Jared y Duncan.

*NOTA: Un actor que se parece bastante al Jared de mi retorcida mente está en la portada (al inicio) de este capítulo.

Capítulo 9.

Jared y Duncan.

*Dedicado a Conejito, gracias por tus "lluvias de ideas".

Jared suspiró embriagándose del maravilloso aroma a madera, tierra y lluvia; esa fragancia que ahora era su hogar, su refugio.

Con cuidado, acarició la frente de Duncan; de alguna manera que era difícil de explicar, pero últimamente normal para ambos, Duncan se había extendido por completo sobre Jared, amoldándose a él después de haber hecho el amor. Duncan tenía el rostro de lado, apoyando la mejilla sobre el estómago de Jared, mientras que la palma de su mano descansaba abierta sobre el corazón de su pareja.

Por la posición, Jared no podía verle bien el rostro, pero el suave y acompasado aliento que chocaba contra su piel desnuda le decía que estaba completamente relajado, y dormido.

Sonrió feliz de tenerlo entre sus brazos de nuevo, días antes Jared había salido de viaje por una cuestión del corporativo, Isaac Bennett le había pedido expresamente que él se hiciera cargo de un asunto urgente y así lo había hecho; lo único que lamentó fue haber ido solo, le hubiera encantado llevar a Duncan con él y probablemente tardarse unos días más haciendo alguna parada en un paradisiaco destino; pero este no aceptó, escudándose en su compromiso previo con Johan, los demás del grupo y los entrenamientos.

Duncan se removió un poco sobre Jared, dejando salir un ligero gruñido, acomodándose mejor y después se volvió a sumir en la inconsciencia.

Jared sospechaba que, en el fondo, Duncan aun se sentía "fuera lugar", y eso al delta le dolía, le dolía no poder hacer que Duncan estuviera total y completamente satisfecho con él, con su relación, con todo. Jared tenía una idea de qué podría ser la respuesta, seguramente eran esas barreras que años atrás había construido para "aislarse" de los demás, esas que aún no quería ni iba a derribar por completo y que no dejaban ver su verdadero yo, esas barreras que eran su protección contra el mundo; aunque con Duncan era diferente, pues en la seguridad de su apartamento no tenía reparos en decirle que le quería, abrazarle y besarle, lo único que había hecho en público en muy pocas ocasiones era tomarle de la mano, pero quien iniciaba el contacto era él, Duncan solo lo había hecho tres veces y no porque no lo deseara, sino porque no quería incomodar a Jared frente a los demás, el beta se lo había expresado claramente.

Lo que sí era un hecho era que se deseaban, se amaban y se extrañaron como locos, prueba de ello fue cuando recién llegó a Muna hacía unas horas; Jared había arribado antes de lo planeado, por lo que fue una verdadera sorpresa para Duncan al regresar al apartamento; y durante su encuentro Jared le había tomado por lo menos dos veces, de manera enérgica, urgida, tan necesitada que seguramente había dejado la huella de sus dedos en la cadera de Duncan al sostenerle con demasiada fuerza. Su lobo era muy posesivo y dominante con el beta en la intimidad, parecía que nunca iba a tener suficiente de él, y ambos lo disfrutaban muchísimo.

Duncan volvió a moverse, esta vez abriendo los ojos y mirando hacia arriba.

—¿Sigues despierto?— preguntó el beta con la voz algo ronca.

—Creo que el cambio de horario me afectó— contestó, acariciándole la frente, echando su flequillo hacia atrás.

—Intenta dormir un poco, sino mañana estarás muy cansado.

—Lo hare, cariño.

Duncan volvió a apoyar la mejilla en su estómago y cerró los ojos.

Jared no podía dejar de mirarle, aún en la penumbra podía admirar algunas de sus marcadas facciones, esa cicatriz que surcaba su rostro le hacía ver como un bravucón, rudo y tal vez tosco, cuando en realidad era lo opuesto: noble, bondadoso, gracioso, protector, fuerte y muy sensible.

