CAPITULO VII

El invierno pasó y así como la lluvia dejó de mojar los campos, los ojos de Claudia se secaron y no lloraron más al joven Centurión, por el contrario el dolor pasó como Dedrick pronóstico y él precisamente tenía mucho que ver con esta mejoría. Su padre pensando en la edad avanzada de Adastros y notando la relación que existía entre su hija y Dedrick, decidió que él se encargara de custodiarla, al igual que Claudia le había tomado afecto y confianza al joven. Por lo mismo, Claudia y él pasaban más tiempo juntos y la relación entre ellos llegó a ser muy cercana.

-¿Qué piensas? -Le señalaba Claudia a Azeneth mientras sostenía dos vestidos y se miraba al espejo.

- Usted decida señora.

-No me ayudas Azeneth, estoy indecisa.

-El celeste le queda bien, póngase ése, le agradará.

-¿De qué hablas? ¿A quién le agradará?

-A él. -Apunta la anciana embozando una pícara sonrisa.

-No entiendo tu comentario. -Añade Claudia extrañada.

-No puede ocultarme nada mi señora, la conozco más que usted misma.

-Tus palabras carecen de sentido, explícate.

-Lo diré en una sola palabra "Dedrick".

-¿Qué hay con él?

-Noto que ambos están muy unidos.

-Claro que sí es mi custodio.

-No me refiero a eso y lo sabe.

Claudia se acerca a la cama y toma asiento colocando los vestidos sobre su regazo.

-Desde que Lucio murió, sentí que una parte de mí quedo hueca, pero Dedrick, él vino a llenar esos vacíos con su compañía, su cálida sonrisa, la forma en que me trata, creo que de no ser por él no hubiera superado aún mi pérdida.

-Amabas a Lucio Claudia, ¿Cierto?

-Todavía lo amo, es sólo que ya acepté su partida.

-¿Y qué significa Dedrick para ti?

-Significa confianza, lealtad, amistad y seguridad.

-¿Sólo eso?

-No entiendo a dónde me llevan tus cuestionamientos, por qué no eres más directa y me dices lo que piensas.

-No, no me compete a mí decírselo, creo que aún no se ha dado cuenta de la realidad, así que no continuaré con el tema.

-¿Cuál realidad?

-Necesita algo más mi señora, debo ayudar en la cocina, hoy es la cena que ofrecerá su padre al Tribuno Plubio Casio.

-Lo olvidé, no Azeneth, gracias.

Claudia se queda en la habitación, busca entre sus joyas una gargantilla y argollas de plata y decide usar ese vestido celeste como le recomendó su nana. Sale fuera de la casa, se dirige al enorme sauce, bajo sus ramas Dedrick construyó un banco hecho de pino para que Claudia pudiera sentarse, sabía que a ella le gustaba pasar tiempo en ese lugar. Para su sorpresa Dedrick estaba ahí esperándola sujetando un ramo de flores.

-Luce hermosa mi señora, ése color le queda muy bien.

-Gracias, Azeneth me recomendó ponérmelo, hace mucho que no lo usaba. ¿Son para mí? -Inquiere mirando el ramo de flores.

-Sí, son silvestres.

-Lo recordaste, hoy hace seis meses que Lucio....... No termina la frase. -Gracias por intentar animarme pero estoy bien, mi corazón está en paz.

-Le dije que el dolor pasaría.

-Sí pero ayudaste a que ese proceso fuera más confortable, valoro mucho lo que has hecho por mí.

-Yo también valoro el cariño que me demuestra, me hace sentir como en casa.

Claudia toma asiento en el banco e invita con un movimiento de su mano a que Dedrick se siente junta a ella.

-Háblame de tu hogar, cuéntame sobre tu familia.

Dedrick se queda un momento pensativo, pero con Claudia se sentía diferente, ya no dolía tanto hablar sobre su pasado.

