Agradecido.

*NOTA: Un actor que se parece bastante al Jared de mi retorcida mente está en la portada (al inicio) de este capítulo.

Capítulo 13

Agradecido.

Duncan prefirió dejar el auto en el estacionamiento del edificio, incluso, ni siquiera tomó las llaves de este.

Probablemente había actuado de manera infantil huyendo de esa manera tan dramática del asunto; pero ya era tarde para arrepentirse. Caminó por las oscuras calles, tratando de ignorar la sensación apretada en su garganta y el escozor en sus ojos; seguramente su vestimenta llamaba la atención de los pocos transeúntes, pero no le importó.

No tenía un rumbo fijo, así que decidió caminar hasta que se cansara, mientras trataba de ordenar el lío en su cabeza y aparentemente en su corazón.

Amaba a su madre, así que se tomó el tiempo para preguntarse: ¿Qué era exactamente lo que le incomodaba? ¿Compartir el cuidado y atención de Dafne con Alberto, o el hecho que se lo estuviera ocultando?

Después de pensarlo mucho tuvo la respuesta: ambas cosas le molestaban.

Él había estado acostumbrado a ser toda su vida el centro de atención de Dafne, ella era su única familia de sangre, la mujer que le cuidaba demasiado, quien le enseñó a ser leal y comprometido, la mujer que no le juzgó cuando supo su secreto sobre su "pequeño enamoramiento" por Julián, la mujer que pensó que le protegía cuando le ocultó la información sobre Fernando, la joven pareja de su padre.

¿Sería eso? ¿Dafne le estaba protegiendo al ocultarle su nueva relación con Alberto? Pero, ¿de qué le protegía? Probablemente Duncan seguía siendo un niño ante los ojos de su madre, pero ya era un "niño grande".

Mas tarde, sus pies comenzaron a doler un poco por la caminata y buscó un motel cercano, sin mucho ánimo ni atención al nombre o ubicación de este, fue a recepción y pidió un cuarto, ignorando la mirada curiosa de la encargada sobre su pijama.

Una vez dentro de la pequeña habitación, puso su bolsa de tela sobre una de las dos únicas sillas, el teléfono sobre la mesa y luego fue a la cama, echándose sobre su espalda; ni siquiera se molestó en prender la luz.

Pronto su visión se ajustó a la penumbra y logró notar la pequeña y delgada fractura en la pintura del techo.

Suspiró antes de que el estómago se le revolvía, de repente se sintió más cansado y ligeramente mareado; una acidez comenzó a subir por su pecho hasta su garganta y tuvo que levantarse con la mayor rapidez posible hasta el baño. Gracias al cielo llegó a tiempo hasta el escusado para devolver sus alimentos; sí, esa era la manera en la cual su cuerpo manifestaba el estrés. Se mantuvo unos minutos más sentado en el suelo, sosteniéndose del retrete y, cuando estuvo seguro de que ya no vomitaría de nuevo, tiró de la cadena. Se apoyó del lavabo y se puso de pie, encendió la luz del baño y miró su reflejo, viendo sus labios resecos y un poco pálidos, se veía enfermo; pero seguramente estaría mejor después de una siesta. Miró alrededor y notó un par de cepillos dentales, además de un mini dentífrico y jabón, todos en su empaque sellado; se aseó el rostro y la boca para después caminar lentamente hasta la cama. Se recostó y miró de nuevo hacia el techo, volviendo a asumirse en sus pensamientos.

Amaba a su madre, sí.

Y también amaba a Jared, era un hecho, pero sinceramente le gustaría que este fuera solo un poquito más expresivo en público, ¿acaso era tonto desearlo? Pensaba que sí, por eso no se lo había dicho, nunca había hablado de eso con él; además, no era como si fuera importante, ¿o sí? Duncan podría hacer pequeños cambios en su vida, y en sus deseos, por su pareja; un poco de sacrifico estaba bien.

Aunque la respuesta de Jared le dio un nuevo panorama, le hizo cuestionarse si Jared apreciaba o siquiera notaba ese sacrificio:

<< -¡No me quejo y jamás lo haría, pero yo cambié por ti!