Duncan era maravilloso y, probablemente, lo único que le faltaba a Jared para poder llamarlo completamente suyo era pedirle matrimonio, lo cual haría pronto, pues en su viaje de negocios había aprovechado hacerse de los anillos: un par de aros de oro puro hechos especialmente para ellos, ya que en el interior tenían grabados el nombre del otro. Ahora la complicación era encontrar la ocasión para hacerle la propuesta. ¿Una cena a la luz de las velas en uno de los más lujosos restaurantes? No, seguramente Duncan ni siquiera querría poner un pie allí.

¿Invitarle a pasar una tarde en la playa? Probablemente muy sencillo. Tal vez solo debía esperar a que el momento justo llegase, podría ser durante una charla mientras tomaban café, o cuando salían a mirar por el balcón.

Entonces, una grandiosa idea cruzó por su mente: podrían hacer un viaje a Rilltown, ¿qué mejor ocasión para pedirle matrimonio que estando con su familia?

Y con esa imagen en mente cerró los ojos, disfrutando del calor que el cuerpo desnudo de Duncan le ofrecía, pudiendo dormir tranquilo.

Varias horas después, Jared parpadeó logrando percibir el brillo de la luz en la habitación y, dándose cuenta de que estaba solo en la cama, lanzó un bostezo largo, estirando los brazos, desperezándose.

—Levántate, dormilón— el cantarruneo de Duncan se escuchó justo cuando este abría la puerta; —oh, ya estás despierto.

El beta tenía una taza de café en la mano, la cual ofreció a su pareja. Jared se sentó, apoyando la espalda en la cabecera, mientras la sábana se deslizó hasta su regazo, cubriéndole lo necesario, pues aún seguía desnudo.

—Gracias— exclamó al recibirla, antes de darle un trago a la bebida oscura, mirándole con atención; aunque sin zapatos, el beta estaba bien vestido: la camisa blanca con las mangas recogidas hasta los codos y los jeans azul oscuro le ajustaban excelentemente bien.

—¿Aún tienes sueño?— preguntó Duncan, sentándose el borde de la cama.

—Un poco— volvió a beber de la taza, esta vez fue un sorbo más largo.

—Te lo dije, debiste intentar dormir anoche— Duncan se echó hacia atrás, pero sin llegar a pegar su espalda en el colchón, pues se mantuvo sobre sus antebrazos flexionando sus codos, y agregó entre preocupado y curioso, —¿quedaron asuntos sin resolver?— se refirió a su reciente viaje.

—Solo un par de cosas, llamaré a Noah y tal vez a Isaac— se pellizcó el puente de la nariz con el pulgar y el índice de la mano libre, presintiendo el ligero malestar que se iba a avecinar al imaginarse lo que le deparaba ese día y explicó, —debemos revisar algunos contratos y formatos, espero que para la tarde todo quede listo.

—Bien— exclamó Duncan incorporándose, —entonces date prisa, porque tú prepararás la cena.

—¿Yo?

—Sí, tú— reptó hasta él, fue sencillo acorralarlo, porque Jared no se movió ni un ápice cuando Duncan se acercó y continuó, —más te vale compensarme por haberme dejado solo estos días.

—Te pedí que me acompañaras— rebatió, no molesto ni reclamando, más bien como recordatorio.

—No iba a descuidar mis deberes.

—Yo tampoco.

Duncan soltó una risilla, no dispuesto a que se volviera una discusión y dijo, —lo sé, cariño, eres demasiado responsable— estiró el cuello y le besó en los labios, disfrutando del sabor a café en su boca.

Jared gimió cuando la lengua de Duncan le invadió y la mano fuerte de este le acarició la costilla desnuda, quiso seguirle el juego, pero en vez de ello le empujó con suavidad para cortar el beso.

—Será mejor que te vayas de una vez.

—¿Me estás echando?— Duncan se hizo el ofendido.

