya no me quieres, humano? ―SanHa se puso frente a él, sus orejitas ahora agachadas y su cola, normalmente en el aire, ahora tocaba el suelo―: ¿Ya no me quieres, DongMin? 

El pelinegro jaló a SanHa, abrazándolo.

―Claro que sí. Es solo que creí que tú eras el que no me quería.

Así, DongMin le contó acerca de la lista, y del vídeo y las "10 señales", lo que le ganó una reprimenda por parte del más bajo.

―Eso es estúpido. Tenemos modos distintos de demostrarlo.

Por ejemplo, esperar a que vengas del trabajo despierto (porque me preocupa que no regreses); o alejar a todos los que se acercan demás (no es que fuera tímido, solo protegía lo que es mío) o gruñirle a los pulgosos (especialmente MyungJun) cuando los veo demasiado cariñosos contigo; o tratar de disimular mis ganas de tirarme hacia tus brazos con ignorarte cuando intentas darme mimos o cuando tienes que salir; o que me encante tu olor, pero soy demasiado terco para admitirlo, pensó SanHa, claramente sin decirlo en voz alta. En cambio añadió:

―Mi antigua familia no me quiso porque era demasiado afectuoso, así que... tuve que cambiar. Y me acostumbré... Pe-pero intentaré ser menos frío ―dijo con sus mejillas rosaditas, y sus orejitas moviéndose.

El pelinegro solo sonrió, y le abrazó con más fuerza.

―¿Me dejarás darte mimos? ―SanHa hizo una mueca haciéndolo reír―. Entonces tendré que dárselos a-

―¡Ni se te ocurra! ¡Solo a mí! ―Reclamó mordiendo su hombro juguetonamente―. Y no quiero que vayas consintiendo a pulgosos.―DongMin contuvo la risa, sabía a quien se refería―. ¡Solo a mí! Eres mi humano, solo mío ―murmuró SanHa antes de hundir su nariz en el espacio de su cuello. De verdad le encantaba el olor del pelinegro. Pero eso no lo diría, no mientras los nervios le carcomían, pensó el peliclaro disfrutando de las pequeñas caricias que él dejaba en su cuello, con una tímida sonrisa y un sonrojo leve, que a DongMin se le hizo adorable.

¿Cómo saber si tu perro te ama? DongMin simplemente lo sabía, y no necesitaba la aprobación de 10 estúpidas "señales".

Y la próxima vez que Bin le etiquetara en vídeos así, procuraría ignorarlos.

Fin.

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