-Mi aldea estaba en todo lugar y en ninguno a la vez. Mi pueblo era nómada, nos movilizábamos frecuentemente. Buscábamos zonas accesibles a la caza y cerca de arroyos para el uso del agua. Todos teníamos una relación muy amena, nunca faltó alimento en nuestra mesa o abrigo en los días de invierno. Era una vida simple, pero en cierto modo perfecta. Nos trasladábamos con grandes rebaños de ovejas y ganado, gallinas, incluso tuve un perro, él murió protegiéndome esa noche. -Su cara refleja la tristeza al recordar ese día. -Mi hermana tenía doce años, a diferencia de mí, sus cabellos eran más claros iguales a los de mi padre. Mi madre era una mujer sencilla, como te comenté era la curandera y partera de la aldea, años de conocimientos transmitidos a través de nuestros antepasados. Recuerdo pasar horas con ella recolectando hierbas y explicándome sus dones curativos. Papá era muy alto, fornido, usaba sus cabellos y barba trenzados, era en apariencia muy parecido a mí.

-¿Y había alguien que te importara?

-Se refiere a una mujer.

-Sí, a una mujer.

-No, nadie en especial.

Sus miradas se encontraron, Claudia estudió detenidamente aquellos ojos color chocolate, ya no había ira en ellos, por el contrario se reflejaba una gran serenidad. Su respiración empezó a entrecortarse y sin saber por qué se acercó a él y lo besó, ya que en su interior se desbordaba la necesidad de hacerlo.

El joven de momento no la rechazó, sus labios acariciaron los de ella. Nuevamente sintió como su corazón se aceleraba y esa sensación extraña en el estómago que sintiera alguna vez con Lucio. Para su sorpresa Dedrick reaccionó levantándose del banco.

-Esto no es correcto, perdone mi señora no volverá a suceder.

-Pero sí he sido yo la que te ha besado. Ha sido mi atrevimiento y lamento si te he incomodado.

-Ambos conocemos las limitaciones entre nosotros.

-Aún no tengo claro por qué te he besado, me siento tan avergonzada por mi comportamiento, debes pensar lo peor de mí.

-No mi señora, por favor, también ha sido mi culpa, yo correspondí a su beso.

-Sí lo hiciste. -Y al decir esto sus miradas se vuelven a encontrar.

-Creo que despiertas algo en mí, sentimientos que se encontraban ocultos en lo más profundo de mí ser, pienso que siempre estuvieron ahí, desde aquel instante que regateé por comprarte al mercader.

-Señora por favor, no continúe, no es debido.

-Toda mi vida he escuchado lo que es o no debido, pero donde queda mi opinión al respecto, a menos que no sientas lo mismo por mí.

-Desde la primera vez que la vi al igual que usted yo...., no puedo explicarlo.

-Anciana lista, tú lo sabías. -Claudia hablaba para sí misma. Dedrick la observa sin entender el comentario.

- Podemos hallar la forma de estar juntos.

-Antes que continúe, permítame hacerle una pregunta, ¿Cree que su padre me acepté sin tener nada que ofrecerle? Él tiene otras aspiraciones para usted y yo mi señora le puedo asegurar que no cumplo el perfil que busca para el hombre que sea su esposo.

-Tenemos un trato, yo decido con quien casarme antes de los dieciocho años, después de ahí él tendrá derecho de elegir, no antes.

-¿Y acaso el señor no puso condiciones para poder aceptar a su pretendiente?

-Sí, las puso.

-¿Y encajo yo en ellas?

Claudia guarda silencio, sabe que la respuesta es no, baja la cabeza y juega con algunas flores, sin tener claro que decir.

-Claudia. -Dice Dedrick llamándola así por primera vez. – ¿Que estarías dispuesta a renunciar para estar conmigo?

-¡Renunciar! -Exclama ella sorprendida.

-Sí, en caso que el Señor no aceptará nuestra relación, como estoy casi seguro que sucederá.

La pregunta toma a Claudia desprevenida, nuevamente agacha la cabeza pero no responde.

-Entiendo. -Contesta Dedrick algo decepcionado. – Seguiré con mis labores.

Claudia se siente mal y analiza las palabras de Dedrick ¿Qué estaría ella dispuesta a renunciar por él?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top