—Por supuesto que no, pero si seguimos con esto no vamos a salir de la cama pronto.

Duncan rio divertido, —tienes razón— le dio otro beso, esta vez corto y rápido antes de bajar del colchón.

Tras la partida de Duncan, Jared terminó su café repasando mentalmente los asuntos pendientes que tenía, después se duchó y con calma rebuscó en su equipaje, ese que había sido olvidado en el recibidor cuando apenas puso las manos sobre su pareja. En uno de los bolsillos interiores de la maleta estaba una pequeña caja negra, en su interior se encontraban los anillos, los cuales iba a ocultar en un lugar seguro: la mesilla de noche. Había una a cada lado de la cama, donde, en teoría, cada quien guardaba sus pertenencias personales, pues si bien llevaban unos meses viviendo juntos, cada uno tenía asignado sus propios cajones; él, por ejemplo, guardaba allí su arma, los cartuchos y, a partir de ese momento, la caja que esperaba pronto pudiera entregarle a su pareja. En cambio, los cajones de Duncan seguramente estaban vacíos, no era que hubiese mirado dentro de ellos, porque respetaba su privacidad, sino que lo deducía porque nunca le había visto abrirlos.

Después de ocultar los anillos, Jared se dispuso a terminar los asuntos del corporativo, se instaló en el comedor y encendió la computadora portátil; minutos después, Noah se comunicó con él y le propuso una video-llamada.

Los revisaré de nuevo— dijo Noah cuando Jared le explicó de qué iban los documentos que recién le había enviado vía e-mail.

—Como gustes, pero tienen que estar firmados por tu padre antes de mañana al mediodía— recalcó el delta.

Sí, sí; no te preocupes, no volveré a cometer otro error.

Las cejas de Jared se elevaron, curioso por el comentario; a lo que Noah exhaló y explicó, —hace unos días firmé algo sin prestar la debida atención a las letras pequeñas y, como te imaginarás, los abogados lame-botas no dudaron en ir corriendo con mi padre para insinuarle lo inútil que soy.

—No eres un inútil— contestó Jared, —un error cualquiera lo comete, estoy seguro de que ellos pudieron resolverlo.

Por supuesto, no les llevó más de un par de horas solucionarlo, pero no perdieron la oportunidad cotillear.

Noah era bastante joven para ocupar el puesto, al menos era lo que muchos pensaban, es por eso que no dudaban en señalar cualquier error que cometiese, por muy pequeños que esos fueran.

—¿Qué dijo tu padre al respecto?— indagó algo curioso y preocupado Jared.

Nada, no mencionó el asunto.

Isaac Bennett era un hombre práctico, él pensaba que si las cosas habían sido solucionadas no tenía por qué estarlo recordando, era mejor seguir adelante.

—Ya veo— musitó Jared.

Ey, ¿Cuándo vienen?— preguntó Noah más animado, cambiando el tema; —algunas cosas interesantes han ocurrido desde que Duncan y tú estuvieron por aquí la última vez.

Jared meneó la cabeza, —no creo que sea pronto— por un instante pensó en decirle que planearía un viaje a Rilltown, pero luego decidió guardárselo, con lo bocaza que a veces era Noah cuando estaba entusiasmado podría soltarle esa información a Duncan antes de tiempo; porque eso sí, Noah y Duncan a veces se telefoneaban y no por cuestiones de trabajo, Jared mentiría si negara tener celos a veces de ello.

Bueno, cuando vayan a hacerlo, avísenme, últimamente he estado yendo a ver a Liam; sería una pena que viniesen y yo no pueda reunirme con ustedes.

—¿Has visto a Liam? ¿Cómo está él?

Jared aun recordaba aquel suceso, cuando Liam le habló sobre sus sentimientos y él le rechazó de manera contundente, porque en ese entonces Jared solo tenía amantes por una noche y de vez en cuando, nada como lo que Liam deseaba de él; la respuesta fue tan devastadora para el humano que incluso Noah intervino, aunque el resultado no cambió.

