Rosa


Al final no vino ese mismo día, tardó casi una semana en organizar todo, mandar solicitudes y empacar, pero a mí no me importó esperar con tal de verle de nuevo. No me odiaba, y solo con saber eso podía volver a respirar.

- ¿Dónde estás? –pregunté dando vueltas por la estación de autobuses, inquieto, impaciente por volver a verle. – ¿Vas en uno azul?

- No, es negro...

- No veo ninguno negro, quizás me hay-

- ¡Ah, no, espera, sí es el azul! –exclamó de improvisto, haciendo que yo pegara un respingo en el sitio, llamando la atención de varias personas. – Te dije el color del interior.

- Oh, ya te veo.

- Yo no –divisé desde lejos como bajaba las escaleras con una mochila de mano cargada a la espalda, como ponía un adorable puchero y me buscaba con la mirada. – No te encuentro, Hobi...

Corté la llamada, disfrutando de la cara que puso al ver cómo le había colgado. Era tan gracioso, parecía un niño perdido. Rodeé el bus y me acerqué sigilosamente por la espalda para sorprenderle abrazándole por detrás y levantándole.

- ¡HOBIIIIII! –exclamó eufórico, girándose y colgándose de mi cuello sin parar de reír, cosa que yo tampoco podía evitar. Me daba igual quien nos viera, quien nos mirase o que comentarios estuvieran haciendo. Le había echado tanto de menos que solo podía pensar en lo feliz que me sentía teniéndole de vuelta. – Mira, mira lo que tengo, mira –dejó las mochilas en el suelo y se señaló la oreja, en la cual destacaba dos bonitas piezas negras.

- ¿Te has hecho dos pendientes?

- Tres –se señaló la otra oreja, mostrándome una pieza completamente idéntica a las anteriores. – ¿Te gustan?

- ¿NO TE DOLIÓ?

- No –se encogió de hombros, sin darle importancia a otra de las cosas que más me aterraban en la tierra, las perforaciones. – ¿Te gustan?

- ¡Pero eso es como clavarte algo, tiene que haberte dolido muchísimo!

Rodó los ojos y tras suspirar, me agarró de los mofletes y acercó mi rostro al suyo, callándome de inmediato. Yo le miré atónito, sin saber qué narices iba a hacer, pero para mi suerte –o desgracia más bien – tan solo repitió la pregunta en voz alta y vocalizando mejor.

- ¿TE GUSTAN O NO?

- S-sí, te quedan muy bien...

- ¡Genial, sabía que te iban a gustar! –exclamó alegre, haciendo el tema a un lado y yendo a recoger las maletas, dejándome con cara de idiota que no terminaba de comprender lo que acababa de suceder.

Después de eso nos dirigimos al coche de mi madre que yo tenía aparcado en la salida, guardando las maletas en el maletero y poniéndonos en marcha al que sería nuestro nuevo hogar, porque sí, Taehyung iba a mudarse conmigo.

¿Qué iba a ser una tentación constante?

Lo sabía.

¿Qué iba a ser un desastre total?

También lo sabía.

¿Qué él muy desgraciado se saltaría cada norma impuesta sobre las películas de miedo?

Seguramente.

Pero era Taehyung, y aunque me metiera al mismísimo Gozilla en casa, se lo perdonaría y me sería imposible enfadarme, y menos aún después de haberlo pasado tan mal alejado de él. Ahora sí que no lo soltaría ni dormido.

Resultaba que con el paso de las semanas y las insistencias de su abuela, Taehyung terminó entrando en razón y accediendo a ir a la universidad, obviamente asegurando a su abuela que la visitaría cada día que pudiera. Dio por hecho que tenía un hueco en mi piso, y efectivamente no estaba equivocado. Aunque yo tuviera que dormir en una alfombra, Tae viviría bajo mi mismo techo.

Cuando llegamos, lo primero que hicimos fue colocar sus cosas en la habitación de invitados que ahora pasaría a ser suya. No era un piso grande, pero era perfecto para dos personas, ahora se sentía adecuadamente completo, como si lo que faltaba todo este tiempo, finalmente hubiera llegado.

- A-yúdame a pe-pegar este... ¡ah! –se tambaleo sobre la cama, reponiéndose inmediatamente y sosteniendo la enorme foto plasmada en papel, contra la pared. – e-este póster, hyung.

- ¿Un perrito? ¿En serio? –pregunté con sorna, contemplando la adorable figura que destacaba en la hoja tras haberla terminado de pegar. Tae asintió emocionado y se dejó caer en la cama. – Los perritos son lo mejor del mundo.