-¡Nunca te pedí que lo hicieras! >>

Duncan era bastante emotivo y demostrativo con sus seres queridos en público, y eso nunca fue un problema: besaba a su madre en la mejilla constantemente, abrazaba a Julián por los hombros cuando caminaban juntos, incluso le daba suaves golpes con los puños a Bernardo en el brazo como una muestra de amistad y afecto. Era un poco inquietante que no pudiera hacer lo mismo con quien amaba.

Se removió un poco, acomodándose sobre su costado, sintiendo el cansancio en sus hombros, cerró los ojos dispuesto a entregarse al sueño si este llegaba, ojalá lo hiciera pronto; pero su teléfono móvil zumbó en la mesa de junto, sólo tendría que estirar el brazo para llegar a él, pensó que podría ser Jared y entonces la palma de la mano le picó por coger el aparato, quería escucharle, pero no sabía si estaba listo para hacerlo. Su deseo por oír su voz fue más fuerte, así que tomó el artefacto y, sin ver el identificador de llamadas, contestó.

-Hola, ¿hijo?- era su madre, -¿Cómo están? Espero no haberles despertado, no es muy tarde, ¿o sí?

La diferencia era solo de una hora, seguramente en ese momento en Rilltown eran cerca de las diez de la noche.

Forzó una sonrisa y la mejor voz, -¿Qué hay, ma'? Estamos perfectamente, aún no iba a dormir- mintió.

-Oh, bien; sé que esta no es la mejor manera de darte la noticia, pero... ¿tienes unos minutos, bebé?

Duncan notó el ligero nerviosismo en la voz de su madre, -sí, mamá-, se sentó y se acomodó hasta apoyar la espalda en la cabecera, listo para escuchar lo que ella tenía que decir.

...

Jared frotó su rostro con desesperación, molestia, tristeza, preocupación, impotencia... había una mezcla extraña y tan grande de sentimientos en él que ya no podía distinguirlos por separado.

Rodó sobre el colchón y fue evidente lo espacioso que era ahora, en esos meses se había acostumbrado a Duncan, ahora las sábanas se sentían demasiado frías.

Salió de la cama porque ya no podía soportarlo, Duncan le había dicho que le dejase solo, pero no estaba seguro de poder hacerlo; explícitamente el beta le había pedido que no le siguiera, y el cielo sabía que Jared se estaba esforzado muchísimo para cumplir su deseo, pero ya no podía más.

Caminó en círculos por la sala del apartamento, debatiéndose entre buscarle o no, no quería molestarle más de lo que ya estaba; y con justa razón estaba enfadado.

"Nunca te pedí que lo hicieras"; las palabras eran ciertas, nunca lo pidió, y ahora que lo pensaba tampoco le había agradecido lo suficiente por eso. Aunado a ello, la manera en la cual había escupido la frase fue inaceptable, si pudiera se golpearía así mismo... bueno, en realidad esa no era una mala idea.

Poco después, no le importó que el sol ni siquiera hubiera salido y tomó una ducha rápida antes de ir en su busca.

Un par horas más tarde, tuvo que hacer unas llamadas e investigaciones, pues no había rastro de Duncan donde supuso podría estar, y pronto tuvo la información que necesitaba, así que se dirigió al motel Balloom, donde su informante le dijo que Duncan se hospedaba.

No fue difícil obtener una respuesta positiva de la encargada, ella miró a Jared con ojos soñadores a pesar de que él se portó nada cortés con la joven mujer humana. El lobo subió las escaleras hasta el segundo nivel y buscó la puerta número cinco, fue sencillo abrir el cerrojo.

El ligero aroma a tierra, madera y lluvia bailaba en el aire, se acercó a la cama, donde las sábanas estaban revueltas y de donde emanaba con más fuerza el aroma, Duncan había dormido allí, pero, ¿dónde estaba?

La ventana estaba abierta, así que la sinfonía matutina de los vehículos y sus cláxones invadían el lugar; agudizó su oído e inmediatamente reconoció el sonido amortiguado de alguien regurgitando, tras la segunda arcada caminó hasta el baño y abrió la puerta, solo para encontrar a Duncan acuclillado ante el retrete, sosteniéndose del borde de este y con la cabeza hacia abajo.

Jared calló de rodillas a su lado y le sostuvo de los hombros y la frente para que el beta no fuera a caer hacia adelante, notando la ligera fiebre que tenía. Le acompañó silenciosamente hasta que vació su estómago y luego tiró de la cadena. Duncan no se quejó, sino que dejó su cuerpo laxo, echándose hacia atrás, apoyando su espalda en el pecho de Jared y quedando ambos sentados en el piso del baño.