Jared no se arrepentía de lo ocurrido, bueno, tal vez solo un poco respecto a la manera tan tosca en que lo rechazó, pero nada más; jamás iba ni habría cedido ante la petición de los gemelos, aunque le hubieran ofrecido dinero o bienes; porque Jared así era, además de directo, si decía "no" era "no" y punto, no había marcha atrás; tanto en los negocios como en la vida misma, Jared no hacía algo con lo que se sintiera incómodo o que no deseara. No obstante, siendo sinceros, sí existía alguien que había podido desquebrajar un poco esa barrera, ese era Duncan, pero también había costado, y muchísimo.

Se está adaptando, tiene un nuevo empleo y está contento, estoy feliz por él— contestó sincero Noah.

—Eso suena bien— concordó, luego suspiró y decidió que era momento de finalizar la video-llamada, pues aún tenía algunas cosas más qué hacer y después tenía que encargarse de la cena.

Pero Noah aún tenía un par de cosas qué decir.

Oye, Jared— se relamió los labios y el nombrado lo notó algo dubitativo, —hay algo que... bueno, no sé si deba decírtelo— se rascó el cuello, —aunque mi padre no me ha pedido discreción de todas formas.

—¿Qué cosa?

Noah se acercó a la pantalla, como si fuese a contarle un secreto, —en semanas recientes Dylan ha estado por aquí, para ser exactos lo he visto tres veces, se ha reunido con mi padre en su despacho y han estado allí por al menos una hora.

Jared se sentó derecho, pegando la espalda a la silla; Dylan Hall era un policía retirado, según recordaba era el hombre que fue compañero de trabajo de Max, su padre; con el pasar de los años la comunicación entre Dylan y Jared se había hecho mínima, así que no se le ocurría qué asuntos podría tener con Isaac Bennett.

Y no solo eso— agregó Noah, —la última vez que se reunieron estuvo presente un sujeto llamado David Cook, es un beta joven, yo jamás había escuchado de él y tampoco no sé de dónde viene, ¿tú le conoces?

Jared trató de buscar en su memoria ese nombre, pero nada saltó a su mente, —no— dijo, —no sé quién pueda ser; ¿le has preguntado a tu padre?

Si te estoy preguntando a ti, es porque no he ido con él. ¡Duh!— Noah rodó los ojos.

Jared hizo caso omiso de la burla y exhaló, —si es sobre alguna nueva inversión estoy seguro de que Isaac nos lo notificará, sino en privado lo hará en la junta de concejo.

Noah lo pensó por dos segundos y luego se encogió de hombros, —sí, tienes razón, tal vez solo me estoy apresurando.

—O puede que solo seas un cotilla.

¿Qué? ¿Ahora también ya haces bromas y chistes?— contraataco Noah, —estás adoptando las malas mañas de Duncan.

—Serás idiota— masculló Jared.

¡Eso también lo aprendiste de él!— le señaló.

El delta gruñó y luego cerró la portátil de un solo movimiento, tonto Noah y su tonta palabrería.

Abandonó el comedor solo para ir a la cocina y servirse un vaso con agua; sin planearlo pensó en el asunto de Isaac y Dylan reuniéndose con ese hombre llamado David Cook, eso le había causado algo de curiosidad, pero tras beber el agua decidió que haría caso omiso, como bien dijo, si era algo importante o que le incumbiera, Isaac o el mismo Dylan se lo harían saber. Dejó el vaso en el lavaplatos y regresó al comedor dispuesto a finalizar de una vez con todo, después cocinaría algo delicioso para la cena y pasaría el resto de la tarde y noche mirando televisión con su pareja.

Sí, sin duda era un magnífico plan.

...