- Tú eres como un perrito –me salió sin pensar, más que nada porque era verdad y así lo sentía. Y como si me hubiera leído la mente, comenzó a imitar los ladridos de un perro y se acercó a gatas hasta mí, haciéndome caer también de culo sobre el colchón. Reí y le seguí el juego, acariciándole la cabeza como si realmente fuera uno, y lo mejor de todo es que reaccionó de la misma forma que lo haría el animal. – ¿Realmente te gusta que te acaricien? –pregunté atónito, y él sin dejar el extraño juego de lado, sacó la lengua y asintió varias veces con la cabeza. Yo reí y volví a acariciarle. – Eres tan adorable que podría comerte.

- ¡Los perros no son comestibles, bobo, d-digo... grrrrrrrrrr! –me gruñó de la forma más tierna existente, comenzando a poner a prueba mi autocontrol.

- Anda, ponte en pie y vamos a hacer la cena.

- ¡PIZZA, PIZZA, PIZZAAAAAAAA! –exclamó de inmediato, dejando el juego de lado y centrándose en su nuevo objetivo.

- Hay en la nevera. Sácala y métela en el horno.

- ¿Podemos comerla en el salón mientras vemos una peli?

- Claro.

Y media hora después nos encontrábamos en el sillón, arropados con una manta, Taehyung tumbado sobre mí entre mis piernas, y un plato de pizza vacío en el suelo. Pero eso no era todo, pues lo más importante destacaba en la tele, y era una horripilante película que había escogido el castaño.

De zombies.

De zombies, sangre, tripas y sustos.

Y a pesar de que yo me había negado, él había insistido y todo fue su decisión, ahora quien se agarraba a mi cintura, mirando la pantalla con los ojos de par en par, aterrorizado cada vez más a cada segundo que transcurría, era Taehyung. Bueno, yo también estaba muerto de miedo, pero en mi caso era de esperarse.

- ¿Se puede saber para qué pones esta peli si también te da miedo?

- Porque no me importa pasar miedo si estoy con Hobi, es divertido.

- ¿Crees que yo te protegería si viniera un zombie?

- Mmmmm... – ladeó la boca con actitud pensativa, me miró desde abajo, y terminó asintiendo para seguidamente volver a recostar su cabeza en mi pecho. – Sí, si lo harías.

- Saldría corriendo nada más verlo, ya sabes que soy un miedica.

- Me salvarías.

- No lo haría.

- Sí lo harías.

- ¿Cómo estás tan seguro?

- No lo sé, eres Hobi, me salvarías y ya está. Y luego yo te salvaría a ti.

-...

- ¿Qué pasa?

No se que me empujó a hacerlo, o porque sentí que ese momento era el indicado cuando no tenía nada de especial. Quizás porque me alegraba demasiado por verle y la felicidad me nublaba la razón, pero lo hice, y me nunca me arrepentí ni una pizca de ello.

- Taehyung, te quiero.

Levantó la vista de nuevo, lentamente, mirándome como si no hubiera escuchando bien. Y entonces todo su rostro se tornó rosa, comenzando por las mejillas. Me abrazó y escondió rápidamente su cara en mi pecho, casi rompiéndome la cintura con el agarre.

- ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH! –gritó, aplacando un poco su voz con mi cuerpo, pero eso no hizo que yo me sintiera menos desconcertado. Yo me acababa de declarar y él gritaba, todo muy normal, claro. Para mi alivio, levantó ligeramente la cabeza de nuevo, aún sin soltarme, mirándome desde abajo con el rostro aún teñido adorablemente de rosa. – Era un grito de felicidad –me explicó con tranquilidad en un susurro. – Es que me gustas mucho.

- ¿Te gusto?

- Y te quiero.

- ...

- Mucho también.

- ...

Me habría gustado decir que fui yo quien tomó las riendas en esa situación, quien le agarró y besó como en una película, pero mentiría. Fue él quien me soltó, quien se gateó torpemente hasta estar a mi altura, hundiendo dolorosamente mis costillas en el proceso, y me besó.

- ¿Soy tu primer beso? –asintió y yo sonreí. – ¿Te arrepientes?

- Me arrepiento de no haberte dado el puesto antes.

- Coincido con eso.

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- En otra parte estaban Jin y Namjoon dándose amor con lubricante de fresa - 

Sí, tenía que poner esto porque el capítulo se titula rosa y rosa = Jin o Namjin 

P.D: También es mi color favorITO VIVA EL ROSA DIVA BITCHES. 

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