Fue reconfortante sentir que las manos de Jared le acariciaban y frotaban los brazos, desde sus hombros hasta sus codos y de regreso.

-¿Cómo me encontraste?- preguntó Duncan por fin, no parecía molesto, más bien su voz era algo plana, ronca y cansada.

-Conozco a un par de detectives- contestó sincero.

-Oh, vaya- exclamó, luego llevó la mano a sus labios con rapidez y murmuró, -dios, debo apestar horrible.

Jared le besó la sien notando de nuevo que la piel de Duncan estaba bastante tibia, más de lo que debería.

-Ven, te ayudaré- le dijo, sosteniéndole con firmeza para levantarle.

Duncan se sentía un poco mareado y sin fuerza, así que se dejó hacer cuando Jared le sostuvo con estabilidad frente al lavabo para que se aseara la boca; al beta no le gustó su propio reflejo, estaba más pálido que la noche anterior y tenía ojeras; lo último debido a que no durmió bien, pues él y su madre habían hablado hasta altas horas de noche y después de ello Duncan permaneció pensando en muchas cosas hasta el alba, así que en realidad solo había dormido un par de horas; y vaya que pensó mucho y en todo.

Finalizó con su cepillado dental y miró mejor por el espejo a Jared, ahora que prestaba atención, notó que él tampoco se veía muy bien.

Duncan giró en redondo, encerrado y custodiado por los brazos de su pareja y el lavabo, enfrentándolo dijo: -Jared, sobre lo que sucedió ayer, yo quisiera...

Jared le interrumpió, -hablaremos de ello después, ahora debemos ir al médico.

El beta arrugó ligeramente el entrecejo, pensando que su compañero quería evadir el tema de nuevo, pero Jared colocó la palma de la zurda sobre su frente y agregó, -tienes fiebre.

-Estoy bien.

-No del todo, déjame cuidar de ti, por favor- Jared le acarició la mejilla.

Duncan sintió entonces los dedos fríos del otro sobre su piel y pensó en lo estúpido y contradictorio que era haber deseado anoche que Jared le mostrase su afecto y ahora estar negándose a sus atenciones.

Apretó los labios y asintió, dejando que Jared le tomara de la cintura y le ayudara a salir de allí.

Con las manos firmes, sosteniendo el volante con más fuerza de la necesaria, Jared condujo hasta la clínica de su confianza, esa donde sabía que podría encontrar un par de médicos y unas pocas enfermeras cambiafoma, no era como el complejo en Blue Hills, pero estaba bien, podrían tratar lo que sea que tuviera su pareja, o eso esperaba, pues el beta estaba comenzando a temblar de frio, haciéndose un ovillo en el asiento del copiloto.

Por otro lado, para Duncan todo comenzaba a parecer un sueño extraño, no podía enfocar su mirada y sentía el cuerpo cortado y dolorido, como si hubiera hecho muchísimo esfuerzo, trató de mantenerse despierto, pero sus parpados estaban pesados, así que después de unos minutos decidió dejar de luchar.

...

-Disculpa, pero ahora no puedo atender ese asunto personalmente.

El murmullo de Jared fue lo que le despertó, Duncan tragó al sentir su garganta reseca y después arrugó la nariz cuando el aroma a antiséptico le golpeo.

Parpadeó y buscó de donde provenía la voz, Jared estaba frente a la ventana, pero dándole la espalda a la cama donde estaba recostado el beta; le vio acomodar un mechón de cabello rojizo tras su oreja antes de responder al teléfono: -No sé cuándo, Isaac; son solo unos cuantos miles y sinceramente no me importa, así que véndalo.

Duncan trató de moverse y encontró su extremidad izquierda un poco extraña, no estaba inmovilizado, pero algo tenía; miró hacia abajo y vio una manguera conectada a una aguja, la cual estaba clavada a su brazo.

-Sí, después lo verifico- Jared colgó, y cuando dio la media vuelta tuvo que casi correr hacia la cama.

-¿Por qué tengo esta cosa?- preguntó Duncan antes de tratar de zafar la aguja.

Jared le tomó la diestra impidiendo que se quitara el catéter, -tuvieron que administrarte algo de suero- respondió.