Esforzándose por olvidar la llamada telefónica que recibió por la mañana, Duncan sostuvo su estómago cuando este dolió de tanto reír. Johan era bastante impulsivo en su forma lobo, quería hacer todo de inmediato y algunas veces se jactaba de poder realizar las cosas sin esperar a que le enseñasen. Entonces, ¿para qué le había pedido su ayuda?; se preguntaba Duncan, pero tampoco podía negar que se divertía con el chico. Esta vez había colocado un circuito de obstáculos para que el lobo de Johan lo recorriera. Como era de esperarse, el joven no permitió que su "tutor" le mostrara la táctica, por lo que, a modo de enseñanza, Duncan le dejó libre para que "aprendiera por sí mismo"; ahora el joven lobo estaba enredado en una red metálica, la cual se suponía debió haber sorteado al pasar por debajo de ella arrastrando el estómago.

—¿Te ríes de él?— Alex llegó a su lado, con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando el joven lobo luchar contra los hilos de metal, aunque la pregunta claramente era para el otro beta.

—¿Qué debería hacer, llorar?— contestó Duncan con otra pregunta.

Alex rodó los ojos, —se supone que debes ayudarle.

—Lo hago, así aprenderá.

—Tienes un método muy extraño.

—Tal vez— se encogió de hombros, —pero funciona.

—Si tú lo dices— suspiró deshaciendo su pose y cambiando de tema, —escuché que Jared llegará pronto— últimamente la curiosidad de todos incrementaba con respecto a las actividades de Jared fuera de Muna, pero no sería Duncan quien dijera a qué se dedicaba.

—Llegó ayer por la noche— explicó, —tiene aún cosas qué atender, así que puede que no le veas hasta mañana o la próxima semana.

Alex le miró, probablemente esperanzado de que dijera más, en cambio Duncan solo sonrió y fue hasta donde Johan seguía luchando con la red.

El joven lobo estaba bastante molesto, pero Duncan, con voz firme, le dijo que debía quedarse quieto y relajarse, porque entre más luchara más se enredaría en ella; luego lo liberó. Alex se mantuvo unos minutos más al margen, mirando, y después se marchó de allí.

Pasando del medio día, Lya buscó a Duncan y a Johan, alegando que debían ir al salón de tiros por petición de Alex.

Duncan había mejorado en ello, pero, si le preguntaban, no era de sus cosas favoritas; aun así, fue hasta allí y practicó un poco. Discutió con Alex, bromeó con Lya y se burló de Johan, aunque en realidad el más joven era bastante bueno, quien, como era de esperarse, no dudó en jactarse de ello, sobre todo cuando Zoé y Lya celebraban sus aciertos.

—Eres muy presumido— dijo Duncan cuando la jornada terminó, ambos recorrían el pasillo que daba a la salida del edificio.

—Admite que te da envidia— contraatacó el menor.

—Por supuesto que no.

—¿No lo admitirás?

—No me da envidia— explicó Duncan, —además, usar un arma cualquiera puede.

Johan comenzó a reír burlón, —estoy seguro de que no dirías eso si Jared estuviera aquí— porque Jared tenía el mejor récord en tiros.

—Niño, no creas que me conoces.

—No me llames niño— frunció el ceño, —recuerda que ya cumplí veintiuno.

Duncan rio y le revolvió el cabello solo para enfurecerlo más, —pues entonces compórtate.

Duncan estaba consciente de la poca habilidad que tenía Johan para controlar su lobo, honestamente, el chico era muchísimo más hábil con los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, pues era muy rápido, sobre todo usando cuchillos y navajas; por eso Duncan le había regalado un par de dagas gemelas en su cumpleaños veintiuno.

Se dijeron un par de bromas más, luego se despidieron y cada uno tomó su camino a casa.

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ESPACIO PARA CHARLAR: ¿De qué llamada telefónica querrá olvidarse Duncan? Les daré una noticia: el próximo capítulo (el número 10) será nuevamente de Jared y Duncan; ya en el número 11 se retomará la vida de los gemelos.

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