-Ya veo- no continuó con su intento, sino que trató de sentarse y Jared le ayudó.

-¿Tienes sed?- preguntó luego.

Duncan asintió y pronto tuvo una pajilla cerca de sus labios; bebió y el agua le supo demasiado fresca. Después de ello Jared le colocó la almohada tras su espalda y más cómodo no pudo estar, excepto por las mangueras y tubos flexibles que le rodeaban una extremidad.

Horas atrás, cuando llegaron a la clínica, Duncan ya estaba inconsciente y Jared revivió aquella sensación cuando esos coyotes rondaron Muna; hasta ese entonces se había enorgullecido de poder mantener la calma y la cordura cuando había una emergencia, ataque o contingencia, pero con su pareja de por medio ya no estaba tan seguro de eso.

Jared tomó la mano libre de Duncan y se relamió los labios, listo para explicarle las verdaderas razones de haberse negado a su petición la noche anterior, porque tal vez si le hubiera dicho la verdad, habría evitado la discusión; pero, sobre todo, Jared estaba listo para disculparse, listo para decirle lo preocupado que estuvo y para hacerle saber lo importante que era para él.

-Lo siento, perdóname por favor- exclamó Jared.

Las cejas de Duncan se elevaron evidenciando su sorpresa, definitivamente no esperaba esas palabras, pero él le dio un pequeño apretón a sus dedos y continuó mirándole a los ojos, -hay algo que no te he dicho- dio un ligero suspiro y añadió, -cuando mi padre... durante las horas que descargaba su ira, el hombre tenía completamente el mando de toda la situación y ejercía tal fuerza sobre mí que llegué a odiarme por no poder defenderme ni poder detenerlo cuando yo quería que alejara sus manos.

Duncan se tensó, -¿acaso él te...?

Jared se dio cuenta de lo mal que podían sonar sus últimas palabras y enseguida le calmó, -no, no, nunca me tocó con intensiones sexuales; solo le gustaba humillarme, arrastrarme por el jardín o las escaleras y luego golpearme; -carraspeó y agregó, -por eso desde entonces me juré que nadie tendría control sobre mí, que nadie me sometería...de ninguna manera posible- rehuyó la mirada por un instante cuando aclaró lo último.

Duncan recordó que, en los entrenamientos, Jared era bastante ágil zafándose de los ataques, Alex parecía un tonto demasiado lento ante la agilidad y rapidez de Jared al escapar de él; ahora que lo pensaba, Jared era intocable, casi literalmente.

-Al manifestarse mi lobo- continuó Jared, -fue más que obvio que a él tampoco le gustaba ser sometido ni ceder el control,- le tomó la mano entre las suyas con más fuerza antes de finalizar, -así que, cariño, no es que no confíe en ti, es solo que tu petición me causó una gran sorpresa y dilema, pero fue totalmente mi culpa por no hablarlo contigo.

Duncan parpadeó, entre confundido y sorprendido; cuando sus hombros se relajaron visiblemente, se mordió el labio inferior antes de dejar caer su cabeza hacia adelante, apoyando la frente en el pecho de su pareja.

Jared pudo contar los segundos, tres exactamente, y Duncan comenzó a sacudirse ligeramente al mismo tiempo que sentía humedad en su ropa.

-Perdóname tú a mi- sollozó Duncan, -anoche fui egoísta al pedirte aquello, cuando te reusaste no debí insistir, no debí intentar presionarte; si no quieres yo debo respetar tu deseo.

Jared exhaló con fuerza, le abrazó y besó su cabeza; ¿realmente se merecía a alguien como Duncan en su vida?

Unos minutos después, Jared se metió a la cama sin titubear, la cual era bastante amplia y cómoda; se posicionó a su lado y le abrazó de nuevo, el acto definitivamente tomó por sorpresa a Duncan, pero no se resistió, sino que le correspondió escondiendo el rostro en el hueco entre su hombro y su cuello, aspirando el aroma dulce a pay de manzana.

Entonces Jared murmuró cerca de su oreja, como si le contara un secreto o una confesión: -aún no me explicó por qué el destino nos eligió para estar juntos, está más que claro que no te merezco; yo soy quien debería estar disculpándose e intentando remediar las cosas- apretó un poco más su abrazo y continuó, -me di cuenta de lo estúpido y cruel que fui al hablar sin sentido; he asumido muchas cosas hasta ahora, pero no debe ser así, tengo que decírtelo- tomó a Duncan de los hombros para alejarle un poco y, mirándole de frente, limpiándole las lágrimas con sus pulgares, declaró con firmeza, -agradezco que hayas irrumpido en mi vida, agradezco que hayas cambiado para adaptarte a alguien aburrido y amargado como yo, pero, sobre todo, agradezco que me ames.

Los labios de Duncan se curvaron en una suave sonrisa antes de decir con bastante seguridad, -no eres amargado.

-Lo soy, y también soy muy malo para expresar lo que siento; te amo, pero creo que no te lo digo lo suficiente ni tantas veces como debería.

-Eres de pocas palabras.

-No me justifiques ni seas condescendiente conmigo- pidió Jared, -si yo fuera más abierto y comunicativo probablemente no se habría suscitado lo de anoche.

Duncan se acomodó junto a su cuerpo, buscando refugio y calor, -no me gusta que peleemos.

-A mí tampoco- confesó Jared, -pero debemos estar conscientes de que no podemos coincidir en todo, en el futuro podemos tener desacuerdos- le frotó la espalda agregando, -y referente a eso quiero que me prometas algo.

-¿Qué cosa?- murmuró desde su cómodo lugar.

-Que no te irás así de nuevo; si quieres privacidad y pasar la noche solo, me iré a dormir al sofá, al baño o a la cocina, pero no te irás solo así, ¿lo prometes?

-Jared, no soy un niño.

-Entonces no huyas, entiendo que estés molesto, pero esa no es la manera de enfrentarlo.

Meses atrás Jared jamás habría dicho algo como eso, porque él estuvo haciendo algo similar referente a la relación que vivió con su padre.

Por otro lado, Duncan sabía que Jared tenía razón, así que se rendió y dijo, -lo prometo.

Después, su silencio solo duró unos minutos, Duncan se soltó para acomodarse pegando la espalda a la gran almohada que antes su pareja había colocado y Jared hizo lo mismo; el beta ladeó la cabeza para apoyarla en el hombro de su compañero y tomó su mano, entrelazando sus dedos antes de comenzar a hablar sobre lo que le sucedía.

-Comprendo y, sinceramente, no puedo molestarme contigo por no ser honesto, porque yo tampoco lo fui; desde días antes yo he estado nervioso, desesperado y un poco triste- confesó Duncan, -cuando estuviste de viaje me comuniqué con Julián y, entre todas las cosas que hablamos, me dijo que mamá estaba saliendo con Alberto, eso definitivamente me molestó y francamente no supe la razón de mi sentir; así que Julián trató de tranquilizarme diciendo que podrían ser solo rumores en el pueblo. Hasta que ayer por la mañana llamó para decirme que los había visto juntos, muy juntos-, omitió la palabra beso, ya que para él no sonaba bien con la palabra "mamá" en la misma oración.

Con el pulgar, Jared acarició el dorso de la mano de Duncan diciendo, -Dafne es una mujer adulta y muy hermosa, si decidió salir con Alberto está en su derecho.

-Lo sé-, respondió Duncan, -lo supe en ese momento, pero después me di cuenta de que lo que realmente me estaba molestando era el hecho de que me lo estuviera ocultando, de esa manera deduje que mi madre no confiaba en mí y creo que eso me hizo enloquecer, así que cuando rechazaste mi petición no me puse a pensar en que podrías tener tus razones, solo decidí que yo no era confiable, ni siquiera para mi pareja en la intimidad.

Jared cerró los ojos y frunció ligeramente el ceño al escuchar las últimas palabras, doliéndole que Duncan pensara eso de él mismo; el beta era gracioso, protector y muy fuerte, sí, pero también era muy sensible.

-Duncan, ¿por qué tienes que ser tan duro contigo? Sabes que te confiaría mi vida.

El beta se encogió de hombros, -te lo dije, enloquecí- dos segundos después se incorporó de repente y miró a Jared algo sorprendido, como si recién hubiera notado algo, -¡Espera un momento! ¿Qué quieres decir con que mi madre es muy hermosa?

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ESPACIO PARA CHARLAR: Jajaja, la última línea me dio mucha gracia.

*Lamento la tardanza, sé que dije que sería en viernes, pero tuve bastantes ocupaciones estos días, y así continuaré.

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